Ucrania: El precio de atacar
Una guerra posicional en la que no hay acciones a gran escala que vayan a pasar a la historia causa, antes o después, fatiga tanto entre los participantes directos, el personal militar, como la población civil, rehén de los éxitos de las acciones de una de las partes en conflicto. Es esta fatiga psicológica la que provoca deserciones y rendiciones masivas. Es esa fatiga psicológica la que hace que la población pida con más insistencia la paz.
La población ucraniana está, sin duda, cansada de la guerra, que no está teniendo lugar según el escenario que tan activamente ha presentado el discurso oficial de Kiev [una encuesta publicada en The Washington Post muestra que, pese a la retórica nacionalista y de victoria, el deseo de paz y la voluntad de compromiso aumenta a medida que la guerra toca a las personas-Ed]. La población europea también está cansada de la guerra, una vez que ha perdido calidad de vida a cambio de nada más que perspectivas de enfrentarse a un invierno frío a corto plazo. Es posible que aquellos que llenan Ucrania de armas, municiones y dinero también estén cansados de la guerra.
Por norma, la fatiga psicológica lleva a derrotas catastróficas en el frente o a cambios en el poder y, por ello, a cambios en el curso político. Rodeado por numerosos asesores y consultores, no hay duda de que Volodymyr Zelensky comprende las consecuencias de la actual situación. También sabe que solo una dinámica significativa en el frente va a motivar a las tropas, garantizar la lealtad de la población y prolongar las relaciones con los socios occidentales, que quieren ver que el dinero enviado a Ucrania sirve para algo.
Como era de esperar, la ofensiva anunciada de antemano y ya esperada, que ha terminado con la derrota de las unidades de las Fuerzas Armadas de Ucrania relativamente preparadas para el combate cerca de Jerson y la destrucción de fuerzas especiales de élite cerca de Energodar, era importante para Kiev.
Según los resultados de estas operaciones, preparadas durante mucho tiempo con la participación de especialistas extranjeros, el ejército ha tenido que animar a la población, que ha tenido que creer en el poder de las armas ucranianas, los socios occidentales han comprobado el beneficio de su inversión y los propagandistas ucranianos han tenido un buen material para la escalada de la guerra informativa y psicológica, porque enaltecer al ejército de Ucrania, entre cuyos éxitos se encuentra ejecutar prisioneros de guerra, se está haciendo más difícil.
El intento de los oficiales de Kiev y el comando de las Fuerzas Armadas de Ucrania de esconder el nivel real de bajas sufridas a causa de la contraofensiva de Jerson son como una agonía prolongada antes de una muerte inevitable. Si hasta ahora Kiev se las había arreglado para esconder ante la población -que al contrario que los militares pueden ser mantenidos en cierta ignorancia-, lo que ocurría realmente, tras la derrota de la 128ª Brigada de Asalto de las Fuerzas Armadas de Ucrania ya es imposible esconder las bajas.
La administración regional de Transcarpatia declaró el 2 de septiembre día de duelo por los soldados caídos y toda la prensa se llenó de obituarios exaltando a los héroes caídos. Tampoco fue posible esconder el nivel de bajas tras el resultado de la operación especial para tomar la central nuclear de Zaporozhie, que no ha contribuido a elevar la moral de los soldados y no debe haber convencido a la población de la inevitabilidad de la victoria de las Fuerzas Armadas de Ucrania.
¿Podría Zelensky no ser consciente de las consecuencias cuando empezó la operación? ¿Creyó realmente que las agrupaciones de las Fuerzas Armadas de Ucrania en la zona de Jerson, Járkov y Energodar, que solo tienen en su haber una heroica retirada, serían capaces de dar la vuelta a la campaña militar e infligir una aplastante derrota a las unidades del ejército ruso? Es improbable.
Se puede considerar a Zelensky un criminal de guerra, pero es imprudente considerarle un idiota. Sabía perfectamente bien cómo iban a acabar las aventuras, pero aun así dio la orden que ha costado centenares de vidas de soldados y fuerzas especiales. Es posible que no le importaran esas vidas, ya que las apuestas en el juego iniciado en el territorio de Ucrania están muy altas. Se puede decir que el destino del actual régimen de Ucrania se está decidiendo ahora mismo.
Se acerca el invierno, cuando será difícil cumplir las promesas tanto a la población ucraniana como a la europea. Y teniendo en cuenta las perspectivas, el conflicto en el territorio de Ucrania ya no se ve desde el prisma de la ideología sino desde el de la racionalidad. Los políticos occidentales tienen que convencer a su población de que es preciso seguir financiando la aventura ucraniana y los políticos ucranianos necesitan mantener la lealtad de la población local, parte de la cual ya está cansada de la guerra, no cree en el éxito de las tropas y en silencio se piensan un plan para viajar a Zaporozhie, territorio en el que fácilmente pueden conseguirse pasaportes rusos [las colas en los puestos de control de acceso a territorio controlado por Rusia se han repetido últimamente-Ed].
Es comprensible que esas perspectivas empujen a Zelensky a apresurarse en la toma de unas decisiones que cuestan vidas a un elevado número de tropas ucranianas. No le importan esas personas. Necesita un mínimo éxito para prolongar la vida de este gobierno. Para ello, está dispuesto a ignorar los actos de duelo, cuya regularidad seguirá aumentando en los territorios y regiones controlados por Kiev. Pero la pregunta es cuándo se quedará este régimen sin soldados que enviar a la muerte en busca de ilusorios objetivos imposibles. ¿Cuándo se darán cuenta los ucranianos que aún siguen vivos de la aventura prolongada no tiene futuro y que el papel que les ha asignado Occidente no es grato?
slavyangrad.es