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Miami se lo pierde
Germán Piniella - Radio Progreso Alternativa

"Miami es la capital de la música latina". "Miami es la capital de la tolerancia, de la democracia, del derecho a disentir, de la libertad de expresión, del respeto a las opiniones de otros".

Al menos así dicen los que celebran ahora la entrega de los premios del Grammy Latino en Miami. Los mismos que antes provocaron con su actitud intransigente que California sustituyera a la Florida.

El año pasado la negativa por parte de autoridades de la ciudad y el condado, así como de organizaciones como la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA) a que artistas cubanos nominados al Grammy actuaran en Miami, provocó que la ceremonia de entrega de los premios, los primeros exclusivamente para la música latina, se celebrara en Los Angeles.

Pero no ha sido sólo la presencia de artistas en el Grammy lo que Miami ha negado a la música cubana. Cuando MIDEM, el mayor evento discográfico del mundo que se celebra anualmente en Cannes, Francia, quiso crear un MIDEM de la música latina, escogió la ciudad de Miami como sede. La misma actitud intransigente impidió por dos años consecutivos la presencia de Cuba. Finalmente los organizadores franceses decidieron que no tenía sentido un evento de ese tipo sin la música cubana, fuente de inspiración para muchos músicos caribeños y latinoamericanos, salseros o no, e incluso de los propios Estados Unidos.

Más allá del MIDEM y del Grammy, Miami ha librado otras batallas contra los artistas cubanos, algunas que han terminado en tristes victorias y otras en resonantes derrotas.

Rosita Fornés, por muchos años una figura clave en el mundo del espectáculo de Cuba y otros países latinoamericanos, no pudo actuar en la ciudad ante las manifestaciones de grupos rabiosamente anticastristas que la consideran representante del comunismo, a pesar de su repertorio de música pop internacional y su vestuario de plumas y lentejuelas, ajeno a la supuesta adustez socialista. El hecho de que algunos cubanos bien a la izquierda consideren que La Fornés es más bien una representante del arte banal del consumismo capitalista no importa en absoluto. Ella reside en Cuba, adonde regresa cada vez que viaja al exterior, y por tanto se convierte para el exilio militante en símbolo del Castro-comunismo.

Otro caso es el intento por boicotear la actuación de la mítica orquesta Los Van Van, considerada el buque insignia de la música bailable de la isla, a la que se llegó a amenazar con bombas si actuaban. Las amenazas no surtieron efecto y Juan Formell y sus muchachos hicieron estremecer al público con su música. Las únicas explosiones fueron las de los bailadores ante el ritmo inigualable de Van Van.

Pero las barreras contra los artistas residentes en Cuba no han sido solamente para actuar en Miami.

La periodista Celeste Fraser Delgado escribió en julio del 2000 en The Miami News Times, en un artículo acerca de la música de la isla, que "La radio en español en Estados Unidos aún está bajo el control principal de los exiliados cubanos, encabezados por Raúl Alarcón, jefe del Spanish Broadcasting System con sede en Miami, que tiene estaciones en ocho de los diez principales mercados latinos de este país. La difusión por radio hace triunfar o fracasar a las estrellas, un hecho que impide que los principales sellos promuevan a artistas que viven en Cuba, por temor a provocar el tratamiento de silencio para el resto de sus artistas."

Tal parece que la música está contaminada de comunismo. Hay quienes creen que al igual que La Caperucita Roja o El Rojo y el Negro, la salsa, el son, la guaracha, el bolero, cualquier nota musical que llegue de La Habana puede tener un mensaje subliminal del G-2 de Castro para confundir, penetrar y destruir la tolerante y pacífica democracia de Miami.

Pero ahora todo ha cambiado. Miami ha aprendido la lección del MIDEM y de Los Angeles y ha visto la luz. Tanto el alcalde de la ciudad Joe Carollo y el de Miami-Dade Alex Penelas, como el Chairman de la FNCA Jorge Mas Santos y el productor discográfico Emilio Estefan, hasta ayer acérrimos críticos de la presencia de los cubanos, defienden hoy su participación. "Miami es la capital de la tolerancia, de la democracia, etc..."

¿Cómo es que la música proveniente de la isla, desde siempre contaminada de comunismo, es ahora aceptable para la extrema derecha miamense?

Para algunos observadores las razones son políticas. El caso del niño Elián González, llevado ilegalmente a Estados Unidos y retenido en Miami en contra de la voluntad de su padre residente en Cuba, adonde finalmente volvió, mostró un Miami intolerante, fanático, que negaba en la práctica los mismos valores familiares que pregonaba, y que llegó a manifestar actitudes antinorteamericanas debido a la decisión federal de devolver el niño a su padre. Muchos norteamericanos vieron por televisión con horror cómo cubanos de Miami pisoteaban la bandera del país que los había acogido, así como agredían a la prensa que consideraban partidaria del regreso del niño a Cuba.

Francisco Aruca, comentarista y director de Radio Progreso Alternativa y quien durante años ha criticado fuertemente a la extrema derecha de Miami, dijo a The Washington Post que "(la Fundación) necesita cambiar su rostro. Y es una muestra del costo del caso Elián. (La celebración ) de los Grammys en Miami es un paso en la dirección de cambio de su imagen."

Hay quien piensa que el viraje no obedece solamente a una política de relaciones públicas para limpiar la cara del exilio intolerante, o si bien responde a esa intención, también se le pueden sacar otras lascas.

Según El Nuevo Herald, el alcalde Penelas declaró que "la celebración de los Grammys traerá prestigio y beneficio económico para nuestra comunidad". Esto se traduce en unos $40 millones en ingresos para el sur de la Florida, incluida Fort Lauderdale, que será subsede de la presentación de los nominados.

Si a esto se le suma que la cadena CBS transmitirá la entrega de los premios a 700 millones de espectadores en 100 países y que el evento puede atraer a un gran número de turistas, tanto de los propios Estados Unidos como de los países latinos que, como México, tienen gran presencia entre los artistas nominados, la cifra pudiera aumentar significativamente.

Tanto si es por razones políticas como por los beneficios económicos, las personas que toman las decisiones en Miami están dispuestas a adoptar otra actitud con relación a los artistas cubanos. Después de todo, ¿qué daño pueden hacer un par de orquestas?

Pero si bien el año pasado sólo hubo dos cubanos nominados, Ibrahim Ferrer, de Buena Vista Social Club, y Pablo Milanés (ambos presentados al premio por sellos discográficos no cubanos, Ferrer por World Circuit y Milanés por Universal), este año habrá unos 180 candidatos a las nominaciones. A las disqueras cubanas hasta ahora no se les ha permitido presentar a sus artistas, como también se les prohibió asistir al fracasado MIDEM Latino; pero ahora los cubanos residentes en la isla y que graban para sellos totalmente cubanos -tales como Unicornio, Bis Music, EGREM y RTV-, serán presentados al Grammy Latino por la Sociedad General de Autores y Editores de España (SGAE).

SGAE, la sociedad recolectora de derechos de autor (similar a BMI o ASCAP en Estados Unidos, SACEM en Francia y GEMA en Alemania), tiene entre sus asociados a muchos compositores de la isla, entre ellos a los más famosos, y por lo tanto está obligada a promover su obra. Una forma de promoción es la participación en el Grammy Latino. Un premio Grammy puede significar mayores ventas en otros países, aunque los discos no se distribuyan en Estados Unidos, con lo cual la SGAE y sus asociados se benefician.

Esto no significa que todos estarán presentes. Independientemente del tortuoso trayecto que deban recorrer los artistas cubanos para que les concedan visa de entrada a Estados Unidos, el camino hasta la nominación es largo y difícil, y más aún el del premio, pero indudablemente el número de nominados aumentará. Miami al fin podrá presenciar lo que a veces ha escuchado casi clandestinamente a través de las emisoras radiales cubanas que tan bien se captan en Miami, o en los CDs que alguien ha llevado de regreso de una visita familiar a la isla y son copiados por amigos y parientes.

Para un observador ingenuo pudiera parecer que el exilio cubano más recalcitrante ha decidido cambiar de actitud respecto a lo que viene de Cuba y ha dado un primer paso para la aceptación del diálogo y la tolerancia. Pero apenas una semana después de anunciarse la selección de Miami como sede para el Grammy Latino, los organizadores de un torneo de fútbol se vieron obligados a suspender la celebración de la última etapa en el Orange Bowl, propiedad de la ciudad. La Copa Caribe, cuyas finales debían jugarse con la participación del equipo de Cuba el 25 y 27 de mayo, tuvo que ser trasladada para Trinidad y Tobago.

"Le hemos hecho saber a los promotores que el asunto de traer al equipo nacional de Cuba al Orange Bowl podría ser sumamente contencioso para la comunidad", declaró a El Nuevo Herald Carlos Giménez, administrador de la ciudad de Miami.

Si alguien pudiera pensar que la posición del Sr. Giménez se diferencia de la del resto de las autoridades que han aceptado la presencia de los artistas cubanos en el Grammy, las declaraciones al mismo Nuevo Herald del alcalde Joe Carollo lo desmienten: "No visualizo a un equipo cubano jugando en el Orange Bowl hasta que no haya democracia en Cuba." El alcalde Carollo había escrito anteriormente una carta de apoyo a la celebración de los Grammys en Miami.

¿Salsa Sí, Fútbol No? Bueno, Miami puede ser "la capital de la tolerancia, de la democracia, del derecho a disentir, de la libertad de expresión, del respeto a las opiniones de otros", pero el fútbol cubano está contaminado de comunismo. Hay quienes creen que al igual que La Caperucita Roja, o El Rojo y el Negro, los goles, el fuera de juego, los remates de cabeza, cualquier jugada de un equipo que llegue de La Habana puede tener un mensaje subliminal del G-2 de Castro para confundir, penetrar y destruir la tolerante democracia de Miami.

Después de todo, este no es un deporte que atraiga mucho la atención de los cubanos a ambos lados del Estrecho de la Florida, amantes del béisbol, y difícilmente deje mucho dinero a la ciudad o lo transmita CBS.

Es decir, si para obtener la sede de los Grammy hay que dejar venir a los cubanos, pues bienvenidos. Ya se sabe lo que deja en beneficios y la mejora que significa el cambio de imagen. ¿Pero también el fútbol? ¿Hasta dónde vamos a llegar?

La Copa del Caribe puede irse para Trinidad y Tobago, que no se pierde nada. Los únicos que pueden sentirse frustrados son los caribeños residentes en Miami, aficionados al fútbol y cuyos equipos nacionales estarían en la final, pero que no son influyentes desde el punto de vista social y económico.

Llegará septiembre y pasará el Grammy Latino. Entonces se verá si los artistas cubanos seguirán siendo bienvenidos en Miami, una vez terminado el evento. Mientras tanto la música de la isla seguirá viva, afincada en las raíces de las cuales nació, admirada por músicos y público, cosechando éxitos en otros países.

Y si Miami no la permite, Miami se la pierde.

(La Jiribilla)

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