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Argentina :: 23/11/2024

Un fémur curado, Milei y la crisis del capital

Sergio Zeta
En sólo este primer año de régimen ultraderechista, un 15% del PIB, es decir 93 mil millones de dólares, han pasado de lo público y de los bolsillos de trabajadores y jubilados a manos privadas

Cierta vez le preguntaron a la antropóloga Margaret Mead cuándo creía que comenzó la civilización. Respondió que con el primer fémur curado. En el mundo animal, un fémur quebrado significaba la muerte segura, ya sea por hambre o depredadores. Encontrar un fémur que tuvo tiempo de sanar significaba que hubo quien alimentó y cuidó al que se había quebrado. No por caridad -creación muy posterior de la Iglesia-, sino por algo más profundo, por solidaridad de la comunidad. Había nacido la civilización.

Cientos de miles de años después, la civilización agoniza a manos de un descarnado capital que se alimenta de la miseria y muerte de los pueblos del mundo. En Argentina, un ministro del gobierno de Milei, Federico Szturgenegger, cuya gestión estamos padeciendo, tuitea alegremente "Por cada necesidad nace un mercado". Para decirlo en términos que avergonzarían a un Neanderthal, ¿te rompiste un hueso y no tenés plata para que el "mercado" te cure? Entonces morite.

Tuvieron que transcurrir décadas de frustraciones, insatisfacciones básicas y padecimientos -a veces acelerados y otros larvados- en nombre de caminos hacia el "desarrollo", "Estados presentes", "luces al final del túnel", "brotes verdes", "derrames", que nunca llegan, para que estos mensajes puedan ser "virales". Y para que el individualismo extremo -valor máximo del capital- se exhibiera sin tapujos.

Un puñado de multimillonarios depredadores acrecientan sus fortunas a costa de la humanidad y de la naturaleza, imaginando salvarse en bunkers bajo tierra o colonizando Marte -como Elon Musk, magnate amigo de Milei y de Trump-, mientras librados a su suerte, millones de desesperadxs corren por un laberinto sin salida, ilusionando con zafar por sí mismos o por un golpe de suerte. Como el pueblo que deseoso (y necesitado) de alcanzar una fortuna, terminó cayendo en el pozo de una estafa piramidal, o el crecimiento acelerado de miles de niñeces y adolescencias que, apostando online, esperan ganar lo que el mercado les ofrece a borbotones y saben que nunca van a poder alcanzar. Los espejitos de colores que hoy ofrecen estos ricos del mundo a través de sus cipayos, entran en la carne, se apoderan de las "almas" y corroen los lazos de solidaridad y empatía colectiva.

Quién le da más poder al poder

Parece difícil de entender cómo es que un sociópata y megalómano, que cuenta con un aparato político endeble y mediocre, avanza sin freno en sus ataques y destrucción de las conquistas de nuestro pueblo. Los medios publican cada día encuestas induciendo a creer que -ilusión más, desesperanza menos- es la voluntad popular la que lo sostiene. Pero no es de las expectativas populares que este gobierno extrae su fuerza -en un régimen político que pese a su nombre "democrático" no habilita ninguna incidencia popular-, sino de los "representantes" políticos y sindicales que, ungidos por el poder que al pueblo se le quita, se adaptan y facilitan los dictámenes del poder económico y avalan o dejan correr la ofensiva libertariana.

Del lado del pueblo, fenómenos como las multitudinarias marchas por la Universidad pública muestran la complejidad que alberga la lucha del pueblo contra esta ofensiva. Como el hecho de que miles de votantes de Milei -que probablemente ni les preocupa ni sepan a quién votarán próximamente- pusieron el cuerpo, mientras otros tantos que nunca lo votarían siguen mirando la realidad a través del televisor (o de las pantallas de sus celulares).

Es su sintonía con el poder económico y la complicidad de quienes no quieren quedar con los pies fuera del plato de las ganancias, la que habilitó a Milei a avanzar en su ofensiva. Y es así como avanza sin tregua y sin piedad en la remodelación del Estado como gestor de negocios millonarios y fuerte herramienta contra el pueblo trabajador, destruye las ya deterioradas políticas sociales, profundiza la alineación de lo público al servicio de los intereses privados y alienta que la economía del país se organice en función de la extracción de los bienes naturales que los Estados Unidos requieren. No sería de extrañar que a Milei se le ocurra que la Argentina sea una estrella más en la bandera yanqui.

Todo esto resulta ser un excelente negocio para los "héroes" empresariales y trae desastrosas consecuencias para el pueblo trabajador que vio, en sólo este primer año, cómo un 15% del PBI, es decir 93 mil millones de dólares han pasado de lo público y de los bolsillos de trabajadores y jubilados a manos privadas. O cómo mientras más de un 60% de los niños y niñas no comen todos los días, las empresas alimentarias incrementaron sus ganancias en un 560%. Porque, como el pueblo ya intuye, plata hay.

Los alcances de su proyecto los planteó Milei en el lanzamiento de su Fundación Faro, frente a un selecto auditorio de casi 500 empresarios que pagaron entre 25 y 40 mil dólares el cubierto: "Esto no es solamente una batalla política, no es solamente una batalla económica, porque esos son logros circunstanciales. Lo relevante, lo que le va a dar perdurabilidad en el tiempo a esto, es la batalla cultural".

Milei es la encarnación corpórea de la cultura que las clases dominantes pretenden que el pueblo argentino asuma como propia. Altanero y cruel con el pueblo, con lxs excluidos, pero sumiso con las lacras del poder del mundo, al punto que se lo ve agachar los hombros y la mirada cada vez que se encuentra con alguno de ellos. Resulta evidente, tras su reciente encuentro con Trump y con Musk, qué sueños húmedos lo acompañaron varias noches. Lamentablemente ha logrado que un número significativo de gente "de a pie" asuma como válida y propia esta cultura individualista, meritocrática y colmada de prejuicios, sin espacio para la solidaridad. Pero en gran medida, Milei no es el principal responsable, sino quien usufructúa y profundiza una despolitización y retroceso popular que venía desarrollándose paulatinamente.

Quienes han tenido mayor responsabilidad en estos retrocesos y podrían jugar un papel en su reversión, parecen más preocupados por sus internas partidarias que en abrir debates y ensayar autocríticas que den cuenta de por qué llegamos al punto en que estamos. El progresismo profundiza su adaptación a las relaciones de fuerza -muestra de "sensatez" que resultó un atajo a la locura- y va tomando como propias ideas-fuerza de las derechas, como la flexibilización laboral, la reforma del Estado, la limitación del derecho a la protesta, el extractivismo como único destino nacional y la aceptación sin reparos del pago de las deudas fraudulentas con las que el imperio asegura su dominación.

Hoy más que nunca no nos queda otra que asumir de forma colectiva, desde los sectores y organizaciones populares y de las izquierdas, sin imposiciones, sectarismos ni timidez, la batalla cultural -en todos los terrenos- por la construcción de espacios y luchas que prefiguren una sociedad cuyo horizonte sea ecosocialista, feminista, de proyección latinoamericana y de soberanía y protagonismo popular.

De la "grieta" a la polarización de derecha en la cueva llamada Congreso

Milei actúa en función del poder económico de forma tan desembozada que hace temer a sus voceros -como los diarios Clarín y La Nación- que se vaya de mambo y desencadene una reacción popular imparable, así como fisure el régimen político que viene asegurando la dominación del capital. Temen perder todo lo conquistado en tan breve período de tiempo. Alientan entonces la fusión de los libertarianos con el PRO para asegurar cierta estabilidad al gobierno, así como conseguir que se articule una derecha "sensata" (hasta un facho como Miguel Ángel Pichetto lo parece en comparación con Milei), que pueda continuar el trabajo "sucio" y eventualmente aparezca como "mal menor" contra la ultraderecha.

Son muchos los nombres que se anotan y se van posicionando, muchas veces en disputa entre ellos, pero con similar objetivo que muy posiblemente terminará reuniéndolos: Pichetto, Martín Lousteau, Horacio Rodríguez Larreta, Sergio Massa (que se encuentra en gateras, aunque uno de sus hombres, el gobernador de Salta Gustavo Sáenz, ya juega para Milei) y gran parte del PJ, que siente agotada su fase "progresista". No deja de llamar la atención y es válido preguntarse, en función de este reagrupamiento en proceso de una derecha "sensata", cuáles son los motivos por los que Cristina, una política lúcida que siempre supo interpretar las necesidades del capital (y alentó candidaturas de gente como Daniel Scioli, Alberto Fernández o Sergio Massa), se dedica ahora a limar las posibilidades de Axel Kicillof. ¿Será tal vez que su perfil progresista entorpecería la participación del peronismo en un armado de este tipo?

Esos movimientos por el momento se restringen a las paredes del Congreso. Nadie quiere echar leña al fuego. Guillermo Moreno expresó en palabras lo que todos ellos piensan: "hay que evitar que la gente salga a las calles porque ahora, a diferencia del 2001, no hay un Duhalde ni un peronismo que pueda controlarla".

Son muchos los cómplices de esta tragedia que intentan que el pueblo mire al Congreso como el único lugar desde donde se pueda ponerle un límite a Milei. Y lo vienen logrando a un costo bastante módico. Basta echar una mirada a las dos "épicas" iniciativas que concitaron mayor atención tras haberle aprobado a Milei la Ley Bases y haber dejado pasar el DNU: una Ley por la que los jubilados hubieran pasado a ganar $17 mil pesos más en sus jubilaciones de hambre y una módica adecuación del 0,14% del PBI al presupuesto universitario que, aun así, hubiera seguido lejos del ya escaso 1,48% que tuvo en el 2023. Pretenden y vienen logrando que la lucha y energía popular se oriente y dirija a exigir tal o cual derecho al Congreso, para después, tasa, tasa, cada cual a su casa, a seguir sufriendo los embates diarios. Las actuales idas y vueltas alrededor de la modificación del poder de veto presidencial ni siquiera se plantean eliminar de cuajo esa antidemocrática instancia.

Dos expresiones muy diferentes del arco político expresaron en palabras esta estrategia de incidir para que las resistencias y la generación de alternativas no vayan más allá del Congreso. Por una parte, Piera Fernández, presidenta de la FUA [Federación Universitaria Argentina] y militante del radicalismo (derecha) expresó que "Estamos intentando hoy sostener una estrategia que nos permita discutir el presupuesto 2025 y volvemos a poner el eje sobre el Congreso. Creemos que hoy es el único mecanismo". También expresó lo mismo Máximo Kirchner (peronista), "Si no pudimos rechazar el veto del presidente es porque aún no tenemos la cantidad de diputados y diputadas que nos permitan hacerlo. Un objetivo para el 2025, para lo largo y ancho de la Patria es construir una fuerza electoral que realmente cuando el presidente vete, tenga las manos necesarias en el Congreso para poder frenarlo. No va a haber otra manera de hacerlo".

En esta estrategia de concentrar las miradas en esa cueva denominada Congreso no hubo lugar para plantearse la lucha por imponer jubilaciones dignas ni para una Universidad que, como se cantaba en las marchas, "sea de los trabajadores". El resultado, previsible de continuar así, es la desmoralización frente a los escasos o nulos resultados. ¿No será hora de comenzar a mirar menos al Congreso y a sus propuestas, para construir desde abajo las propuestas y una agenda del pueblo trabajador que dé un horizonte deseable y factible a las luchas populares? ¿De repensar si este régimen político es la única democracia posible? ¿Y de ir contra el verdadero poder, que no reside en el Congreso, sino en manos de los Galperin, los Rocca, los Elstein, los Mindlin, los Eurnekian y otros tantos de similar calaña?

Por su parte, la CGT, que dicen representar a los trabajadores, actúa en sintonía con las políticas del Congreso y las derechas. Mientras controla las luchas -para limitarlas sino puede impedirlas-, negocia cuál será su función y tajada en el nuevo país de Milei. La defensa y unidad de los trabajadores ya no depende de ellos sino de que de una vez rompan con la CGT quienes quieran enfrentar la ofensiva del capital. Así como de construir, desde abajo, nuevas organizaciones combativas, democráticas y acordes a la nueva composición de nuestra clase trabajadora.

Un avance seguro hacia la crisis. ¿Alumbrará más el "faro" o el fuego?

El triunfo de Trump en los Estados Unidos y, sobre todo, la calma macroeconómica -en la inflación y cotización del dólar- alcanzada mediante la recesión, la destrucción del nivel de vida popular y la certeza de que la "oposición" no pondrá palos en la rueda, ilusionan al gobierno con un transcurrir tranquilo de su ofensiva antipopular y antinacional.

Sin embargo, se trata de una calma endeble que preanuncia, aún sin certezas sobre los tiempos, no muy lejanas tempestades.

Las crisis argentinas siempre tuvieron dos componentes esenciales. Uno de ellos es la recurrente falta de dólares, como expresión concreta de la dependencia. La histórica insuficiencia de las divisas generadas por el agro para satisfacer las demandadas por la producción industrial, se fue agravando en las últimas décadas por las exigidas para el pago de intereses de la deuda, el giro de utilidades de las empresas transnacionales, los beneficios del capital financiero y la creciente fuga de divisas.

El gobierno supone solucionarlo profundizando las condiciones de la dependencia que hicieron posible la crisis: aceptar todas las condiciones del FMI con la esperanza de nuevos préstamos, el blanqueo de los capitales fugados, el incentivo a las inversiones vía RIGI que, de darse, requerirán aún más dólares para girar utilidades y la destrucción de parte importante de la industria para concentrar la economía en los productos primarios de exportación. Esto puede funcionar un tiempo, pero termina estallando con mayor presión al no trastocar el factor estructural de dependencia. La asunción de Trump en los Estados Unidos puede ser un factor que facilite el otorgamiento de nuevos créditos a la Argentina. Pero al mismo tiempo, la política ya anunciada de suba de las tasas de interés en los Estados Unidos y el proteccionismo incrementado (que golpeará, entre otros, dos de los principales productos de exportación de Argentina, como la harina de soja y el biodiesel), traccionará los dólares hacia los Estados Unidos y bajará el precio de los commodities. El resultado puede ser la lenta entrada de dólares por un lado y la rápida salida por otro.

El factor que en última instancia determinará el resultado de la ofensiva de Milei y la posibilidad de que mantenga por un tiempo impredecible la calma macroeconómica, es el principal componente de las crisis argentinas: la resistencia con que el pueblo trabajador, una y otra vez, a través de la historia, ha frustrado los planes y ofensivas del capital, aunque sin poder imponer -muchas veces sin planteárselo siquiera- un proyecto de país de y al servicio del pueblo trabajador y las mayorías populares.

Esta vez se juega mucho en la intervención popular independiente. Nada menos que evitar el hundimiento del país y de nuestro pueblo, y -volviendo al inicio de estas líneas- evitar que el interrogante sea cómo fue que finalizó la civilización.

La moneda está en el aire. A las fuerzas del cielo y al brazo armado del Gordo Dan [ultraderechista militante de Milei] le opondremos las fuerzas del pueblo organizado, solidario, desde abajo y a la izquierda. Ellos tienen "El Faro", nosotrxs tenemos el fuego. Veremos qué alumbra más.

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