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Pensamiento, Europa, Mundo :: 27/04/2020

Volver a Lenin, en la era del capitalismo tardío

Fernando Coll
Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario. Pero al mismo tiempo, no hay teoría adecuada sin práctica revolucionaria

Pasaron ciento cincuenta años desde el nacimiento de Vladimir Ilich Ulyanov, Lenin; y la pobreza, la opresión, la explotación, el imperialismo, la violencia militar y las desigualdades de riqueza y poder siguen siendo un problema en nuestro mundo, formaban parte del capitalismo que Lenin analizó y combatió enérgicamente durante toda su vida, esto sugiere que muchas de sus ideas podrían tener importancia como herramientas para la acción, para aquellos que hoy tratan de desarrollar una comprensión de nuestra historia e intentar transformar lo existente.

La actual ideología dominante y las estructuras de poder que defiende son tan hostiles a las luchas sociales y de liberación del siglo pasado que una recuperación de la memoria histórica y política de la obra de Lenin se convierte en un acto de resistencia, sin repetir o imitar el pasado, sino absorber las lecciones, tanto negativas como positivas, que ofrece su legado. Es están importante recuperar sus ideas y lecciones, para los movimientos anticapitalista, como así también no intentar copiar sus modelos de acción en forma automática creyendo se pueden repetir la historia.

Es importante aclarar que no es posible esbozar un balance de la obra de Lenin, a lo sumo recuperar elementos que sean útiles en el actual momento, para los movimientos anticapitalistas. Lo que intentaremos aquí es describir como respondió a diversas experiencias históricas; de las cuales surgen los aspectos esenciales de la teoría y la práctica de Lenin, y deben distinguirse de aspectos particulares, correspondientes a situaciones específicas. La búsqueda constante del revolucionario, fue que el partido fuera capaz de elevar el nivel general de la conciencia de la clase trabajadora y organizar la lucha de clases del proletariado con el propósito de ganar el poder político y reemplazar a la sociedad capitalista por la socialista; asimismo al mismo tiempo aprendió de la clase y con ello pudo elevar propio nivel político. Lenin y el partido aprendían del pueblo en un constante dialogo sin querer imponer recetas ni formulas. Escribiò que el marxismo tiene que aprender de la práctica de las masas y no reclamar para sí enseñarle a las masas formas de luchas inventadas por especialistas.

La guerra imperial y emancipación internacional

Fue la Primera Guerra Mundial, momento en el que estallan las contradicciones entre los imperios depredadores europeos, las contradicciones del capitalismo monopolista en formación a comienzos de siglo, así como las contradicciones de los partidos socialdemócratas.

La traición de los partidos socialdemócratas con su colaboración activa y chovinista a la carnicería. Hay que recordar que en 1907, en el congreso de la II Internacional celebrado en Stuttgart, se aprobó por unanimidad una resolución redactada por Lenin, Martov quien era el líder de la facción Menchevique y Rosa Luxemburgo en la que se declaraba el rechazo total de toda guerra interestatal en Europa y el compromiso de que, los partidos miembros de la Internacional pondrían todo su esfuerzo por sabotearla. Una verdadera traición a lo que era un verdadero compromiso político; Kautsky, líder del SPD, partido socialdemócrata alemán, y figura mayor del marxismo europeo, capituló y dio su apoyo con el del resto de diputados socialistas, excepto Karl Liebknecht, a la guerra.

Tras 1914 se abre un proceso de fractura total en los partidos socialdemócratas que alcanzará su realización final en la creación de la Tercera Internacional en marzo 1919, pensada como una escuela fundamental de discusión de estrategias y tácticas revolucionarias y un espacio para coordinar y organizar la revolución socialista internacional.

Lenin fue siempre un comprometido internacionalista; el derrocamiento del orden global capitalista debía ser global y total. Organizar la revolución en Rusia sólo tenía sentido si provocaba un efecto dominó que afectase al resto de Europa. En este sentido, la Primera Guerra Mundial se presentó como una oportunidad para transformar la guerra entre potencias imperiales en una guerra civil europea en la que las clases populares del continente, bajo la bandera de Paz, Pan y Tierra, desertasen masivamente los ejércitos, se amotinasen y derrocasen sus burguesías nacionales. El hastío, la miseria y el hambre sufridos por las tropas movilizadas en la trituradora de la Gran Guerra ofrecían un escenario de crisis y crispación que las fuerzas revolucionarias europeas no podían desaprovechar. La atmósfera de inminente revolución en todo el continente es patente y dio nacimiento a una larga lista de revoluciones aplastadas; el levantamiento espartaquista en Berlín, el soviet de Munich, la comuna de Budapest, las ocupaciones de fábricas de Turín, etc.: derrotas que llevaron a la necesidad de crear una nueva Internacional y nuevos partidos.

Lenin se plantea cómo redirigir la rebelión de los pueblos de Europa hacia su posible emancipación total, alimenta la idea de la revolución socialista como única salida a la matanza, pero enfrentándose al hecho de que los partidos que organizan a las clases obreras apoyan la guerra y agitan sentimientos nacionalistas. Lenin no vio nunca esta guerra como una tragedia sino como un nuevo campo de posibilidades: de ahí una de las primeras gran virtudes de Lenin; su increíble capacidad de interpretación del momento histórico. Sólo se resolvió con una victoria parcial; si bien en Octubre los Bolcheviques lideran una revolución socialista victoriosa, existía cierta confianza ciega de que la revolución iba a acontecer en el resto de Europa casi por necesidad histórica.

Bajo la luz de esta creencia hay que interpretar el Tratado de Brest-Litvosk en el que Rusia renunció a muchos de sus territorios como Finlandia, Polonia o Estonia entre tantos otros. Lenin consideraba irrelevantes esas pérdidas por dos motivos: por un lado, el objetivo fundamental era poner punto y final a la guerra cuanto antes. Por otro, Lenin creía que la revolución en Alemania y otros países era cuestión de meses.

La revolución

La Revolución de Febrero produjo un gobierno débil que era incapaz de resolver la crisis y que, sobre todo, seguía comprometido con la campaña bélica. El desafío de Lenin era dilucidar cuál era la vía, los medios y los objetivos de la revolución en el periodo. Febrero fue un alzamiento masivo de las masas de Petrogrado imprevisto por todas las fuerzas políticas que asestó un golpe mortal al feudalismo y al absolutismo ruso en tan sólo ocho días. Liderado por los obreros de una industria en crecimiento exponencial en la ciudad y los soldados, los soviets de trabajadores y soldados exigieron el poder político reclamando para sí el monopolio legítimo de la violencia. No obstante, dicha demanda popular no se tradujo en la construcción de un estado socialista, sino que se formó un gobierno provisional formado por viejos políticos de la Duma y por Mencheviques.

Este gobierno se mostró pusilánime, inactivo, absuelto de rendir cuentas, y sin legitimidad representativa. La miseria siguió creciendo y la guerra no paró. Los mencheviques como parte del gobierno establecido creían firmemente en la elaboración de una sociedad burguesa con instituciones democráticas como etapa necesaria para luego poder dar paso, a la organización de una revolución socialista. Había un país en plena efervescencia política: se debatía constantemente y sin descanso. La política inundaba las calles, en esta marea las masas rusas adquirieron un alto grado de conciencia y educación política, los Bolcheviques acumularon las fuerzas suficientes para ganar en Octubre.

No obstante, el partido Bolchevique y su dirección no estaban tampoco dispuestos a forzar el curso de la historia y organizar la revolución socialista. Lenin, exiliado en Suiza cuando la revolución estalla, recomienda un mayor programa revolucionario y más tácticas revolucionarias. Lenin no sentía timidez ante el hecho de hacer Historia, y comprimir la experiencia de décadas en tan sólo unos días, recordemos que el Partido Bolchevique se mostraba en contra de saltarse las etapas de la Historia. A la vuelta de Lenin a Rusia, y tras la lectura de las Tesis de Abril, en su estilo sobrio, de simplicidad práctica, pero de enorme impacto y poder, dio un discurso en donde afirmaba su postura; la revolución no podía quedarse en el producto de Febrero, tenía que ser socialista en su naturaleza, internacional en su encuadre. La estrategia de Lenin tenía dos vertientes; una dimensión política, dar todo el poder y la soberanía a los soviets, arrebatándoselo al gobierno provisional.

Por otro lado, insistir en la necesidad de contribuir al proceso de maduración de la revolución en un sentido popular, obrero y campesino. Las masas, a la vanguardia del partido, acabaron por darle la razón a Lenin. Tras una insurrección fallida en Julio que llevó de nuevo al exilio o a la cárcel a muchos líderes Bolcheviques, éstos acabaron por ganar la mayoría de los Soviets de Moscú y Petrogrado en Octubre provocando un levantamiento que, dio el poder a la facción Bolchevique.

En el fondo este dilema es la toma de conciencia de que los procesos revolucionarios, para no disolverse en fragmentos, deben ser organizados activamente. El problema de la organización de la revolución y del partido que la debe organizar es el problema leninista por excelencia. Si Lenin se distancia por completo del terrorismo populista y anarquista ruso del siglo XIX, que era la práctica principal de los movimientos antizaristas, es porque se centraba en objetivos individuales, dejando el sistema intacto y las masas desmovilizadas, y por tanto mostrándose totalmente ineficaz. Lenin, en cambio, creía en la necesidad de orquestar un levantamiento masivo, sin el cual no hay revolución posible.

La otra gran diferencia política que marcó la historia del socialismo ruso fue la división del Partido Socialdemócrata en dos facciones; la Menchevique (minoría) y la Bolchevique (mayoría). La diferencia nace de un debate organizativo acerca del estatus del militante del partido y las condiciones de entrada. Martov, líder de la facción menchevique, defendía condiciones más laxas, mientras que el líder bolchevique defendía la idea de un partido de revolucionarios profesionales trabajando entre la clandestinidad y la esfera pública, y absolutamente comprometidos al partido. Estos debates organizativos no son triviales. El diseño interno del partido no fue gratuito y condicionó cuestiones políticas fundamentales.

La insurrección

Un levantamiento popular en contra de un Estado capitalista o un levantamiento armado contra un ejército colonizador deben ser realizados con precisión, especialmente en las fases finales. Una insurrección debe organizar y poner en juego una multitud de elementos heterogéneos que persiguen finalidades particulares.

El trabajo de Lenin demostró como una diversidad de agentes políticos y sociales; partidos, asociaciones, grupos sociales diversos; las masas en su conjunto, lograron una ruptura política como una revolución, una transformación radical de los modos de vida, teniendo en cuenta que cada grupo tiene unos intereses particulares. Los creadores de un orden nuevo, para que éste sea realmente emancipador, deben ser las masas que son las que deben hacer Historia por sí mismas y apropiarse del poder político. No puede ser que una unidad privilegiada les robe la voz.

Lenin al final de su vida lucho contra las propias dinámicas del partido Bolchevique que fueron desplazando las aspiraciones democráticas radicales de los soviets en beneficio de aspiraciones personales de ciertos líderes y la generación de una burocracia que se convirtió ciega ante el horizonte histórico emancipador del que se suponían que eran los aceleradores o promotores.

El texto, la planificación de una revolución está siempre en proceso de ser escrita y sometida a todo tipo de modificaciones debido a causas externas, ajenas e imprevistas que obligan constantemente a replantear las tácticas, las estrategias y los objetivos. A lo que se añade la disonancia y diferencia de cada agente social, su posible incompatibilidad funcional o estructural, y la esencia cegadora en la que están inmersos a la hora de perseguir sus intereses particulares imposibilitándoles encuadrar sus objetivos en ese horizonte mayor y políticamente más importante.

Lenin era consciente de que los fragmentos no se unen ni se resignifican solos. Puede haber estallidos, revueltas o insurrecciones, pero sólo la conciencia activa de los cuadros dedicados a construir una revolución y a ensanchar de esa energía al resto de movimientos es capaz de generar revoluciones victoriosas. Por tanto, una de las principales enseñanzas de Lenin es que no hay horizonte revolucionario sin organización revolucionaria. La revolución sólo acontece si se logran dominar las condiciones históricas, no desaprovechando las oportunidades adecuadas, en la toma de conciencia de la absoluta fragilidad y contingencia de que algo así como una revolución tenga lugar y que posteriormente triunfe.

La ausencia de un horizonte o imaginario emancipatorio post-capitalista a día de hoy acordémonos de aquello de que es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo, quizás se deba en gran parte a la inexistencia de organizaciones políticas que lo articulen y construyan.

El Estado socialista

Lenin sentía que la vieja burocracia zarista había logrado conquistar a sus camaradas, que había adoptado con bastante facilidad los viejos métodos de gobierno, las prácticas culturales, de sus opresores del pasado. Lenin, inspirado por la mayor experiencia socialista habida hasta la fecha, la Comuna de París de 1871, defendía un nuevo modelo estatal que condujese a la disolución de los aparatos represivos y burocráticos del Estado, esa maquinaria que organiza la violencia para la represión de clase, así como la superación del parlamentarismo considerado como una suplantación fetichizad ora de la democracia.

Este modelo tenía una máxima principal: todo el poder para los soviets. Los soviets eran las asambleas donde asistían los representantes de trabajadores y soldados diseñados como una superación de la separación de poderes; todos los cargos tanto de los soviets como de la administración debían poder ser revocados, ningún representante debía tener privilegios políticos, debían poder a su vez repartir justicia y organizar el conjunto de la economía.

Lenin proponía en el "El Estado y la Revolución" que "la Comuna sustituye el parlamentarismo venal y podrido de la sociedad burguesa por instituciones en las que la libertad de crítica y de examen no degenera en engaño, pues aquí los parlamentarios tienen que trabajar ellos mismos, tienen que ejecutar ellos mismos sus leyes, tienen que comprobar ellos mismos los resultados, tienen que responder directamente ante sus electores. Las instituciones representativas continúan, pero desaparece el parlamentarismo como sistema especial, como división del trabajo legislativo y ejecutivo, como situación privilegiada para los diputados. Sin instituciones representativas no puede concebirse la democracia, ni aun la democracia proletaria". Su tesis, derivada de las reflexiones de Marx sobre la Comuna de París, que el poder socialista debe suponer no una simple transición de una clase a otra, sino de una modalidad de poder a otra.

Las masas controlando directamente y exclusivamente, sin más supervisión que la suya, su propio destino.

Esta visión del futuro Estado Socialista no llegó a verse plasmada en la realidad, si se generó el poder dual soviético. Pero no desapareció la burocracia ni el ejército permanente, las dos patas del estado burgués en opinión de Lenin, y apareció una nueva forma de burocracia vinculada al partido.

Pero la experiencia posterior de la revolución es la experiencia de la contrarrevolución. La experiencia de la Guerra Civil fue la matriz fundamental del futuro desarrollo de la Unión Soviética. No se puede entender la deriva que tomaron los Bolcheviques y la importancia de la disciplina y ciertas formas autoritarias si uno no tiene en cuenta el asedio brutal de las fuerzas reaccionarias rusas con el apoyo de multitud de potencias extranjeras. Los años de una guerra devastadora fueron más determinantes para la forma final que tomaría la revolución que su nacimiento, moldeándola de tal forma que facilitó su posterior desarrollo estalinista.

El sueño de un Estado-Comuna había sido reemplazado por la realidad un Estado-partido que sufría deformaciones burocráticas porque el viejo aparato estatal zarista no había sido destruido. La solución pasaba a esas alturas por poner al partido bajo el riguroso control de las masas. Pero he aquí el problema que identificó Lenin: la insuficiente educación y cultura que dificultaba la generación de un clima político suficientemente maduro para una posible reconversión del proceso en marcha. Así mismo, se adquirió la conciencia de la dificultad técnica de generar un nuevo tipo de Estado. Crear de cero un nuevo tipo de Estado que rompe totalmente con las viejas formas es una tarea que requiere de mucho conocimiento técnico y jurídico.

La ausencia

Después de la muerte de Lenin, Stalin presentó una variante rígida del leninismo. En el influyente clásico de 1924 de Joseph Stalin, "Los fundamentos del leninismo", se nos dice que "el leninismo es el marxismo en la era del imperialismo y la revolución proletaria", lo que sugiere que si deseas ser un marxista genuino, no puedes cuestionar sino solo abrazar esas ideas.

En contraste con todo esto, la formulación de Stalin "El leninismo es marxismo" presento el pensamiento de Lenin como el único marxismo verdadero que no puede ser cuestionado; una sistematización condensada de estilo catequista y de tono autoritario.

La dictadura burocrática encabezada por Stalin que, a partir del aislamiento y la erosión de la Revolución rusa, buscó una ideología dogmática para ayudar a reforzar su propio poder cada vez más incuestionable. La "revolución desde arriba" asesinamente implementada por el régimen de Stalin, cuya rápida industrialización y colectivización forzada de la tierra culminó en represiones crecientes, regímenes culturales autoritarios, purgas sangrientas y campos de trabajos forzados.

Prácticas y teorías

Las ideas políticas y organizativas de Lenin no fueron abstracciones incorpóreas, sino que se confrontaban constantemente con la realidad del movimiento obrero y del proceso revolucionario. Que elementos conceptuales aporto la inteligencia estratégica de Lenin, el artífice de la autonomía de la política de la clase trabajadora:

La comprensión de la necesidad de independencia política de la clase obrera en las luchas sociales y políticas, y la necesidad de su liderazgo si estas luchas pretenden triunfar.

Una concepción coherente de la organización práctica, democrática y revolucionaria.

El desarrollo de una táctica de frente unido, en la cual diversas fuerzas políticas puedan trabajar juntas en la consecución de los mismos fines, pero de un modo que permita a las organizaciones socialistas avanzar en perspectivas efectivamente revolucionarias.

Rigor intelectual y práctico en el empleo de la teoría marxista y ausencia de dogmatismo y sectarismo.

Un análisis profundo del imperialismo y la cuestión nacional.

Una aproximación internacionalista al análisis de la realidad social.

Lenin acentuó la necesidad de que la clase obrera socialista organizada apoyase todas las luchas de quienes sufren opresión.

La búsqueda de la libertad de discurso y de expresión, la libertad de expresión cultural, los derechos de las minorías religiosas, los derechos de los grupos étnicos y raciales, los derechos de la mujer, de los soldados, de los estudiantes y de los campesinos.

Que un revolucionario tiene que ser un tribuno del pueblo, alguien capaz de reaccionar a cada manifestación de tiranía y de opresión, sin importarle dónde tenga lugar.

La aproximación de Lenin también implica integrar las luchas reformistas dentro de una estrategia revolucionaria. Este punto guarda relación con una notable comprensión de cómo las luchas democráticas desembocan finalmente en una revolución socialista.

El poder de la burguesía sólo puede ser desafiado mediante una educación sistemática y sostenida y un trabajo de agitación y organización de la mayoría de la clase obrera.

Las habilidades y conocimiento necesarios para llevar a cabo acciones efectivas, y para crear posibilidades revolucionarias, sólo podrán hacerlos quienes se dediquen, toda su vida.

Conclusión

Podemos llegar a una conciencia anticapitalista mirando al mundo y con una pizca de inteligencia y de compostura moral, pero con eso no llegar a tener una conciencia de los mecanismos dominación y de las instituciones de poder. La distinción entre conciencia política espontánea y obtenida, es una distinción necesaria, no es cuestión de la sutileza de la vanguardia frente a la incapacidad de las masas, sino de una distinción epistemológica entre tipos de conocimiento iguales para todos. Como nos recordaba Lenin; sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario. Pero de acuerdo con Lenin, al mismo tiempo no hay teoría adecuada sin práctica revolucionaria. La teoría revolucionaria correcta, insistía, toma su forma final en estrecha relación con la actividad práctica de un movimiento de masas revolucionario.

Y porque volver a Lenin en la era del capitalismo tardío. La Revolución de Octubre transformó la política mundial y en el proceso, rehízo el siglo XX con un enfrentamiento frontal al capitalismo y a los imperios, acelerando la descolonización. La ideología dominante y las estructuras de poder que ésta defiende son, al día de hoy, tan hostiles a las luchas sociales y de liberación que una recuperación lo más amplia posible de su memoria histórica y política es ya un acto de resistencia en sí mismo.

 

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