VII Cumbre de las Américas: Repercusiones en la integración latinoamericana y caribeña

La VII Cumbre de las Américas realizada los días 10 y 11 de abril de este 2015 en Panamá ya es historia. El país escogido rememora el Congreso Anfictiónico de 1826 convocado por El Libertador Simón Bolívar para constituir la Confederación de Estados que proponía para toda la “América antes española”. En aquel tiempo su territorio era mucho mayor que hoy, pues los nacientes Estados Unidos aún no habían arrebatado a México la mitad de su territorio. Panamá quedaba en el centro de aquel inmenso espacio.

Al término de la Cumbre se pueden formular disímiles consideraciones, entre las que se destaca su impacto en los procesos de integración que tienen lugar en la región. Era la primera vez, en más de 50 años, que todos los 35 estados americanos independientes eran congregados al incorporarse Cuba, que no había sido invitada a las anteriores seis Cumbres. En esta ocasión estaban presentes los 33 miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y, al unirse Canadá y EEUU, se completaba la membresía de la Organización de Estados Americanos (OEA), de la cual Cuba no forma parte. En el cónclave se dieron cita todos los países al sur del Río Bravo y los dos al norte de ese accidente geográfico. Sin declararlo, la Cumbre demostró la posibilidad de un encuentro civilizado entre las dos Américas: la del Sur y la del Norte, cada una con sus propios intereses y respetando sus diferencias.

Al respecto se abre una interrogante en cuanto al futuro de la OEA. Actualmente esta organización solo sirve como instrumento para que EEUU desarrolle la restauración imperial que proyecta sobre la región. Con el fortalecimiento de la CELAC, la OEA debería desaparecer. En ese caso, las hoy llamadas Cumbres de las Américas se convertirían en el lugar donde la CELAC, puesto de acuerdo sus miembros, analizara temas de sus relaciones con EEUU y Canadá. Algo similar lo hace ahora la Unión Europea en las Cumbres Atlánticas. Es de prever que EEUU se opondría a esta solución y, de lograrse, trataría, entonces, de dividir a los países miembros de la CELAC con anuncios de dádivas y otros subterfugios.

El resultado de la VII Cumbre de las Américas llama también a avanzar hacia una mayor integración regional. Hasta ahora, los esfuerzos integracionistas en el área han destacado los aspectos comerciales, económicos, financieros y, muy recientemente, los sociales. La unión política institucional se ha mantenido al margen de los intentos de integración. Desde luego que la constitución de una Alianza o de una Confederación de Estados con los 33 países soberanos de Nuestra América no constituye hoy una tarea inmediata.

Pero sí se avizora la posibilidad de iniciar una mayor vinculación política entre algunos de los países con mayor identificación programática e ideológica, como son los miembros de la Alianza Bolivariana Para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA – TCP). Los países de esta Alianza necesitan establecer una defensa colectiva ante las agresiones económicas, mediáticas, políticas y diplomáticas que la administración de Estados Unidos viene realizando selectivamente contra gobiernos revolucionarios y progresistas de la región, sin excluir la hostilidad militar.

Un poder político de carácter popular y antiimperialista en América Latina constituido entre dos o tres Estados, crearía condiciones inéditas en el subcontinente en pro de un mayor alcance del movimiento social progresista y demostraría el debilitamiento de EEUU en la región. Ello impulsaría la lucha popular en los demás países de Latinoamérica a favor de una verdadera solución a sus ancestrales males económicos y sociales. Sería una fórmula para iniciar la inserción colectiva de la región en la economía y la política internacionales en los marcos del mundo multipolar que se pretende alcanzar y concitaría el apoyo de las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias del planeta.

La Habana, 14 abril 2015
www.nodo50.org/cubasigloXXI