Una hipótesis sobre el reconocimiento de tres naciones europeas al Estado de Palestina
Finalmente el 28 de mayo de 2024 España junto a Irlanda y Noruega reconocen el Estado Palestino, con Jerusalén Este como su capital. Se unen así a los 142 países, de los 193 con representación en Naciones Unidas, que reconocen el Estado palestino.
Entre ellos, importantes potencias con asiento permanente en el Consejo de Seguridad, como la República Popular China o la Federación de Rusia. El entonces presidente ruso, Dmitri Medvédev, confirmó en 2011 la postura de su país con base en el reconocimiento establecido por la URSS en 1988.
Del mismo modo, el Vaticano -Estado observador de la ONU- también reconoce el Estado palestino, así como otras naciones no-miembros de Naciones Unidas, como la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).
Observando este reconocimiento a través de un mapamundi podemos apreciar que la minoría reticente coincide con lo que habitualmente se llama Occidente, más alguno que otro país bajo la órbita estadounidense.
Así, en el continente americano solo Panamá se alinea a Canadá y EEUU en su rechazo a este reconocimiento. En África, dos países impiden que el mapa de reconocimiento sea completo: Camerún y Eritrea.
Igualmente ocurre en Asia oriental, donde Japón, Corea del Sur y Myanmar son los únicos tres Estados que no han reconocido al Estado palestino.
Diferente es el caso de Oceanía, donde la mayoría de sus Estados no reconocen a Palestina. Australia, Nueva Zelanda y todas esas islas del Pacífico, dependientes en sentido económico de EEUU o de antiguas potencias coloniales, habitualmente votan en la dirección impuesta por Washington en la Asamblea General de la ONU, como es el caso de las Islas Marshall.
En el Cáucaso, salvo Armenia, se reconoce el derecho a constituirse como un Estado de los palestinos, al igual que ocurre en el territorio de Asia occidental, de mayoría musulmana. Evidentemente, a excepción de Israel.
En el escenario europeo algunos han señalado que la decisión de España, Irlanda y Noruega supone la ruptura de un consenso; sin embargo, nueve Estados de la Unión Europea ya reconocían el Estado Palestino: Bulgaria, Chipre, Eslovaquia, Hungría, Malta, Polonia, República Checa, Rumanía y Suecia. Además, Eslovenia también ha mostrado su posición favorable en esa línea.
El origen de la política de reconocimientos al Estado palestino se encuentra en la estrategia implementada por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) que, en noviembre de 1988, enunció en Argelia su Declaración de Independencia y el establecimiento del Estado de Palestina. A finales de ese mismo año, 80 países ya le otorgaban el reconocimiento.
Este impulso de la causa palestina fue frenado en 1993, con los Acuerdos de Oslo, que supusieron la creación de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), como una especie de administración nativa de los territorios palestinos.
Estos acuerdos, a su vez, establecían la división de Cisjordania en tres áreas. La A y la B, bajo control de la Autoridad Palestina; y la C, de mayor extensión y donde se encuentran las principales riquezas, controlada por la ocupación militar israelí.
Activistas propalestinos en una marcha en Dublín, Irlanda, el 18 de mayo de 2024.
El régimen de 'apartheid' y la colonización israelí de nuevos territorios palestinos ha continuado durante estos años en los territorios palestinos ocupados en Cisjordania, al tiempo que se ha profundizado el cuestionamiento por parte del pueblo palestino hacia la legitimidad de la ANP, que de alguna manera ha servido a los intereses de la colonización.
Es este escenario el que explica la expansión de Hamás en todo el territorio palestino, tanto en Gaza como en Cisjordania, en el año 2006 y su triunfo en las elecciones democráticas de ese año.
El desconocimiento a ese gobierno y la división del territorios por el régimen israelí en dos administraciones, una en Gaza, liderada por Hamás, y otra en Cisjordania, bajo control de la Autoridad Palestina (ilegal al haber perdido las eleecciones), sembró profundas fricciones dentro de las organizaciones de la resistencia palestina. Hoy en día podemos decir que gran parte de esas tensiones han sido superadas y que el escenario es otro.
En ese sentido, tras el anuncio de estas tres naciones europeas del reconocimiento al Estado palestino, debemos plantearnos qué estrategias están actualmente sobre la mesa y cuál debate se abre sobre la posible resolución, no tanto del conflicto palestino, sino más bien de la actual coyuntura en la que Israel está perpetrando un genocidio contra el pueblo gazatí.
Las "crisis" en la UE
Desde su nacimiento, en la Unión Europea han existido distintos momentos de enfrentamiento entre sus socios. Destacan la crisis del euro; la crisis derivada de la pandemia de covid-19; y las, desgraciadamente muy recurrentes, crisis en relación a la acogida de refugiados procedentes de los conflictos abiertos por Occidente tanto en el continente africano como en Asia occidental o en Ucrania.
Durante estos meses se ha puesto sobre la mesa la necesidad de asumir una llegada masiva de refugiados palestinos a Europa. Sin embargo, el pueblo palestino, consciente de que la finalidad de los ataques es materializar la limpieza étnica del territorio, se ha mantenido sobre el terreno pese al hambre y las bombas.
El alto representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, Josep Borrell, ha manifestado en varias oportunidades la preocupación del organismo en relación con esta situación y, en ese sentido, ha abierto la posibilidad a encontrar vías de diálogo para cerrar esta fase del conflicto (siempre que no incomoden al sionismo o a EEUU).
Podemos inferir, a la luz de varias de las declaraciones expresadas tanto por Borrell como por otros representantes políticos europeos, incluidos los portavoces de los gobiernos que reconocieron a Palestina, que esa decisión es parte de esta estrategia "negociadora".
Resarcir a la Autoridad Palestina ante la popularidad de Hamás
La Unión Europea no puede reconocer a Hamás como un interlocutor válido, pese a que esta fue la soberana decisión del pueblo palestino en las últimas elecciones. El organismo europeo mantiene a este partido en su lista de organizaciones terroristas, al igual que ocurre con otras formaciones políticas palestinas, como el laico y marxista Frente Popular para la Liberación de Palestina. El motivo fundamental es el rechazo de ambas formaciones a los Acuerdos de Oslo de 1993.
Convocar unas nuevas elecciones en Palestina en el actual contexto muy probablemente solo serviría para fortalecer la legitimidad de Hamás como gobierno de todos los palestinos. En ese sentido, una hipótesis probable es que este reconocimiento busque resarcir a la Autoridad Palestina y favorecer un nuevo escenario de pactos que emulen a los Acuerdos de Oslo de 1993, y que modifiquen el estatus de la Franja de Gaza, asimilándolo al actual estatus de Cisjordania.
Este plan B contaría con reticencias obvias de la resistencia palestina, pero también de Israel y sobre todo de su actual gobierno. La orden de detención emitida por el Tribunal Penal Internacional contra Benjamín Netanyahu y los líderes de Hamás, forzaría como un paso inevitable para poder ejecutar este plan B, sacrificar al líder del partido Likud, que cuenta con poderosos apoyos internacionales.
En cualquier caso, no servirá de solución al conflicto de fondo que siempre ha sido el régimen colonial y de 'apartheid' impuesto por Israel contra el pueblo palestino, que no solo no es rechazado por la UE, sino con el que se siguen manteniendo estrechos vínculos comerciales, sobre todo, en materia de venta/donación de armamento.
Un medio satírico en España resumió muy bien la situación: "España modificará los contratos armamentísticos para especificar que las armas vendidas a Israel son para atacar 'al reconocido Estado de Palestina'".
Actualidad RT / La Haine