Violencia en Ámsterdam: Un análisis sobre uso erróneo del término pogromo
En cientos de videos que han circulado en redes sociales, se puede ver a los seguidores israelíes arrancando banderas palestinas de edificios particulares y entonando cánticos racistas y pro-genocidas como “No hay escuelas en Gaza, porque ya no quedan niños” o “Gaza es un cementerio”. Además, dentro del estadio, antes del inicio del partido, los aficionados del Maccabi interrumpieron el minuto de silencio por las víctimas de las recientes inundaciones en España, que hasta el momento han dejado más de 200 muertos, con el argumento de que España apoya a Palestina.
Según una parte de las autoridades de Ámsterdam, los aficionados israelíes fueron los responsables de instigar la violencia al llegar a la ciudad, atacando a seguidores palestinos antes del encuentro. “Comenzaron a atacar las casas de personas en Ámsterdam con banderas palestinas, así que ahí es donde en realidad empezó la violencia”, explicó el concejal Jazie Veldhuyzen en declaraciones a varios medios internacionales.
Por su parte, las autoridades israelíes fletaron dos “vuelos de rescate” el viernes por la mañana, con instrucciones a los seguidores del Maccabi de permanecer en los hoteles y evitar llevar “símbolos judíos” hasta su regreso a casa. El primer ministro del régimen israelí, Benjamin Netanyahu, calificó, como siempre, lo sucedido de “incidente muy violento contra ciudadanos israelíes”.
A raíz de lo ocurrido, varios medios de comunicación, tanto israelíes como occidentales, calificaron lo ocurrido en Ámsterdam como un “pogromo”, una comparación que no solo es errónea, sino que resulta políticamente peligrosa.
La palabra “pogromo”, derivada del verbo ruso gromit — que significa saquear o destruir — se incorporó al inglés a principios del siglo XX, tras la difusión de las atrocidades cometidas contra los judíos en la Rusia Imperial. En ese contexto histórico, los pogromos fueron actos de violencia perpetrados por sectores de la población mayoritaria contra una minoría racializada que carecía de derechos y protección estatal. El objetivo era someter a esa minoría, manteniéndola “en su lugar” dentro de la sociedad.
Comparar los incidentes en Ámsterdam con pogromos no solo minimiza la gravedad de lo que ocurrió en el contexto histórico de las persecuciones antisemitas, sino que también diluye la comprensión de las actuales tensiones políticas entre Israel y Palestina. Esta analogía ignora las profundas diferencias entre el estatus de los judíos en Europa hace un siglo y su posición actual en un Estado que constituye una potencia militar con una mayoría poblacional judía.
Es decir, los pogromos ocurrieron contra los judíos en regiones de Europa donde eran estructuralmente discriminados, donde existían leyes que prohibían su plena participación en la vida cívica y política, y donde los judíos eran considerados portadores de valores e ideologías ajenas.
Como explica el experto en pogromos, Brendan McGeever, describir la violencia ocurrida en Ámsterdam el viernes como un pogromo es un error por varias razones. En primer lugar, según las imágenes que se han visto, los aficionados del Maccabi Tel Aviv no fueron atacados por ser judíos, sino por ser israelíes. Esto significa que el término pogromo está confundiendo el antisemitismo con el antisionismo.
Un pogromo, tradicionalmente, implica violencia dirigida específicamente contra judíos debido a su identidad religiosa o étnica, independientemente de su nacionalidad. En este caso, los ataques fueron motivados por la nacionalidad israelí, lo que hace inapropiado el uso del término.
Se puede decir, por tanto, que describir la violencia en Ámsterdam como un pogromo lleva a ignorar la enorme diferencia entre la situación de los judíos en Europa hace un siglo y su posición en Israel hoy.
También sirve para continuar invisibilizando la diferencia política existente entre el antisemitismo y el antisionismo. Esta estrategia de intentar ocultar la crítica política al sionismo, entendido como una expresión del colonialismo de asentamientos, no es nueva.
Desde 1880, los líderes del movimiento sionista en Palestina etiquetaron a los palestinos que luchaban contra la colonización de su tierra como antisemitas. Argumentaban que la oposición palestina al sionismo no se basaba en la colonización de Palestina ni en la expropiación de tierras a los campesinos palestinos, sino en el “antisemitismo”.
En 1920, los colonos sionistas en Palestina acusaron a los palestinos que resistían la colonización de llevar a cabo un “pogromo” antisemita contra sus colonizadores judíos.
Como señala Joseph Massad, profesor de historia árabe, en ese momento los sionistas insistían en que su ideología era la verdadera y única expresión del judaísmo, fusionando ambas identidades de manera que, según ellos, no podían separarse. Esta visión consolidó la idea de que cualquier resistencia palestina al sionismo debía ser interpretada como hostilidad hacia el judaísmo en su conjunto.
La utilización de la palabra “pogromo” no solo es inapropiada para explicar los acontecimientos ocurridos en Ámsterdam, sino que tiene un claro objetivo político: presentar cualquier crítica al proyecto sionista de colonización y genocidio como un caso de “racismo antijudío”.
En otras palabras, el antisemitismo se refiere a los judíos en cualquier parte del mundo; mientras que el antisionismo se refiere únicamente a la política colonial de apartheid del régimen israelí. El problema radica en que el sionismo ha secuestrado la identidad judía y pretende borrar la enorme distancia política entre ambos conceptos.
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