Xi supera a Biden en San Francisco
[Imagen: Xi mira a Biden saludando a su amigo imaginario.]
Esto estaba destinado a provocar un suspenso; antes, durante o después de la crucial reunión bilateral en la que participaron las dos principales potencias del mundo. Ya durante los comentarios introductorios, el Secretario de Estado de EEUU, Tony Blinken, sentado a la derecha de la momia, estaba tan aterrorizado como James Stewart temeroso de las alturas en "Vértigo" de Hitchcock, presintiendo que la fatalidad llegaría en cualquier momento.
Y así fue, en la rueda de prensa final. Joe Biden, el actor que interpreta a La Momia, tras una proverbial sonrisa de satisfacción, dijo que el presidente chino Xi Jinping es "un dictador". Porque es el líder de un país comunista.
Todos aquellos elaborados planes previos se deshicieron en un abrir y cerrar de ojos. Un escenario provisionalmente halagüeño se convirtió en una película de cine negro. La respuesta del Ministerio de Asuntos Exteriores chino fue tan aguda como una frase de Dashiell Hammett, y contextualizada: no sólo era "extremadamente erróneo", sino "una manipulación política irresponsable".
Todo lo anterior, por supuesto, suponía que La Momia sabía dónde estaba y de qué estaba hablando, "de improviso", y no dictado por su omnipresente auricular.
La Casa Blanca revela la trama
El drama Xi-Biden, que duró poco más de dos horas, no fue precisamente un 'remake' de "Vértigo". Washington y Pekín parecieron bastante cómodos al prometer conjuntamente el proverbial fomento y fortalecimiento del "diálogo y la cooperación en diversos campos"; un diálogo intergubernamental sobre la IA; cooperación en el control de drogas; vuelta a las conversaciones de alto nivel entre militares; un "mecanismo de consulta sobre seguridad marítima"; aumento significativo de los vuelos para principios de 2024; y "ampliación de los intercambios" en educación, estudiantes internacionales, cultura, deportes y círculos empresariales.
El Hegemón estaba lejos de tener un preciado “Halcón Maltés” ("la materia de la que están hechos los sueños") que ofrecer a Pekín. China ya se ha consolidado como la primera economía comercial del mundo en términos de PPA. China avanza a velocidad de vértigo en la carrera tecnológica, incluso bajo las desagradables y bastante inútiles sanciones de EEUU. El poder blando de China en el Sur Global/Mayoría Global aumenta día a día. China está coorganizando con Rusia el impulso concertado hacia la multipolaridad.
La lectura de la Casa Blanca, por anodina que parezca, en realidad desvela la parte clave de la trama.
Biden -en realidad su auricular– subrayó el "apoyo a un Indopacífico libre y abierto"; la defensa de "nuestros aliados del Indopacífico"; el "compromiso con la libertad de navegación y sobrevuelo"; la "adhesión al derecho internacional"; el "mantenimiento de la paz y la estabilidad en el Mar de China Meridional y el Mar de China Oriental"; el "apoyo a la defensa de Ucrania contra la agresión rusa "; y el "apoyo al derecho de Israel a defenderse del terrorismo ".
Pekín comprende en detalle el contexto y las connotaciones geopolíticas de cada una de estas promesas.
Lo que no dice la lectura es que los manipuladores de Biden también intentaron convencer a los chinos de que dejaran de comprar petróleo a su socio estratégico Irán.
Eso no va a ocurrir. China importó de Irán una media de 1,05 millones de barriles de petróleo al día durante los 10 primeros meses de 2023, y subiendo.
El 'Think Tankland' estadounidense, que siempre destaca en la desinformación y más en la falta de información, creyó en su propia proyección infantil de Xi haciéndose el duro contra EEUU en Asia, sabiendo que Washington no puede permitirse un tercer amorío, perdón, frente de guerra además de Ucrania e Israel/Palestina.
El hecho es que Xi sabe todo lo que hay que saber sobre los frentes de guerra imperial e híbrida en rotación, además de otros que pueden activarse con sólo pulsar un interruptor. El Hegemón sigue provocando problemas no sólo en Taiwán, sino también en Filipinas, Japón, Corea del Sur, India, y continúa coqueteando con posibles revoluciones de colores en Asia Central.
Todavía no se ha producido ningún enfrentamiento directo entre EEUU y China gracias a la milenaria pericia diplomática china y a su visión a largo plazo. Pekín conoce al detalle cómo Washington está simultáneamente en modo de Guerra Híbrida Total contra la BRI (the Belt and Road Initiative, Iniciativa de la Franja y la Ruta) y el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que pronto se convertirá en el BRICS 11.
Sólo hay dos opciones para China y EEUU
Una reportera sinoestadounidense, tras los comentarios introductorios, preguntó a Xi, en mandarín, si confiaba en Biden. El presidente chino, que entendió perfectamente la pregunta, la miró y no respondió.
Ése es un giro argumental clave. Al fin y al cabo, Xi sabía desde el principio que estaba hablando con los manipuladores que controlaban un auricular. Además, era plenamente consciente de que Biden, en realidad sus manipuladores, calificaban a Pekín de amenaza para el “orden internacional basado en reglas”, por no mencionar las incesantes acusaciones de "genocidio de Xinjiang", además del tsunami de contención.
No por casualidad, el pasado mes de marzo, en un discurso ante notables del Partido Comunista, Xi declaró explícitamente que EEUU está comprometido en "una contención, un cerco y una supresión integrales contra nosotros".
El académico Chen Dongxiao, residente en Shanghai, sugirió que China y EEUU deberían comprometerse en un "pragmatismo ambicioso". Ése resultó ser exactamente el tono del discurso clave de Xi en San Francisco:
Hay dos opciones para China y EEUU en la era de las transformaciones globales nunca vistas en un siglo: Una es potenciar la solidaridad y la cooperación y aunar esfuerzos para hacer frente a los desafíos globales y promover la seguridad y la prosperidad mundiales; y la otra es aferrarse a la mentalidad de suma cero, provocar la rivalidad y la confrontación y conducir al mundo hacia la agitación y la división. Las dos opciones apuntan a dos direcciones diferentes que decidirán el futuro de la humanidad y del Planeta Tierra.
Esto no puede ser más serio. Xi añadió contexto: China no se dedica al saqueo colonial; no está interesada en la confrontación ideológica; no exporta ideología; y no tiene planes de superar o sustituir a EEUU. Así pues, EEUU no debería intentar suprimir o contener a China.
Es posible que los manipuladores de Biden hayan dicho a Xi que Washington sigue aplicando la política de "una sola China ", aunque continúe armando a Taiwán bajo la retorcida lógica de que Pekín podría "invadirla". Xi, una vez más, proporcionó el remate conciso: "China acabará reunificándose, inevitablemente" con Taiwán.
40.000 dólares por una cena con Xi
En medio de toda la tensión apenas disimulada, el alivio en San Francisco llegó en forma de negocios. Todo el mundo y su vecino corporativo -Microsoft, Citigroup, ExxonMobil, Apple- se morían de ganas de reunirse con los líderes de varias naciones de la APEC. Y especialmente de China.
Al fin y al cabo, la APEC representa casi el 40% de la población mundial y casi el 50% del comercio mundial. Se trata de Asia-Pacífico, no del "Indo-Pacífico", un gambito vacío de "orden internacional basado en reglas" del que nadie sabe nada, y mucho menos se utiliza en ninguna parte de Asia. Asia-Pacífico representará al menos dos tercios del crecimiento mundial en 2023, y sumando.
De ahí el rotundo éxito de una cena de negocios en el Hyatt Regency, con entradas que costaban entre 2.000 y 40.000 dólares, organizada por el Comité Nacional de Relaciones EEUU-China (NCUSCR) y el Consejo Empresarial EEUU-China (USCBC). Xi, inevitablemente, fue la estrella del espectáculo.
Los directivos de las empresas sabían de antemano que EEUU se había retirado del Acuerdo Integral y Progresista de Asociación Transpacífico ('Comprehensive and Progressive Agreement for Trans-Pacific Partnership', CPTPP) y que la nueva táctica comercial, el llamado Marco Económico Indopacífico (IPEF), esta muerta antes de empezar. Puede que el IPEF se ocupe de cuestiones relacionadas con la cadena de suministro, pero no llega al meollo de la cuestión: aranceles más bajos y un amplio acceso al mercado.
Así pues, Xi estaba allí para "vender" a los inversores no sólo a China, sino también a gran parte de Asia-Pacífico.
Un día después de San Francisco, el meollo de la acción se trasladó a Shanghai y a una conferencia de alto nivel Rusia-China; ése es el tipo de reunión en la que la asociación estratégica formula los caminos a seguir en la Larga Marcha hacia la Multipolaridad.
En San Francisco, Xi hizo hincapié en que China respeta la "posición histórica, cultural y geográfica" de EEUU, al tiempo que espera que EEUU respete la "vía del socialismo con características chinas".
Y aquí es donde la trama de cine negro se acerca al tiroteo final. Lo que Xi espera nunca sucederá con los psicópatas neoconservadores straussianos dirigiendo la política exterior estadounidense. Y eso lo confirmó crudamente La Momia, alias Joe “Dictador” Biden.
Demasiado para el profesional de la realpolitik Joseph "soft power" Nye, uno de los pocos realistas que creen que China y EEUU, como James Stewart y Kim Novak en "Vértigo", se necesitan mutuamente y no deben separarse.
Por desgracia, en "Vértigo" la heroína se precipita al vacío y muere.
*Pepe Escobar es columnista de The Cradle y redactor jefe de Asia Times.
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