"Trabajar con el Che fue uno de los momentos más importantes de mi vida"
El presente artículo fue editado en base a textos de 'El Peronismo que no fue. La (otra) otra historia' de Gerardo Bavio y Mario Hernandez (Editorial Metrópolis)
M:- Conociste y trabajaste con el Che Guevara en La Habana.
G:- Así es, mi estadía en Cuba fue desde mediados del 1962 hasta fines del 1963, estuve con un compañero que era además compañero de estudios del Che, Jorge Vexenat, abogado cordobés. Lo entrevistamos al Che el 2 de junio de 1962 en el Ministerio de Industria. El Che acababa de ser designado Ministro de Industrias meses antes y estaba iniciando una transformación interna de la economía cubana centrada fundamentalmente en el monocultivo y la exportación de azúcar. Tenía el plan de transformar eso en un desarrollo industrial, con una concepción socialista.
Fue un encuentro inolvidable, nos atendió cerca de la una de la mañana, ya que sus horarios durante el día eran muy absorbentes, y volvía cerca de la madrugada a su despacho del Ministerio a darle una mirada a los papeles y a resolver cosas rápidas. Ahí nos encontramos, él entró sonriente, nos dimos un fuerte abrazo, le traía cartas de su padre, a quien habíamos entrevistado en Buenos Aires, el arquitecto Ernesto Guevara Lynch.
Charlamos distendidamente, le expliqué las razones por las que estábamos ahí. Mi historia de participación en la Resistencia Peronista en Córdoba fue la que nos llevó a plantear ese viaje a Cuba. Hablamos de muchos temas, él nos explicó cuál era el papel tan importante de las Organizaciones Revolucionarias Integradas, las ORI, que fue la unificación de las fuerzas que habían impulsado el triunfo de la Revolución cubana. El movimiento 26 de julio, el Directorio Revolucionario, que tenía sede en la ciudad de La Habana y el Partido Socialista Popular que también se adhirió a la revolución prácticamente cuando estaba triunfando a través del Movimiento 26 de julio.
M:- El Partido Socialista Popular era el Partido Comunista.
G:- Claro, que fue fundado entre otros por Julio Antonio Mella, quien fue un personaje muy importante que murió asesinado en México por los esbirros de Machado. Tuvo que salir de Cuba porque imperaba la dictadura en ese entonces, pero de todas maneras fue asesinado en México. Después podemos ampliar este tema, que lo fue de varias conferencias de Gregorio Bermann, uno de los impulsores, junto con Deodoro Roca, Julio V. González y otros, de la Reforma Universitaria en Córdoba, que tuvo mucha importancia en todo el continente, sobre todo para la juventud revolucionaria de Cuba.
La conversación con el Che derivó pronto a la realidad de ese momento en la Argentina, a la Resistencia Peronista, al papel que podía tener el peronismo en el armado de una revolución emancipadora en Argentina.
Ese año, 1962, fue un año clave, el año de las elecciones del 18 de marzo, cuando triunfa la formula Framini-Anglada en la provincia de Buenos Aires. Después es desplazado Frondizi y las fuerzas armadas lo ponen a José María Guido de presidente. Esto fue muy importante a nivel histórico, la frustración de la posibilidad de una salida legal y electoral sin proscripción. Evidentemente eso repercutió en el pensamiento revolucionario de mucha gente de la Resistencia, empezaron a pensar que era necesario armarse contra una dictadura que se imponía y proscribía. Fue un año crucial, eso nos llevó a Cuba, a hablar con el Che. También teníamos el plan de hacerlo con John William Cooke y Alicia Eguren, que vivían en La Habana.
A partir del encuentro con el Che, empecé a trabajar en el Ministerio de Industria.
M:- ¿Cuáles eran tus tareas?
G:- Si bien es cierto que yo trabajaba en el Ministerio de Industria, lo hacía en un organismo que no estaba en el edificio del Ministerio, sino en la Compañía Cubana de Electricidad Antonio Guiteras. Por eso mi contacto con el Che no era cotidiano, nos encontrábamos una vez por mes, más o menos. El proyecto que yo desarrollaba en la Compañía Cubana de Electricidad, era de desarrollo termoeléctrico. Cuba tiene pocas posibilidades de producción de energía hidráulica, porque es una isla chica, no tiene grandes ríos internos con diques. Había varios proyectos con trabajo de técnicos checoslovacos, de desarrollo de centrales termoeléctricas, una en Ogurke, Cienfuegos, y yo trabajé en el cálculo estructural de esas usinas termoeléctricas. Para eso viajaba mucho al interior, como ingeniero civil y con mis conocimientos en materia de cálculos y estructuras, formé parte del desarrollo de esas centrales en sus aspectos arquitectónicos y estructurales en conjunto con otros compañeros ingenieros soviéticos, mexicanos, argentinos y una mayoría de cubanos.
La compañía se llama Antonio Guiteras, quien fue ministro durante el gobierno del presidente Grau San Martín, propuso la nacionalización de la industria, la producción y la energía de Cuba. Después fue desplazado del gobierno y Antonio Guiteras murió asesinado por el enemigo, creo que en la dictadura de Machado. Fue un hombre nacionalista con sentido popular, transformador, recordado con mucho respeto.
El Che y el peronismo
M:- ¿Cuál era la visión del Che del peronismo?
G:- En mi primer contacto con el Che a mi llegada a Cuba hablamos de ese tema, yo le llevé un documento del PAR (Peronismo de Acción Revolucionaria) que habíamos creado en Córdoba. El Che sintetizó su opinión en varios conceptos, él consideraba que para hacer una transformación social y para hacer la revolución en Argentina, la presencia, o la realidad del movimiento peronista con tanto respaldo de los trabajadores era algo fundamental. No se podía negar ni desplazar de la realidad un movimiento con tales características y que lideraba la resistencia contra la dictadura, posterior a 1955.
El Che mencionó los conceptos de John William Cooke, que ya estaba residiendo en Cuba. Algo que dijo y que me quedó muy grabado fue que temía que si bien el peronismo tenía una potencialidad revolucionaria muy grande, y que había que partir en gran medida de ahí, en un momento de crisis para el capitalismo en Argentina, la figura de Perón fuera utilizada para frustrar la posibilidad de hacer la revolución, es decir, desconfiaba del papel que podía jugar Perón en una etapa de crisis y de tensión en la Argentina.
Dijo que había que transformar, como decía Cooke, la potencialidad revolucionaria del movimiento, en acto. ¿Cuándo? ¿Cómo? Esa era la tarea, impulsar el peronismo revolucionario, vincularlo con los sectores de izquierda, promover una política de masas. Esa era su idea en cuanto a la realidad argentina, evidentemente durante mi estadía en Cuba persistía en la idea del foco, por el contrario, Cooke sostenía una idea de política de masas.
No se puede determinar cuál es la dialéctica de causa y efecto entre la apertura de un foco revolucionario y el posterior apoyo de masas; o la organización de masas tendiente hacia una insurrección o incluso hacia la apertura de uno o varios focos revolucionarios. Sí estaba de acuerdo en que eso tenía un componente fundamental en la lucha armada, lo cual nosotros veíamos como real. Ese fue otro elemento importante de 1962, hay que recordar las elecciones del 18 de marzo, en donde se le da a los sectores populares la posibilidad de manifestarse y luego clausuraron las elecciones porque perdió el sector de la derecha. Ante la frustración de esa posibilidad democrática, no quedaba otra alternativa que la lucha armada que terminó en el Cordobazo [1969]. Ese año fue clave, no solamente en el área internacional sino dentro de la Argentina, es cuando se fortalecen y se desarrollan las organizaciones armadas. Estaba clausurada la posibilidad de una salida política democrática.
M:- El cambia su posición con respecto al peronismo.
G:- Sí, porque él, cuando era estudiante, estaba muy influenciado por el anti peronismo, por los sectores de la juventud estudiantil de esa época. Sus padres incluso eran anti peronistas. Creo que su padre había sido de los Comandos civiles [grupos de civiles, normalmente de clase alta, que se unieron a los militares para reprimir al peronismo].
M:- Me imagino que John William Cooke y Alicia Eguren habrán ayudado a cambiar esa postura.
G:- Por supuesto. Se trataba de mostrar la realidad, desenmascarar el engaño que había, yo recuerdo una entrevista que le hicieron al Che al poco tiempo de su triunfo, donde el periodista le preguntaba si la revolución cubana y la caída de Batista, se asemejaban a lo que había sido la caída de Perón en Argentina con Aramburu, Rojas, etc. Y el Che rechazó totalmente esa versión: “No tiene nada que ver, al contrario, son antagónicas”. La Revolución cubana tiene una base social totalmente distinta a lo que fue el golpe cívico militar de 1955.
M:- Alguna vez se hizo esa comparación, ¿no?
G:- Sí, se hizo, sobre todo en los medios, que ya sabemos cómo tergiversan la realidad, lo planteaban de esa forma, equiparando una cosa con la otra. Al contrario, las fuerzas que impulsaron ambos golpes eran completamente antagónicas.
M:- ¿Cómo te impactó ver en persona al Che?
G:- Para mí fue una emoción muy grande, uno de los momentos más importantes de mi vida, que un médico joven, prácticamente de 30 años, se adhiere, forma parte de la Revolución Cubana, es el protagonista de su triunfo a través de la batalla de Santa Clara. Esa fue la batalla determinante de la caída de Batista.
M:- Cuando hace volar el tren blindado.
G:- Claro, exactamente. Ese muchacho tiempo después tiene que enfrentar la transición económica de un capitalismo totalmente dominado por el imperio yanki a un socialismo independiente, y transformar eso. Ese era el objetivo que se planteaba cuando yo lo conocí en 1962. Que ya venía trabajando de antes, en el INRA (Instituto Nacional de la Reforma Agraria) en el área de industrialización, había sido presidente del Banco Nacional de Cuba. Empezó a formarse desde el punto de vista económico.
El Che economista
M:- Llegaste a Cuba a mediados del año 1962, en el Año de la Planificación, cuando el Che ya estaba a cargo del Ministerio de industria. Posterior a la polémica con Charles Bettelheim, quien defendía el modelo soviético de dirección económica. Cuando vos llegás, ¿quedaban resabios de esa polémica? Porque el Che defendía el Sistema Presupuestario de Financiamiento en el Ministerio de industria y sin embargo, en el INRA, Carlos Rafael Rodríguez aplicaba el cálculo económico, defendido justamente por Bettelheim.
G:- Había concepciones encontradas en muchos aspectos. El cálculo económico era una forma de medir la eficiencia de la producción, implicaba hacer un análisis económico, de costos, de cada empresa. Esto se hace en el capitalismo, se busca reducir los costos, aumentar las ganancias y con ellas volver a invertir, buscando la máxima rentabilidad.
El Che no rechazaba esto, lo que yo interpreté de su política estando allí fue que buscaba que la eficiencia económica, o la ganancia, la plusvalía que se generaba en cada una de las empresas, fuera centralizada en el Ministerio de industria y desde ahí invertir en los sectores que la planificación económica consideraba fundamentales para el objetivo de la transformación de la economía cubana. Tenemos que tener en cuenta que el Che hereda una industria cubana monopolizada, con monocultivo, monoproducción, sin industria prácticamente, dedicada a la producción azucarera.
Había que transformar ese modelo productivo en dos aspectos fundamentales: uno de ellos, socializar los centros de producción, que sean dirigidos con la participación protagónica de los trabajadores, y el otro que el Ministerio analizara la realidad para generar nuevas industrias, viendo cuáles eran las necesidades del mercado. Eso representaba darle al Ministerio de industria la posibilidad de orientar las inversiones de acuerdo a los objetivos de la planificación. Transformar una industria capitalista monopolizada, en una industria socialista que buscara la industrialización del país. El quería desarrollar el reemplazo a las importaciones mediante industrias cubanas.
M:- ¿Esa participación de los trabajadores cómo funcionaba en la práctica?
G:- Cada industria tenía sus organismos asesores.
M:- El Comité Técnico Asesor.
G:- Exacto, los sindicatos intervenían en eso. Se elaboraba un programa en cada industria, de metas de producción para el año siguiente. Eso se centralizaba en el Ministerio de industria y en base a eso se hacía el plan anual.
M:- ¿En qué aspectos difería esto que estás contando del planteo de Bettelheim?
G:- Lo que la postura soviética cuestionaba era la excesiva industrialización de Cuba, porque lo que quería el Che era una industrialización que generara autonomía. El concepto de planificación chocaba en la aplicación práctica, así comenzó a discrepar con la opinión de Carlos Rafael Rodríguez Mora y de otros personajes conductores de la economía cubana de ese momento.
M:- Hay también una postura del Che en cuanto al trabajo voluntario, ¿verdad?
G:- Antes de tocar ese tema, quiero hablar sobre uno de los temas de discusión que fue muy interesante, la aplicación de la teoría del valor en la etapa de transición del capitalismo al socialismo. El Che no estaba en contra de que hay una teoría del valor, eso significa que hay trabajo, valor agregado, hay plusvalía, que se centraliza y esa es la ganancia que en el capitalismo se distribuye a los accionistas en función de cada empresa y tiende a la monopolización.
El Che no negaba su existencia, opinaba que ese plusvalor se centrara en la planificación en base a un proyecto de transformación de la economía cubana, con la participación del Ministerio de industria, que centralizara el valor en un proyecto que él llamaba “programa presupuestario”, cada empresa presentaba su presupuesto y de acuerdo a ese plan de inversiones para el año siguiente se le asignaban los recursos desde el Ministerio en conjunto con el JUCEPLAN, “la Junta Central de Planificación”. 1962 fue un año fundamental porque fue el Año de la Planificación. Esta junta se había creado el año anterior, posteriormente a Playa Girón, cuando comienza el proyecto de transformación socialista.
En la interpretación de esa transformación era donde discrepaban el Che y otros más vinculados al concepto de la economía soviética. La planificación soviética, transformándola en un esquema, surge de la realidad soviética, y lo que el Che planteaba era una concepción de una planificación enraizada en la realidad de Cuba y Latinoamérica. Los otros no negaban eso, pero ponían el acento en respetar las formas de la planificación al estilo soviético. Esto chocaba con la idea de dar más participación, de descentralizar más, que cada industria tenga su grupo de asesoramiento técnico, que participen los trabajadores y que juntos elaboraran el programa de producción que luego se analizaba centralmente en el ministerio y, de ahí, de acuerdo con la programación presupuestaria se distribuían las inversiones. Es un poco la idea del Che para transformar la realidad económica de Cuba, un país que tuviera una industria independiente.
En cuanto al trabajo voluntario no creo que haya habido grandes choques, porque estaban todos de acuerdo. El Che lo impuso con el ejemplo, el trabajador dejaba de ser un explotado y aportaba su trabajo al conjunto de la sociedad. Él salía y tomaba las herramientas junto con el resto de los trabajadores, ya sea en una empresa, en la cosecha de caña, él se ponía al frente de los trabajadores impulsando la producción. Su concepción del socialismo era esa, poner el trabajo al servicio de la sociedad.
M:- Eso estaba vinculado a estímulos morales, pero ¿también se contemplaban estímulos materiales, relacionados con el trabajo voluntario, por la mayor productividad de una empresa o de un trabajador?
G:- No, él ponía el acento en el estímulo moral. No se le iba a pagar más al trabajador de la empresa que produjera más valor, o que tuviera mayor eficiencia. En ese sentido el cálculo económico es necesario y el Che no lo rechazó. Pero poniéndo al servicio de una planificación centralizada a ese Sistema Presupuestario de Financiamiento.
Creo que fueron años cruciales para el Che que definieron su pensamiento. El Che tuvo que vivir en esa etapa un conflicto con algunos sectores del gobierno cubano que cuestionaban algunas de sus ideas y prácticas dentro del Ministerio de Industria. Es interesante rescatar esas discusiones y profundizarlas porque nos enseñan mucho sobre las cuestiones inherentes a la transición que tiene que darse entre una sociedad capitalista y la construcción del socialismo, que se basa en el gobierno y el poder de los trabajadores, del pueblo organizado para transformar la sociedad.
El Che planteaba que ese período de transformaciones tenía que ser dirigido por los trabajadores, sobre todo por los trabajadores organizados. Por eso trató de organizarlos, creó cuerpos técnicos, de asesoramiento, que salían de los mismos centros de trabajo. El proyecto de transformación se gestaba fundamentalmente en las fábricas, en los centros de trabajo, con los trabajadores y para eso propugnaba que se organizaran. Además, con un principio que mantendría siempre y era la formación del Hombre Nuevo.
Había que salir de la alienación capitalista hacia una desalienación socialista, podríamos decir. El socialismo significa desalienación, o sea, la verdadera liberación del hombre que trabaja. En cambio, había otros cuadros dirigentes que planteaban, y los hechos parecen haberles dado la razón, que el trabajador en el régimen socialista seguía siendo un hombre enajenado, no era dueño de su trabajo, estaba sujeto a una falta de libertad que fue evidente en los regímenes socialistas del siglo XX, sin ir más lejos el estalinismo en la URSS.
El Che era un crítico de todo eso. Quería que el socialismo fuera un proceso de liberación del trabajador y del hombre, dándole posibilidades de acción, pensamiento y organización para transformar la sociedad. Ese pensamiento del Che a veces chocaba con algunas opiniones muy rígidas de sectores formados o, mejor dicho, deformados por las concepciones de la URSS vigentes en ese momento.
Realmente es un tema muy profundo. Siempre decimos que nos planteamos el socialismo del siglo XXI, pero para conocer cuáles son los datos importantes a rescatar de la historia del siglo XX, uno sería el por qué y cómo se frustró la experiencia socialista en el siglo pasado. A eso nos ayuda este tipo de análisis donde caben diferentes posiciones dentro del campo popular.
El Che y John W. Cooke
M:- Mencionaste al “Gordo” Cooke. ¿Cómo era la relación del Che con John W. Cooke?
G:- De acuerdo a mi experiencia fue muy buena de ambas partes. El Che admiraba y respetaba mucho al “Gordo” Cooke y asumía mucho de su pensamiento, sobre todo con respecto al peronismo.
M:- El “hecho maldito”.
G:- Así es. El “Gordo” Cooke tuvo la capacidad de influir en muchos sectores de la sociedad y dirigentes cubanos. Además, para Cooke, el Che era una figura fundamental y su proyecto no era antagónico con el suyo, eran complementarios. Cooke tenía más la concepción de la revolución como un proceso de insubordinación de las masas, de las bases sociales y el Che tenía algo de aquello que critican como foquismo, que las condiciones las crea “el foco” guerrillero. Ese fue uno de los debates que no los llevaron a antagonizar en ningún momento ya que podrían ser complementarios, según la realidad coyuntural. Porque lo que marca la táctica de un proceso revolucionario es la realidad concreta, sin partir de ella no se puede pensar en una transformación social. Eso es lo básico.
M:- Estando en la isla viviste la llamada “Crisis de los misiles”.
G:- Así es. Cuba se vio sacudida por aquella crisis en octubre de 1962, que puso al mundo prácticamente al borde de la guerra nuclear. De pronto se descubrió que EEUU, a través de vuelos en aviones especiales, había detectado la existencia de instalaciones de armas nucleares en el territorio cubano. Eso se había hecho a través de convenios, impulsados por la Unión Soviética, a modo de defensa de Cuba y del bloque socialista, de forma apresurada y que provocó la reacción de EEUU y la amenaza de represalias [ante la presencia de armas nucleares en lo que ellos consideran su "patio trasero"].
Nosotros, que además de trabajadores éramos milicianos, nos organizamos para la defensa ante un posible ataque de EEUU, sobre todo después del frustrado ataque del año anterior en Playa Girón. Estábamos organizados para la defensa, el Che tuvo una importante actividad de organización de la defensa ante un posible ataque del Imperio.
Afortunadamente, el proceso se resolvió telefónicamente en diálogos entre Kruschev y Kennedy y se evitó ese ataque que hubiera sido devastador. Fue un gran alivio, pero se generaron críticas, porque se había resuelto sin la intervención del gobierno cubano y eso molestó muchísimo a la estructura del gobierno revolucionario. El Che se manifestó molesto por esta resolución sin tener en cuenta la soberanía y el carácter fundamental que para Cuba tenía ese arreglo. Recuerdo que cantaban por la calle “Nikita (Kruschev) mariquita lo que se da no se quita”. Más allá de eso, se llegó a un acuerdo, que considero equitativo. EEUU aseguró que no atacaría a Cuba y no invadiría, Kennedy prometió respetar la soberanía cubana y la URSS decidió retirar las armas de Cuba y exigió que las bombas norteamericanas que estaban en Turquía fueran retiradas [aunque finalkmente decistió de esta última exigencia].
Después, en Argentina ya, me encontré con un amigo ingeniero, que había estado trabajando en Kansas City [EEUU] en esos días, y me transmitió cómo se vivió desde el lado norteamericano. Había sido de terror, el pánico generalizado, muchas familias se iban a Canadá, otras cavaban sótanos en sus casas para protegerse. Realmente eso no se registró de la misma manera en Cuba porque confiábamos con en el optimismo de la voluntad de que no podía darse un apocalipsis de esa naturaleza.
En una etapa posterior, el Che comienza a desarrollar un proyecto guerrillero para América Latina, y fue realizándolo de manera compartimentada, es decir, los argentinos que estábamos ahí ignorábamos los detalles de los preparativos de lo que culminó con la guerrilla de Jorge Masetti en Salta. Con el Comandante Segundo al frente, el intento fracasó por las crisis internas, el aislamiento y la pronta ubicación de ese foco guerrillero. Ahí comenzó un accionar que culminaría con el Che en Bolivia, bajo el concepto “foquista”.
John William Cooke era crítico de este concepto, sostenía que generar una patrulla perdida, con una vanguardia caída de la estratósfera no tenía sentido, ya que en realidad esa vanguardia y esa lucha insurreccional deberían ser la culminación de todo un proceso de lucha de masas y organización, de toma de conciencia y de apoyos en los distintos sectores de la población para luego culminar con una acción armada.
Nosotros creíamos que el Che compartía esas ideas, pero prevaleció la idea de acelerar el proceso. Inicialmente esto da para discutir bastante, en primer lugar el heroísmo del Che para llevar adelante un proceso, que sabemos que fracasó, en los relatos de su propio Diario se puede leer su autocrítica. Ese fue el proceso que culminó con la muerte heroica del Che y que abrió camino a una crítica más profunda de lo que debería ser la insurrección armada en América Latina y que todavía hoy es un tema abierto a la discusión.
Posteriormente al papel de Guevara al frente de la lucha, queda el papel valiente de John William Cooke respaldando la acción del Che, aunque desde una posición más de organización de masas y de toma de conciencia. Su idea era transformar el peronismo, con su gran mayoría de clase obrera y sectores combativos, en una fuerza revolucionaria.
Finalmente, terminando 1963 yo regreso a Argentina, y me reincorporo en Córdoba a la Resistencia.
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* Gerardo Bavio. Nacido en Salta el 23 de febrero de 1926. Se recibió de Ingeniero Civil en la Universidad de Córdoba. En 1962 fue contratado por el Ministerio de Industrias de Cuba, a cargo de Ernesto Che Guevara. Se desempeñó como profesor en la Universidad de La Habana.
A principios de los ´70 milita en la organización Montoneros. El 25 de mayo de 1973 es designado Intendente de la ciudad de Salta. Fue detenido durante la gestión de Isabel Perón. Liberado en febrero de 1975 constituye la Junta Promotora del Partido Peronista Auténtico junto a ex gobernadores, Andrés Framini, Armando Cabo y otros.
Dado el golpe genocida permanece en Argentina hasta mayo de 1978. Parte al exilio en México, allí suscribe un documento crítico a la conducción de Montoneros junto a Jaime Dri y Miguel Bonasso, entre otros. Se desempeña en la Universidad Autónoma Metropolitana hasta 1990 en que regresa a Argentina siendo designado asesor legislativo de la Cámara de Diputados de la Provincia de Tucumán. En 2008 es nombrado Profesor Honorario de la Universidad Nacional de Salta. Actualmente reside en Tucumán. Autor de 'Huellas de la Memoria. Historia, vivencias y reflexiones sobre el siglo pasado' y 'El peronismo que no fue. La (otra) otra historia', junto a Mario Hernandez