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Venezuela, Venezuela, Nafarroa :: 21/01/2022

Venezuela: repliegue derechista para reunir fuerzas y definir liderazgos

Álvaro Verzi Rangel
Cambio de libreto

Desesperadamente, los líderes de la variopinta derecha venezolana, piden nuevos libretistas ante la renovada etapa iniciada con la decisión de la administración de Joe Biden de jugar a un repligue en la agresiva e injerencista política hacia Venezuela, tras los sucesivos fracasos de su antecesor Donald Trump de cambiar el gobierno por las malas.

Sin situarse en ese punto de partida de esta nueva carrera, no se puede comprender las incógnitas que dejaron las elecciones regionales realizadas entre diciembre y enero. Repliegue no significa abandonar el fin que tanto Trump como Biden quieren alcanzar (derrocar el gobierno constitucional, volver al neoliberalismo, reinsertar a Venezuela en su zona de influencia), ni el marco general de las operaciones que incluyen los objetivos de largo plazo.

La grave crisis económica y financiera provocada por EEUU que asoló a la población venezolana durante los últimos años –en los que el gobierno (muchas veces de la mano de asesores de la supuesta izquierda europea) no logró morigerarla siquiera y marcó retrocesos notables respecto a los primeros años de la Revolución Bolivariana- da un respiro, mientras la administración de Nicolás Maduro fomenta el regreso de las viejas formas empresarias de acumulación, después que las recientes elecciones revelaran una disminución del núcleo duro chavista y, al mismo tiempo, la fragmentación opositora.

Hubo un camino de acercamiento entre gobierno y derecha en 2021. Un nuevo poder Electoral, con tres magistrados chavistas y dos opositores, fue seguido en agosto por los diálogos en México, que tuvieron entre sus resultantes el anuncio de participación electoral de los partidos nucleados en el conocido G4: Voluntad Popular, una parte de Acción Democrática, Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo, ausentes en las urnas desde las presidenciales del 2018.

Solo quedaron por fuera y sin fuerza algunos dirigentes, como María Corina Machado, quien sostiene que la salida no debe ser electoral sino de fuerza debido a que enfrenta un “régimen criminal”.

El presidente Nicolás Maduro abrió la puerta a la posibilidad de retomar el diálogo político suspendido el 16 de octubre, con el retiro de la delegación del gobierno después de la ilegal extradición del empresario y diplomático Álex Saab, desde Cabo Verde a EEUU por ser presunto "testaferro" de Maduro. Washington “se había comprometido a respetar el estatus diplomático de Álex Saab”, añadió.

En cuanto a la derecha, Maduro subrayó que 2021 fue un gran año para vencer la conspiración prolongada y permanente que pretende una dualidad desestabilizadora de poder, en referencia a la autoproclamación del títere Juan Guaidó como presidente encargado, cargo fantasma que auparon EEUU y su coherte de aliados.

La suspensión de los diálogos de México en octubre no significó el retiro de los reinsertos en la vía electoral. El 28 de octubre llegó a Caracas la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea (UE) tras 15 años de ausencia. La presencia europea, junto al Centro Carter, Naciones Unidas, así como enviados del Parlamento del Mercosur, y la participación de la casi totalidad de las derechas, dieron a la elección un nuevo marco político.

Y nuevamente Colombia quiso meter baza en los problemas internos venezolanos. El canciller Félix Plasencia rechazó las declaraciones del mandatario colombiano Iván Duque, quien cuestionó los esfuerzos por reactivar el proceso de diálogo con sectores de la derecha en Venezuela, mientras continúe en la presidencia Nicolás Maduro.

«No es de extrañar que un político de su calaña, incapaz de respetar lo pactado en los Acuerdos de paz en Colombia, se exprese de esa forma sobre los enormes esfuerzos que todas las partes involucradas han venido haciendo a favor de promover el consenso entre las y los venezolanos», escribió el canciller.

Sectores derechistas intentan avanzar por otro camino, el del referendo revocatorio del mandato presidencial. El vicepresidente del Consejo Nacional Electoral (CNE) Enrique Márquez consideró que su activación se puede tornar “muy complicada” actualmente, y llamó a la clase política a evaluar si este es el momento o no de su activación.

El rector indicó que probablemente el reglamento que se use para iniciar el proceso del referendo revocatorio será el que rigió durante 2016; dada la falta de normas concretas, de una ley que implique realizar el proceso del referendo en sus diferentes modos (consultivo, abrogatorio, aprobatorio y revocatorio).

Márquez recordó que como paso previo a la activación del revocatorio, se debe cumplir con la recolección de unos dos millones de firmas. “Una vez aprobadas y facultadas, pasan a la segunda fase que es la recolección de cuatro millones de rúbricas para ver si se inicia o no el revocatorio”, explicó.

En su opinión, el revocatorio no se presenta actualmente como la mejor herramienta para construir elementos de confianza y coincidencia en el país, y, en su lugar, apuesta por la reactivación de las negociaciones en México.“Es un buen escenario que permite el entendimiento y la conversación, en donde podría entrar este tema del revocatorio y discutirse en el más alto nivel”, expresó.

¿Un nuevo camino?

El repliegue es un movimiento derechista delineado para retroceder con el fin de recuperar fuerzas exiguas pero, sobre todo, de reordenar los mandos, tras los sucesivos fracasos de la estrategia estadounidense, lo que se tradujo en nula capacidad de realizar movilizaciones, creciente desconfianza en los liderazgos, falta de contacto con la población (y su realidad) y con la ello la caída de los respaldos y del caudal electoral.

En junio de 2019, luego del fracaso del intento de golpe militar de abril, el secretario de Estado de Trump, Mike Pompeo, confesó en Nueva York que uno de los problemas más serios para la operación adelantada por la Casa Blanca en Venezuela consistía en las divisiones de las fuerzas al interior del país.

Lo que olvidó decir es que era su estrategia la que se seguía, sin sopesar que las derrotas en episodios político-subversivos como el reiniciado en 2019 no solo afectan la atracción de seguidores, sino que desordenan las estructuras de conducción, desmoralizan a cuadros intermedios, dan lugar a disensiones y, lo más grave, fracturan las líneas de mando del liderazgo previamente establecido.

Es así como el autoproclamado “presidente interino” Juan Guaidó perdió la poca autoridad simbólica inicial, el Frente Amplio que Washington intentó imponer se disolvió, los diputados se dividieron y cada partido comenzó a tener planes particulares.

Pero los problemas no eran sólo políticos. Eran y son también financieros, y los dirigentes opositores están en la puja por quedarse con los dineros que Washington invierte para derrocar al gobierno constitucional y en la administración de recursos venezolanos en el exterior incautados (pirateados) por EEUU, Colombia y Gran Bretaña, entre otros, para adjudicárselo al gobierno fantasma.

«Nuestro dilema, que ha sido mantener unida a la derecha, ha resultado ser tremendamente difícil», reconoció Pompeo, de acuerdo al reportaje del Washington Post. “Serían más de 40 personas las que se creen que son el legítimo heredero de Maduro». También informó Pompeo que desde que se convirtió en director de la CIA en 2017 tuvo la tarea de unificar la derecha. Fracasó estruendosamente.

James Story, el nuevo embajador estadounidense en Venezuela que atiende en Bogotá, no solo heredó el desastre de 2019 que describe Pompeo, debió asumir una tarea más difícil aún: unificar el mando al interior de las fuerzas derechistas, a sabiendas que si no las operaciones no funcionan.

A Story le ordenaron preservar la figura de Guaidó, aun cuando está muy debilitado y sin credibilidad. Era el referente que había que preservar, el más obediente. Y para preservarlo se decidió que no participara en las elecciones parlamentarias de 2020 ni en la de gobernadores última. Craso error.

Repliegue

Ahora, Story reúne a los principales dirigentes de derecha en Bogotá y se redefinirán membresías, procedimientos, jerarquías. Joe Biden (o sus asesores) optó por conservar la figura del presidente interino, quizá para continuar un repliegue ordenado y disimular el fracaso.

El politólogo Leopoldo Puchi señala que para zurcir la rotura y alcanzar la reinserción social, el repliegue apunta a la reincorporación de las fuerzas políticas en la vida política legal, en lugar de persistir en acciones de carácter subversivo, para lo cual se considera prioritaria la participación en la vida institucional y, sobre todo, en los procesos electorales.

La participación en las elecciones de gobernadores no representa la adopción de un camino específico para el cambio de gobierno, asunto que se verá más adelante, sino que es un escenario para la reinserción social. También debía servir para poner orden y ver cuál de los tantos sectores debiera estar al mando, más allá de consensuar un camino electoral o subversivo.

CLAE / La Haine

 

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