lahaine.org
México :: 05/03/2025

Vida y muerte de Cuauhtémoc

Felipe Ávila
Este 28 de febrero se cumplieron 500 años de la muerte de Cuauhtémoc. El undécimo y último tlatoani (gobernante) mexica es el símbolo de la resistencia y la dignidad indígena

La vida de Cuauhtémoc

Es reconocido por su valor al encabezar la lucha contra la invasión del ejército español encabezado por Cortés y los miles de combatientes indígenas que se habían aliado con él para derrotar a los mexicas y destruir la ciudad de Tenochtitlan (actual Ciudad de México). El gesto heroico de Cuauhtémoc, al ver derrotado a su pueblo, de rendirse al conquistador para detener la masacre de los suyos, le ha dado una dimensión histórica y le ha asegurado un lugar especial en el panteón de los héroes que han forjado a la nación que hoy es México.

Cuauhtémoc fue hijo de Ahuízotl, octavo tlatoani mexica, y de la princesa tlatelolca Tilacápatl, y sobrino y yerno de Moctezuma Xocoyotzin. Aunque algunas fuentes fijan la fecha de su nacimiento en 1496, Alfonso Caso dice que nació en 1500, mientras que Eulalia Guzmán da la fecha de 1501. No obstante, el año en el que coinciden más fuentes es 1502, pues los primeros testimonios históricos en que aparece su nombre, como el Códice Ramírez, indican que era un joven capitán de 18 años que encabezaba la protesta contra el tlatoani Moctezuma, preso en el palacio de Axayácatl por órdenes de Cortés.

Después de la matanza por sorpresa y a traición de decenas de mexicas organizada por Pedro de Alvarado, entre la multitud enardecida, según el Códice Ramírez, el joven capitán Cuauhtémoc habría increpado a Moctezuma gritándole bellaco y cobarde. También hay discrepancias acerca de dónde nació. Algunas fuentes señalan Tenochtitlan, otras, Tlatelolco. Eulalia Guzmán afirma que nació en Ixcateopan, hoy Guerrero.

Aunque varios cronistas e historiadores coloniales sostienen que Cuauhtémoc se casó con la hija mayor de Moctezuma, Tecuichpo (bautizada después como Isabel Moctezuma, quien estuvo casada con Cuitláhuac), hay fuentes históricas, como Reales Cédulas de Carlos Reyes y Felipe II y la encomienda que otorgó Cortés al hijo de Cuauhtémoc, Diego de Mendoza, muestran que su esposa fue otra hija menor de Moctezuma de nombre Xuchimatzatzin (bautizada después como María), con quien procreó a Diego de Mendoza.

En 1519, cuando estaba en curso la conquista que el ejército español intentaba hacer de los señoríos mesoamericanos, Cuauhtémoc fue nombrado Tlacatehcutli, gobernador militar de Tlatelolco. Meses después, cuando Cuitláhuac, sucesor de Moctezuma, falleció víctima de la viruela a finales de 1520, Cuauhtémoc fue elegido tlatoani por los senadores y ancianos mexicas en febrero de 1521.

La elección se dio en momentos muy difíciles para su nación. Decenas de pueblos indígenas se habían unido al ejército de Cortés para enfrentar a la Triple Alianza, encabezada por Tenochtitlan, y Cuauhtémoc debía organizar la defensa de su pueblo. Fue elegido, según relata fray Bernardino de Sahagún, por ser uno de los más nobles de la línea de los señores antepasados, hombre valiente, ejercitado en cosas de guerra, osado, que no supiese beber vino, que fuese prudente y sabio, entendido y recatado, animoso y amoroso. Bernal Díaz, quien lo conoció, reconoce en su crónica el valor y la temeridad que infundía.

El lugar de héroe de la nación mexicana que ocupa merecidamente Cuauhtémoc lo ganó en la defensa de su pueblo y de su ciudad. Desde que fue investido tlatoani se opuso a cualquier negociación con los españoles. Era conocida la furia destructiva de Cortés, por lo que, dentro de la nobleza, los sacerdotes, guerreros y gobernantes mexicas se dio una profunda división entre quienes querían pactar con Cortés, para sobrevivir como tributarios, y quienes preferían defender hasta lo último su libertad, su tierra, su religión, sus costumbres, sus gobernantes.

Cuauhtémoc encabezó el ala dura que decidió sostener la guerra contra los invasores. Ante el consejo de principales y nobles tenochcas y sus aliados, les recordó la destrucción que habían causado los españoles en otros pueblos. Les dijo que los dioses estaban de su parte, que debían luchar por su vida, su libertad, sus hijos y mujeres, su nación y linaje. Para que no quedara duda de que la estrategia era una guerra a vencer o morir contra Cortés y sus aliados y no permitir ninguna debilidad, Cuauhtémoc mandó matar a los hijos de Moctezuma y a quienes querían la paz con los españoles.

Los invasores habían derrotado y subordinado a los tlaxcaltecas; contaban también con el apoyo de los ejércitos de Huejotzingo y Cholula. Además, habían incorporado a su alianza a todos los pueblos ribereños de los lagos de Texcoco y Xochimilco que rodeaban a Tenochtitlan y Tlatelolco. Los mexicas se habían ido quedando solos. Desde el primer momento, Cuauhtémoc trató de equilibrar la enorme superioridad numérica y de armas de los ejércitos invasores, enviando mensajeros a todas las provincias buscando que se unieran para combatir a Cortés y sus aliados y mandando guarniciones para apoyar a pueblos que podían ser atacados por los enemigos.

La muerte de Cuauhtémoc

Cuauhtémoc organizó la resistencia de Tenochtitlan. Estableció líneas de defensa en los sitios por los que podían atacar a la ciudad lacustre, con vigías en las tres calzadas de acceso a ella, levantando los puentes y haciendo cortes. Hizo acopio de víveres, armas y guerreros, mandó construir canoas y dispuso una estrategia de defensa ante el inminente ataque. Destruyó partes de las calzadas que unían a la ciudad con tierra firme, levantó barricadas y fosas con lanzas contra los caballos. Sacó también a los ancianos, que se refugiaron en las montañas cercanas.

Mientras tanto, Cortés y sus aliados iniciaron la guerra para tomar el control de los pueblos que rodeaban los lagos de Tezcoco y Xochimilco. Sometieron a los de Chalco, Xochimilco, Iztapalapa, después siguieron con Oaxtepec, Yecapixtla, Yautepec, Tepoztlán y Cuauhnáuac. Cuando Cortés tomó Xochimilco, Cuauhtémoc envió dos escuadrones a recuperarlo, sin éxito. Tampoco pudo recuperar Chalco. Mandó decenas de canoas por los dos lagos que circundaban la ciudad para prevenir el ataque por agua de los bergantines españoles que se construían en Tezcoco.

Cuando se inició el sitio de Tenochtitlan, Cuauhtémoc personalmente organizó y dirigió la defensa de la ciudad. Cuenta fray Diego Durán que iba de un lugar a otro en una pequeña canoa combatiendo con las armas en la mano. En esa labor fue auxiliado por sus capitanes y secundado por miles de combatientes de Tenochtitlan y Tlatelolco que defendían heroicamente sus ciudades. Lo acompañaban aliados de una parte de Tezcoco, Tlacopan, los tlahuicas y otros pueblos de los alrededores del valle de México que se oponían a los invasores.

A pesar de la resistencia mexica y tlatelolca, Cortés y sus huestes lograron llegar hasta el Templo Mayor. Cuauhtémoc ordenó trasladar la figura de su dios Huitzilopochtli a Tlatelolco, donde estableció su cuartel. Su pueblo lo siguió. La falta de alimentos y agua hicieron estragos en los defensores. Lograron detener el avance de los invasores pero la situación se volvió desesperada. Los invasores llegaron a la plaza de Tlatelolco. Cortés pidió a Cuauhtémoc la rendición, pero éste se negó, esperando el refuerzo de Matlazingo y Tulapa que no ocurrió porque éstos habían sido derrotados por los tlaxcaltecas.

Cortés recibió nuevas tropas de refuerzo. Cuauhtémoc convocó a su consejo de guerra. Les hizo saber que había ensayado todas las alternativas posibles y no había podido detener a los invasores. La decisión colectiva fue continuar la guerra. Y la guerra continuó. Los invasores destruyeron y quemaron casas y templos. Avanzaron. Tenochcas y tlatelolcas resistían pero el hambre, la sed, las enfermedades, los miles de cadáveres insepultos los hicieron retroceder.

Cuauhtémoc se reúne nuevamente con su consejo. Acuerdan la rendición. Cuauhtémoc se entrega a Cortés acompañado en una barca de los jefes Coyohuehuetzin, Tepantemoctzin y Temilotzin el 13 de agosto de 1521. Ahí terminó la guerra. Es muy conocido lo que aconteció. Cortés, empeñado en que le entreguen el tesoro de Moctezuma y recuperen el oro robado que perdieron cuando salieron huyendo de la ciudad en la noche victoriosa mexica, sometió a tormento a Cuauhtémoc y al resto de los jefes que lo acompañaban. Soportó estoica y dignamente que le quemaran los pies sin decir una palabra.

En los años siguientes Cuauhtémoc siguió preso. Cortés necesitaba su autoridad para que los indígenas regresaran a su ciudad y trabajaran en su reconstrucción. También para evitar una rebelión y que le ayudara a pacificar otros señoríos que fueron derrotados y sometidos en los tres años siguientes. Cuando Cortés emprendió la expedición a las Hibueras, llevó como prisionero a Cuauhtémoc así como a Cuanacotzin y Tetlepanquetzatzin, señores de Tacuba y Tezcoco.

La muerte del último tlatoani mexica fue una ejecución ordenada por Hernán Cortés el 28 de febrero de 1525. Ocurrió en el territorio de Acallan, en un pequeño poblado deshabitado que pudo haber sido Teotilac (su nombre en náhuatl), o Yaxzam (en maya), en el que Cortés, sin juicio previo y sin testigos ajenos, a medianoche, decidió asesinarlo. El pretexto fue una posible conspiración que el español dijo haber descubierto. Fue ahorcado y colgado de una ceiba, al igual que Coanacoch y Tetlepanquetzatzin.

Cortés trató de borrar las huellas del asesinato y mintió sobre lo ocurrido. Uno de los testimonios sobre ese magnicidio, el de Bernal, relata las palabras que Cuauhtémoc habría proferido a Cortés: ¡Oh Malinche! Días había que yo tenía entendido questa muerte me habías de dar e había conocido tus falsas palabras, porque me matas sin justicia! Dios te la demande, pues tú no me la diste cuando te entregué mi persona en mi ciudad de México.

Cuauhtémoc seguía siendo tlatoani. Así era visto y reverenciado por los pueblos que reconocían el dominio de Tenochtitlan. Para Cortés era peligroso conservar a un personaje tan importante. Pero además, Acallan estaba en los límites de donde llegaba el dominio de la Triple Alianza. Más al sur, adonde se dirigía Cortés, ya no le servía como prisionero. La muerte de Cuauhtémoc sólo hizo crecer su figura y su leyenda. Es uno de los mayores héroes de nuestra Patria, el símbolo de la dignidad, el orgullo, la valentía y la resistencia indígena. Así se le recuerda.

La Jornada

 

Contactar con La Haine

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal