Ucrania: Guerra, rusofobia y gasoducto
Vayamos al grano y sumerjámonos en la niebla de la guerra. El 24 de marzo, el presidente ucraniano Zelensky, a todo efecto práctico, firmó una declaración de guerra contra Rusia, mediante el decreto Nº 117/2021.
El susodicho decreto establece que recuperar Crimea (de Rusia) es ahora la política oficial de Kiev. Crimea, desde el referéndum de marzo de 2014 apoyado por más del 90% de la población, forma parte de la Federación de Rusia. Entonces, el decreto Zelensky es la prueba tangible que cualquier guerra será provocada por Kiev, desacreditando de paso, las afirmaciones occidentales de una «agresión rusa».
Después de la firma de la orden, una gran cantidad de tanques ucranianos se enviaron al este, en rapidas plataformas de transportes. El ejército ucraniano ha sido atiborrado con equipo militar proveniente de EEUU; este armamento incluye vehículos aéreos no tripulados, sistemas de guerra electrónica, sistemas antitanques, sistemas de defensa antiaérea, etc.
Moscú se tomó muy en serio esta declaración de guerra de facto, y desplegó fuerzas adicionales en Crimea y en la frontera rusa con el Donbass. Estas fuerzas incluyen la 76 º Brigada de Asalto Aérea, conocida como los paracaidistas y Pskov, que, según informes de inteligencia es capaz de tomar Ucrania en sólo seis horas.
Ciertamente, no ayuda a la paz en la región, la llamada, que hizo a Zelensky, el secretario de Defensa de EEUU, Lloyd Austin (recién salido de su puesto en la fabrica de misiles Raytheon). En esa llamada Austin, prometió «el apoyo inquebrantable de EEUU a la soberanía de Ucrania».
En consecuencia, Moscú interpreta que Zelensky nunca habría firmado su decreto de guerra sin la luz verde de Washington.
Sebastopol en la mira
En el decreto de guerra, Zelensky identifica específicamente a Sebastopol como el objetivo principal. Sebastopol, cuando lo visité en diciembre de 2018, ya era uno de los lugares más fuertemente defendidos del planeta, impermeable incluso a un ataque de la OTAN.
En la práctica, se está regresando a los asuntos pendientes después del “Maidan” de 2014. Para contener a Rusia, el team Estado profundo de EEUU/ OTAN necesita controlar el Mar Negro, que ahora, prácticamente, es un lago ruso. Y para controlar el Mar Negro, necesitan «neutralizar» Crimea.
Si es necesaria alguna prueba adicional, la proporcionó el presidente ucraniano. El martes de esta semana en una llamada telefónica con el secretario general de la OTAN, el dócil Jens Stoltenberg, Zelensky pronunció la frase clave: «La OTAN es la única manera de poner fin a la guerra en Donbass». Agregó Zelensky: “la presencia de la OTAN debería ser un poderoso elemento disuasorio para Rusia, que continúa la militarización de la región y obstaculiza la navegación mercante».
Controlando el relato
Todos estos desarrollos cruciales son y seguirán siendo invisibles para la opinión pública mundial porque la narrativa predominante es controlada por la hegemonía estadounidense.
Llegado el momento el team “Estado Profundo / OTAN” está preparado para acusar por todos los medios – durante 24 horas y los 7 días de la semana- de “agresión rusa” lo suceda en la región.
Incluso si las Fuerzas Armadas de Ucrania (UAF) lanzan una guerra relámpago contra las Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk (hacerlo contra Sebastopol en Crimea sería un suicidio masivo certificado).
En los EEUU, el republicano Ron Paul ha sido una de las pocas voces en afirmar lo obvio: “Según el complejo militar-industrial y los medios de comunicación, junto a los congresistas de ambos partidos, los movimientos de tropas de Rusia no son una respuesta a las amenazas de un vecino, sino otra agresión rusa.
Lo que está implícito es que Washington / Bruselas no tienen un plan de juego táctico claro, mucho menos estratégico: solo controlan la narrativa. Y lo hacen alimentado una rusofobia rabiosa, magistralmente deconstruida por Andrei Martyanov, uno de los mejores analistas militares del mundo.
Una señal esperanzadora es que el 31 de marzo, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, el general Valery Gerasimov, y el jefe del Estado Mayor Conjunto de EEUU, el general Mark Milley, hablaron por teléfono sobre los “problemas de interés mutuo.»
Días después, se publicó una declaración franco-alemana que solicitaba «a todas las partes» se calmaran. Merkel y Macron parecen haber captado el mensaje de su videoconferencia con Putin, quien debe haber mencionado, sutilmente, al efecto generado por las “Kalibrs”, “Kinzhals” y una variedad de otras armas hipersónicas, que Rusia podría utilizar, si las cosas se ponen difíciles.
El problema es que Merkel y Macron no controlan la OTAN. Sin embargo, Merkel y Macron son plenamente conscientes de que si el team EEUU / OTAN ataca a las fuerzas rusas (o a los titulares de pasaportes rusos que viven en Donbass) la respuesta tendrá como objetivo los centros de comando que coordinaron los ataques.
Como parte de un acto del tipo “conejito Energizer”, Zelensky hizo un movimiento extra. El lunes pasado, visitó Qatar para cerrar una serie de acuerdos que incluyen arrendar un puerto del Mar Negro y, establecer fuertes «lazos militares»: un eufemismo para una posible transferencia de yihadistas de Libia y Siria para luchar contra los infieles rusos del Donbass.
¿Justo en el momento justo? El inefable Zelensky seguirá con su tour bélico; se va ha reunir con Erdogan de Turquía el próximo lunes. Como se sabe, los servicios de inteligencia de Erdogan gestionan a los yihadistas en Idlib, y los fondos qataríes son su financiación. Podría decirse que los turcos ya están transfiriendo esos «rebeldes moderados» a Ucrania. La inteligencia rusa está monitoreando meticulosamente toda esta actividad.
¿Qué quiere EEUU?
Una serie de informaciones están convergiendo sobre lo que pueden ser los tres objetivos principales del “hegemon”: provocar una fisura irreparable entre Rusia y la UE, con el generoso auspicio de la OTAN; colapsar el oleoducto Nord Steam 2; y aumentar las ganancias en el negocio de las armas para el complejo militar-industrial.
Entonces, la pregunta clave es si Moscú podría aplicar un movimiento Sun Tzu antes de ser atraído a una guerra caliente en el Donbass.
Sobre el terreno, el panorama es sombrío. Denis Pushilin, uno de los líderes de las repúblicas populares de Lugansk y Donetsk, ha declarado que las posibilidades de evitar la guerra son «extremadamente pequeñas». El francotirador Dejan Beric ( a quien conocí en Donetsk en 2015 y que es un experto sobre el terreno) espera un ataque de Kiev a principios de mayo.
El controvertido Igor Strelkov, que puede calificarse como un partidario del «socialismo ortodoxo» y crítico de las políticas del Kremlin, ha declarado que la única posibilidad de paz es que el Ejército ruso controle el territorio ucraniano al menos hasta el río Dniéper. Strelkov cree que una guerra es «muy probable, porque para Rusia, la guerra ahora es mejor que una guerra después; y existe un 99% de posibilidades de que Washington no luche por Ucrania”.
En este último punto, Strelkov tiene razón; Washington y la OTAN quieren una guerra librada sólo por ucranianos.
Rostislav Ischenko, analista ruso especialista en Ucrania - que tuve el placer de conocer en Moscú a fines de 2018 - argumenta de manera persuasiva que “la situación diplomática, militar, política, financiera y económica general requiere que las autoridades que mandan en Kiev intensifiquen las operaciones de combate en Donbass”.
“Por cierto”, agrega Ischenko, “a los estadounidenses no les importa un bledo si Ucrania resistirá algún tiempo o volará en pedazos en un instante. Creen que pueden ganar con cualquiera de los dos resultados".
¿Defender a Europa?
Asumamos lo peor en Donbass. Kiev lanza su guerra relámpago. La inteligencia rusa documenta con videos y fotografías. Moscú anuncia que utilizará toda la autoridad conferida por el UNSC para hacer cumplir el alto el fuego de Minsk 2.
En cuestión de 8 horas, o un máximo de 48 horas, las fuerzas rusas destrozan todo el aparato de la guerra relámpago y envían a los ucranianos de regreso a su país, que se encuentra aproximadamente a 75 kilómetros al norte de la zona de contacto establecida.
En el Mar Negro, dicho sea de paso, no hay zona de contacto. Esto significa que Rusia puede enviar sus submarinos avanzados, más la flota de superficie, a cualquier lugar alrededor del «lago ruso». Bueno, estas embarcaciones ya están desplegadas de todos modos.
Una vez más, Martyanov da una idea de lo que pasará con los misiles rusos: “Aplastar el sistema de comando y control de los ucranianos es cuestión de pocas horas, ya sea cerca de la frontera o en el ámbito operativo y estratégico de profundidad de Ucrania. Básicamente, toda la ‘armada’ ucraniana vale menos que una salva de 3M54 o 3M14. Creo que un par de “Tarantuls” será suficiente para acabar con sus fuerzas cerca de Odessa y luego darle a Kiev, especialmente a su distrito gubernamental, una muestra de lo que son las armas modernas".
La cuestión absolutamente clave, que no se puede enfatizar lo suficiente, es que Rusia no invadirá Ucrania. No lo necesita y no lo quiere. Lo que Moscú hará con seguridad es apoyar a las repúblicas populares de Novorossiya con equipos, inteligencia, guerra electrónica, control del espacio aéreo y fuerzas especiales. Incluso una zona de exclusión aérea no será necesaria; el «mensaje» será claro: si un avión de combate de la OTAN apareciera cerca de la línea del frente, sería derribado sumariamente.
Y esto último nos lleva a un “secreto” a voces que se susurra en las cenas informales de Bruselas y en las cancillerías de Eurasia: los títeres de la OTAN no tienen las pelotas para entrar en un conflicto abierto con Rusia.
Una cosa es que los medios corporativos amplifiquen a perros ladradores como Polonia, Rumania, la banda del Báltico y Ucrania, sobre el guión preestablecido de la «agresión rusa». De hecho, la OTAN tuvo su trasero colectivo pateado sin ninguna ceremonia publica en Afganistán. Se estremeció cuando tuvo que luchar contra los serbios a fines de la década de 1990. Y en la década de 2010, no se atrevió a luchar contra las fuerzas de Damasco y del Eje de la Resistencia.
Cuando todo falla, prevalece el mito. El ejército de los EEUU que ocupa partes de Europa esta aquí para «defender al viejo continente” ¿Contra quien? Contra esos molestos rusos, por supuesto.
Esta es la razón que hay detrás del programa “Defender-Europe 21”. El ejército de EEUU, está movilizando a 28.000 soldados estadounidenses y de sus 25 aliados de la OTAN. Este mes, los hombres y el equipo pesado del Ejército de los EEUU, de Italia, de Alemania y de los Países Bajos serán transferidos a «áreas de entrenamiento». Oh, el placer de viajar, no hay encierro para un ejercito de la OTAN, ya que todos han sido vacunados contra Covid-19.
Pipelineistán uber alles
Nord Stream 2 (NS2) no es un gran problema para Moscú; es un inconveniente menor en el peor de los casos. Después de todo, la economía rusa no obtiene ni un solo rublo de un gasoducto que aún no se ha terminado. Si se cancela NS2, hay planes para redirigir la mayor parte del gas ruso hacia Eurasia, especialmente a China.
Paralelamente, Berlín sabe muy bien que cancelar NS2 será un incumplimiento de un contrato, que implicará cientos de miles de millones de euros. ¡No se debe olvidar que fue Alemania quien solicitó la construcción del oleoducto!
La 'energiewende' (política de “transición energética”) de Alemania ha sido un desastre. Los industriales alemanes saben muy bien que el gas natural es la única alternativa a la energía nuclear. No les gusta que Berlín se convierta en un mero rehén, condenado a comprar gas de esquisto ridículamente caro a los EEUU, con una industria de fracturación hidráulica en ruinas. Ver a Frau Merkel explicando a la opinión pública alemana por qué deben volver a usar carbón o comprar esquisto de los EEUU, será un espectáculo digno de ver.
En estos momentos continúan las provocaciones de la OTAN contra el NS2, usan sistemáticamente buques de guerra y helicópteros en el asedio. El despliegue final del gasoducto necesitaba un permiso para trabajar en aguas danesas, país que lo concedió sólo hace un mes.
A pesar que los barcos rusos no son tan rápidos en el tendido de tuberías como los barcos de “Allseas”, que retrocedieron, intimidados por las sanciones de EEUU, el Fortuna ruso está haciendo un progreso constante: un kilómetro por día o al menos 800 metros diarios. Con 35 km que faltan sólo quedarían 50 días para terminar el tendido del NS2.
Las conversaciones con analistas alemanes revelan un intrigante juego de sombras en el frente energético. Los diplomáticos de la UE se quejan de que no hay nadie en EEUU con quien negociar con respecto a NS2, incluso asumiendo que Berlín admitiera que el juicio sobre Putin es correcto: “los estadounidenses no son capaces de llegar a un acuerdo».
Sin embargo, detrás de la niebla de la guerra, surge un escenario claro: el team Estado Profundo / OTAN está usando a Kiev para comenzar una guerra como un paso de procesión para enterrar el NS2 y, por lo tanto, las relaciones germano-rusas.
Al mismo tiempo, la situación evoluciona hacia una posible nueva alineación en el corazón de “Occidente”: de hecho, EEUU / Reino Unido se enfrenta al eje Alemania / Francia… Algunos en la anglosfera son ciertamente más rusofóbicos que otros.
El encuentro tóxico entre la rusofobia y el gasoducto no terminará si se completa el NS2. Habrá más sanciones. Se intentará excluir a Rusia del SWIFT. La guerra en Siria se intensificará. El hegemón seguirá creando todo tipo de acoso geopolítico contra Rusia.
¿El trasfondo? Una oportuna operación: menear la cola del perro para distraer a la opinión pública ante una impresión masiva de dólares que enmascara el colapso económico que se avecina. A medida que el imperio se derrumba, la narrativa ya está grabada en piedra: todo es culpa de la «agresión rusa».
Observatorio de la crisis