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Europa :: 13/07/2023

Ucrania y la cumbre de la OTAN

Nahia Sanzo
Kiev ha fracasado en su intento de lograr que la guerra contra Rusia deje de ser una guerra proxy y pase a ser una guerra en la que la OTAN se vea obligada a intervenir

Acostumbrado a que, antes o después, sus socios cumplan con sus demandas, Volodymyr Zelensky ha insistido en las últimas semanas en lograr algo que su patrón estadounidense ya le había negado y ha querido además poner a esa exigencia una fecha límite: la celebración de la cumbre de la OTAN que se celebró en Vilna, Lituania.

Las constantes manifestaciones de “inquebrantable apoyo”, que se mantendrá “mientras sea necesario” y el incesante flujo de armamento y munición para mantener la guerra y financiación para mantener mínimamente la economía del país [o por lo menos de sus dirigentes] no han sido suficientes para el exigente proxy ucraniano, que ha buscado convertirse en el protagonista absoluto del encuentro.

Ucrania ha empleado en las últimas semanas grandes esfuerzos para lograr un triple objetivo: un compromiso firme y un calendario claro de acceso a la Alianza, continuación de un flujo de armamento, munición y financiación para realizar futuras ofensivas e impedir que el conflicto se congele, y claro protagonismo mediático para reforzar la imagen de su líder.

La actuación de Turquía en los últimos días ha impedido que Ucrania haya logrado el protagonismo político absoluto que habría sido posible si Erdoğan no hubiera utilizado las horas anteriores al inicio de la cumbre para anunciar que su Gobierno ha aceptado finalmente levantar el veto a la entrada de Suecia en la Alianza.

Aunque la ratificación se retrasará hasta el próximo otoño, el propio anuncio ha sido suficiente para arrebatar a Zelensky el protagonismo único que Ucrania buscaba para sí misma. Tampoco ha sido posible lograr un anuncio especial sobre la entrega de armas y el ministro de Defensa de Ucrania se ha visto obligado a utilizar, una vez más, la idea de la creación de una “coalición internacional para la instrucción de pilotos ucranianos” como principal novedad.

Occidente no quiere entrar en la guerra

Pero, ante todo, Kiev ha fracasado en su intento de lograr una promesa firme de adhesión a la OTAN que incluyera un calendario claro, una fecha definitiva en la que la guerra contra Rusia dejaría de ser una guerra proxy y pasaría a ser realmente en una guerra común en la que los países miembros se verían obligados a intervenir del lado de Ucrania para, por ejemplo, reconquistar Crimea y entregársela al régimen de Zelensky. Esa circunstancia era suficiente para comprender por qué Ucrania no iba a recibir esa promesa.

Tampoco ha sido suficiente la eliminación de toda una serie de pasos intermedios ni el anuncio de que Kiev recibirá “cuando cumpla las condiciones y se den las circunstancias” una invitación de adhesión a la Alianza, una promesa que, para el presidente ucraniano, que había invertido grandes esfuerzos diplomáticos en conseguir más, sonó, el primer día de la cumbre, como una declaración vacía.

En un tuit que, según The Washington Post, ha molestado en la capital estadounidense, el presidente Zelensky calificaba de “absurda” la decisión. En realidad, Ucrania ha preferido no comprender que la eliminación de condiciones previas supone un trato de favor con respecto a otros países -como Georgia, por ejemplo-, representación de lo que podría calificarse del privilegio de matar y de morir por la OTAN.

Competente en el campo de la comunicación, el régimen ucraniano fue ayer capaz de reconducir su discurso para proclamar el éxito de Ucrania en la cumbre sin necesidad de modificar su proclama de enfado inicial. Ayer, Ucrania obtenía del G7 una declaración que, aunque igualmente vacía, sí supuso una promesa que Kiev pudo utilizar para su propaganda.

El G7, seis países de la OTAN y Japón, prometió [una vez más] a Ucrania “compromisos de seguridad específicos, bilaterales y de larga duración”, una declaración similar a la ofrecida por Stoltenberg el día anterior y que Ucrania consideró prácticamente ofensiva. Es probable que la publicación de las quejas de Occidente con respecto a la actitud de Kiev hayan marcado el cambio de discurso.

La falta de gratitud de Ucrania, siempre dispuesta a exigir más y más rápido, ha comenzado a molestar también en Londres, otro de los incondicionales de Ucrania. “No somos Amazon: el secretario de Defensa del Reino Unido sugiere que Ucrania podría decir gracias más a menudo”, escribió ayer The Guardian. “Ben Wallace afirma que a Occidente le gustaría ver la gratitud de Ucrania por la ayuda, ya que Zelensky se queja de la cautela en la adhesión a la OTAN”, sentenciaba el medio.

“Siempre hemos estado agradecidos y siempre damos las gracias. Simplemente no sé cómo más debemos dar las gracias. Podemos levantarnos por la mañana y dar las gracias al ministro. Que me escriba y me diga cómo dar las gracias y le daré las gracias”, afirmó Zelensky, vestido con su habitual polo verde de presidente de guerra, en su rueda de prensa de ayer.

Después de las fotografías que se habían publicado por la mañana, en las que se observaba a un solitario Zelensky mientras el resto de participantes, incluida Olena Zelenska, charlaban amigablemente, este ha sido el momento de mayor protagonismo para el presidente ucraniano, que parece no haber comprendido que la queja por la fata de gratitud se refiere, en realidad, a las constantes exigencias de Kiev, para quien cualquier ayuda, sea militar o política, es siempre insuficiente.

En la soberbia de la guerra que se ha apoderado del entorno de Volodymyr Zelensky, para ellos la relación entre Kiev y las capitales occidentales es de iguales. En realidad, a Ucrania no le faltan razones para pensar que es así, ya que en sus palabras, aunque no necesariamente en sus actos, sus aliados se manifiestan de esa manera.

Instalado ya como uno de los países más beligerantes del bloque -algo poco sorprendente teniendo en cuenta que el Ministerio de Asuntos Exteriores está en manos de los Verdes-, Alemania afirmaba ayer que “hoy se ha reunido por primera vez en Consejo OTAN-Ucrania, donde Ucrania se sienta codo con codo con sus aliados. Nuestra cooperación será aún más cercana y profunda. El futuro de Ucrania está en la OTAN, esa es la fuerte señal de la cumbre de la OTAN”.

Sin embargo, el objetivo principal de los países de la OTAN en este momento sigue siendo contener la guerra en el territorio de Ucrania, sin que afecte a ninguno de los países miembros. Es más, en el caso alemán, el desacuerdo entre Berlín y Varsovia para la instalación de infraestructuras en Polonia para la reparación de los tanques dañados en el frente continúa debido a los exagerados costes que quieren imponer los polacos. Los intereses propios siguen suponiendo la principal prioridad para todos y cada uno de los países de la OTAN.

La unidad en torno a la voluntad de continuar, mientras sea necesario, la guerra común contra Rusia es también relativa y corre ciertos riesgos de chocar con la realidad. La semana pasada, Zelensky se jactaba de conocer el estado de los arsenales de los ejércitos occidentales, información que utiliza para realizar las peticiones específicas a cada uno de sus aliados. Zelensky respondía así a las constantes informaciones sobre la escasez de munición en los arsenales europeos, un argumento que también Biden ha utilizado para justificar su decisión de aprobar el envío a Ucrania de bombas de racimo, prohibidas por muchos de sus países aliados.

Es difícil de creer que todos los países de la OTAN, que incluye al que cuenta con la mayor industria armamentística del mundo, se estén viendo tan superados por la industria militar de un solo país, Rusia, de tal manera que la única solución para compensar la falta de munición sea el uso de munición de racimo [Otra cosa es que EEUU, que va a prohibir también esas bombas, quiere aprovechar para deshacerse de sus enormes existencias vendiéndolas a Ucrania].

En cualquier caso, pese a las quejas de países como Canadá, en el que se firmó el tratado de prohibición de bombas de racimo, el armamento llegará al frente y no lo hará por falta de munición tradicional -Ucrania continúa gastando, sin ningún tipo de sentido, artillería disparando contra barrios de Donetsk- sino por la falta de avances ucranianos en el frente [y la tranquilidad con que Rusia destruye el armamento occidental de última generación].

Pese a las palabras de "apoyo hasta el final" y acuerdos a largo plazo, los países de la OTAN, especialmente aquellos sobre los que recae gran parte del peso de la asistencia militar y financiera a Ucrania, son conscientes de que el actual flujo de asistencia no es sostenible a largo plazo. Y lo es menos aún teniendo en cuenta el nivel de exigencia de Ucrania.

slavyangrad.es / La Haine

 

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