El verdadero valor (comercial) de la música

x Vicente Clua - PrimeraLínea

Chile. 24/10/02.- Grabar un CD cuesta cerca de mil pesos. Agregados los principales costos que siguen en la cadena de producción su valor puede subir hasta cinco mil. ¿Por qué tenemos que pagar cerca de diez mil pesos por ellos? ¿Es justo el precio o la industria de la música tiene manos y bolsillos que cobran más de lo debido?

Cada vez que usted va a una disquería a comprar un disco compacto debe pagar por él entre siete y diez mil pesos, aunque fabricarlo requirió sólo entre mil y mil 200. ¿Quiénes ganan con el negocio de la música? ¿Los costos de la cadena de producción justifican que el consumidor pague diez veces más que el valor original del CD?.

El registro fonográfico y su venta tiene muchos años, pero el cuestionamiento al precio de la música está ligado fuertemente a la aparición del disco compacto. En la era del cassette y los discos de vinilo las ganancias no eran tan cuestionadas.

El misterio no es tan grande, pero tiene sus sutilezas. Una primera aproximación revela que la cadena músico-sello-disquería reporta un recargo para cubrir el valor que cada uno le agrega al producto, pero acto seguido vendedores, artistas y productores hacen alusión al incremento de la piratería.

El integrante de Los Mismos, Gabriel Vigliesoni, da las claves con una metáfora: "El mercado de la música es como con la leche, al pie de la vaca vale 40 pesos y en el supermercado 400 ¿Dónde se generaron los otros 360 pesos, y qué recibió la vaca? Nunca he ganado plata con la venta de discos, los que ganan son otros, por eso me da lo mismo que pirateen mi trabajo".

Los sellos grandes representan a las multinacionales de la música y tienen su propia explicación del fenómeno. Rogelio Blanc, jefe de ventas de EMI, indica que si uno se limita a considerar el valor de fabricación y el arte de diseño del producto, los costos deberían ser muy similares para todos los discos y para todas las empresas. "La diferencia está, señala, en el tipo de repertorio al que pertenece el artista (latino, anglo o nacional), ya que ello determina un nivel distinto de regalías que se deben facturar, más los derechos del disco y otros valores agregados, como impuestos".

En promedio, explica Blanc, los discos tienen un costo que fluctúa entre cuatro mil 300 y cinco mil 300 pesos, al que se suman otros factores, como el IVA, margen del mercado y margen de la tienda, que terminan entregando el precio final que cancela el comprador. El público debe entender -añade- que no es lo mismo editar a Robin Williams o Queen, que hacerlo con un artista del circuito latino, y tampoco es lo mismo editar grandes éxitos, o sacar un disco con un libro interior de 20 o más páginas con la historia del artista.

Pese a no pertenecer a una gran firma, una postura similar tiene Rodrigo Echave, una de las cabezas de Bigsur. Para él, el valor final de la música responde a todos los costos que un sello debe asumir en cuanto a los derechos, regalías y pagos por producción y difusión de los discos.

¿Cómo se explica entonces que las tiendas vendan algunos discos a precios bajos? Blanc indica que las promociones de dos por uno, o disco casi al costo son posibles "gracias a una autorización para descargar las regalías por períodos cortos, y no a sobrestock, pues nuestra idea no es ensuciar el mercado con ofertas de material antiguo", añade.

El jefe de ventas de EMI niega que este sea un método para enfrentar la piratería. "Combatirla manejando los precios no es la solución, ya que se resuelve con medidas de protección en los discos. Las rebajas sólo son una manera de decirle al comprador que igual hay música original a precios accesibles", opina.

El responsable de Brutal Records, Cristián Cáceres, discrepa. "Las promociones -recalca- no son una pérdida para los sellos grandes, pues son productos de su catálogo y nunca los discos nuevos están en oferta. Ellos ya ganaron plata con discos de Toto, Peter Frampton o Soda Stereo, y ahora los venden a cinco mil pesos para no quedarse con ellos", lo que sigue siendo una ganancia, pues se recupera la inversión.

Pero Echave arroja la pelota para otro sector de la cancha, al afirmar que las disquerías "recargan el valor en un 35 por ciento, lo que les permite tener ganancias mayores que los sellos". Aunque éste, dice, no es un aspecto central, ya que "al final de cuentas todos tenemos márgenes super cagones, y por eso los sellos y las tiendas tenemos que estar ofreciendo promociones para poder vender más".

En la secuencia comercial, el negocio termina en las tiendas, la contraparte directa de los compradores, y justo las sindicadas como las principales responsables del valor final de los CDs, ya sea la Feria del Disco, Griffiths o cualquier disquería pequeña del centro.

Y ellas no niegan su rol en esta cadena. Argumentan que hacen lo mismo que cualquier empresa de otro rubro: fijar un precio que les permita generar ganancias para poder seguir adelante con el negocio y suman entre sus gastos el personal, arriendo, permiso, patentes, impuestos. Una frase lo deja claro, "¿Se imagina un negocio que venda un chicle que le costó 50 pesos a 50 pesos? Ese mundo todavía no existe".

Desde la otra vereda

De la mano de los elevados costos y el manejo de los contenidos culturales, en los últimos años se han multiplicado los sellos chicos e independientes. El ex vocalista de La Banda del Pequeño Vicio, Titín Moraga tiene experiencia con grandes y chicos y dice que este problema ha adquirido mayor relevancia a causa que las propias multinacionales han puesto la atención de todos en las perdidas que le ocasiona la piratería, pero la apuesta se les está devolviendo como un boomerang.

Su preocupación pasa por el valor que comercialmente se le asigna a un producto intelectual, ya que "con los precios que negocian los sellos, los artistas nunca van a recuperar los costos de su creación, y eso demuestra que el negocio de la música se está yendo para abajo y únicos que ganan son las multinacionales y los 'mega-artistas', que siempre han lucrado".

Por eso, mira con buenos ojos a los sellos independientes. "Prefieren vender dos mil discos a un precio más accesible, que 50 a un valor inalcanzable. Incluso el artista gana más de esta manera y su trabajo se hace masivo".

La reflexión de Cristián Cáceres apunta también a que en esta cadena de producción son los músicos los que se llevan la peor parte, pues "muchas veces no ven en sus manos las ganancias que se generan de las ventas". Cáceres sostiene que a los creadores se les entrega un porcentaje bajísimo, que no supera el siete por ciento, y no responde al valor de venta al público y ni siquiera al que el sello le da a la disquería. Al final, los músicos no ganan plata con la venta, sino con las tocatas", explica.

Cáceres describe que a algunos músicos les han descontado hasta las cuerdas utilizadas en la grabación del disco. "En cambio -agrega- a estrellas como Los Tetas o Jorge González las llevan a grabar a México o Estados Unidos y les consiguen al productor de moda, elementos que muchas veces no aportan nada a la calidad musical, y sólo terminan encareciendo un producto".

Para este joven y alternativo empresario discográfico los sellos grandes se llevan la mayor tajada. Dentro de ese mundo -sostiene- "los productores o directores artísticos se echan al año varios millones a sus bolsillos". Para ejemplificar recalca que su sello obtiene precios de producción un poco superiores a los mil pesos por disco, y los vende a dos mil quinientos: "¡Imagínense como pueden manejar los costos de impresión y grabación los sellos grandes que hacen más de 30 mil discos por mes o quizás más!".

Piratería ¿Culpable o inocente?

Hasta la justificación de la piratería está perdiendo fuerza, a pesar que en Chile y otros países ha motivado incluso la existencia de equipos policiales dedicados a controlar a los vendedores callejeros, o la realización de juicios en contra de distribuidoras del formato mp3, ha enfrentado un vuelco.

Hace un par de semanas la justicia norteamericana condenó a Bertelsmann, EMI, Warner, Sony y Universal, y tres grandes cadenas de tiendas a pagar unos 65 millones de euros por subir injustificadamente el precio de los discos, lo que constituye una violación de las leyes antimonopolio de Estados Unidos.

Hay estudios que demuestran que la piratería on line o callejera no es la causa fundamental del descenso de las ventas que tanto alega la industria. La condena de la fiscalía general de Estados Unidos apunta que la causa real es el elevado (e injustificado) precio de la música 'legal'. Algo que los dueños de las de los sellos nacionales niegan que ocurra en Chile.

Echave reconoce como un error no informar adecuadamente a los compradores que los discos no siempre son caros. Tampoco se les ha inculcado, añade, la idea de "llevarse el disco original por cuatro mil quinientos pesos, y no pagar dos mil o tres mil por el pirata en la calle".

Y aunque él mismo revela que los sellos y las disquerías pueden rebajar en un cinco por ciento sus ganancias, todo seguirá igual. La vaca seguirá pastando y dando leche, mientras los que la pausterizan, la chocolatizan y la venden desean recuperar su inversión.

 
         
   
 

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