Venezuela: ilusiones sirias
La cuestión es que más allá de la presencia gringa en todas las conspiraciones, las condiciones políticas son diferentes.
Fortaleza institucional
El 10 de enero de 2025 Maduro debe ser nombrado presidente de la República por el periodo 2025-2031 en aplicación de la decisión de la Comisión Nacional Electoral (CNE), ratificada por el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) y decisiones del Poder Moral. Este acto debe concluirse en la Asamblea Nacional, donde el chavismo es la fuerza mayoritaria.
Esa fortaleza institucional que se expresa en el acuerdo de cuatro poderes del Estado para designar al nuevo responsable del Ejecutivo (el quinto poder), no tiene fisuras que permitan a la derecha encontrar puntos de apoyo. Tienen que ponerse a inventar, creando organismos ficticios, como sería intentar revivir la asamblea nacional que hace años venció su mandato.
Fronteras calientes
Desde el punto de vista del control político efectivo, el gobierno y las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas controlan todo el territorio venezolano. No hay bases ni enclaves donde la derecha pueda hacer pie para concentrar tropas, como hicieron en Siria, para lanzar desde allí una ofensiva militar.
Las “fronteras calientes” con Brasil y Colombia se han enfriado con los gobiernos de Gustavo Petro y de Lula da Silva, que más allá de sus diferencias con el gobierno de Maduro, no estarían dispuestos a que sus fuerzas armadas se comprometan en una intentona golpista. La única frontera conflictiva es la de Guyana, pero no parece muy probable que ese país quiera involucrarse en un conflicto.
La mejor carta que tiene la derecha es que gobierna el estado de Zulia, que se conecta con el mar Caribe y que podría ser cabeza de playa de fuerzas extranjeras. La detección en ese Estado de nuevas bandas paramilitares e ingreso de armas, ha obligado al gobierno a prestar especial atención a ese territorio.
El pueblo venezolano frente a un “cambio de régimen”
Para definir las posibilidades de promover un “cambio de régimen” este 10 de enero, lo más importante es la percepción del conjunto de la población venezolana sobre cómo esta viviendo y con qué ojos ven un reemplazo encabezado por la derecha al mando de María Corina Machado y Edmundo González.
Para empezar, digamos que en estos días navideños la preocupación de la mayoría del pueblo venezolano está muy lejos de ocuparse del resultado electoral de las últimas elecciones presidenciales. Hubo disconformidades y acuerdos, protestas y festejos, pero la mayoría ya pasó la página. Con gusto o a disgusto, ya está aceptado que Maduro seguirá gobernando otros seis años.
Una encuesta de Hinterlaces de setiembre de 2024 mostró que el 72% de los encuestados indicó estar “de acuerdo” con la afirmación de que “hay que cerrar la etapa electoral y que los venezolanos se pongan a trabajar unidos para sacar adelante el país”. Solo el 26% se mostró en desacuerdo, mientras que un 2% no respondió.
Una economía en crecimiento
La economía venezolana empezó a recuperarse y a bajar la inflación en el segundo trimestre de 2021, y desde allí no se ha detenido. Cerrará el 2024 con un crecimiento del 8,5 del PIB, y con la inflación más baja de las últimas dos décadas. Este crecimiento ha favorecido más a grupos empresariales y empresas del Estado que al conjunto de la población, pero ha existido un derrame que ha mejorado las condiciones de vida de todas las familias venezolanas.
Un informe publicado por el diario Infobae, insospechable de ser chavista, informa que la pobreza afecta en Venezuela al 51,9% de la población. Con un país bloqueado y sometido a sanciones internacionales las cifras de pobreza en Venezuela hoy son muy similares a las de Argentina. La remanida frase de la derecha argentina de “que vamos a terminar como Venezuela”, ya es una realidad desde el punto de visto de los ingresos de los pobres. La diferencia es que Venezuela sigue siendo un país soberano y está en crecimiento.
El gran problema que tiene una intentona golpista es que el conjunto de la sociedad venezolana no está promoviendo “un cambio de régimen” y que la derecha carece de líderes confiables. Si la imagen del gobierno sigue siendo polémica, la imagen de la derecha es pésima. El último acto que convocó María Corina Machado en la Plaza de la Candelaria, en el este caraqueño -muy publicitado por la prensa extranjera-, no juntó mas de doscientas personas.
Sabotajes
En los últimos tiempos se han producido sabotajes, algunos importantes como el que afectó el 11 de noviembre a la planta Muscar de PDVSA en Monagas. Por esa planta transita el 80% del gas que se inyecta al mercado interno y afecta la generación de electricidad, y la provisión de gas envasado de uso domiciliario.
Estos atentados, que se plantearon como objetivos que millones de familias venezolanas pasen una navidad a oscuras y sin gas para cocinar, intentan promover la bronca popular. Hasta ahora, el gobierno está pudiendo contener esas emergencias, pero no se descartan nuevos sabotajes.
La reivindicación de lo comunal
Las ultimas medidas del gobierno de Maduro han propuesto revitalizar lo comunal, que es sin duda una de las iniciativas más brillantes del legado de Chávez. Hay un viejo debate sobre la autonomía de lo comunal, para ser efectivamente germen de una nueva institucionalidad, que fue postergado en los últimos años. De hecho, durante la crisis económica iniciada en 2015 y que se prolongó hasta 2021, lo comunal se convirtió en una correa de trasmisión del Estado y del PSUV, que cerraron filas en la emergencia.
En los meses previos a las elecciones presidenciales, el nombramiento de un Ministro de Comunas que desde su propia experiencia en “El Maizal” había tenido choques con lo estatal y partidario, oxigenó la relación con las experiencias comunales más potentes. Pasadas las elecciones, esa línea de acción se reafirmó, contribuyendo a la recuperación de un importante activo militante que se había replegado disconforme con las políticas oficiales. Esta política contribuye a recuperar la base de sustentación política del chavismo, lo que se expresa en la masividad de las últimas convocatorias callejeras.
Las “ilusiones sirias” para Venezuela, alimentadas desde la socialdemocracia europea, la nueva derecha internacional y el nuevo gobierno de Trump, no parecen tener bases sólidas, porque en el caso venezolano se sigue repitiendo la maldición de que la derecha es muy fuerte en el exterior, pero no conmueve a sus compatriotas. Sus dirigentes son una caterva de fracasados que viven desde hace décadas de los fondos estadounidenses para echar al chavismo del gobierno.
El gobierno de Biden en EEUU puso al mundo en las vísperas de una III Guerra Mundial con consecuencias impredecibles. Algunos analistas señalan que Donald Trump va a frenar esa escalada, para ocuparse de fortalecer a su propio país, pero si esto es cierto, no cesará la disputa por alinear territorios ricos en bienes naturales dentro de su área de influencia.
Venezuela es una de las presas en disputa y la presencia de Marcos Rubio como Secretario de Estado no es una buena noticia. El diez de enero de 2025, cuando asuma Maduro y la conspiración de derecha intente una jugada como puede ser proclamar en España a Edmundo Gonzalez, EEUU va a estar en plena transición de gobierno.
La mesa del ajedrez geopolítico esta dispuesta. ¿Se animarán a mover las piezas?
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