Ucrania: El precio a pagar
La semana pasada, la delegación ucraniana firmó en Bruselas un memorándum con la UE en el que Kiev se garantiza una asistencia en forma de crédito por valor de 1200 millones de euros. Está previsto que el primer tramo, 600 millones de euros, sea entregado de forma inminente tras la ratificación del documento, algo que se prevé para la segunda mitad de agosto en una sesión extraordinaria del Parlamento. Los fondos restantes se transferirán el año que viene, eso sí, solo a condición de que el régimen ucraniano cumpla escrupulosamente con las obligaciones estipuladas en el acuerdo.
El dinero europeo está formalmente destinado a la lucha contra la pandemia de coronavirus y para continuar con las victoriosas reformas. Sin embargo, es evidente que, en la práctica, serán utilizados para pagar actuales y pasados créditos y para cumplir con los pagos urgentes a los empleados del Estado y los pensionistas. Según el Tesoro, las reservas del Estado han caído a la tercera parte en julio, de 75.000 millones a 51.000. Esto significa que el régimen de Denis Shmygal no tiene fondos para pagar los salarios y que se basa únicamente en el apoyo externo, obligado a aceptar literalmente cualquier exigencia para conseguir ayuda.
Es preciso prestar atención a un detalle sobre cómo se han realizado las negociaciones entre los funcionarios europeos, el ministro de Finanzas Serhiy Marchenko y el recién nombrado presidente del Banco Central, Kiril Shevchenko, que se han realizado a puerta cerrada. El texto no se ha publicado hasta haber sido aprobado y no se ha producido públicamente ninguna discusión preliminar sobre sus términos. Pese a que el semisecreto documento esté plagado de patéticas frases sobre la lucha por la transparencia.
Los motivos para este secretismo son evidentes: el recién acordado memorándum es una copia del memorándum acordado entre Ucrania y el Fondo Monetario Internacional aprobado en abril y contiene una serie de provisiones que directamente afectan a los intereses de la mayoría de la población. Está cargado de escándalos, algo poco conveniente para Zelensky en un momento en el que su popularidad cae y ante las elecciones locales, que amenazan con convertirse en una tormenta política que podría convertirse, no en una ola de coronavirus, sino en una ola de protestas.
Para empezar, el régimen ha vuelto a prometer a los europeos introducir precios de mercado para el gas utilizado por la población, con lo que en la práctica quedará abolido el sistema de tarifas reducidas. Este compromiso quedó claro en el memorándum del FMI que entró en vigor en agosto, así que el acuerdo con Bruselas no es más que una prueba diseñada para consolidar las condiciones previamente aceptadas. Al mismo tiempo, la UE no solo obliga a los ucranianos a pagar más por el gas, sino que también promociona a sus intermediarios en el mercado de gas ucraniano: las autoridades ucranianas tendrán que diversificar al máximo las opciones de los consumidores, eliminando así la posición de monopolio de Naftogaz.
Además, la UE reforzará el control externo sobre lo que queda del sector público en Ucrania. Según el texto del nuevo memorándum, Zelensky promete crear unos consejos supervisores “independientes” para gestionar las quince empresas más grandes. En la práctica, esos consejos se formarán con “activistas” profesionales que se deben a sus patronos extranjeros. Sin embargo, se les pagarán salarios astronómicos, como los que ya se ha pagado en Ukrzaliznytsya al notable trabajador ferroviario Serhiy Leschenko. Todo ello está supuestamente diseñado para luchar contra la corrupción, aunque esta medida de grandes salarios es en sí una trama de corrupción, implementada con todo el cinismo a costa de los fondos del Estado.
El memorándum también permitirá a la UE introducir su propio personal en las autoridades de impuestos y aduanas en Ucrania. Y otro “consejo supervisor independiente” que va a crearse controlará el trabajo de la empresa estatal Procuraduría Médica de Ucrania, que es crítica en el país en tiempos de pandemia. En la etapa de Ulyana Suprun, el régimen adquiría los medicamentos a través de una red de organizaciones internacionales, lo que causó una crónica escasez de productos. Después las adquisiciones comenzaron a hacerse por medio de una estructura estatal muy criticada por “activistas” leales a Suprun. Parece que serán ellos quienes formen el nuevo consejo, lo que puede derivar en una nueva interrupción del suministro de medicamentos, por no mencionar futuros aumentos de precio.
El memorándum con la UE prevé también otra reforma del ya disfuncional sistema judicial. Para ello se crearán comisiones especiales con la participación de ciudadanos extranjeros que comenzarán a seleccionar a los jueces. Aunque no conozcan la legislación ucraniana, su realidad o la lengua ucraniana ni la rusa. El Comité Anticorrupción y la Fiscalía Anticorrupción expandirán sus poderes y se convertirán en estructuras autónomas prácticamente independientes del Estado hasta el punto de que el nuevo documento especifica el procedimiento de selección del presidente del Comité Anticorrupción, que estará bajo total control de la UE.
Es más, el régimen ucraniano tendrá que equiparar el poder de los agentes públicos y privados. Los “detectives privados”, que habrán comprado esos puestos y entre los que habrá ultraderechistas veteranos de “ATO”, podrán legalmente aterrorizar a cualquier deudor, también a las estructuras estatales. Además, podrán bloquear las cuentas de personas y empresas, una forma legalizada del saqueo. Todo ello hará aumentar la violencia, el caos y el nihilismo absoluto que impera en el país.
Este es el precio de la “asistencia financiera” que sostiene a flote al antaño popular “servidor del pueblo”. El país está firmemente atrapado en las garras de la deuda y no hay duda de que las autoridades ucranianas aceptarán estas exigencias que Bruselas controlará firmemente. La situación económica se deteriora rápidamente, los ingresos caen y el año que viene será muy importante para Bankova recibir el segundo tramo. Pero esas deudas tendrán que ser saldadas, aunque eso ya será cosa de quien sustituya a Zelensky. La pregunta es quién recuperará la independencia de Ucrania, esa que ha sido vendida a Occidente a cambio de créditos.
Slavyangrad.es