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Argentina :: 08/11/2024

Trabajadores que paran y gobierno "exitoso"

Daniel Campione
Los acontecimientos de la última semana y sus contrastes delinean interrogantes decisivos para el porvenir de la sociedad entre luchas obreras en ascenso y un régimen que se siente a la ofensiva

Esta última semana se ha asistido a un paro de transporte de alto acatamiento, hecho resonante de estos días. También a la continuidad de la lucha universitaria que también hizo paro, junto con los estatales de ATE y las protestas ese mismo día de las organizaciones sociales.

Hay voluntad de lucha creciente frente al padecimiento de los salarios, los despidos y otras acciones en contra de los trabajadores. Eso a despecho de que el sector mayoritario de la dirección de la CGT prosigue en tesitura de negociación permanente, en procura de salvar prerrogativas corporativas a costa del sacrifico de los asalariados a los que en teoría representan.

Es sabido que las direcciones burocráticas sólo reaccionan ante la presión de las bases y las direcciones intermedias de sus gremios. Y que librados a su propia dinámica son heraldos del conformismo, de la pasividad, del sindicato percibido y utilizado como proveedor de servicios sociales y no como herramienta de lucha.

Le caben responsabilidades para modificar esta situación a la militancia sindical de organizaciones combativas y de izquierda, a las agrupaciones de oposición en variados gremios. También se necesitará tender puentes hacia quienes desde concepciones más tradicionales enarbolan una cierta perspectiva de combatividad y no el oficialismo de todos los gobiernos y la connivencia a veces desembozada con los empresarios.

Y por supuesto llegar a millones de trabajadoras y trabajadores para que no se replieguen hacia el "sálvese quien pueda" ni se hundan en el descreimiento respecto a cualquier forma de organización, lucha y movilización.

El generalizado rechazo hacia los políticos y los partidos tradicionales puede ser encauzado hacia una esperanza puesta en la lucha en las calles, y la confianza en que los trabajadores y pobres pueden valerse por sí mismos, sin esperar todo el tiempo directivas "desde arriba".

Los festejos de La Libertad Avanza.

Sin embargo el gobierno se siente de fiesta. Celebran el dólar "planchado" que habilita enormes ganancias especulativas a los grandes de las finanzas. Asimismo la baja del "riesgo país", el "blanqueo" que ha avanzado con éxito, la inflación que estaría para octubre bastante debajo del 4%.

Esta situación se reflejaría en encuestas que marcan una recuperación del apoyo al gobierno respecto a la caída no rotunda pero sí significativa que había sufrido hace algunas semanas.

En política internacional desde el poder político se asiste con renovado optimismo a que las expectativas de los comicios presidenciales estadounidenses se hayan invertido. Y ahora parezca que va a imponerse Donald Trump, potencial fuente de auxilio para la gestión económica argentina a la hora de recibir "fondos frescos" del Fondo Monetario Internacional a partir de sellar un nuevo acuerdo.

El presidente y sus funcionarios aprovechan también para fantasear acerca de la recuperación del salario y el retroceso de los niveles de pobreza. Que en el mejor de los casos habrían tenido leves recuperaciones frente al descenso al sótano del primer semestre del año.

Igualmente hubo sobresaltos. El brusco desplazamiento de la canciller Diana Mondino y las directivas de persecución ideológica en forma de "auditoría" en dirección al personal de relaciones exteriores. Esa palabra está en vías de convertirse en un fetiche para el gobierno, que acude a ella cuando afirma que las universidades no quieren ser auditadas.

En este caso se integra al propósito de expulsar o marginar al personal diplomático. Y que tiene todo el aspecto de que, si el gobierno pudiera, lo extendería a todos los empleados públicos que no comulguen con "las ideas de la libertad".

La actual gestión aumenta su componente de autoritarismo día por día. Es transparente la relación con las amenazantes proclamas antiparo, propaladas por altoparlantes y hasta por la utilización de una "aplicación" oficial que tiene otros fines, "MiArentina".

El aplauso de la derecha y el poder económico.

Con algún que otro tironeo, las fuerzas políticas conservadoras y "los dueños de la Argentina" secundan las políticas gubernamentales, y a veces se extienden hasta la ovación.

La derecha tradicional representada en PRO y el sector mayoritario del radicalismo tienen objeciones sobre las formas y el lenguaje que utiliza el presidente Javier Milei. Son sólo eso, observaciones formales que distan de ser decisivas. Se impone una vez tras otra el apoyo a un programa al servicio del gran capital cuya orientación suscriben con las dos manos.

Algo idéntico ocurre con el empresariado más concentrado, que aplaude sin tapujos a Milei cada vez que el presidente habla ante los grandes empresarios, como ocurrió en estos días en la Fundación Mediterránea. La ampliación de las perspectivas de negocios mediante desregulaciones y privatizaciones varias tienen una influencia preponderante en esta actitud de respaldo.

Y en parecida o mayor proporción incide la posibilidad de someter a la fuerza laboral como nunca antes, la baja del "costo argentino" como lo llaman, que no es otra cosa que la obligación de pagar indemnizaciones por despido, afrontar juicios laborales. También abrazaan la perspectiva de no tener limitaciones a la hora de dirigir a su antojo la marcha de sus empresas y en particular los procesos de trabajo.

Todos guardan a la sombra los impulsos "republicanos" que invocaban a todas horas para el ataque contra gobiernos "populistas". Unos y otros creen llegada una hora de venganza de clase y de enaltecimiento del capital al lado de la cual poco o nada importa la "institucionalidad" que decían defender y hoy es atacada con descaro.

¿Una nueva etapa?

La sociedad argentina vive un momento álgido de una confrontación de clases cuyas grandes líneas pueden ser rastreadas a lo largo de décadas. Se juega hoy y en el futuro cercano si nuestro país ingresa en una nueva época y cuál será el carácter de esa nueva etapa. Condiciones de vida y derechos con muchos años de vigencia están amenazados.

Al mismo tiempo el dominio político de las clases explotadoras presenta síntomas de descomposición pocas veces vistas con anterioridad. Y los elementos democráticos del sistema político y de la convivencia social se encuentran bajo ataque, además del deterioro que proviene de su propio mal funcionamiento extendido por décadas.

La lucha parte de lo económico y sólo puede alcanzar triunfos estratégicos si se proyecta sobre el campo político e ideológico. Está planteada una "batalla cultural" y librarla con posibilidades de éxito implica un esfuerzo sostenido y en constante ampliación.

Es hora de construcción de una alternativa popular, que extraiga fuerza de su pluralidad y de la aptitud para encarnar el programa de reivindicación de variados sectores y de múltiples líneas de cuestionamiento al dominio del capital.

tramas.ar

 

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