Venezuela: un pueblo que ha dicho presente
El domingo 11 de marzo, mismo día de las elecciones legislativas en Colombia, el periódico El Espectador publicó un artículo del escritor William Ospina intitulado “La paz del pueblo ausente” (1), que comienza con un diagnóstico lapidario: “En Colombia, lo mismo que se advierte a lo largo de toda la historia nacional vuelve a advertirse en cada jornada electoral: la ausencia del pueblo. Todo vuelve a girar alrededor de unos nombres y de unos personajes, de sus odios y de sus venganzas, de sus programas y sus convocatorias, pero la comunidad resulta cada vez más invisible, convertida apenas en la comparsa de los elegidos, reducida a la condición de pasivos electores e invisibilizada por la estadística”.
Cuestiona Ospina “este extraño modelo en que los ciudadanos sólo existen una vez cada cuatro años”, y señala:
“cuando un país se encuentra en una situación tan alarmante y caótica como el nuestro, es evidente que necesitamos ciudadanos todos los días, que votar cada cuatro años es poca cosa para ayudar a resolver tantos males. Que seamos ciudadanos sólo una vez cada cuatro años, que seamos necesarios sólo una vez cada cuatro años, es lo que más les sirve a los que viven de usurpar la voluntad popular y reemplazar a la ciudadanía”.
Quizá precisamente porque la ciudadanía es tratada por su clase política como electorado pasivo, ella responde no asistiendo a las urnas. Los índices de abstención son sorprendentes: con el 97 por ciento de los votos escrutados, la participación apenas alcanzaba el 47,8 por ciento de los votantes (2). Se trata de un patrón: exactamente el 47,8 por ciento del electorado participó en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2014, en las que resultó ganador Juan Manuel Santos. En la primera vuelta había votado solo el 40,6 por ciento del electorado.
Aunque con frecuencia odiosas, las comparaciones son inevitables: en Venezuela, la Asamblea Nacional Constituyente fue electa en julio de 2017 con los votos del 41,5 por ciento del padrón electoral, a pesar de que el antichavismo llamó insistentemente a la abstención, llegando al extremo de la violencia para impedir que parte del pueblo venezolano ejerciera su derecho al voto. En las elecciones presidenciales de 2013, en las que triunfara Nicolás Maduro, participó el 79,6 por ciento del electorado.
Más allá de los números, imprescindibles para guiarnos, en Venezuela está en juego la continuidad de un experimento político que apuesta a la participación y protagonismo populares, que desde sus inicios se planteó expresamente superar la forma de hacer política característica del modelo democrático representativo. Con Chávez sucedió algo muy similar a lo que, nos cuenta Ospina, sucedió con Jorge Eliécer Gaitán y el pueblo colombiano:
“Oyéndolo, la gente no sentía el poder de un orador sino su propio poder, y sólo en ese momento el pueblo colombiano alcanzó a hacerse visible en la política, se sintió protagonista, alentó la esperanza de ingresar en una historia de la que había sido borrado”.
El mismo pueblo venezolano que redescubrió su poder con Chávez, que se hizo visible, protagonista, que se incorporó a la historia haciéndose chavista, hizo de lo electoral una forma de dirimir el conflicto político, de evitar la violencia fratricida.
¿A qué le apuesta la clase política antichavista que, mayoritariamente, ha decidido no participar en las elecciones presidenciales del próximo 20 de mayo? Visto el modelo de democracia imperante en Colombia, incluida la falta de transparencia electoral, denunciada por el candidato Gustavo Petro (3), ¿cómo puede el presidente Santos afirmar, como lo hizo en enero de este año, que no reconocerá las elecciones en Venezuela por supuestamente no existir “garantías necesarias para que sean consideradas transparentes”? (4) ¿Por qué se opone la Administración Trump a la celebración de elecciones presidenciales en Venezuela (5) y por qué anuncia nuevas agresiones contra la economía nacional? (6).
El problema no es la supuesta “dictadura” en Venezuela. El problema es que el pueblo venezolano decidió decir presente. El problema es que la plutocracia que gobierna Estados Unidos y pretende controlar el mundo, así como las rancias oligarquías latinoamericanas, quieren imponer la paz de los sepulcros.
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Notas
(1) William Ospina. La paz del pueblo ausente. El Espectador, 11 de marzo de 2018. https://www.elespectador.com/noticias/politica/la-paz-del-pueblo-ausente-por-william-ospina-articulo-743599
(2) La abstención, ganadora histórica en elecciones de Colombia. Telesur, 13 de marzo de 2018. https://www.telesurtv.net/news/abstencion-elecciones-legislativas-colombia-20180313-0069.html
(3) Gustavo Petro denuncia resultados “oscuros” en Colombia. Telesur, 11 de marzo de 2018. https://www.telesurtv.net/news/gustavo-petro-resultados-irregulares-colombia-20180311-0047.html
(4) Santos pidió no reconocer las elecciones presidenciales en Venezuela. El Espectador, 26 de enero de 2018. https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/santos-pidio-no-reconocer-las-elecciones-presidenciales-en-venezuela-articulo-735523
(5) Embajada de los Estados Unidos en Venezuela. Anuncio de elecciones presidenciales en Venezuela. 8 de febrero de 2018. https://ve.usembassy.gov/es/presidential-elections-announced-venezuela-es/
(6) EE.UU. insiste en posibles sanciones al petróleo venezolano. Telesur, 8 de febrero de 2018. https://www.telesurtv.net/news/eeuu-tillerson-venezuela-sanciones-maduro-petroleo-embargo-20180208-0001.html
* Escritor, sociólogo, ex ministro de Comunas y Movimientos Sociales, ex ministro de Cultura
http://espanol.almayadeen.net