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Para los no informados, la penúltima (nunca la última, que de algo tienen que vivir los medios de masas) polémica musical se ha desatado en torno a los programas que permiten comunicar usuarios de todo el mundo y compartir sus ficheros de música, como en el caso de NAPSTER o sencillamente, toda su información como en el de GNUTELLA.
Frente al primero lanzó la voz de alarma Lars Ullrich, batería de Metallica, que solicitó a Napster la retirada de más de 300.000 usuarios que compartían MP3s de la banda, por presunto atentado en contra de los derechos de autor de Metallica. Diversos músicos de géneros muy variados reiteraron la misma postura, e incluso alguno amenazó, con un grado extremo de patetismo (amenazar a internautas anónimos, ¡ya hay que ser memo!) a los poseedores de MP3s de sus temas.
Afortunadamente, en España, los artistas son gente con más tino (o desconocimiento del tema, o sencillamente, que el asunto está bastante en pañales) no ha salido ningún defensor de la "libertad musical" con semejantes argumentos aunque eso sí, los señores jerarcas de la S.G.A.E. ya han mostrado su preocupación por la situación. Lógico, pues desde sus sillones, sin tocar una nota, mueven los tentáculos que les permiten recaudar 30.000 millones de pesetas al año que luego reinvierten de manera harto discutible.
¿A donde nos lleva todo esto? Pues al motivo que mueve el mundo, y que no es otro que el dinero. Algo tan simple como eso. Las nuevas formas de distribución de música pueden representar una variación en el reparto de la milmillonaria tarta, y nadie quiere perder su pedazo del pastel. Por eso ya se están tomando posiciones.
Pero analicemos seriamente el tema.
Lo cierto es que cuando algo nuevo llega, siempre se reconoce por la presencia de advenedizos que quieren defender su terruño (o su finca, ¡claro!) y se obcecan en presentar la llegada de la novedad como la del mismísimo Satanás, con la esperanza de que esto frena el evidente atentado que se producirá en contra de sus intereses más directos. Esto suele ser bastante efectista al principio (en el fondo, a la gente le encanta que le asusten) pero a la larga, la lógica impone su ley.
Veamos si no el caso de antecedentes similares:
Cuando llegó la posibilidad de duplicar las cintas de casetes, más
de uno puso el grito en el cielo: ¡¡nadie compraría discos
pudiendo duplicarlos!! decían a grito pelado. Evidentemente, no fue así,
y la gente siguió comprando discos de vinilo, y por supuesto, grabando
los que le parecían más interesantes en cintas de casete.
Pero no hace falta retroceder tanto. Hace apenas unos años, cuando llegaron
las duplicadoras de CD, se lanzó el mismo grito de furia: ¡¡Además
ahora no hay pérdida de calidad!! ¡¡Será el fin de
la industria discográfica!! Evidentemente, volvieron a darse de morros
contra las cifras. En los últimos años, la gente ha seguido, y
yo creo que seguirá, comprando CD´s a un ritmo similar. Seguramente
(no tengo datos) la venta de cintas vírgenes habrá caído
al mismo ritmo que suben las ventas de discos compactos vírgenes (que
fabrican las mismas empresas, que aquí nada cambia de manos tan fácilmente),
pero así es el progreso, unos ganan, otros pierden y los peces gordos
siguen donde estaban.
Ahora, con la posibilidad de bajarte de la red casi cualquier tema surge la misma polémica. Por cierto, lo de "cualquier tema" es bastante relativo, porque no nos engañemos. Hay un millón de MP3s del último éxito de Madonna navegando por el ciberespacio, pero encontrar un tema de Asfalto y ya no te digo de uno Juanita Reina es poco menos que imposible. Del mismo modo, bajarte los archivos según qué horas, con una conexión estándar de módem (afortunados los del cable, u otro tipo de conexiones decentes) es eternizante, y pagas en teléfono lo que supuestamente te ahorras en discos.
En conclusión:
No sé si habrán surgido por la resaca del fin del milenio, pero desde luego, hay que dar poco crédito a los catastrofistas, empezando por el lamentable señor Ullrich, los cuales creen que caerá azufre del cielo cualquier día de estos y que temen más por la posible caída de ventas que por otra cosa. Por cierto, yo no vuelvo a comprar un disco de Metallica en la vida, aunque sólo sea por chincharles, pero ese dinero lo invertiré en algún CD de algún otro grupo, con lo que la balanza seguirá igual.
Y es que, digan lo que digan algunos, la gente seguirá comprando discos, porque una copia nunca sustituye al original, o porque no se te ocurra nada para regalar a tu pareja. Es un embuste todo eso de que la gente dejará de comprar cds y patatín patatán. Lo que sí es cierto es que, en los guateques, las cintas cutres dejarán paso a los CDs cutres y tendremos que seguir soportando a Ricky Martin de todas todas, ¡que de eso no nos salva nadie!
Ah, no nos olvidemos que los programas que nos facilitan el acceso a los MP3s, aunque son gratis, tienen potentes inversores detrás, y que hay una máxima que recorre el mundo del web-bussines, "lo gratis da dinero". Probablemente, dentro de un tiempo los propietarios de estos programas los vendan por cantidades astronómicas a algún gran portal. No somos tan ingenuos como para creer que alguien da duros a cuatro pesetas sin esperar conseguir nada a cambio. Pero eso ya no está en nuestras manos. Nosotros aprovechamos unas circunstancias, y punto.
Pero es que nadie ha hablado del beneficio de estas nuevas tecnologías,
y es algo tan esencial como simple: COMPARTIR.
Hay gente que comparte sus discos raros, con lo cual puedes encontrar (con dificultad,
eso sí) piezas que en la vida encontrarías, o que podrías
conseguir por cantidades astronómicas, aunque esto tampoco hace que el
mercado fetichista vaya a desaparecer. Siempre alguien pagará un riñón
por un disco rayado de cualquiera de las grabaciones originales de los Beatles,
por mucho que pueda bajarse los temas de la red.
Pero ahora puedes conocer más sobre ese artista del cual tienes una canción
en un recopilatorio y, por qué no, comprarte el próximo disco
si te parece bien.
Así que esta es mi predicción:
La gente cutre seguirá grabando y pirateando, los hermanos, novias, tías,
cuñados y cualquier humanoide con escasa capacidad de inventiva seguirán
regalándote el CD que ellos tenían muchas ganas de tener (y te
entregarán el obsequio con la archifamosa frase: ¡ a ver si me
lo grabas!). Las multis seguirán vendiendo millones, en las tiendas o
a través de internet, puesto que ya están tomando posiciones en
ese mercado, y a los pobres mortales nos seguirá tocando aguantar los
mismos pseudo-reggaes espeluznantes de todos los veranos.
A mi todo esto me recuerda a la polémica que se formó los meses
antes a la re-legalización del divorcio en este país (recordemos
que en la II República se legalizaron este y otros derechos que posteriormente
el franquismo abolió). Los "conservadores" de la época
no estaban dispuestos a permitir tal catástrofe. Si se legalizaba el
divorcio: ¡¡España entera se separaría al día
siguiente!! cientos de miles de familias rotas, millones de niños huérfanos
vagando por las calles, el caos más absoluto se adueñaría
del país...
En fin, evidentemente ninguna de estas calamidades ocurrió, aunque ocurrieron
otras imprevistas, como el auge de las revistas del corazón que ahora
tenían más material "informativo" (¿qué
hubiera sido del Conde Lecquio sin el divorcio... ahhh, misterios de la naturaleza).
De igual forma que la llegada de la red ha supuesto, y sobre todo, supondrá, una nueva forma de difundir la música totalmente nueva y los que no se adapten pagarán las consecuencias, como siempre ha sucedido con el progreso.
Ni más... ni menos.
Félix Vera - La Factoría del Ritmo
Kolectivo
La Haine
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