Turquía: Las elecciones del 14 de mayo pueden cuestionar el régimen autoritario
Las elecciones generales en Turquía están convocadas para el 14 de mayo, e incluyen tanto las elecciones al parlamento como la del presidente del país, en un sistema a dos vueltas. El Partido Justicia y Desarrollo (AKP) viene gobernando desde hace 21 años, pasando del conservadurismo al autoritarismo de extrema derecha, con rasgos cada vez más militaristas y facistoides bajo la dirección, desde 2017, del presidente Recep Tayyip Erdogan. El gobierno está formado por la llamada Alianza Popular, una coalición del AKP con el Partido de Acción Nacionalista (MHP), de extrema derecha, a la que se han sumado ahora algunos partidos islamistas menores.
Los comicios tienen lugar en medio de una crisis política de Turquía que presenta muchas facetas, desde las secuelas económicas de la pandemia, pasando por las intervenciones militares en las regiones kurdas del Estado turco y los territorios adyacentes, hasta la pérdida devastadora de unas 58.000 vidas a raíz de los recientes terremotos. La emergencia de un nuevo fascismo en Turquía es una cuestión que se debate intensamente en la izquierda política. En este contexto se ha formado una alianza de izquierdas tras la bandera del Partido de Izquierda Verde (Yeşil Sol Parti – YSP), con el apoyo de otros partidos de la Alianza Trabajo y Libertad, con la esperanza de lograr un avance significativo de la organización política de los sectores oprimidos y de la izquierda en las elecciones. Nos hallamos en un momento crucial de la política turca, de la izquierda y de los países adyacentes de la región.
Sebnem Oguz es profesora de ciencias políticas en la Universidad Baskent de Ankara y miembro de los comités de redacción de Praksis y Socialist Register [trotskistas]. Le entrevista Panagiotis Sotiris, que enseña en la Open Hellenic University. Trabaja como periodista en Atenas y forma parte del comité editorial de Historical Materialism.
¿Qué puedes decir de la situación en Turquía y la dinámica social y política en vísperas de las elecciones?
En primer lugar, nos enfrentamos a las devastadoras consecuencias de la profunda transformación del régimen político hacia lo que yo llamaría un nuevo tipo de fascismo islámico y el empobrecimiento extremo de amplios sectores de la sociedad tras veintiún años de gobierno del AKP (Adalet ve Kalkınma Partisi, Partido Justicia y Desarrollo). A todo esto se suma la pérdida de más de 58.000 vidas en el reciente terremoto, que, como han señalado con razón muchos críticos, más que una catástrofe natural es un desastre político. Por eso, la mayoría de la población turca está harta del régimen del AKP y quiere un cambio real en las próximas elecciones.
Sin embargo, esto no será tan fácil como ha ocurrido en países como Estados Unidos y Brasil. Donald Trump y Jair Bolsonaro tuvieron que aceptar la derrota tras un breve periodo de impugnación de los resultados electorales, porque no llevaban en el poder durante un tiempo suficiente para organizarse y echar raíces en todas las instituciones del Estado. Sin embargo, el gobierno de Erdogan lleva en el poder desde hace más de veinte años, creando su propia burguesía, formando sus fuerzas paramilitares y rediseñando el ejército, el poder judicial, los medios de comunicación y otras instituciones estatales. Ha gestionado con éxito la transición del anterior bloque de poder basado en grandes capitalistas orientados hacia Occidente, que creció en los primeros años del régimen kemalista, a un nuevo bloque de poder de capitalistas islámicos emergentes orientados hacia países como Catar, Rusia y Azerbaiyán.
Esta transición ha venido acompañada de un profundo cambio en los aparatos del Estado, por el que la Diyanet (Dirección de Asuntos Religiosos) se ha convertido en una institución prominente con un enorme presupuesto y una amplia dotación de personal, realizando intervenciones políticas en todos los ámbitos de la vida social. Mientras tanto, el Estado turco se ha convertido en una máquina de guerra que gasta casi el 20 % de su presupuesto en actividades militares, pasando a ser un Estado beligerante que ha reavivado el conflicto en el este de Turquía con la población kurda y realizado numerosas incursiones transfronterizas en Siria en los últimos cuatro años.
Toda esta transformación adquirió nuevas dimensiones tras la creación por parte del AKP de la Alianza Popular con el ultranacionalista MHP (Partido de Acción Nacionalista) y el BBP (Partido de la Gran Unidad) en 2018. Esta alianza no solo profundizó el carácter fascista islámico del régimen, sino que también potenció las coaliciones formales e informales con bandas ultranacionalistas, líderes mafiosos y fuerzas paramilitares. En vísperas de las elecciones de 2023, otros dos partidos islámicos se han unido a la alianza: HUDAPAR (Partido de la Causa Libre) y YRP (Nuevo Partido del Bienestar).
El HUDAPAR es un partido islamista kurdo que tiene sus raíces en el grupo armado Hezbolá (no relacionado con la organización chiíta libanesa del mismo nombre), responsable del asesinato de cientos de personas, entre ellas disidentes kurdas, defensoras de los derechos y periodistas, en la década de 1990. Lo llaman hezbocontras por el papel que desempeñó en las operaciones de las fuerzas estatales relacionadas con ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas. El HUDAPAR incluye en su programa elementos propios de la sharía, como la penalización de las relaciones extramatrimoniales, la expansión de la educación separada por sexos y la revisión de las condiciones laborales de las mujeres para “adecuarlas a su naturaleza”.
Del mismo modo, el YRP, que comparte las mismas raíces islámicas que el AKP, está en contra de los derechos LGBT y pretende acabar con una ley que protege a mujeres y niños contra la violencia doméstica. Por lo tanto, esta nueva alianza ha sido descrita con razón como una “alianza talibán de nuevo tipo” por Selahattin Demirtaş, el antiguo colíder encarcelado del HDP. De hecho, es el bloque más reaccionario de la historia política turca, respaldado por varios cultos religiosos que florecieron bajo el gobierno del AKP.
Si este bloque sale elegido, se completará la transformación del régimen político en fascismo islámico. Por lo tanto, las próximas elecciones no son solo para elegir a los diputados y diputadas y al presidente, sino también, de hecho, para elegir el régimen político.
¿Serán las consecuencias trágicas de los terremotos y el modo en que han sacado a la luz todas las contradicciones de la era AKP un factor decisivo en las elecciones?
Es una pregunta difícil. Según las encuestas, hay cierto descenso de los votos del AKP, pero este descenso no está tan relacionado con la mala gestión del terremoto. Hay varias razones para ello. En primer lugar, la sociedad turca ya lleva años polarizada en dos bandos ‒dos naciones‒, y al AKP le interesa más consolidar su propia base de apoyo que atraer votos del otro bando. Por eso, tras el terremoto, el AKP envió más ayuda a las zonas turcas y pobladas por suníes que a las zonas pobladas por kurdos y alevíes. Así, aunque la respuesta del gobierno al terremoto galvanizó la ira entre los votantes de la oposición, no afectó en la misma medida a los votantes de base del AKP.
En segundo lugar, durante las tareas de socorro, el aparato propagandístico del gobierno del AKP trabajó con bastante eficacia en cooperación con la Agencia Turca de Inteligencia y la Diyanet para salvar la imagen de Erdogan y del régimen. La exhibición de consignas religiosas se utilizó para provocar respuestas airadas del bloque laicista, lo que, a su vez, ayudó a Erdogan a consolidar su base islámica.
Los canales de noticias favorables al AKP presentaron a organizaciones yihadistas y cultos islámicos como ONG que luchaban contra los efectos del terremoto, como los que sacaron a la gente de entre los escombros con vida, diciendo alahuekber (cuando, en realidad, los rescatadores eran otros voluntarios). También se movilizó al político xenófobo Ümit Özdağ, líder del partido de extrema derecha Zafer (Victoria), con el objetivo de canalizar la ira pública contra los grupos de sirios y otros migrantes, a los que se acusó de saquear las zonas afectadas por el terremoto. Por último, Erdogan prometió que las ciudades se reconstruirían en un año mediante una campaña específica. Esta promesa no solo convenció a sus votantes de que solo Erdogan podría devolverles la normalidad que tenían antes del terremoto, sino que también se aseguró el apoyo de los capitalistas favorables al AKP, ya que los planes de reconstrucción les servirían para transferirles más riqueza.
¿Hasta qué punto influirán la situación económica, la inflación y el desempleo?
Creo que van a desempeñar un papel muy importante, quizá más que el terremoto. Sin embargo, el gobierno del AKP ha intentado tomar medidas para evitarlo. Algunas de estas medidas implican mecanismos populistas de apoyo económico. Por ejemplo, se ha suprimido el requisito de la edad para que puedan acceder a la jubilación quienes empezaron a trabajar antes de 1999, lo que significa que 2.250.000 personas tendrán derecho a jubilarse. El aumento del salario mínimo, de los sueldos de la función pública y de las pensiones; la carencia de los intereses de los préstamos estudiantiles; un plan de viviendas baratas para los que compran su primera vivienda; y créditos más baratos para las empresas son otros mecanismos de este tipo. Sin embargo, estas medidas no bastan para mitigar los efectos de la crisis económica.
Por ello, el gobierno del AKP recurre cada vez más a dos grandes mecanismos ideológicos. El primero es la narrativa del Siglo de Turquía (el principal lema de la campaña electoral de Erdogan), que hace hincapié en gloriosos logros tecnológicos domésticos y nacionales como el TOGG, el “primer coche eléctrico de producción nacional” (que, en realidad, depende en gran medida de empresas extranjeras para algunos de sus componentes esenciales); el primer buque de asalto anfibio de Turquía, el TCG Anadolu, “primer portaaviones armado no tripulado del mundo”, etc. Los dirigentes del AKP sostienen que estos avances son más importantes que la disminución del poder adquisitivo de las masas.
Un ejemplo reciente es bastante revelador a este respecto. En respuesta a las quejas del líder de la oposición Kılıçdaroğlu sobre el tremendo aumento del precio de las cebollas, algunos dirigentes del AKP y del MHP dijeron con arrogancia: “Mientras nosotros nos ocupamos de los gloriosos proyectos de nuestra nación como el TOGG, los aviones de combate no tripulados, el nuevo gas natural del Mar Negro, etc., la oposición se ocupa de cuestiones triviales como el precio de las cebollas”. Creo que esta estrategia no puede ser eficaz para contener la ira de las masas.
Sin embargo, hay otro mecanismo ideológico que creo que puede ser eficaz con las personas creyentes: las fetuas de la Diyanet, que legitiman la pobreza y la inflación con afirmaciones como “Los pobres son los más cercanos a Dios”, “Dios pondrá a prueba a los creyentes con el miedo y el hambre, con un declive de sus vidas y pertenencias, pero Dios premiará a los pacientes al final”, “Solo Alá fija los precios, da penurias y abundancia, y provee”, etc. Estas fetuas sirven para consolidar a los votantes del AKP y, al mismo tiempo, generan más ira contra las fuerzas seculares de la oposición.
La respuesta de las personas que viven en el campo y las que viven en las grandes ciudades también podría diferir. Los votos del AKP en el campo podrían no disminuir tanto, ya que la gente que vive allí es más conservadora y abierta a las fetuas de Diyanet. Pero en las tres grandes ciudades, Ankara, Esmirna y Estambul, podría haber una mayor pérdida de votos del AKP. Esto se debe a que el AKP solía decir que la asistencia social desaparecería si el CHP gana en las elecciones municipales. Por el contrario, las ayudas del municipio en estas ciudades han aumentado desde que el CHP ganó las elecciones locales en 2019, de modo que la gente entiende que su supervivencia no depende del AKP.
¿Crees que el rechazo del estilo de gobierno autoritario de Erdogan influirá en las elecciones?
Si las elecciones se celebraran en un entorno libre y seguro, el autoritarismo de Erdogan sería sin duda un factor importante en su derrota. Las encuestas muestran que los votos a favor de Kılıçdaroğlu y Erdogan siguen estando igualados, pero los de Kılıçdaroğlu llevan un poco de ventaja. Así pues, en condiciones normales, cabría esperar que Kılıçdaroğlu ganara las elecciones presidenciales (quizá en la segunda vuelta, porque Muharrem Ince dividirá los votos) y que los partidos de la oposición obtuvieran la mayoría de escaños en el Parlamento.
Sin embargo, existen importantes barreras que se oponen a ello. La primera de ellas es la preocupación por la limpieza de las elecciones. Sabemos que solo están registrados 450.000 de los más de 2 millones de votantes que abandonaron la zona del terremoto. Pero 1.626.000 mil votantes no se registraron, ya que el plazo fijado por el YSK (Consejo Supremo Electoral) estaba demasiado cerca. Así que tienen que volver a sus ciudades en la zona del terremoto para votar el día de las elecciones. Esto es arriesgado, ya que hoy por hoy es bastante difícil llegar a esas ciudades.
También preocupa que los nombres de las personas que se perdieron en el terremoto puedan ser utilizados como votantes del AKP. La decisión del YSK de no marcar los dedos de los votantes con tinta indeleble durante el proceso de votación aumenta este riesgo. Además, se instalarán urnas en 15 nuevos países, como Afganistán, Libia, Nigeria y Pakistán, donde asegurar la limpieza electoral puede resultar bastante difícil. Y lo que es más importante, el Consejo Supremo Electoral y sus organizaciones provinciales no son imparciales. Por poner un ejemplo, recientemente el presidente del 9º Tribunal Penal Superior de Diyarbakır, que dictó duras condenas contra políticos kurdos, fue nombrado presidente del Consejo Electoral Provincial de esa ciudad.
La segunda barrera es el uso de la violencia contra los partidos de la oposición. Recientemente, los edificios del CHP (Partido Republicano del Pueblo), el İYİP (Partido del Bien) y el YSP (Partido de Izquierda Verde, sucesor del HDP) fueron atacados o destrozados en Ankara, Esmirna y Estambul. Estos incidentes podrían aumentar y crear una atmósfera de miedo. También existe la preocupación de que las fuerzas paramilitares cercanas al HUDAPAR puedan intimidar a quienes acudan a los centros de votación en las provincias, distritos y pueblos kurdos e incluso puedan ser reclutadas para una oposición similar a la de Trump y Bolsonaro en caso de que el AKP pierda.
Y, por último, Erdogan podría jugar la habitual carta nacionalista. Parece que la operación transfronteriza que se iba a llevar a cabo en Rojava podría no llevarse a cabo debido tanto a la falta de apoyo internacional como a la gran destrucción causada por el terremoto. Así pues, Erdogan podría optar por criminalizar aún más al HDP dentro de las fronteras (aunque se presentará a las elecciones con las siglas del Partido de la Izquierda Verde debido al riesgo de que se cierre la frontera). La reciente declaración por parte de la fiscalía turca solicitando que 36 acusados, incluidos expresidentes del HDP, sean condenados a cadena perpetua en el proceso Kobani, que está extremamente politizado, podría obedecer a este propósito. Erdogan podría utilizarlo en la campaña electoral para criminalizar al Partido de Izquierda Verde como sucesor del HDP.
¿Qué aspectos del conflicto social y político se pondrán de manifiesto en las elecciones?
Veintiún años de gobierno del AKP han culminado en graves conflictos sociales y políticos inducidos por una profunda transformación de las instituciones estatales, la política exterior y la gestión económica, todo ello relacionado con el cambio del AKP de un bloque de poder de orientación occidental a otro de orientación islámica. En el plano internacional, este cambio también se corresponde con una variación del modelo neoliberal, que pasa de contar con instituciones basadas en reglas a practicar una distribución de recursos vinculada a la lealtad política y a redes informales de poder.
Las tres principales alianzas que concurrirán a las elecciones, es decir, la oficialista Alianza Popular (liderada por el AKP, con un porcentaje de votos del 35 al 45 %); la Alianza Nacional, principal oposición (liderada por el CHP, con un porcentaje de votos del 35 al 45 %); y la Alianza Trabajo y Libertad (liderada por el Partido de la Izquierda Verde, con un porcentaje de votos del 10 al 12 %) tienen enfoques diferentes de estos modelos. La Alianza Popular, en el poder, quiere consolidar el modelo neoliberal politizado, basado en redes informales de poder, mientras que la Alianza Nacional, liderada por el CHP, quiere restaurar el modelo neoliberal con instituciones basadas en reglas. La Alianza Trabajo y Libertad rechaza ambos modelos y ofrece una tercera alternativa que combina políticas económicas anticapitalistas con un proyecto de democracia radical que pretende resolver la cuestión kurda por métodos pacíficos.
El objetivo común de todas las alianzas opositoras es el derrocamiento del régimen del AKP. En este punto, es muy importante comprender la modificación introducida en el sistema electoral hace un año. Según la anterior ley electoral, los escaños se distribuían entre las alianzas en proporción a sus respectivos porcentajes de voto y luego se repartían dentro de las alianzas. Con la enmienda, los escaños se distribuirán directamente a los partidos; por tanto, los partidos de una misma alianza competirán entre sí. Así, si las alianzas concurren a las elecciones con varias listas, el número de diputados que pueden obtener se reduce considerablemente. Por el contrario, si concurren con una única lista fusionada, el número de diputados aumentaría considerablemente.
El AKP introdujo esta enmienda porque si este sistema se hubiera aplicado en las elecciones de 2018, la alianza AKP-MHP habría obtenido más escaños, mientras que la alianza CHP-İYİP habría obtenido menos. Por consiguiente, en vísperas de las elecciones de 2023, el AKP quería fusionar las listas de candidatos con el MHP. Sin embargo, el MHP se negó a hacerlo tras las nuevas incorporaciones a la alianza. Esto significa que la Alianza Popular podría acabar con 15 o 20 escaños menos de los que podría haber obtenido. Así pues, podemos decir que con plan inicial al AKP le ha salido el tiro por la culata. La Alianza Nacional, por su parte, ha conseguido aprovechar el sistema en su propio beneficio creando subalianzas en distritos electorales de todo el país. Así, İYİP tendrá sus propias listas y candidatos de los cuatro partidos más pequeños de la Alianza Nacional que competirán como candidatos del CHP, para volver a sus partidos respectivos una vez elegidos.
Sin embargo, no puede decirse lo mismo de la Alianza Trabajo y Libertad, compuesta por el Partido de la Izquierda Verde y el Partido de los Trabajadores Turcos (TİP). El Partido de la Izquierda Verde tiene su propia lista conjunta que combina candidatos del HDP y sus cinco partidos socialistas con partidos políticos kurdos como el Partido Comunista Kurdo y otros tres partidos socialistas turcos. Pero no pudo convencer al TIP para que se uniera a esta lista común. El TIP presentará candidatos por separado en 41 provincias. Esto significará que los candidatos de ambos partidos competirán entre sí en algunas provincias, lo que podría suponer una pérdida de escaños para la Alianza Trabajo y Libertad en su conjunto.
¿Mejorarán las posibilidades de la oposición con la decisión del HDP de no presentar un candidato presidencial? ¿Cómo se conjuga esto con los objetivos declarados del partido de profundizar la democracia?
La decisión del HDP de no presentar un candidato presidencial equivale prácticamente a apoyar a Kılıçdaroğlu en las elecciones presidenciales. Esto mejorará sin duda las posibilidades de la oposición, ya que el porcentaje de votos del HDP, entre el 10 y el 12 por ciento, será crucial para que Kılıçdaroğlu consiga la mayoría frente a Erdogan. Creo que la posible presidencia de Kılıçdaroğlu también facilitará el avance hacia los objetivos de democratización que preconiza el HDP. Es importante recordar que Kılıçdaroğlu ha declarado que “el lugar para resolver el problema kurdo es el Parlamento” en su reciente reunión con los copresidentes del HDP.
Por supuesto, Kılıçdaroğlu podría resultar incapaz de ir demasiado lejos en estos intentos debido a su aliado nacionalista, el IYIP. Es posible que tampoco pueda romper con el paradigma de la seguridad nacional. Aun así, su discurso sobre la seguridad tiene sus diferencias con el de Erdogan. Kılıçdaroğlu está mucho más interesado en la seguridad fronteriza frente a la llegada de refugiados y grupos yihadistas que en las operaciones transfronterizas en el norte de Siria. Y lo que es más importante, podría dar pasos significativos hacia la democratización mediante el restablecimiento del Estado de derecho, la independencia del poder judicial, la autonomía universitaria, etc. El HDP y sus aliados tienen el deber de obligar a Kılıçdaroğlu a dar nuevos pasos en esta dirección.
¿Crees que hay alguna posibilidad de que se expresen dinámicas diferentes en la elección presidencial y en la parlamentaria?
Una dinámica importante a tener en cuenta en las elecciones es cómo responderá el bloque gobernante y el de oposición a la enorme transferencia de riqueza a los capitalistas, burócratas y sectas islámicas favorables al AKP durante los 21 años de gobierno de este partido. Kılıçdaroğlu ha prometido recuperar 418.000 millones de dólares de fondos estatales transferidos del Tesoro a la Banda de los cinco, los cinco mayores conglomerados que crecieron gracias al apoyo del AKP en los últimos años. Dicen que la Banda de los cinco ha respondido manteniendo reuniones informales para derrotar a Kılıçdaroğlu en las elecciones, al tiempo que negociaba con miembros del IYIP una transición suave en caso de que ganara la Alianza Nacional.
Del mismo modo, el AKP está haciendo todo lo posible por ganar las elecciones con el fin de mantener estos mecanismos de transferencia de riqueza y evitar demandas contra ellos. Al mismo tiempo, sin embargo, también se está preparando para la posibilidad de perder el poder. Un paso importante que han dado en este sentido es designar a muchos ex ministros del AKP como candidatos parlamentarios para que puedan gozar de inmunidad. Del mismo modo, la lista de candidatos a diputados del MHP incluye a los sospechosos de cinco asesinatos políticos que nunca se olvidarán en la historia política turca.
Para concluir, puedo decir que no tendremos unas elecciones normales, no solo por el proceso electoral en sí, sino también por la posible composición del nuevo parlamento. Podríamos ver sentados en el nuevo parlamento a líderes de la contrainsurgencia y asesinos políticos, representantes de diferentes bloques de poder nacionales e internacionales, diputados que se espera que sirvan de mediadores entre estos bloques, antiguos ministros del AKP dotados de inmunidad por sus anteriores crímenes. Por otro lado, esperamos contar con numerosos diputados de la Alianza por el Trabajo y la Libertad que lucharán por un mundo totalmente diferente. Solo quedan 30 días, pero todo es aún muy imprevisible. Esperemos que las elecciones allanen el camino para una transición de la dictadura a la democracia en lugar de la consolidación de la dictadura.
----
Nota: [1] Después de su detención a finales de 2016, Selahattin Demirtas sufrió un primer juicio al comparar en videoconferencia desde su prisión. En septiembre de 2018 fue condenado a 4 años de prisión. El HDP, en un comunicado del 27 de enero de 2023, anuncia que Demirtas no se presentará a las elecciones presidenciales y que se enfrenta a condenas de 142 años de prisión por cargos de “terrorismo”. (Red. A l'encontre).
alencontre.org. Traducción: Enrique García para Sinpermiso.