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Europa, EE.UU. :: 06/04/2024

Terrorismo ukraniano contra Rusia

Vladimir Acosta
Vivimos bajo la amenaza diaria de una tercera e inminente Guerra mundial provocada por EEUU, que la cree como única forma de conservar por su intermedio la vieja y brutal hegemonía

Recuerdo haber escrito varias veces en artículos como este que las guerras mundiales son pocas y que además no se declaran, pues hacerlo carecería de todo sentido. Y la mejor prueba de ello es que no se le ocurrió hacerlo en broma en sus tiempos ni a Chaplin ni a Grucho Marx, que eran los más llamados a hacerlo.

Y es más, porque ocurre que en estos tiempos actuales de guerras e insultos que estallan por cualquier cosa y en los que, salvo contadas y honorables excepciones, como es el caso de Rusia, la diplomacia, que fue siempre una profesión de gente culta y educada, se reduce ahora a emitir gritos ofensivos prometiendo al otro patadas por el culo, de modo que hemos llegado al punto en que un país empieza de pronto a atacar militarmente a otro sin molestarse en decirle al afectado que ha entrado en guerra contra él, y le basta con lanzarle un par de misiles para que el agredido se vea forzado a llamarlo grandísimo cabrón y a responderle pronto con algún misil recién comprado en un remate, si es que lo tiene, antes de que el tercer misil del enemigo se encargue de aniquilarlo borrándolo del mapa.

Así, ocurre que entre los centenares de guerras que llenan la violenta historia humana, las llamadas guerras mundiales son por fortuna sólo dos, y que además ambas por su fuerza, capacidad destructiva y extensión territorial solo han podido tener lugar en el recién terminado siglo XX. El problema inicial con esas guerras es que como no se declaran y como en medio de choques militares y amenazas mutuas que vienen creciendo sin parar, le resulta difícil a los especialistas políticos o militares y a los mismos historiadores (que son los que les ponen nombres) decidir en forma objetiva y no sesgada, (algo que solo pocos hacen), cuándo es que esa guerra que sin cesar crece en choques, amenazas y extensión, está alcanzado la categoría de mundial o universal.

En este sentido, la llamada I Guerra Mundial quedó asociada con tres hechos y contextos diferentes, pero estrechamente emparentados. En 1912, en la Primera guerra de los Balcanes, la Liga de los Balcanes, que agrupaba a cuatro países del sur de la Europa occidental: Serbia, Grecia, Bulgaria y Montenegro, hasta entonces sometidos al Imperio turco otomano, se rebelaron exigiendo su independencia.

En julio de 1914 se produce el hecho más aceptado como causante directo de la guerra, lo de Sarajevo, esto es, el atentado contra el archiduque Francisco Fernando, heredero del trono del Imperio austro-húngaro. Un patriota serbio-bosnio, Gavrilo Princip, lo asesina a tiros a él y a su esposa en Sarajevo, lo que inicia de inmediato la guerra del Imperio austro húngaro contra Serbia, a la que acusa de responsable del asesinato.

Y la tercera y principal de las tres, causa directa en este caso, es que en agosto del mismo año de 1914 los Partidos Socialistas europeos, pacifistas y defensores de los derechos de los obreros, aprueban los créditos de guerra de cada país capitalista y colonialista europeo en guerra, para hacer que los obreros de cada uno de ellos, convertidos ahora en soldados, empiecen a matarse con sus hermanos obreros del resto de Europa en beneficio de sus burguesías explotadoras mientras por su parte la guerra se convertía en abierta guerra imperialista y colonial.

El caso de la II Guerra Mundial, la que se inició a fines de los años treinta y terminó en 1945 para ser convertida pronto por EEUU en Guerra fría, es al mismo tiempo similar al cuadro de la Primera en que hay al menos en ella dos versiones diferentes que buscan explicar las causas, orígenes y razones que dieron su forma y sus resultados a esa guerra, que sí trascendió los límites coloniales de la primera, pero que resultó distinta de ella no solo por ser más extensa, masiva y brutal, sino también por que una de las dos versiones explicativas que produjo es abiertamente falsa ya que, como anticomunista que era, falsificó y sigue falsificando hoy tanto el origen como la historia misma de esa segunda guerra, sirviendo ahora, como hizo entonces, al sector más reaccionario de la derecha.

Derecha extrema, por cierto, que sobrevivió también a la guerra y que dirigida por el hoy decadente Imperio yanki, tiene el control de una Europa servil, decadente y casi nazi, sombra ruinosa pero arrogante de la Europa que fue -o que creyó ser- la absoluta dueña cultural y racista del mundo civilizado, algo de lo que al menos hace ya dos siglos todo borrosos por lo lejanos.

Pero lo que cuenta sobre todo para este breve artículo, más allá de la corta referencia que hemos hecho de ese pasado reciente, es que en medio de reiteradas dudas e incredulidad, hoy vivimos bajo la amenaza diaria de una tercera e inminente Guerra mundial que, dado su inevitable carácter nuclear, de darse, puede que sea la última; guerra en este caso provocada por EEUU que, ciego ante el imparable poder militar y económico de Rusia y de China, que lo superan en ambos campos, la cree como única forma de conservar por su intermedio la vieja y brutal hegemonía mundial que ejerció desde 1945 sobre el mundo y que sigue ejerciendo sobre Europa, pero que ya no atemoriza a nadie porque se le cae a diario en pedazos.

Y el criminal ataque terrorista cometido el pasado 22 de marzo contra Rusia es el más impactante y reciente acto de esa amenaza. Pero a diferencia de la corta síntesis que hice de las dos guerras mundiales anteriores, porque de ellas nadie se ocupa, en este apenas diré varias cosas claves porque ha sido tema de todo tipo de análisis en estas dos últimas semanas.

El criminal acto terrorista contra el Crocus City Hall moscovita se planificó entre sus promotores en reuniones y contactos bien seguros para evitar toda posible infiltración. Y todo haría pensar que lo lograron. Cada vez queda más claro que las reuniones y contactos implicaron a EEUU (a los demócratas), a Gran Bretaña, a Ucrania, por supuesto, a Alemania, a Francia, y a miembros activos de la OTAN y de la Unión Europea, todos relacionados con la rusofobia y con los planes bélicos de aislar y de atacar a Rusia, sin descartar por supuesto los actos terroristas, promovidos por Ucrania.

Lo que creo que está claro es que lo del acto terrorista acordado constituye una declaración formal y clara de guerra contra Rusia, sin límites ni líneas rojas, y sin territorios neutros. Es guerra. Algunos serán firmes con esa declaración, otros no. Se verá. Las actitudes deberán examinarse y evaluarse para responder. Y Rusia ya declaró que tropas o armas de EEUU o de la OTAN que aparezcan en Ucrania implicarán guerra terrorista y tendrán su inmediata respuesta.

De Turquía, no implicada, pero siempre ambigua y nada confiable, se sabe poco. No participó en las reuniones, pero, al parecer, los terroristas, todos tayikos, fueron contactados y pagados por los ucranianos en Estambul.

El Isis, Estado islámico o Daesch es sospechoso de participar en el plan, pero hay demasiadas dudas y puntos oscuros con respecto a que los asesinos sean militantes suyos. Además, tampoco serían fundamentalistas islámicos sino meros matones en busca de que se los contratase para matar a alguien a cambio de dinero.

Ucrania, terrorista, mentirosa, ladrona y asesina como ha sido, fue sin duda la principal promotora y protagonista, cómplice y sospechosa. Y su amo EEUU, en la persona de Biden, es también promotor, pero estando Biden ya de salida, evitó protagonismo y solo intentó excluir como sospechosa y culpable a Ucrania. Imposible algo más falso y más ridículo.

Gran Bretaña, en cambio, es el país más sospechoso como instigador y protagonista, por ser el enemigo histórico más venenoso de Rusia desde hace no menos de dos siglos. Los países de la OTAN ya comprometidos tienen peso e importancia real diferente y en el caso del charlatán payaso Micrón y de su propuesta, todo es más pantalla que programa bélico serio.

Se requiere más información, tanto sobre lo que planea y empieza a responder ya Rusia y sobre lo que declara que hará en respuesta Ucrania. Lo que sí está claro es que después de ese cobarde acto terrorista, la guerra ha cambiado y aumentado de intensidad y que Rusia deberá evitar que sus fuertes medidas militares de respuesta destruyan su relación fraternal con el pueblo ucraniano. Todo esto está por verse. Y seguramente pronto lo veremos.

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