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Sting con las Madres de Plaza de Mayo: Ellas ya no danzan tan solas
Los comandantes de la dictadura militar estaban presos, pero ya habían sido aprobadas la Ley de Obediencia Debida y el Punto Final. El primer disco solista de Sting tras la separación de The Police había dividido los aguas: para muchos The dream of the blue turtles era una obra al borde de la genialidad, para otros la prueba de que siempre su pasado sería mejor. El segundo, Nothing like the sun -título inspirado en la idea "Nada como la verdad"- había radicalizado las posturas previas. Antes de llegar a la Argentina, Sting se presentó en el Brasil, donde una multitud marihuanizada llenó la mitad el Maracaná para asistir a un concierto histórico. Antes de la tercera bajada al sur de América de su vida, el rubio millonario había estudiado concienzudamente el panorama político que encontraría en aquellos -estos- países emergiendo de dictaduras. De algo servían, después de todo, aquellos años como maestro en el Newcastle Teacher's Training College, cuando era apenas un fan del jazz llamado Gordon Mathew Sumner.
Durante los días en Río, el estado de las cosas en la Argentina comenzó a obsesionarlo: no entendía bien cómo el gobierno que había enjuiciado a Videla, Massera y compañía, había dejado libre a Astiz, por ejemplo. Le pareció entonces que debían encontrar respuesta en los organismos de derechos humanos. Le ofrecieron un menú de ellos, y sin dudarlo, respondió que le interesaban las Madres de Plaza de Mayo. Las visitó en su Casa, llenó sus ojos de lágrimas escuchando historias que por siempre estremecerán y la noche de su concierto ante 70 mil espectadores en River Plate produjo un hecho histórico: invitó a las Viejas, que entonces no eran tan Viejas, a subir al escenario. Ellas hicieron su ronda en escena, mientras sonaba "They dance alone". El tema había sido inspirado por las Madres de desaparecidos chilenos y en el disco figuraba como una "gueca", cuando en realidad quería tener aires de cueca, pero todo eso importaba poco, aquella noche en que mucha gente pudo juntar partes de su propia historia.
Muchos músicos argentinos sintieron alegría, envidia y vergüenza a la vez, luego de aquella noche del 11 de diciembre de 1987. "Lo que yo me pregunté -contó luego León Gieco- es que cómo era posible que nosotros no hubiésemos tenido el coraje de hacer algo con las Madres y por las Madres. Aquel tipo impecable, vestido como un dandy, que no tenía nada que ganar acá nos dio una lección de actitud." Fue a partir de ahí que el ideario de los músicos argentinos de rock se fue poblando de relación con la lucha por los derechos humanos. Lo que hoy resulta más o menos normal para docenas de grupos y solistas, hasta el gesto de Sting no estaba en el parámetro de la cultura local de rock. Sting tenía por entonces 35 años y decía cosas como éstas: "No quisiera seguir haciendo vida de rock star a los 40. El rock, en su más primitiva postura, consiste en polemizar, gritar y enojarse, en pretender que la sociedad está en su contra. Yo pretendo ver las cosas más maduramente: entiendo que puede cambiarse una sociedad desde adentro, conociéndola. Y eso ocurrirá, lentamente, si logramos poner en la cabeza de la gente, de la manera más bella posible, un puñado de ideas que resquebrajen sus certezas. El ideal sería hacer un disco pop que penetre en la psiquis de medio mundo".
Cuando estaba en edad de tener un grupo de rock, Sting hizo The Police, que antes de ser considerado el grupo más influyente del mundo entero en los tempranos 80, visitó la Argentina, en los años en que Videla aún era amo y señor de la vida y la muerte. Un medio por entonces influyente, la revista Humor, consideró, en una nota firmada por Gloria Guerrero, que el show de Obras era todo lo contrario a algo nuevo. En rigor, había que estar sordo, no haber ido, o ser algo necio para no darse cuenta de que aquello haría historia. Cuando promediaba aquella actuación, el guitarrista Andy Summers concretó, por otra parte, un gesto rocker al que ningún rocker argentino por entonces se atrevía: le pateó la cabeza a un policía, que reprimía a una chica, que insistía en pararse de su silla ybailar. Sting, cuenta Summers en su biografía, le dijo al oído, acercándosele en el escenario, que después de eso, iría preso. El guitarrista tembló hasta terminar el show, pero una serie de complicadas negociaciones entre bambalinas lo hicieron zafar, seguramente porque era extranjero. "Cuando volví a casa, sentí que había nacido otra vez", confesó Summers. El guitarrista sabía tanto como Sting por entonces, cuál era el background de los uniformados argentinos.
La historia no debió trascender demasiado porque unos meses después, todavía al borde de la fama, The Police fue contratado para actuar en el Chile de Augusto Pinochet, en el Festival de Viña del Mar, donde brillaron en febrero de 1981, como el futuro que eran. En esos días Sting supo lo que había acontecido en aquel costado del sur y surgió el embrión que quince años después daría forma a "Ellas danzan solas". De allí surgió la admiración chilena que esta semana incluyó que el gobierno lo condecorase por su histórica labor en la difusión de los derechos humanos, por su certeza de que nada hay mejor que la verdad.
Un año después de aquella noche de diciembre de 1987, Sting actuó otra vez en River, ahora como miembro del staff de la gira Human rights now! que organizaba Amnistía Internacional. Un periodista de radio, que jugaba al difícil juego de la iconoclastía después de haber sido fan de Zas, le preguntó si no era oportunista y demagógico el slogan de la gira. Sting, con los ojos llenos de una ira momentánea, le recomendó que le preguntase a los más grandes de edad por aquel show de Obras, por aquella patada voladora que los diarios no publicaron.
Sting mantuvo una reunión en los camarines del estadio de Vélez con las Madres de Plaza de Mayo, con quienes tuvo un cálido encuentro antes de subirse al escenario. En la charla, que fue a solas con una traductora, Sting quedó impactado y se interesó especialmente en la Universidad de las Madres, que calificó como un hecho "único". La conversación con Hebe de Bonafini y otras cinco Madres (una de ellas no pudo contenerse y le lanzó un "qué lindo estás") fue de tono sumamente amistoso, con el músico haciendo preguntas sobre la situación nacional. Al finalizar, las Madres le hicieron entrega de un libro sobre la fundación de la Universidad, y Sting prometió mantener un contacto de comunicación más fluido.
Carlos Polimeni - Página 12
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