Thomas Sankara, la vida por su pueblo
Thomas Isidore Noël Sankara, que encarnó la revolución africana que anunció Franz Fanon, nació el 21 de diciembre de 1949 en la República del Alto Volta. Por entonces, ese territorio era una colonia que formaba parte de la Unión Francesa, logrando su la autonomía en 1958 y la independencia en 1960. Desde muy joven, Sankara comenzó a formarse en la teoría marxista y a interiorizarse en temáticas como el neocolonialismo y el imperialismo. A inicios de los 80, cuando ya llevaba varios años en el ejército, contribuyó a la formación de la Agrupación de Oficiales Comunistas.
Llegó al poder mediante un golpe de estado, del mismo modo que su antecesor y que su sucesor, en el año 1983. Por entonces, Sankara tenía 33 años. Bajo su presidencia se puso en marcha un proyecto revolucionario que no quería dejar absolutamente nada sin transformar, ni siquiera el nombre de su país, que dejaría de ser Alto Volta para llamarse Burkina Faso. Es una combinación de dos palabras en los idiomas yulá y mossi, hablados allí, que resulta en el significado "patria de los hombres íntegros". Y fue el propio Sankara quien se encargó de escribir la letra y componer la música del himno del nuevo país. Según sus palabras, su revolución se nutría de todas las anteriores, desde la francesa hasta la rusa, además de las luchas por la liberación en el continente africano.
Sankara se propuso la eliminación de los poderes tradicionales de los jefes tribales que aún existían en el país y que pesaban sobre los campesinos para darle más poder a las asambleas populares. Además, conformó Comités de Defensa de la Revolución, con una estructura similar a la existente en Cuba. También impuso la austeridad entre los miembros del gobierno, reduciendo los salarios de los funcionarios (el suyo incluido), cambiando la flota de vehículos del Estado al reemplazar los de marca Mercedes-Benz por otros de menor costo y prohibiendo a sus ministros viajar en primera clase.
En materia económica y productiva, su gobierno llevó adelante una profunda reforma agraria y la estatización de las riquezas minerales, hasta ese momento en manos de multinacionales. El horizonte era la soberanía alimentaria puesto que, según Sankara, el imperialismo podía verse con claridad en la procedencia de la comida que tenía la población en sus platos: "el maíz, el arroz o el mijo importado: eso es el imperialismo, no hay que mirar más lejos".
Sostenía que su país tenía capacidad para producir suficiente alimento para todos e impulsó un programa de fertilización e irrigación y, para 1986, Burkina Faso ya había duplicado el promedio de producción de trigo por hectárea de su región del continente. La situación alimentaria de su pueblo mejoró sensiblemente. Y, al mismo tiempo que la producción de algodón crecía de forma sustancial, Sankara impulsaba la fabricación y el uso de productos hechos en su país, e instaba a los demás países africanos a avanzar en la misma dirección.
El líder burkinés sostenía que la deuda externa de África en general y de su país en particular provenía de los imperios coloniales y que debía ser entendida de esa manera. Consideraba que era una forma sofisticada para la reconquista del continente y que los pueblos no tenían por qué pagarla. La propuesta de Sankara era la cooperación y colaboración entre los países africanos para no pagar esa deuda.
El crecimiento de su figura y su influencia en el continente fue visto con preocupación desde Francia, que tenía la pretensión de no perder influencia sobre sus antiguas colonias. Y el antimperialismo y anticolonialismo del presidente de Burkina Faso eran piedras en sus zapatos. Su recordado discurso de 1987 en la Cumbre de la Organización para la Unidad Africana es elocuente en este sentido:
“Oímos hablar de muchos clubes, Club de Roma, Club de París […] Es nuestro deber crear un frente unido de Addis Abeba contra la deuda. Sólo de este modo podremos decir hoy que negándonos a pagar no venimos con intenciones belicistas sino, al contrario, con actitud fraternal para decir la verdad […] Así, nuestro Club de Addis Abeba tendrá que explicar por qué esa deuda no debe ser pagada.
Si Burkina Faso, solo, se negara a pagar la deuda, ¡yo no estaría presente en la próxima conferencia! En cambio, con el apoyo de todos podríamos evitar pagar. Y evitando el pago podríamos dedicar nuestros magros recursos a nuestro propio desarrollo”.
Sankara también tuvo planteos y medidas importantes en relación a los derechos de las mujeres, como la prohibición de la mutilación genital femenina y de los matrimonios forzados. Además, promovió que las mujeres trabajen fuera de sus hogares, contratándolas en gran número en el ejército y nombrando a muchas de ellas para desempeñar importantes cargos de su gabinete. Para Sankara, la emancipación de las mujeres no era "una oleada de compasión humana" sino "una necesidad básica para el triunfo de la revolución".
Otro hecho significativo de este memorable proceso político se dio en relación con la salud: el gobierno de Sankara llevó adelante un programa de vacunación a gran escala para intentar erradicar la meningitis y la polio, dos enfermedades por entonces muy extendidas en el continente africano. En ese marco, dos millones y medio de personas fueron vacunadas en una semana.
Al mismo tiempo, se llevaron adelante importantes planes de infraestructura, sobre todo en viviendas públicas y carreteras. Además se impulsó la alfabetización, que creció sensiblemente. Y también uno de los pioneros en el cuidado del medio ambiente, como lo evidencia la campaña en contra de la desertificación que llevó adelante su gobierno, dando lugar a la plantación de millones de árboles a lo largo del territorio del país.
La prohibición de sindicatos, medios de comunicación y formas de oposición política, en ese momento todas influenciadas y/o pagadas por Francia, son algunas de las cuestiones que provocaron grandes debates en sus intentos por minar las bases de la revolución en Burkina Faso. Otra de las críticas de los quintacolumnistas, ampliamente difundidas en occidente, fue el tema de las supuestas irregularidades en el funcionamiento de los Tribunales Revolucionarios Populares, que eran mucho más difícles de corromper que los tribunales coloniales.
El avance de la aprobación popular y el crecimiento de la influencia de los Comités de Defensa de la Revolución, junto con la cada vez mayor injerencia francesa en las instituciones desplazadas por la revolución condujeron a una polarización alrededor del proceso revolucionario, que no necesariamente reflejaba la diversidad de opiniones existentes, mayoritariamente favorables a Sankara.
En vista de que estaba resultando imposible quitarle apoyo popular a la revolcuión, Francia optó por medidas dráticas: en octubre de 1987, Thomas Sankara fue asesinado en el marco de un Golpe de Estado llevado a cabo por Blaise Compaoré, quien tuviera una íntima relación de amistad con el líder revolucionario desde su juventud. Según Boukary Kaboré, estrecho colaborador de Sankara hasta sus últimos días, él le advirtió al líder sobre el complot de Compaoré en su contra y le propuso arrestarlo, pero recibió una respuesta negativa del presidente, que consideraba que eso sería una traición.
Mientras Compaoré procuraba desligarse de la muerte de Sankara, imprimía un giro radical derechista en el país, deshaciendo prácticamente todas las políticas de su antecesor, llevando adelante privatizaciones a favor de empresas francesas y estadounidenses y estrechando relaciones con los gobiernos de Francia y Costa de Marfil. Continuó como dictador de Burkina Faso hasta el año 2014, obstaculizando de forma sistemática la investigación acerca del asesinato de su antecesor. Fue recién hace pocos meses, en abril de 2022, cuando Blaise Compaoré fue condenado a cadena perpetua por lo sucedido hace casi 40 años. Pese a eso, sigue en libertad, viviendo en Costa de Marfil.
La breve pero intensa experiencia revolucionaria de Thomas Sankara a la cabeza de Burkina Faso, representa un aporte invaluable para los proyectos populares del antiguamente llamado Tercer Mundo. A la revolución de Sankara le bastaron cuatro años para generar grandes mejoras en la calidad de vida de los burkineses, desde una perspectiva popular, marxista, antimperialista y anticolonialista. Sankara murió por su pueblo y por su patria.
CALPU