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Emancipación nacional y praxis científico-crítica
x Iñaki Gil de San Vicente
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0.- Presentación.
1.- Naturaleza, trabajo, pensamiento y opresión.
2.- Economía, dinero y conocimiento científico.
3.- Contradicciones sociales y método científico.
4.- Poder tecnocientífico y globalización capitalista.
5.- Independencia nacional y praxis científico-crítica.
0.- PRESENTACIÓN:
El capitalismo concentra y centraliza el desarrollo tecnológico
y científico en un área cada vez más reducida, en
EEUU, Unión Europea y Japón. A la vez, destruye todo desarrollo
por pequeño que sea en el Cuarto y Tercer Mundos, y vigila muy
atentamente su situación en el Segundo, países que sin haber
caído todavía en la extrema pobreza, no tienen ya posibilidad
alguna de incorporarse en el "núcleo de poder". En suma,
es muy consciente, como lo era desde finales del siglo XIX y de todo el
siglo XX, que bajo su control de la ciencia y la tecnología son
instrumentos de poder opresor. Pero también sabe que, al contrario,
utilizadas en otras condiciones y estrategias, son instrumentos de poder
emancipador. De ahí su necesidad férrea de controlar ese
complejo y contradictorio instrumento.
Esta contradicción no surge de la naturaleza del pensamiento humano,
de la capacidad de conocimiento de nuestra especie, sino precisamente
de su escisión y alienación a partir del momento histórico
en el que se imponen tres opresiones estructurales con desastrosos efectos
sobre la capacidad humana de conocimiento. La opresión de la mujer
por el hombre, de un pueblo por otro y de una clase por otra rompieron
la unidad esencial del conocimiento humano e impusieron una escisión
global entre pensamiento oprimido y pensamiento opresor. Las diferencias
cualitativas e irreconciliables entre la praxis científico-crítica
y la institución tecnocientífica nos remiten en última
instancia al antagonismo que entonces se impuso. Las tres opresiones son
inseparables del proceso de extinción de la economía colectiva
y no mercantil e imposición de la economía privada y mercantil,
con la aparición y expansión del dinero que ha sido y es
un factor negativo en la evolución del pensamiento humano, en el
control represivo de la capacidad humana de conocer y transformar la realidad.
Nos han obnuvilado tanto con el mito de la neutralidad de las instituciones
que intervienen en la formación del conocimiento que somos incapaces
de comprender su dialéctica social. Esta mitología no resiste
un examen histórico pero es terriblemente eficaz para mantener
el poder dominante combinando pasividad, miedo, engaño, alienación,
egoísmo, colaboración, etc. Para valorar la evolución
del conocimiento es imprescindible el uso de una concepción global
en la que los criterios estrictamente científicos estén
lubricados y cohesionados con criterios socioeconómicos, filosóficos,
políticos, ético-morales, culturales, etc., formando una
visión dialéctica y materialista de nuestra especie capaz
de bucear en sus contradicciones internas hasta descubrir sus causas sociales
y superarlas mediante la acción consciente colectiva. Pongamos
un ejemplo de hace casi dos siglos y medio que nos sirve para dos cosas,
una, analizar las raíces del sistema tecnocientífico capitalista
y sus conexiones con la expansión burguesa y, otro, adelantar la
última parte de este texto, cuando se estudia críticamente
la penosa situación del pensamiento, del método y de la
creatividad científica en Euskal Herria, y se proponen algunas
ideas al necesario y debate colectivo sobre este particular.
En 1765 la Corona española dio permiso para la creación
de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País . Estaba formada
por 16 nobles vascos y aunque su área de acción se centraba
en Araba, Gipuzkoa y Bizkaia también tuvo repercusiones directas
sobre Nafarroa. Sus objetivos eran, en síntesis, acelerar, facilitar
y evaluar la aplicación de los avances científicos, tecnológicos
y culturales que se estaban produciendo en Europa desde hacía un
siglo, a la economía y cultura vasca, defendiendo el euskara ya
bastante agredido. Sus miembros representaban a la Ilustración
y tuvieron que enfrentarse con más o menos decisión a críticas
y resistencias de poderes conservadores y tradicionalistas, que disponían
de una sólida base de apoyo social incluso dentro mismo de las
clases dominantes, incultas e iletradas . Aunque su vida efectiva fue
corta para las necesidades del País, pues para 1793 estaba casi
paralizada, sus efectos fueron apreciables en la mejora de la industria
del hierro, armas, construcción naval, economía agrícola
y ganadera, mejora tecnológica general, transporte, etc., pero
también en la investigación de lo que se define como "ciencia
pura" o "ciencia fuerte" para su aplicación a la
economía, para lo que fundó en 1776 el Seminario de Vergara
en donde en 1783 se descubrió el Wolframio o Tungsteno y en 1786
el Platino.
Vemos así la dialéctica de factores que influyen desde dentro
en la elaboración social del conocimiento y del método científico
como su forma más desarrollada. Primero, no participaban mujeres
en la Bascongada, con los que quedaba excluida algo más de la mitad
de la población. Segundo, los 16 miembros fundadores eran nobles,
es decir, de las clases dominantes y opresoras, aunque esa opresión
de clase se realizara dentro de los sistemas jerárquicos del Antiguo
Régimen, del Sistema Foral. Tercero, los objetivos prioritarios
de la Sociedad eran económicos, aumentar las rentas y beneficios
de esa nobleza y de las clases dominantes. Cuarto, esos objetivos eran
inseparables de la mejora de la expoliación colonial que la clase
dominante vasca sometía a otros pueblos, así como la sobreexplotación
de los recursos marinos. Quinto, la intervención de la Bascongada
en la matxinada de 1766, como parte del poder necesitado de reformar urgentemente
la situación socioeconómica aquejada por las crisis de subsistencia
típicas de la época, pues había habido protestas,
revueltas, motines y sublevaciones populares, matxinadas, contra la carestía
de la alimentación básica originada por los altibajos en
las cosechas y en la productividad ganadera, y sobre todo por el acaparamiento
mercantil de esos productos vitales en los almacenes de la burguesía
comercial.
En Gipuzkoa hubo la "revuelta de la carne" en 1755 con especial
virulencia en Donostia. El orden social se estaba pudriendo desde dentro
y también por las presiones exteriores, y para salvarlo, el poder
aplicó algunas de las soluciones ya aplicadas por otros poderes
de mediados del siglo XVIII. En 1766 estalló la matxinada contra
la carestía del trigo, un año después de la constitución
de la Bascongada. Su fundador, el Conde de Peñaflorida, intervino
en la represión militar como otros muchos miembros, entre los que
destaca el Marqués de Narros, su segundo secretario perpetuo, defensor
de la Ilustración que tuvo algún problema con la Inquisición,
tenido como "hombre sabio, bondadoso y justo". La intervención
represiva de los miembros de la Sociedad responde a la necesidad de su
clase social, anticipada por la participación del padre de Peñaflorida
en la represión de la matxinada de 1718. Las inexpertas y desarmadas
milicias de alrededor de 2.000 matxines fueron presas fáciles de
los experimentados y bien armados 310 soldados profesionales y de los
alrededor de 1.200 "hombres de armas" que constituían
las fuerzas privadas del poder. Muchos detenidos fueron encarcelados y/o
condenados a galeras, a Zaragoza y hasta Ceuta, y algunas mujeres, las
cabecillas de las muchas participantes, fueron desterradas fuera de Gipuzkoa
.
La clase dominante impulsó la investigación tecnológica,
científica y cultural para salir de la crisis de orden que amenazaba
su poder. Con sus contradicciones internas secundarias, evaluó
las deficiencias existentes y precisó los objetivos a conseguir,
con sus escuelas, colegios, universidades, laboratorios, aplicación
económica de los resultados obtenidos, etc. Este ejemplo no se
diferencia en nada esencial a otros de la misma época pero al pasar
del análisis del conocimiento humano al estudio del método
científico como desarrollo reciente, nuestro ejemplo será
contextualizado porque los cambios acaecidos han sido cualitativamente
nuevos con respecto a los habidos en Euskal Herria desde tiempos inmemoriales
hasta finales del XVIII. Se trata de la industrialización capitalista
con sus efectos sobre el conocimiento y sobre el método científico,
y sobre todo sus secuelas de opresión y descuartizamiento nacionales.
Más adelante, en el cptº 5, volveremos a este crucial y premonitor
ejemplo.
1.- NATURALEZA, TRABAJO, PENSAMIENTO Y OPRESIÓN:
Una gran dificultad en el estudio del conocimiento humano es la de separar
"la paja del grano". La paja es el conjunto de falsas ideas,
creencias, mitologías, supersticiones y religiones que envuelven
externamente el grano del conocimiento, su contenido de verdad. La envoltura
o forma externa, responde a razones históricas objetivas, pero
dificulta la comprensión del contenido de verdad concreta que existe
en el grano del conocimiento, en la ley interna. D. Oldroyd insiste en
la diferencia entre la ley y la forma de la ley: "¿Qué
tiene que ver la forma de Snell, tal como se utiliza hoy en día,
con la sociedad holandesa del siglo XVII en que trabajó Snell?
(...) La forma de la teoría de Darwin tiene algo que ver con el
medio victoriano en el que fue generada" . L. Geymonat nos recuerda
que muchas veces "se alcanza un resultado fundamental precisamente
partiendo de concepciones filosóficas muy ambiguas", y cita
a Mach y Newton, y también, para lo que ahora mismo nos interesa,
el de Maupertius y su principio de mínima acción, que su
descubridor creía poder "encuadrar en una concepción
teológica del universo". Independientemente de la paja teológica
con la que Maupertius envolvió el grano del principio de mínima
acción o "ley del mínimo esfuerzo", lo decisivo
es que ha sido confirmado por la ciencia posterior. ¿Qué
importancia tiene la famosa "ley del mínimo esfuerzo"?
Toda. Por razones de espacio, remito al lector a dos textos en los que
trato con más detalle cuestiones como el capitalismo, la tecnociencia,
y la cultura e identidad de los pueblos . En síntesis, el conocimiento
social, el conocimiento técnico y el científico han surgido
en diferentes momentos y fases de la evolución humana impulsados
por las fuerzas tendenciales reflejadas en el principio de mínima
acción, como necesidad humana para resolver en lo posible la contradicción
entre los imperativos objetivos de la vida y los obstáculos impuestos
por la naturaleza objetiva.
Antes que nada: ¿qué es la vida? Según Schrödinger
la vida consiste en el intercambio de material con el medio ambiente para
eludir la degradación hacia la muerte, hacia el equilibrio cero
entre el exterior, el medio ambiente, y el interior, el organismo que
vive gracias a la comida, bebida, respiración, fotosíntesis,
etcétera. Es significativo que defina la vida en el capitulo dedicado
al orden, desorden y entropía . La vida se expande mediante la
lucha contra la entropía, es decir, contra la degradación,
el desorden y la pérdida irreversible de energía y materia
ordenada mediante la obtención de más energía y materia.
La vida se expande si genera sistemas abiertos, en que los flujos energéticos
y materiales permiten compensar las pérdidas parciales. Un bosque
calcinado hasta sus raíces por el fuego es la imagen terrible del
desorden inerte, de la muerte entrópica. Un tupido y floreciente
bosque formado por innumerables especies de animales y plantas en interacción
permanente entre sí y dependiente de la energía solar, es
la viva imagen de su sistema abierto con diversos susbsistemas de orden
que supera la degradación y el desorden mortal. Los seres vivos,
como insiste R. Alemañ, somos "sistemas abiertos" capaces
de lograr aumentos locales del orden y de contrarrestar en nuestros entornos
o nichos los efectos de naturaleza con un autocontrol de entradas y salidas
de alimentos, energías, materiales, etc. El derroche energético
supone el debilitamiento y la muerte.
Vemos así la esencial relación entre el principio de Maupertius
y la necesidad de ahorro u optimización de energía en el
sistema orgánico terrestre como subsistema del sistema solar. J.
E. Lovelock, en su brillante capítulo sobre cibernética
insiste en "nuestra acuciante necesidad de ahorrar energía"
, como sociedad presionada por el agotamiento energético y especie
animal sometida a las mimas exigencias objetivas que cualquier otra. J.
Guillaumaud ha confirmado esas conexiones desde la perspectiva de la cibernética,
de la información, la entropía y el tiempo. D. Attenborough
ha mostrado cómo animales y plantas optimizan y obtienen sus recursos
energéticos en una totalidad natural en la que: "Donde hay
cerraduras hay ganzúas" , en una interacción de flujos
energéticos y materiales que re-crean la vida orgánica.
También ha mostrado los sistemas de ahorro energéticos de
los animales: "Pocos deambulan por azar. Casi todos tienen lugares
preferidos donde suelen dormir o beber o cazar, y casi todos se desplazan
a lo largo de trayectos determinados", y cuando, por lo que fuera,
no pueden hacerlo, la evolución les ha dotado de sofisticados sentidos,
imágenes mentales, sistemas de orientación, etc., destinados
a ahorrar tiempo y energía en sus viajes ida y sobre todo de vuelta
.
El conocimiento humano depende del sistema encefálico como "utensilio
fundamentalmente adaptado a satisfacer nuestras necesidades biológicas.
En general (aunque no siempre) el placer y el dolor son sistemas retroalimentativos
que nos informan sobre nuestros aciertos y errores prácticos",
según J. Mosterín . Las investigaciones sobre el conocimiento
como hecho biológico y antropológico nos remiten a los fundadores
del materialismo histórico y a investigadores como Spirkin , y
otros. El control espacio-temporal va unido al aumento de información
simbólica y conocimiento, de información materializada y
de técnica para superar la incertidumbre de la supervivencia. Según
Nougier. la gran civilización magdaleniense, que nos ha legado
impresionantes obras de arte, era una "civilización de angustia"
. De hecho, toda civilización ha intentando superar su angustia
mediante el conocimiento práctico en una interacción de
factores que E. Altvater sintetiza en cuatro: necesidad biológica;
formas de satisfacción social e históricamente condicionadas;
satisfacción inseparable de un complejo intercambio entre individuo,
sociedad y naturaleza e, intercambio sujeto a reglas ya que, de un lado,
es irreversible en el tiempo y, de otro lado, significa un consumo de
materia y energía que, en el supuesto de un sistema cerrado, supone
un aumento del desorden y de la degradación, es decir, de la entropía
. A lo largo del proceso que va de la necesidad biológica socialmente
expresada y resuelta, con sus efectos sobre la naturaleza y el propio
colectivo, hasta el inicio del siguiente proceso de satisfacción
de la nueva necesidad, se genera una práctica que constituye el
conocimiento social acumulado, y cada nueva generación ha de resolver
problemas no codificados en ese conocimiento anterior. La forma simbólica
del conocimiento acumulado es el complejo lingüístico-cultural,
y su forma material son las fuerzas productivas y sus sistemas técnicos.
La dialéctica entre ambos se expresa en y con las relaciones sociales
de producción.
El principio de la mínima acción, o "ley del mínimo
esfuerzo", se materializa maravillosamente en la sana determinación
de muchos pueblos a mantener su armonía interna: "A los tipokias,
ni la religión ni la magia les vedaban la aceptación de
la tecnología moderna (...) Tampoco eran incapaces de adaptar la
tecnología extranjera a sus propios fines ( ...) aunque los tipokias
daban pruebas de potencial de inventiva, carecían de la ambición
o interés para proseguir la novedad tecnológica con rigor.
Viviendo en una cultura bien integrada que recompensaba la conformidad
a la reglas y procedimientos establecidos, no tenían incentivo
alguno en buscar progresos técnicos. Medidos por los estándares
occidentales, los tipokia estaban tecnológicamente estancados;
según su propio sistema de valores, la tecnología estaba
en su sitio y en armonía con el resto de su cultura" . La
antropología ha confirmado la abundancia de estos pueblos, reducidos
casi hasta su extinción por catástrofes objetivas, contradicciones
internas y en la mayoría de los casos, por brutales agresiones
externas para esclavizarlos o simplemente exterminarlos. La razón
última, interna y esencial a estas causas diferentes radica en
las múltiples formas que adquiere la ley tendencial de la productividad
del trabajo. ¿Qué dice esta ley? Según Trotsky: "El
ascenso histórico de la humanidad está impulsado por la
necesidad de obtener la mayor cantidad posible de bienes con la menor
inversión posible de fuerza de trabajo. Este fundamento material
del avance cultural nos proporciona también el criterio más
profundo en base al cual caracterizar los regímenes sociales y
los programas políticos (...) La ley de la productividad del trabajo
no se abre camino en línea recta sino de manera contradictoria,
con esfuerzos y distensiones, saltos y rodeos, remontando en su marcha
las barreras geográficas, antropológicas y sociales"
.
La naturaleza tendencial de esta ley-de todas las leyes sociales-hace
que su evolución no esté predeterminada sino que dependa
de las contradicciones sociales que con diferentes intensidades según
las épocas, bullen en el proceso de trabajo. La primera y fundamental
fuerza productiva es la especie humana y por tanto, objetivamente, las
contradicciones que afecten a la especie humana afectan a la ley de la
productividad del trabajo, o sea, hablamos del impacto negativo de la
opresión patriarcal, etno-nacional y clasista en la capacidad humana
de conocer y transformar la realidad objetiva. En el nivel "sociotécnico"
esta característica, o sea "la fuerza o poder que tengan los
grupos y actores sociales" , es decisiva. No comprenderemos nada
del método científico, la institución tecnocientífica
y la praxis científico-crítica olvidando o negando la existencia
de una ruptura y escisión material en la unidad social del conocimiento
humano, y a partir de ella, el estallido de la pugna de fuerza y poder
en las colectividades humanas y entre ellas misas. Ahora bien, estas opresiones
no han existido desde siempre ni en todos los lugares sino que han surgido
muy tardíamente y con claras diferencias de ritmo e intensidad
según los casos. El eurocentrismo cree que toda ha humanidad tiene
idéntica historia a la nuestra. Las diferencias en los ritmos e
intensidades de las opresiones influyen mucho en las especificidades de
los pueblos, de sus culturas y de sus prácticas sociales.
La primera gran ruptura surgió con la victoria del sistema patriarcal
en el actual Oriente Próximo a lo largo de un período que
va del 3.000 al 600 adne, según G. Lerner . Las grandes religiones
patriarcales como panteón griego, zoroastrismo, judaísmo,
budismo, se formaron al final de ese período, e incluso el confucionismo-que
no es una religión-también se formó entonces pero
en un marco en el que las mujeres chinas conservaron mucho tiempo aún
sus libertades. El cristianismo y el islamismo, más tardíos,
surgieron sobre la dominación incontestable de los dioses masculinos
que habían vencido a las diosas. Salta a simple vista que puede
haber-tiene que-una relación interna que no simple coincidencia
externa entre la victoria del patriarcado y la formación de las
grandes religiones, de los primeros logros filosóficos e intelectuales,
también prácticos, que culminan con el esplendor y caída
grecorromana y la tardía y fugaz recuperación bizantina
y árabo-musulmana. La cultura patriarco-burguesa occidental se
ha creado y mantenido sobre la negación consciente de lo femenino
y del saber de la diosa .
China es diferente pues allí, como en otras partes, la mujer mantuvo
sus libertades hasta la dinastía de los Song del Sur (1127-1279)
cuando se comenzó a vendar los pies de las bailarinas, atrocidad
que se fue extendiendo a las niñas de las clases ricas y medias,
excepto en las más pobres. Hasta entonces las mujeres cabalgaban,
viajaban solas, tenían negocios y eran monjas taoístas .
Su resistencia fue grande y lo atestigua su práctica revolucionaria
pues todavía en 1420, dirigidas por Tang Sai'er, constituyeron
el grueso del hasta entonces mayor y más duro levantamiento campesino,
siendo los más importantes antes los de 1385, 1381 y 1370. Su organización
fue apreciable porque la represión no detuvo a Tang Sai'er pese
a "arrestar a varias decenas de miles de monjas" taoístas
que, en lo socioeconómico, se distanciaban de su burocracia oficial.
J. Needham ha mostrado las relaciones entre taoísmo, lucha de las
mujeres, luchas sociales y desarrollo técnico y científico
chino, y cita la ilustrativa historia del carnicero que demostró
al rey de Wei cómo tras estudiar el Tao ahorraba tiempo y trabajo
al desollar el novillo con tres golpes en vez de con cincuenta sin mellar
el filo del hacha tras tantos golpes . Viendo cualquier matadero actual
comprendemos que el carnicero taoísta aplicaba la ley de la productividad
del trabajo; pero también, con mucha anterioridad, la practicaban
sin saberlo los talladores de hachas de sílex que mejoraban la
técnica de corte para lograr desollamientos más rápidos
y productivos obteniendo más carne, energía y materia, con
menos esfuerzo y tiempo de trabajo.
Sobre la base del patriarcado surgieron el esclavismo y la lucha de clases
interna a un pueblo. G. Lerner ha demostrado las directas relaciones entre
el patriarcado y el surgimiento de la esclavitud gracias a las enseñanzas
adquiridas por las castas masculinas en la explotación de la mujer
, proceso unido al desarrollo del Antiguo Oriente que, según M.
Liverani, se basaba en la concentración de excedentes y la especialización
laboral, sobreexplotando la fuerza de trabajo y los medios de producción
con efectos destructores en el suelo, bosques y aguas, y la guerra "entendida
como una forma (la forma extrema) de hacerse con recursos y ampliar el
ámbito de control político". A esta intensa explotación
le debemos "las grandes realizaciones culturales del antiguo Oriente"
, unidas al deterioro de la calidad de vida y endurecimiento del trato
de las castas ricas a las masas trabajadoras y empobrecidas, impulsándolas
a las primeras aunque raras huelgas y sublevaciones, y a la vez, por efecto
de las invasiones extranjeras, forzando las primeras "guerras nacionales"
. Las penas estipuladas en el código de Hammurabi eran aplicadas
con más dureza a las castas bajas que a las altas.
Según A. D. Smith, podemos hablar del "nacionalismo en el
mundo antiguo" , motivado por razones que M. Liverani ha expuesto
en su análisis sobre cómo poco después del 1.200
adne todo el sistema del Oriente Próximo entró en crisis
y se desarrolló un "estado "nacional" en la Edad
del Hierro" diferenciado de "una conciencia de la identidad
nacional de las formaciones mayores ("los egipcios", "los
asirios", etc.)", ahondándose las diferencias en prácticas
sociales tan definitorias como las militares, dando paso al "pueblo
en armas" de la primera Edad del Hierro, en comparación a
los ejércitos obligados por prestación de la Edad del Bronce
. Asistimos el anclaje inicial y decisivo de la guerra en el conocimiento
en Occidente. Así, para la mitad del primer milenio adne existían
las características de lo que sería el núcleo del
sistema de conocimiento dominante en Europa: Estado ; alfabeto, dinero
y comercio; esplendor urbano; patriarcado, esclavismo, lucha de clases
y guerras, constituyendo una totalidad en declive cuyos estertores se
apagan en el siglo VII dne, como ha demostrado Ste. Croix .
2.- ECONOMÍA, DINERO Y CONOCIMIENTO CIENTÍFICO:
La necesidad de obtener energía y materia exterior-exoenergía-para
vivir hace que, con sus crecientes derivaciones y complejidades, el conocimiento
social acierte en la transformación efectiva de la realidad. Nuestra
evolución histórica como especie confirma en última
instancia la efectiva materialidad práctica de nuestro pensamiento.
La efectiva transformación de lo real para obtener exoenergías
se expresa como unidad entre hacer y pensar, mano y cerebro, aunque luego
estalla con las escisiones y rupturas analizadas arriba-opresión
patriarcal, etno-nacional y clasista-y las contradicciones irreconciliables
que generan. En cada área del planeta y en relación directa
con sus formas de producción, la ruptura de la unidad entre pensamiento
y práctica se ha dado con diferentes tiempos, ritmos y bajo presiones
que no podemos exponer ahora. En Grecia, sobre una base social, económica
e intelectual única en su época se desarrollo desde el siglo
VIII adne la escritura abstracta, descontextualizada y no gráfica,
capaz de independizar al pensamiento de la dependencia de la imagen física,
según C. Herrenschmidt , algo tan decisivo y vital para lo que
más tarde sería el método científico; y después
un proceso que culminó en los siglos V-IV adne escindiendo la unidad
de los conceptos de trabajo y técnica .
El trabajo y la técnica nos remiten, superado el trueque e intercambio
directo, a la circulación y venta de mercancías en el mercado
y al dinero, equivalente general que expresa de forma distorsionada su
valor, el tiempo, el esfuerzo y los productos gastados en su fabricación
. El dinero resume y oculta el proceso entero de explotación de
mujeres, pueblos y clases bajo la dictadura del mercado ya que, formalmente,
la persona con dinero puede comprar la mercancía que quiera, aunque
sea humana. El dinero, pese a su origen brutal, aparece falseado y tramposo
porque en el mercado expresa los precios y valores de todas las mercancías,
sean humanas o no, pero en realidad oculta el proceso anterior y decisivo
de la explotación e injusticia. Con el tiempo y debido a que todo
termina controlado por su poder, hasta el mismo pensamiento debe acomodarse
a sus criterios de medición y aceptar la abstracción impuesta
por el dinero según la cual la persona concluye pensando que las
cosas no han surgido de la explotación del trabajo ajeno, sino
de la "inteligencia" o "ideas" individuales. Allí
en donde apareció con fuerza el dinero y el mercado, surgieron
pensadores que relacionaron el conocimiento y la sabiduría con
riqueza, tesoro y oro como Lao-Tzé, Confucio, Heráclito
y otros.
A. Sohn Rethel explica cómo la economía mercantil impuso
un pensamiento abstracto que había interiorizado el intercambio
que se produce en el mercado y lo había absolutizado y extendido
a todo el comportamiento intelectual: "Gracias a los conceptos procedentes
de la abstracción intercambio, el intelecto está provisto
de unos instrumentos de conocimiento que, si se emplea siguiendo un método
apropiado, pueden proporcionar un conocimiento de la naturaleza a partir
de fuentes totalmente ajenas al trabajo manual. Es éste un conocimiento
regido por la lógica de la apropiación o, para decirlo de
una manera más precisa, por la lógica de la apropiación
recíproca que rige en el mercado y que se opone a la producción
manual. Una lógica de la producción sólo podría
ser la lógica de unos productores que llevasen a cabo su producción
individual o colectivamente. Sería una lógica de la unidad
entre mente y mano, mientras que la lógica del mercado y del pensamiento
mecanicista es una lógica del trabajo intelectual separado del
trabajo manual. Por lo tanto, podemos denominar a los conceptos procedentes
de la abstracción-intercambio-es decir, a los conceptos del pensamiento
mecanicista-"categorías originales del trabajo intelectual".
Es un trabajo beneficioso para las normas de la propiedad privada y en
concreto para el capital" .
W. Ash, analizando los efectos de las divisiones de clase en las ideas
éticas, dice que: "Una clase íntimamente preocupada
por el mundo físico, por razón de la tarea práctica
de hacer las cosas, corresponde a la etapa perceptual del entendimiento.
Una clase apartada hasta cierto punto de la realidad material, por no
estar obligada a realizar trabajo manual, una clase para la cual las cosas
se miden por relaciones monetarias abstractas, corresponde a la etapa
del pensamiento abstracto y del juicio de inferencia. Ambas tienden a
detenerse en una fase particular del acto total de conocimiento y, de
tal manera, por conceptos diferentes, no llegan a la comprensión
plena que requiere de los tres momentos: contacto con el mundo exterior,
conceptualización y reordenamiento lógico de las impresiones
sensibles y aplicación práctica de estos conceptos. La división
del trabajo, por lo tanto, al disociar al diversas etapas del proceso
productivo, tiene como efecto desunir las fases mismas del pensamiento
efectivo". Y: "La estrecha conexión que existe entre
el dinero como símbolo abstracto de valor y la capacidad de los
hombres para pensar en abstracto, se puede ver en la coincidencia histórica,
en Grecia, India y China, de los comienzos de una moneda circulante y
los primeros barruntos de pensamiento filosófico sistemático.
Estas primeras reflexiones acerca de la naturaleza del mundo cobran, inclusive,
un carácter semejante de búsqueda de una sustancia que pueda
ser la fuente de todos los objetos naturales (por analogía con
el dinero, que puede manifestarse en la forma de todos los objetos hechos
por el hombre) y más tarde, en una etapa ulterior, de un alejamiento
de tal especulación materialista para preocuparse por las relaciones
de los hombres en sociedad; siendo este enorme interés estimulado
por los efectos sociales de la destrucción de las viejas formas
tribales de organización en función de las distinciones
de clase" .
Según J. Needham y A. Haudricout: "Desde el punto de vista
del origen de la Ciencia y de su progreso, tiene consecuencias importantes
la desigualdad en la producción mercantil. Ante todo, donde esa
producción se desarrolla, la práctica del comercio y de
la circulación monetaria da paso al tratamiento matemático
del valor de la mercancía, categoría abstracta y universal
que se concreta en moneda. Efectivamente, en China a pesar de cierto desenvolvimiento
bancario y de la invención del papel moneda, los impuestos y el
canon de la tierra se pagaban siempre en especie. Ahora bien, si es cierto
que los chinos estaban acostumbrados a tomar medidas con precisión
por lo que se refiere a los objetos concretos, sus conceptos precientíficos
eran por naturaleza cualitativos y poco susceptibles de medición:
por ejemplo, no es posible medir los temblores de tierra con los sismógrafos
inventados en China en el siglo II, sencillamente porque esos fenómenos
se deben a colisiones imprevisibles del Yin y el Yang" .
El surgimiento del método científico a partir del impacto
del mercado y del dinero sobre el conocimiento social-en 1202 Fibonacci
utilizó cifras arábigas en su Liber Abaci, y a finales del
siglo XV Luca Pacioli dedicaba partes de su Summa de Arithmetica a los
problemas del dinero, cambio, comercio y teneduría de libros-va
inmerso en las relaciones entre conocimiento y democracia . La relación
ha extendido previamente sus influencias a las categorías filosóficas
básicas como materia, tiempo, identidad, contradicción,
necesidad, contingencia, etc., de crucial transcendencia para el propio
método científico siempre en relación con la lucha
social. No hablamos de una democracia abstracta e intemporal, válida
para cualquier época y conjunto de opresiones y luchas sociales,
sino de diferentes expresiones de la democracia como forma política
de poder entre los géneros, las naciones y las clases, es decir,
la democracia esclavista, la burguesa y la socialista . Así, siguiendo
a J. Zelený, ha existido una relación práctica entre
democracia esclavista, racionalidad contemplativa e inicial método
científico; democracia burguesa, racionalidad técnico-ahistórica
y actual método científico y, democracia socialista, racionalidad
histórico-práctica y nuevo método científico
.
Los casos de China, India y Grecia son reveladores. Las nuevas clases
sociales expansivas superaron en conocimiento a las viejas. Pero, casi
inmediatamente después de su victoria, frenaron ese avance y retrocedieron.
En cada uno de estos casos y en su evolución interna han existido
sus correspondientes unidades del conocimiento o síntesis social,
que son la totalidad de creencias, saberes, principios, teorías,
sistemas históricos de racionalidad. etc., que expresan el contenido
y la forma dominantes hasta entonces alcanzado e inseparables del desarrollo
social logrado y de sus contradicciones. Hay que saber que: "La "racionalidad
total y objetiva" perseguida por la filosofía tradicional
no es posible, pero la racionalidad local, denominada buen juicio dentro
de una comunidad, no resulta tan extraña fuera de los contextos
de controversia donde aún no se han consolidado nuevos patrones
estables de clasificación y argumentación. Las comunidades
que no logran satisfacer la necesidad que sus miembros tienen de modelos
de buen juicio acaban siendo relegadas y extinguiéndose mientras
otras florecen. ¿Tiene sentido pretender, entonces, una evaluación
global de la racionalidad de toda ciencia, entendida como toda actividad
investigadora sistemática? Sólo en la medida en que los
miembros de una comunidad que la incluya, y que abarque otros tipos de
empresa intelectual, estén dispuestos a hacer juicios comparativos
entre ellas" .
Hasta mediados del siglo XX han existido cinco formas de unidad del conocimiento
desde la perspectiva de sus relaciones con la práctica material
de transformación de objetos físicos: Una, la que corresponde
al paleolítico inferior y superior, es la fase del dominio de los
objetos simples y pequeños, objetos separados y completos que al
utilizarlos por poco tiempo dieron paso a las hachas de piedra, a las
redes, bolsas y cestos, etc. Dos, la del mesolítico y neolítico
superiores con el pastoreo y la agricultura, cuando la especie humana
aprende a manejar objetos que se reproducen a sí mismos y exigen
una mayor interacción con y del conocimiento de la naturaleza.
Tres, la de las grandes civilizaciones antiguas hasta la Edad Media europea,
cuando se unen conjuntos grandes y complejos de objetos creando relaciones
y objetos fuertes y duraderos como edificios, grandes áreas de
cultivo y pastoreo, etc. Cuatro, la del maquinismo iniciado en los siglos
XV-XVIII hasta la revolución industrial de finales del siglo XIX,
en la que con elementos simples o pequeños se construyen máquinas
mecánicas que multiplican la productividad del trabajo. Cinco,
la de la segunda revolución industrial hasta mediados del siglo
XX, cuando se construyen sistemas con gran número de elementos
que interactúan permitiendo la producción masiva .
Las dos últimas tienen la identidad sustantiva de la racionalidad
técnico-ahistórica burguesa aparecida tímidamente
en el comienzo de la cuarta etapa y que en la actualidad, en la sexta,
que comenzó en la segunda mitad del siglo XX, está generando
contradicciones crecientes entre la institución tecnocientífica
dominante y la praxis científico-crítica, como veremos más
adelante. De hecho, es entre los siglos XV-XVIII cuando el método
científico burgués se separa de los anteriores, cuyas diferencias
ha expresado así H. Selsam: "¿Qué cosa es el
conocimiento científico y cómo se alcanza? Los hombres sustentaban
innumerables creencia, muchas de las cuales son ciertas sin que por ello
sean científicas. Los hombres sabían de antiguo que el opio
producía sueño, que la quinina curaba la malaria (...) Conocer
simplemente un hecho no quiere decir que se posea conocimiento científico.
La ciencia no consiste en conocer una verdad, sino en conocer el por qué
de esa verdad. No se reduce a comprobar un hecho experimentalmente, sino
lo que lo liga de un modo sistemático a otras verdades en forma
tal que sea dable descubrir posibles errores" . Por ejemplo, con
la llamada "medicina cuántica" conocemos más profundamente
porqué los chamanes mesoamericanos y los delfines usan determinadas
algas contra dolencias relacionadas con lo que ahora entendemos como cáncer
de estómago.
Veamos cuatro cuestiones que explican parte de las condiciones que influyeron
en el actual método científico, y adelantan parte de las
contradicciones que analizaremos. La primera cuestión es que la
racionalidad burguesa no surgió automáticamente, como ninguna
otra anterior o posterior, sino que necesitó una acumulación
de experiencias como ha demostrado Braudel en su crítica a Sombart
sobre la relación entre capitalismo y la racionalidad implícita
a la herramienta y a los medios de cambio . La segunda es que esa racionalidad
fue condicionada por fuerzas que Mumford ha sintetizado en su obligado
texto fundamentalmente en la importancia del control del tiempo, del aumento
de la productividad del trabajo, de la guerra y del militarismo, y del
control y represión de las resistencias de las masas trabajadoras.
La tercera es que la formación de la racionalidad burguesa fue
acompañada y a su vez impulsó lo que A. W. Crosby ha denunciado
con toda la razón como el imperialismo ecológico y biológico
de Europa, en un proceso que se inició en el siglo X y que se mundializó
posteriormente. La cuarta es la expansión del patriarcado, marea
arrasadora ya estudiada y denunciada por la izquierda desde la mitad del
siglo XIX pero sistemáticamente silenciada o minusvalorada por
el pensamiento oficial.
Las tres primeras nos remiten a una concepción del mundo, valores
y criterios interpretativos, que iba gestándose un poco por delante
de racionalidad oficial y del método científico que, formalmente,
podemos datar en 1620 cuando Francis Bacon publicó su decisiva
obra Novum Organum. Las dos primeras son tan conocidas que no las desarrollamos;
la tercera empieza a ser valorada recientemente y es muy importante porque
muestra cómo el imperialismo biológico y ecológico
destruyó enormes cantidades de especies animales y vegetales; cómo
extendió enfermedades y desastres que no existían apenas
en otros sitios; cómo reforzó la creencia de superioridad
europea y de su "civilización cristiana" destinada a
"dominar" la naturaleza y al mundo, despreciando otras culturas
y reforzando el racismo occidental, su genealogía ,y, último,
cómo cerraba el círculo de superioridad occidental basada
en una interpretación idealista y psicologicista del conocimiento,
reforzada, según ha recordado M. Candel , por Descartes en el plano
teórico-"pienso luego existo"-- que relativizaba y despreciaba
además del trabajo manual.
La cuarta cuestión es sin embargo anterior a todas ellas y las
recorre internamente pues la racionalidad burguesa se asentó sobre
un sistema de conocimiento patriarcal adecuado a las nuevas necesidades
de reproducción en las que la familia moderna tuvo un papel vital
. La burguesía buscó antes que nada "constituir una
"fuerza de trabajo" (por lo tanto nada de "gasto"
inútil, nada de energía dilapidada: todas las fuerzas volcadas
al sólo trabajo) y de asegurar su reproducción (conyugalidad,
fabricación regulada de hijos)", según Foucault . Simultáneamente
se imponía una concepción casta y asexuada de la mujer que
iba desde la urbanidad doméstica hasta el control de las pulsiones,
como ha denunciado Julia Varela y que terminó creando el sentimiento
maternal , paradigma de la supuesta "inteligencia emocional femenina".
Podemos hablar así del inconsciente sexual del racionalismo moderno
al calor de la misoginia de la medicina y ciencia de entonces, según
E. Berriot-Salvadore y Anderson y Zinsser . Una parte considerable del
descrédito que sufre la institución tecnocientífica
surge, además del irracionalismo capitalista en la catástrofe
ecológica, biotecnologías de dominio masculino, etc., también
en el inconsciente sexual del racionalismo burgués, o como dice
Alicia H. Puleo, en la clave ontológica de la sexualidad y de la
lógica patriarcal.
3.- CONTRADICCIONES SOCIALES Y MÉTODO CIENTÍFICO:
En contra del relativismo postmoderno, las cuatro cuestiones no anulan
en absoluto la efectividad material del método científico,
por mucho que éste haya nacido dentro de la racionalidad burguesa
para acrecentar la productividad del trabajo, sino que explican las contradicciones
que permiten a las masas trabajadoras forzar un cambio en la explotación
asalariada. Que tal logro se sostiene en un aumento de la explotación
demuestra la existencia de contradicciones sociales, que la minoría
dominante se apropia del conocimiento práctico y teórico
de la mayoría, y que esta mayoría se resiste con más
o menos éxito a ser expropiada de su conocimiento y fuerza de trabajo
. Estas pugnas recorren la historia del trabajo y del pensamiento desde
que se impuso la explotación.
¿Anulan esas cuestiones el contenido de verdad del método
científico? No, porque el secreto radica en lo que A. Sohn Rethel
define como falsa conciencia necesaria que: "... no es una conciencia
defectuosa. Al contrario, es una conciencia lógicamente correcta,
inherentemente indiscutible. Su falsedad no se refiere a sus propias pautas
de verdad, sino a su existencia social (...) La falsa conciencia necesaria
es falsa no por defecto de conciencia, sino por defecto del orden histórico
de la existencia social que hace que sea falsa. La solución está
en un cambio de ese orden, un cambio que elimine las poderosas y enraizadas
características sobre las cuales puede demostrarse que reposa esta
causación" . Vemos que existe una contradicción restrictiva
y negativa entre la conciencia lógica e inherentemente indiscutible,
y correcta, y el orden histórico que hace que sea falsa. En el
contexto dado en cada momento histórico, esas pautas de verdad
se presentan constreñidas y falsificadas por el orden social dominante
que hace que la verdad que construye el conocimiento lógico e indiscutible
no pueda ser conocida como verdad práctica sino sólo dentro
de un marco social que pone esa verdad práctica y sus potencialidades
de emancipación al servicio del orden injusto. Se trata por tanto
de cambiar ese orden para que el conocimiento pueda desarrollar toda eficacia
liberadora ya que, bajo un orden injusto, deviene en instrumento de falsedad.
Veamos cuatro ejemplos al respecto. Uno: el sabio musulmán Alhazen
(965-1030) resolvió mediante la "invención" del
método científico , el debate sobre la naturaleza de la
visión y el origen y dirección de la luz, si va del ojo
al objeto o viceversa, cuestión debatida desde hacía 800
años cuando los griegos no pudieron llegar a ningún acuerdo.
Alhazen no especuló e invitó a personas a que miraran directamente
al sol. La evidencia indiscutible demostró que la luz parte del
sol y al llegar quema los ojos de las personas que lo miran sin ninguna
precaución. Mucho antes, los nómadas sabían que el
sol quemaba la piel y tomaban todas las precauciones posibles, pero no
sabían por qué quemaba la piel. Alhazen zanjó el
debate y aunque sus obras ayudaron mucho en Occidente, no ha sido hasta
el descubrimiento de la química científica y sus avances
cuando podemos protegernos mejor del sol. Sin embargo, el potencial liberador
implícito en sus descubrimientos no impide que la industria del
ocio obtenga ingentes beneficios a costa de los cánceres de piel
de decenas de miles de aborregados turistas que alienados por su falsa
conciencia necesaria desoyen las advertencias científicas sobre
los peligros de abusar del sol.
Dos: la tendencia a mejorar el trabajo intelectual para producir más
y mejor conocimiento en igual o menor tiempo. La historia de la escritura
muestra esa lenta y nunca segura tendencia que sí es manifiesta
en la preocupación romana por dotarse de un método de escritura
rápida capaz de dar salida a la creciente masa de información
que podía colapsar la administración republicana. En el
año 63 adne Tulio Tirón inventó las célebres
notas tironianas, antecedente de la taquigrafía actual, usado por
Julio César para agilizar su enorme trabajo diario . Hay que esperar
hasta el principio de simplicidad falsamente atribuido a Ockham (1300-1349)
--"una proclama anticipada de la oposición moderna a las hipótesis
innecesarias" -que racionalizar el esfuerzo intelectual evitando
el trabajo repetitivo y optando por las explicaciones más sencillas,
economía intelectual que Peirce, Poincaré, Wittgenstein
y otros muchos exigirían siglos después. Sin embargo, Ockham
y el nominalismo que defendía, fueron combatidos por Roma, y tan
tardíamente como 1473 fueron condenados por la Universidad de París.
Ockham había dado en una de las claves del pensamiento humano,
la de tender a la disminución del cansancio y del trabajo ingrato,
y sus escritos fueron propagándose pese a condenas y obstáculos.
Tres: las lecciones obtenidas por la ciencia en la II Guerra Mundial,
según J. D. Bernal al tener que solucionar vitales problemas en
muy poco tiempo: "La urgencia de la guerra confiere una importancia
cardinal a la práctica de introducir primero las mejoras allí
donde sea justo esperar los mejores resultados con el menor esfuerzo"
. Se puede decir, así, que el método científico es
la aplicación de la productividad intelectual al conocimiento humano
para aumentar su capacidad de solucionar problemas y satisfacer necesidades.
Bernal resalta que la libertad de debate, discusión y comprobación
experimental fue decisiva para el triunfo de la tecnología aliada
sobre la nazi en 1939-1945. Además: "Se descubrió que
los científicos eran mucho más intercambiables que lo que
podía hacernos sospechar su entrenamiento especializado; y que,
particularmente en lo que se refiere a las nuevas ramas del trabajo científico
de guerra-tales como la investigación operativa-los científicos
adiestrados en todas las disciplinas podían hacer aportaciones
igualmente significativas (...) La necesidad que existe de conservar la
flexibilidad de nuestro personal científico, evitando la especialización
excesiva e inculcando el método científico general en la
enseñanza" , enseñanza que Bernal entiende como un
sistema amplio y socializado de becas públicas para acelerar la
desaparición de la diferencia entre la actividad científica
y la no científica. Por último, y para no extendernos ,el
autor insiste en la necesidad de buenos sistemas de comunicación
y debate científico.
La burguesía apenas ha inculcado el método científico
general en la enseñanza, ha empobrecido la educación pública
y encarecido la privada; no ha disminuido la distancia entre la actividad
científica y la no científica y ha aumentado el analfabetismo
funcional y relativo, y su la industria político-mediática
posee los escasos medios de debate y comunicación científica,
cada vez más supeditada a las grandes corporaciones tecnocientíficas.
La evolución capitalista posterior a la II GM ha sido opuesta a
la que Bernal entendía como imprescindible para resolver los problemas
sociales con la práctica democrática de la ciencia. El método
científico confirmó en la II GM su veracidad efectiva para
vencer a la barbarie pero, nada más acabar la guerra, el orden
burgués cercenó esas potencialidades liberadoras e impuso
sus intereses minoritarios. El imperialismo británico ralentizó
su agotamiento gracias a la militarización de la ciencia desde
1946, entre otras razones. Así, la falsa conciencia necesaria volvía
por sus fueros ocultando y tergiversando la indiscutible lógica
del conocimiento.
Cuatro: el del genoma humano. Desde finales del siglo XIX la burguesía
reforzó su racismo y eurocentrismo con la excusa de la supuesta
confirmación científica de la "superioridad genética"
de la "civilización occidental". A la vez, esta mentira
sirvió para marginar y reprimir a minorías de todo tipo,
a mujeres, a grupos etno-nacionales diferentes, etc., dentro mismo de
occidente. Durante el siglo XX las izquierdas han demostrado una y otra
vez la falsedad científica del genetismo pero faltaba la definitiva
confirmación práctica que se ha obtenido sólo con
la elaboración del mapa del genoma. Sin embargo este paso cualitativo,
que confirma la verdad práctica del método científico,
no resuelve definitivamente ninguno de los tres grandes problemas inherentes
a la falsa conciencia necesaria operativa en el campo de la genética
y biotecnología. Uno, el control de las investigaciones por las
transnacionales y sus efectos políticos, económicos, militares,
éticos y morales ; dos, sus efectos sobre la opresión patriarcal
por la pervivencia de lo que Verena Stolcke denomina el sexo de la biotecnología
y, tres, la extensión de la bioesclavitud, de la dependencia de
la agricultura hacia el monopolio de las semillas por las industrias transgénicas.
El descubrimiento del genoma no resuelve por sí mismo estos y otros
problemas similares, porque nacen de la propiedad privada de los medios
de producción material e intelectual. Para que el descubrimiento
del genoma sirva efectivamente es necesario cambiar este orden social
y mientras tanto conquistar mejoras radicales que aseguren el control
democrático y popular en todos los asuntos.
Estos ejemplos nos remiten al desarrollo del conocimiento desde muy antiguo,
y a partir de un momento, a la aparición embrionaria del método
científico en cuestiones que siempre terminan remitiéndonos
a la práctica productiva. Igualmente apreciamos la complejidad
y diversificación crecientes en los problemas que se estudian y
se resuelven, en los métodos empleados y en las teorías
creadas. También vemos que, pese a esa ampliación y diversificación
de complejidad, siempre el método nos remite al mundo objetivo
material y simbólico, y a su unidad substantiva y, por no extendernos,
vemos que pese a los innegables avances en la veracidad práctica
del conocimiento, no se supera definitivamente la falsa conciencia necesaria.
Muchos ejemplos confirman estas lecciones, como Descartes, convencido
de la existencia de dios, avalista infalible de su método discursivo
pero, a la vez, él mismo, Descartes, "estaba capacitado para
"hacer" ciencia de calidad aunque su práctica real no
encajara con sus doctrinas acerca de cómo "debería"
hacerse" .
La producción y la vida exigen cada día más ricas
e interrelacionadas metodologías de práctica científica
que desbordan toda pretensión de fijar el potencial de conocimiento
en un único método. Los esfuerzos individuales para crear
un único y definitivo método, algunos muy meritorios, están
condenados al fracaso porque la práctica humana es cada vez es
más acelerada y más compleja en interacciones, de modo que
crece la urgencia de ampliar los métodos de investigación
en vez de reducirlos a uno. Como mínimo, debemos operar con tres
métodos específicos pero prácticamente interrelacionados.
El primero es el método universal que se ha ido perfeccionando
por la experiencia colectiva. El segundo es el conjunto de métodos
generales aplicados en los grandes bloques de ciencias diferentes, en
física, química, biología, etc. El tercero es el
conjunto de métodos concretos dentro de cada bloque de ciencias,
dentro de la física, química, biología, etc. Insisto
en la transitoriedad de lo dicho porque, de un lado, nuestra ignorancia
es enorme, y nuestro conocimiento contradictorio y pequeño, o como
afirma J. Maddox: "No existe ningún campo de la ciencia que
esté libre de ignorancias flagrantes, incluso de contradicciones.
Siguen existiendo abundantes cabos sueltos, que a lo largo de la historia
han dado origen a nuevas maneras de entender el mundo. En semejantes circunstancias,
¿quién puede creer que la ciencia de dentro de un siglo
será una insípida extrapolación de lo que ahora se
sabe?" .
Y de otro lado, el lenguaje tienen tan rica complejidad que las normas,
tradiciones, sentimientos colectivos, etc., pesan mucho dentro mismo de
la lógica racional de enunciación de las verdades, de modo
que, hasta el presente, han fracaso todos los intentos de construir un
lenguaje lógicamente puro al estilo del Círculo de Viena
y el empirismo lógico. La socialidad del lenguaje es tal que incluso
investigadores como Kuhn no pueden evitar que su más famosa y válida
aportación, el concepto de paradigma científico , tenga
diferentes interpretaciones y usos. También ha fracasado el determinismo
mecanicista, y se desarrolla cada vez más una metodología
capaz de estudiar cómo se expande y complejiza la naturaleza, cómo
emergen realidades nuevas, cómo, en suma, la naturaleza se autogenera
a partir de sus internas características en una dinámica
cada vez más estudiada . En este proceso se avanza de un conocimiento
a muchos, de una seguridad a muchas dudas e incertidumbres que también
son, relativa y dialécticamente, otras tantas verdades, de modo
que "el saber, cuando es verdadero, "toca" la realidad"
. En palabras de M. M. Rosental: "En este relativismo radica el carácter
concreto de los conceptos. Fuera de él y sin tener en cuenta la
movilidad, la flexibilidad de los conceptos, es imposible orientarse con
acierto en la realidad, donde cada fenómeno posee muchos vínculos
e interacciones con otros fenómenos y donde la interacción
condiciona el que aparezcan ora unos rasgos, propiedades y aspectos de
las cosas, ora otros. Por esto tampoco puede la ciencia operar a base
de un simple esquema: o verdad o error. Las cambiantes propiedades de
las cosas exigen del concepto de verdad una flexibilidad y un carácter
concreto máximos, pues también el concepto de verdad es
relativo: lo verdadero en determinado tiempo y en cierta conexión,
se convierte en error en otro tiempo y en una conexión distinta"
.
En cada uno de esos métodos encontramos constantes que sintetizamos
brevemente. Así, en el método universal o dialéctico,
según R. Rojas Soriano: El mundo, la realidad, existen independientemente
y con anterioridad al ser humano. La realidad es cognoscible. Los diversos
componentes de esa realidad se encuentran en relación y dependencia
mutua, formando un todo interrelacionado. Los conocimientos obtenidos
son válidos en un contexto histórico determinado, son verdades
relativas y no definitivas. La realidad está en permanente cambio
y transformación; la realidad es un proceso y no un conjunto de
cosas acabadas por lo que el conocimiento es también un proceso
y no un conjunto de datos acabados. El movimiento de lo real no surge
de una fuerza externa-dioses, espíritus o ideas-sino que es automovimiento,
movimiento producido por las contradicciones internas de la realidad.
La realidad se presenta en distintos niveles; el externo es el único
accesible a los órganos sensoriales. El criterio de verdad de los
conocimientos es la práctica, y ella-la práctica-es el criterio
de transformación de la realidad .
No podemos explicar cómo los métodos general y concreto
repercuten sobre el universal, cómo la dialéctica está
presente en los dos y cómo se basan en la razón materialista
y no en la especulación idealista para superar la falsa conciencia
necesaria. Sería largo siquiera resumir lo básico de los
métodos generales y concretos, y las constantemente nuevas hipótesis
sobre otros métodos, así que vamos a sintetizarlos en los
siguientes pasos, advirtiendo de su provisionalidad y limitación
impuestas por la naturaleza móvil, contradictoria y autocreativa
de la realidad objetiva:
1. Buscar la máxima información posible sobre la situación
presente del problema.
2. Estudiar la historia del problema, sus antecedentes y su evolución.
3. Estudiar las relaciones del problema con los problemas circundantes.
4. Estudiar qué grupo social-opresor u oprimido-ha obtenido u
obtiene algún beneficio del problema.
5. Evitar la dependencia o seguidismo de las superficiales y pasajeras
modas intelectuales sobre el tema.
6. Plantear las dudas y preguntas de manera sencilla y directa, sin
miedo a las respuestas.
7. Elaborar conjeturas e hipótesis razonadas y basadas en los
pasos previos citados.
8. Plantear primeras respuestas lógicas a esas conjeturas e hipótesis.
9. Desarrollar técnicas de verificación de esas respuestas
iniciales.
10. Verificar que esas técnicas y métodos son adecuados
a la fase de estudio alcanzada.
11. Realizar el estudio práctico e interpretar y valorar los
resultados.
12. Fijar el contenido relativo, concreto, objetivo e histórico
de la verdad obtenida.
13. Fijar las relaciones de esa verdad y su proceso con otros problemas
y sus verdades.
14. Plantear los nuevos problemas que surgen de esa verdad y de sus
efectos.
15. Evaluar sus efectos reales y posibles sobre los grupos opresores
y oprimidos.
16. Evaluar sus efectos reales y posibles sobre el medio ambiente y
la naturaleza.
17. Tomar medidas democráticas que beneficien a los oprimidos
y a la naturaleza.
18. Empezar de nuevo todo el proceso pero a escala más compleja
e interrelacionada.
Cotidianamente usamos partes de este método, y al aumentar nuestra
formación intelectual, la gravedad o urgencia de los problemas
a los que nos enfrentamos, tendemos a utilizar mejor la inducción,
la deducción, el análisis, la síntesis, la analogía,
las categorías filosóficas, las diversas lógicas,
las matemáticas y sus reglas, la teoría de los sistemas,
las leyes de la dialéctica, técnicas de memorización
y lectura rápida, la imaginación e intuición, etc.
Forzados por la necesidad de ahorrar trabajo y energía, de construir
técnicas que faciliten el mínimo esfuerzo, de descubrir
leyes científicas para aplicarlas cada vez más en beneficio
real de la humanidad y no de una minoría dominante, impelidos por
estas urgencias materiales y ético-morales, tendemos a perfeccionar
la "racionalidad teórica colectiva que es la ciencia",
según afirma J. Mosterín , racionalidad que tiene cinco
características: consistencia, pues no puede tener contradicciones
en su específico campo práctico; objetividad, pues en su
campo práctico debe ser correcta, realista y verdadera; universalidad,
pues debe valer en cualquier parte y debe aprender de cualquier sitio;
provisionalidad, pues debe revisar, criticar, cambiar y descubrir nuevos
conocimientos según las necesidades y, por último, progreso,
pues aunque se critiquen y abandonen las teorías superadas generalmente
se mantienen partes suyas, conocimientos prácticos que forman la
historia de los éxitos humanos en la lucha contra el dolor, el
hambre, el cansancio y la opresión.
Tendemos a utilizar estos y otros métodos porque, en cuanto tendencia,
su empleo es resultado de una lucha entre fuerzas opuestas. Las estructuras
sociales están diseñadas para impedir la materialización
óptima del conocimiento crítico, componente esencial del
método científico y de la praxis científico-crítica.
Las estructuras sociales son partes constituyentes del sistema capitalista
con la función de garantizar su continuidad mediante muchos instrumentos
e instituciones que imponen el miedo al pensamiento libre e independiente,
y la credulidad irracional. Según G. Puente Ojea:
"La explicación racional de lo existente se ha hecho ciertamente
más ardua, compleja y probablemente más problemática,
aunque jamás se desconfíe de la razón como la vía
privilegiada hacia el conocimiento y supremo juez de todo, incluida ella
misa. El nervio de la explicación racional sigue siendo la relación
de causalidad entre los fenómenos, porque la física cuántica-contra
lo que suponen muchos, incluidos algunos de sus iniciadores y promotores-no
anula la categoría de causalidad, sino que se limita a cancelar
la fe de la ciencia adolescente en la capacidad de predicciones seguras
en la aparición de los hechos. El célebre principio de incertidumbre
o indeterminación-es más adecuado hablar de incertidumbre
que de indeterminación en la mecánica de los cuantos de
energía, pues se trata de mediciones-no pone en cuestión
el concepto de causalidad, porque el azar es simplemente una causalidad
imprevisible, lo mismo que la mutación. Azares y mutaciones son
el extenso residuo escasamente probable de las regularidades estadísticas
de la naturaleza-donde sigue sin encontrar cabida la noción y la
realidad del milagro (sobrenatural), pese a la charlatanería de
algunos creyentes mal informados e incapaces de entender el significado
de las ecuaciones matemáticas de probabilidad (o improbabilidad)--
que describen los fenómenos".
4.- PODER TECNOCIENTÍFICO Y GLOBALIZACIÓN CAPITALISTA:
Por tecnociencia entendemos la institución que surge de la fusión
práctica entre la técnica y la ciencia planificada hacia
objetivos precisos. Aunque la definitiva irrupción de la tecnociencia
es manifiesta desde comienzos de la segunda mitad del siglo XX, sus primeros
y embrionarios desarrollos son muy antiguos, incluso cuando los concepto
de "técnica" y "ciencia" no eran en modo alguno
los actuales. Las primeras "tecnociencias" precapitalista son
las construcciones megalíticas que necesitaban planificar enormes
recursos materiales y simbólicos para su época. Después
vinieron los grandes edificios, almacenes, palacios, canales, regadíos,
murallas, puertos, faros, navíos, etc., en países como Egipto
hasta América pasando por China. En varias de ellos, Asiria sobre
todo, la planificación "tecnocientífica" fue ya
inseparable del papel decisivo del ejército y de la producción
mejorada de armas. Probablemente, el primer grupo interdisciplinar de
investigación y desarrollo del conocimiento metódico bajo
el imperativo del mercado y del dinero, fue el organizado por el griego
Dionisio I en el año 339 adne en Siracusa durante la guerra contra
Cartago , grupo internacional de técnicos, artesanos y expertos
pagados para optimizar la producción de armas y equipos bélicos.
La diferencia entre esta "tecnociencia" y la actual surge de
la ruptura de la praxis unitaria del conocimiento cuando una minoría
se apropia del proceso de producción material e intelectual. En
la cultura occidental Platón, especialmente en su obra La República,
teoriza el poder estatal que desprecia al pueblo, controlado por una minoría
selecta de "filósofos", legitimado a usar la mentira
contra el pueblo, que utiliza la educación para mantener y reforzar
la división clasista, que aplica la eutanasia racista, que separa
al "verdadero filósofo" del "curioso" y que
insiste en la imposibilidad de que el pueblo sea filósofo, que
exige una educación especial para los guardianes del Estado, etc.
. El grueso del pensamiento reaccionario occidental se ha alimentado de
estas ideas, y, además del desprecio al trabajo manual y exaltación
elitista del intelectual, también buena parte de la selecta posición
de los científicos actuales viene de la elevación de los
"filósofos" platónicos a clase dominante. La tecnocracia,
pieza clave del poder tecnocientífico, tiene en Platón a
su apologista más preclaro.
Otra característica de la ruptura de la unidad del conocimiento
social es el papel clave de la analogía militar, de la disciplina
en el campo de batalla, usada por Aristóteles en su Analíticos
segundos al exponer la formación de los conceptos . Platón
exaltaba la virilidad guerrera de los "filósofos" dirigentes,
pero Aristóteles le confirió rango normativo en su Política
al afirmar que el valor del hombre se muestra en su autoridad y el de
la mujer en su obediencia, y que la guerra obliga al hombre a ser justo
y templado, mientras que la paz, insolente . En Grecia, la derrota de
la democracia esclavista y el triunfo oligárquico y del imperialismo
alejandrino, militarizó el conocimiento dominante que, con altibajos
y cambios, se ha agudizado hasta el paroxismo actual. En China la lucha
campesina logró impedir el desarrollo de la esclavitud y, luego,
las masas armadas con la letal, barata y democrática ballesta impidieron
la militarización feudal al estilo occidental, con muy positivos
efectos sobre su calidad de vida y un desarrollo técnico superior
al europeo hasta el siglo XVII, como ha demostrado J. Needhan . Conviene
recordar que en Europa la Iglesia prohibió a las masas campesinas
el uso de la ballesta bajo pena de excomunión en el 1139, durante
el II Concilio de Letrán, facilitando el poder militarista del
feudalismo y, más tarde, de la burguesía renacentista.
Las tecnociencias concretas y la militarización del pensamiento
van ascendiendo simultáneamente en un proceso que es en sí
mismo parte, efecto y causa, de la expansión capitalista y de su
falsa conciencia necesaria. Un ejemplo muy citado de tecnociencia incipiente
es la construcción naval desde el siglo XVII, vital para la expansión
capitalista. Otro menos citado pero igualmente importante es el que, según
H. Duchhardt, constituye una decisiva unidad de conocimiento y poder al
integrar geometría, artes, matemáticas, fortificaciones
militares, estatalismo, Academias y cientifismo . Cuando en 1776 Boulton
invitó a Boswell a su fábrica en la que se producía
en serie la máquina de vapor de Watt, parece que le dijo: "aquí
vendo señor lo que todo el mundo desea tener: poder" . En
el siglo XIX se aceleró la formación de grupos tecnocientíficos
unidos al expansionismo burgués, siendo un ejemplo paradigmático
la química, metalurgia, física, electricidad y biología,
que muy pronto demostró sus usos en el control social, marginación
y represión . Sin embargo, todavía en esta época
de relativamente escaso desarrollo capitalista, el pese a todo creciente
poder tecnocientífico en algunas áreas no podía imponer
una total centralización y homogeneización de cuestiones
decisivas como son la unificación de pesas y medidas, de criterios
y normas de uso obligado de la tecnología, etc. Mientras en muchas
cuestiones se avanzaba en la unificación de normas, en otras fue
imposible porque aún las fuerzas productivas capitalistas no podían
desplazar definitivamente a los restos agónicos de modos de producción
anteriores, a tradiciones preburguesas y a intereses políticos
y económicos burgueses diferentes. Sánchez Ron nos recuerda
algunas de esas discrepancias: "el empleo de voltajes de 220 y 125
voltios, las vías ferroviarias anchas y estrechas, y el tráfico
por la derecha y la izquierda" .
Karl Marx fue el investigador que mejor y más radicalmente comprendió
y criticó el proceso objetivo e imparable de subsunción
del método científico en la producción capitalista,
en el capital constante o fijo, con las contradicciones de todo tipo que
ello supone. Bernal ha mostrado que una pequeña minoría
de científicos comenzaron a finales del siglo XIX a darse cuenta
de la gravedad creciente de su dependencia hacia el poder, sin embargo
la mayoría "trató de eludir la desagradable alternativa
planteada, refugiándose en su dedicación a las puras verdades
de la ciencia. Creyeron que si no se enriquecían personalmente
con sus descubrimientos quedaban de alguna manera libres de la acusación
de estar vinculados al empleo de la ciencia para el lucro privado"
. Según Marx la ciencia se integraba y crecía como parte
constitutiva de las fuerzas productivas burguesas, como una parte más
del capital constante o fijo, de las máquinas, instalaciones, almacenes,
etc. Los científicos se convertían en trabajadores asalariados,
aunque no fueran conscientes de ello; aunque sus sueldos fueran altos,
más altos eran aún los crecientemente mayores gastos en
infraestructura tecnológica para el I+D, y la función de
ambos, de los sueldos o capital variable y de los gastos en I+D o capital
constante o fijo, era y es-seguirá siendo dentro del capitalismo-aumentar
el beneficio, lo que hace que la crítica abarque a la técnica,
un instrumento para aumentar la productividad del trabajo debilitando,
desuniendo y explotando más intensa y extensamente a la clase trabajadora
. Veamos entre muchos, dos ejemplos.
Uno, los análisis de Engels sobre las relaciones entre economía,
guerra, política, técnica y ciencia , únicos en su
época, se confirmaron en 1914-1918, fecha oficial para muchos de
la definitiva militarización de la ciencia. Y otro, a mediados
del siglo XX los EE.UU, las grandes industrias agrarias y la "revolución
verde" producida por la tecnociencia aplicada a la agricultura, impusieron
a muchos países del tercer mundo una férrea bioesclavización
de semillas, llegando a negar toda ayuda humanitaria a la India en 1966
para hacer frente a la sequía padecida hasta que no aceptase el
poder de las agrobussines . No se hubiera llegado a ese nivel de agresión
sin la necesidad ciega del capitalismo de mantener la hegemonía
estadounidense, de romper la independencia alimenticia del tercer mundo
y de dar salida a sus semillas científicamente tratadas. La "revolución
verde", que terminó fracasando, fue el típico producto
de la tecnociencia de las grandes corporaciones de la agricultura capitalista
impuesto sólo gracias al poder industrial-militar estadounidense
y su tecnociencia bélica. Todavía sigue siendo válido
el pionero estudio de F. Sternberg sobre este período .
La expansión de la tecnociencia fue importante para que el capitalismo
saliera de la profunda crisis iniciada en 1929 que costó, como
mínimo, dos atroces guerras mundiales. Ha sido aún más
importante, casi decisivo, en la estrategia salvaje para salir de la crisis
iniciada entre 1968-1973, y es decisiva para intentar asegurar su buena
marcha desde finales del siglo XX. En 1970, el gran científico
Becrwith denunciaba en EE.UU que: "La industria farmacéutica
obtiene más beneficios que la mayoría de las industrias
de este país. Se dice siempre que buena parte de sus beneficios
se emplean en la investigación y en el desarrollo, pero, ¿hacia
dónde se orienta esta investigación? Una sociedad farmacéutica,
para ampliar eficazmente sus derechos de patentes, "investigará",
para modificar ligeramente un producto farmacéutico ya existente.
Así, de esta manera, podrá conservar la exclusividad de
la venta del producto considerado y conseguirá inmensos beneficios.
Lo mismo ocurre con la salida al mercado de combinaciones farmacéuticas
que se sabe no tienen ninguna efectividad determinada" . La industria
farmacéutica aplicaba las trampas típicas de cualquier industria
para aumentar sus inmensos beneficios variando el nombre, la forma, la
presentación, algunas características secundarias, etc.,
de sus productos anteriores pero aumentando su precio. Otras empresas,
también la farmacéutica, introducían masivamente
las nuevas tecnologías y el "enfoque científico de
la producción" para aumentar su productividad amenazada por
la japonesa y euroalemana que crecían mucho porque, entre otras
razones, invertían en el "enfoque científico de la
producción" civil pues los EE.UU cargaban con el grueso del
gasto de la producción militar.
La respuesta estadounidense fue endurecer la guerra fría y multiplicar
las inversiones en tecnociencia militar para acorralar a la URSS y para,
mediante la aplicación industrial de su tecnología militar,
fortalecer su hegemonía. Esta decisión bien pronto afectó
al diseño tecnológico en tres facetas que condicionarían
su posterior desarrollo: "todos los problemas tienen solución
tecnológica; la mejor solución es la más compleja;
si se puede hacer, se debe hacer" . La primera es una tendencia de
nuestra especie. La segunda refleja tanto los intereses empresariales
pues a mayor complejidad mayores subvenciones y ganancias, como el monopolio
burgués pues a mayor complejidad menor accesibilidad de las masas
oprimidas e incultas. No podemos extendernos en un problema que siempre
ha aparecido en la tecnología militar y es que, cruzado un umbral
que depende de cada tecnología, la mayor complejidad deviene en
menor eficiencia. La tercera es la fusión entre la lógica
económica y la militar, ambas capitalistas, desapareciendo toda
precaución por sus efectos futuros. Además, la desproporción
entre el poder y el deber hacer multiplica las gigantescas inversiones
para su producción y la necesidad de un severo control de quienes
critican tanto irracionalismo. J. Steinberger ha descrito la total censura
sufrida por él y otros grandes científicos críticos
con la evolución de la ciencia militarizada que, según F.
Barnaby, ha absorbido una descomunal cantidad de fuerza de trabajo intelectual:
"un 20 por ciento de los mejores especialistas se dedican sólo
a desarrollar armas nuevas y las tecnologías que las respaldan,
o a mejorar las ya existentes. Si sólo se incluye a los físicos
e ingenieros, que se encuentran a la cabeza de las innovaciones tecnológicas,
el porcentaje es mucho más alto: según algunas estimaciones,
nada menos que el 50 por ciento" .
Bien pronto la tecnociencia militar puso a disposición de la industria
"civil" una enorme cantidad de nuevas tecnologías aplicadas
sobre todo por grandes corporaciones transnacionales estrechamente relacionadas
con el imperialismo estadounidense. La globalización tiene aquí
uno de sus orígenes inmediatos: la decisión del capital
financiero norteamericano para recuperar su tasa de beneficio y su hegemonía
mundial. De entre las muchas tecnologías militares destacan ordenadores,
chips y satélites, como indica S. Strange . La globalización
financiera hubiera tardado mucho tiempo en desarrollarse sin esas tecnologías
de origen militar. Tampoco la pomposa e inflada "nueva economía"
hubiera existido sin Internet, otro desarrollo militar. Podemos seguir
exponiendo la influencia determinante de la tecnociencia militar pero
citamos el último ejemplo: "Más de 25% del producto
mundial bruto depende directamente de nuestra comprensión de la
mecánica cuántica; donde esté un transistor, un láser,
una resonancia magnética, ahí está la presencia de
la mecánica cuántica. La mecánica cuántica
nos ha dado una comprensión cuantitativa de la materia y con ella
herramientas esenciales de la física, la química y la biología
para el avance de la tecnología que Planck ni siquiera imaginó
cuando buscaba explicar la radiación de un cuerpo caliente"
.
El "enfoque científico de la producción" debe
aceptar el mando del empresario "civil" o militar, privado o
público, estatal o internacional. La ciencia asalariada desarrolla
sus propios "circuitos" de exclusividad y aceptación,
similares a los de los maestros artesanos del medievo, los técnicos
de la primera revolución industrial, los colegios de arquitectos,
médicos, abogados, etc. Entre los científicos es vital pertenecer
al circuito adecuado que le garantice la mejor y más reciente información:
"algunos investigadores afirman que es casi imposible competir en
la mayoría de los campos de la ciencia sin haber entrado en un
circuito. El 95% de los buenos resultados se obtiene en el 2% de los laboratorios.
Éstos son los que tienen jugadores en el circuito" . La literatura
especializada está repleta de estudios sobre las ásperas
disputas de poder en los circuitos, de las tácticas, artimañas
y mentiras de los científicos para mantener o aumentar su prestigio
y su sueldo . Estos comportamientos son inevitables porque la asalariarización
de la tecnociencia impone que sus trabajadores presionen y negocien con
su patronal, y disputen entre ellos sin ninguna o muy poca solidaridad
progresista, como en cualquier otra empresa.
El capitalismo actual no ofrece a los empresarios garantías suficientes
para que arriesguen grandes inversiones en nuevas tecnologías que
son una de las fuerzas impulsoras del desarrollo científico. La
financiarización aumenta la "inestabilidad intrínseca"
del capitalismo que frena la confianza de los empresarios medios y pequeños
en su sistema, empujándoles invertir poco en nuevas tecnologías.
En EE.UU, por ejemplo, la innovación tecnológica en la producción
"civil" es tan lenta que afecta a un sector muy reducido de
su economía que oscila alrededor de sólo el 12% del total
. Ello no significa que se detenga el avance científico, sino que
éste se escorará aún más hacia las necesidades
burguesas acortándose de las distancias entre ciencia pura, ciencia
aplicada y tecnología, y aumentando la centralización y
concentración tecnocientífica. Actualmente, cuatro de los
seis hiperordenadores más potentes del mundo, capaces de realizar
billones de cálculos por segundo, están exclusivamente dedicados
a las tecnociencia militar y en concreto a las armas nucleares, y funcionan
en base a un plan integral de una década de duración de
ahora en adelante. El monopolio militar de la "mejor" tecnología
hoy existente se está reforzando al máximo con la nueva
estrategia imperial de EE.UU .
Aunque los Estados se reserven poderes tecnocientíficos y sean
imprescindibles para las enormes inversiones en I+D, aun siendo así,
son Estados burgueses, fieles a su clase, que no van a permitir que las
masas oprimidas se apropien de las tres grandes áreas científicas
como informática, biomolecular y cuántica . Las prioridades
en I+D en EE.UU son inseparables de sus problemas estratégicos
y de la concepción del mundo capitalista, priorizando las tecnologías
cuánticas, la comprensión de los sistemas complejos, la
aplicación de la física a la biología, la creación
de nuevos materiales, la exploración del universo y la unificación
de las fuerzas de la naturaleza. Otras investigaciones-salud, alimentación,
catástrofe ecológica, educación, energías
limpias, tecnologías blandas, redes de comunicación democrática,
etc.-aunque están relacionadas objetiva y naturalmente con las
investigaciones anteriores, son vitalmente urgentes para la humanidad,
pero se desarrollan mucho menos, o prácticamente nada. Según
el Informe sobre el Desarrollo Humano 2001, poco sospechoso de radicalismo:
"Sólo el 10% de la investigación médica mundial
se centra en enfermedades (como la malaria) que representan el 90% de
la carga de enfermedades mundial" . Sin embargo, la privatización
de la biotecnología es defendida incluso por científicos
de la talla de S. Grisolía porque: "hay una red intrincada
entre ciencia y beneficio económico" .
Pero los frenos al desarrollo científico liberador también
surgen de la propia institución tecnocientífica por medio
de, uno, los sistemas oficiales de designación de inversiones,
recursos, prioridades, etc., optando por los que rinden más beneficios
inmediatos y palpables: "el sistema está primando un tipo
de actividad científica que produce muchas y muy efímeras
aportaciones ("fungibles" llamaríamos), en detrimento
de aquellas otras de más larga duración ("inventariables")"
. Otro, el monopolio de las teorías en desarrollo por muy pocas
empresas editoras que silencian lo que no les conviene y potencian lo
que les interesa, un control tal que ya ha generado un fuerte movimiento
crítico a favor del debate mundial democrático y público
. Además, el potencial creativo del método científico
está cercenado por el saqueo y expolio intelectual que el imperialismo
ejerce contra el resto del planeta, expropiación intelectual que
se ha futilizado bajo el tramposo calificativo de "fuga de cerebros",
cuando lo que existe es un mercado de cerebros . Por último, también
frena el avance científico la tenaz oposición patriarcal
que pudre buena parte de las raíces del conocimiento humano y restringe
la eficacia del método científico actual, válido
pero necesariamente mejorable .
Marx y Engels tienen más razón a comienzos del siglo XXI
que en la segunda mitad del XIX. El capitalismo ya no potencia al máximo
las capacidades intelectuales humanas, sino sólo aquellas que le
convienen; vigila y controla férreamente las que no controla del
todo, y reprime o condena al olvido aquellas que no puede controlar o
no son rentables. A escala planetaria las fuerzas productivas capitalistas
se han convertido en fuerzas destructivas, mientras que sólo siguen
siendo limitadamente expansivas en contados y cada vez más reducidos
espacios. La catástrofe ecológica es un ejemplo incontrovertible
que nos obliga a criticar la "ciencia normal", pues, según
Funtowicz y Ravetz: "la realidad externa no puede ser manipulada
a voluntad, y no podemos ignorar las restricciones de un ambiente global
que nos alimentará o destruirá de acuerdo a nuestra sabiduría.
(...) tanto en la esfera social como ambiental, la realidad finalmente
volverá a irrumpir. Enfrentamos la tarea de hacer que surja un
sistema científico que pueda resolver las nuevas contradicciones
de nuestra situación global, ahora particularmente agudas pues
la "normalidad" ya no es una opción. Por artefactual
que sean sus formas elaboradas la calidad tiene una raíz en la
realidad, denominada sobrevivencia".
5.- INDEPENDENCIA NACIONAL Y PRAXIS CIENTÍFICO-CRÍTICA:
Como hemos adelantado al final de la Presentación, también
en Euskal Herria tuvimos una inicial experiencia de un embrión
de poder tecnocientífico, pero limitaciones objetivas y subjetivas
de todo tipo, socioeconómicas, espacio-temporales, conceptuales,
de clase y de nación, patriarcales, etc., la hicieron fracasar.
La minoría ilustrada que en 1765 fundó la Real Sociedad
Bascongada de Amigos del País sólo podía tener una
muy simple mentalidad burguesa comercial, pero absolutamente ninguna mentalidad
y concepción burguesa industrial, y menos aún su decisivo
componente interno básico de convertir la capacidad humana de creación
intelectual en una mercancía sujeta al beneficio burgués
y, a la vez, por ello mismo, en un componente decisivo del capital constante,
componente que ya empezaba a crecer en otros capitalismos y que se generalizaría
desde el último tercio del siglo XVIII con la Revolución
Industrial. Tanto el débil capitalismo vasco de entonces, como
la estructura sociopolítica del Antiguo Régimen pasando
por el contexto internacional y la hondura de la alienación religiosa
y de la ignorancia popular, estos y otros condicionamientos, lo impedían.
La guerra de resistencia nacional de 1832-36, que también fue guerra
interna entre bloques sociales vascos opuestos, avivó las preocupaciones
lingüístico-culturales vascas, especialmente de sectores autóctonos
cultos, conscientes de la extrema gravedad del rápido retroceso
y exterminio del euskara y de la identidad vasca. La victoria militar
española facilitó, entre otras agresiones que no podemos
exponer aquí, el cierre de la Universidad de Oñati en 1842
obligando al estudiantado a ir a universi-dades tan lejanas como Zaragoza,
Salamanca, Valladolid y otras. Sólo en 1867 apareció el
proyecto de Universidad Vasco-Navarra para los cuatro herrialdes, sita
en Iruñea, cuyo ayuntamiento ofreció tres millones de reales
y amplios terrenos. Pero el proyecto se fue al traste con los avatares
políticos de septiembre de 1868. En 1870 Madrid prohibió
que las universida-des libres dieran grados y titulación académica.
La incipiente Universi-dad Vasca de Gasteiz se negó a cumplir la
orden y funcionó hasta 1872, comienzo de la segunda guerra de resistencia
nacional, la de 1872-76. Por su parte, las Juntas Generales de Bizkaia
decretaron en 1870 la creación de una Universidad con capacidad
para graduar, decisión duramente contestada por Madrid que destituyó
a su Diputado General. Como respuesta vasca, en plena guerra se reabrió
oficialmente la Universidad de Oñati. Sin embargo, era un sistema
educativo castellano para la minoría rica del País: en 1875
de los 186.000 habitantes de Bizkaia, 125.500 eran analfabetos y abrumadoramente
euskaldunes.
La fulgurante derrota francesa frente a Alemania en 1870-71 tuvo efectos
terribles sobre la producción lingüísitco-cultural
en Iparralde. París dedujo que una razón del estrepitoso
fracaso era la superioridad educativa alemana con su militarismo y excelente
formación tecnocientífica en química, metalurgia
y mecánica. Ese sistema, sin ser todopoderoso en adoctrinamien-to
pues la burguesía necesitó de la dictadura de 1878-90 para
debilitar al movimiento obrero, sí permitió un gran avance
industrial, técnico y científico que superó a Gran
Bretaña. El pedagogo Jules Ferry lo adaptó al Estado francés
que lo aplicó contra Iparralde, Bretaña, Córsica,
Occitania, territorios de ultramar y masas francesas. Mientras, en Hegoalde
Cánovas exponía públicamente en 1880 las medidas
de liquidación político-cultural: ejército de ocupación
permanente, obligación de aprender castellano y obligación
a los sacerdotes de usar el castellano en púlpitos y sermones.
Conforme nacía la industria, la burguesía vasca empezó
a preocuparse por la educación moderna de sus hijos y desde 1886
pudo ingresarlos en la muy elitista, cara y castellana Universidad jesuita
de Deustu mientras sólo en 1901 las Diputaciones y muchos Ayuntamien-tos
tomaron a su cargo las escuelas municipales de educación primaria.
Además, en 1902 Madrid impuso que toda la educación se diera
exclusivamente en castellano, y desde las Diputaciones, Cajas de Ahorro,
grupos católicos, asociaciones médico-educativas y damas
burguesas, se lanzó un programa extraescolar para suplir el hecho
de que la inmensa mayoría de familias trabajadoras no llevaban
sus hijos a las escuelas, a lo sumo un curso o dos pa-ra ponerlos a trabajar
justo con once años. En 1916 el analfabe-tismo era del 43,41% en
Nafarroa, el 40,79% en Bizkaia, el 40,68% en Gipuzkoa y el 32,37% en Araba.
Las mujeres eran mayoritarias en esos fríos porcentajes de analfabetismo
porque acudían mucho menos a las pocas escuelas existentes.
La despreocupación burguesa por un sistema educativo que integrase
la formación científica con la técnica dentro de
una estrategia de recuperación lingüístico-cultural
era, como se aprecia, total, pero además sus consecuencias destructivas
sobre la capacidad de producción de conocimiento científico
euskaldun se multiplicaban por la presión negativa de tres factores:
uno.la inmensa fuerza alienadora de la Iglesia con su sistema educativo,
que le daba un poder estremecedor para imponer una educación extranjera,
reaccionaria, machista e idealista. Si damos al año 1900 el índice
100 de religiosos, en 1930 éste era de 149. En 1900 daban clases
75 religiosos por cada 10.000 habitantes, subiendo a 161 en 1930. Difícilmente
podemos imaginar el daño que este poder alienador ha hecho contra
la capacidad del conocimiento científico en Euskal Herria. Otra,
el españolismo del PSOE y UGT, y en menor medida por el anarquismo.
Aunque tenían programas y reivindicaciones más o menos precisas
sobre otro sistema educativo-sobre todo el anarquismo--, eran totalmente
refracta-rios a la cultura e identidad vascas, y el PSOE muchas veces
declarado enemigo de la misma desde posturas racistas españolas.
Y última, la acción antivasca de Madrid con la ayuda inestimable
de la burguesía vasca. La dictadura de Primo de Rivera en 1923-30
cerró 34 sedes nacionalistas en Bizkaia, clausuró el periódico
independentista Aberri mientras el regionalista Euzkadi fue tolerado a
condición de escribir sólo en castellano, imposición
que aceptó. Bajo la protección de la dictadura, en Donostia
se celebró el "día de la españolidad";
en Bizkaia la nueva Diputación se opuso a la creación de
la Universidad Vasca y a que se concediera más ayuda económica
a la Sociedad de Estudios Vasco. En 1926 se obligó a quienes defendían
las lenguas no castellanas a integrarse en la Real Academia Española.
Y aunque en 1929 se suavizó ligeramente la represión, en
1932 el donostiarra Idiakez fue condenado a 21 años de prisión
por hablar en euskara en un juicio. No es de extrañar que el Padre
Bernardino de Estella, del sector más blando del nacionalismo vasco,
publicase en 1931 una "Historia vasca" acusando a las clases
altas e influyentes del País del retroceso del euskara. Desde 1936,
el franquismo arrasó el sistema educativo, cultural y científico
expulsando nacionalistas, revolucionarios y demócratas; desmembró
Hegoalde al repartir sus colegios y universidades entre Zaragoza y Valladolid;
potenció las universi-dades privadas político-religiosas,
como la del Opus Dei, y el poder absoluto de la Iglesia; condenó
el euskara a la privacidad y prohibió cualquier investigación
científica en euskara....
La supuesta "transición democrática" tuvo un objetivo
estratégico doble en la descentralización del plomizo mastodonte
franquista: uno, impedir que Hegoalde conquistara la unidad político-territorial
vital para crear la Universidad Nacional Vasca, abortando la posibilidad
de un programa educativo nacional único e imponiendo las ridículas
UPNA y UPV y, otro, impedir que Estatuto y el Amejoramiento dispongan
de un poder educativo e investigador euskaldun, sujetándoles con
múltiples cadenas al poder educativo español. Simultáneamente,
en Iparralde el Estado francés ha mantenido la política
de empobrecimiento intelectual y científico de siempre. De este
modo, a comienzos del siglo XXI Euskal Herria se enfrenta sin recursos
propios a los retos, necesidades y riesgos provenientes del desarrollo
tecnocientífico. Solamente la burguesía de la CAV ha impulsado
parcialmente un sistema educativo en el que la formación técnica
de la juventud obrera está en función de las duras disciplinas
laborales y productivas del capitalismo actual, y también ha desarrollado
muy reducidos programas de I+D siempre relacionados con las necesidades
urgentes del beneficio empresarial inmediato. Aparte de esto, nada más
excepto una mentirosa propaganda institucional destinada a ocultar la
consciente dependencia tecnológica y científica vasca de
la tecnociencia extranjera.
Se constata, pues, un retroceso entre la voluntad pro-científica
de los fundadores de la Real Sociedad Bascongada en 1765 y la de la burguesía
actual. Aquella minoría ilustrada no dudó en afrontar algunos
riegos pequeños al chocar con la Inquisición y el oscurantismo
de otros sectores dominantes, pero lo hizo. Esa minoría no podía
superar la síntesis social preindustrial de su clase de pertenencia,
y pese a ello no sólo se esforzó en avanzar sino que además
asumió la defensa y propagación del euskara. La burguesía
comercial de mediados del siglo XIX e industrial desde finales de ese
siglo, no asumieron nunca riesgo alguno. Al contrario, realizaron una
alianza simbiótica con los Estados español y francés,
y participaron activamente en la persecución del euskara. Incluso
ni en la crucial guerra nacional contra la invasión franquista
de 1936-37 la mediana burguesía peneuvista se atrevió a
reprimir el tremendo sabotaje y espionaje industrial, tecnológico
y científico realizado por la burguesía pro-franquista,
y tampoco usó los recursos disponibles para producir buenas armas
y equipos. Más tarde, cuando el franquismo se hundía, pero
volvió a retroceder y salir en defensa de Estado español.
Y otro tanto ha ocurrido, con algunas diferencias, a finales del siglo
XX con la esperanza de Lizarra-Garazi.
Fue el interés de clase de la burguesía vasca, el que le
llevó a apostar por los Estados español y francés,
abandonando cualquier proyecto científico nacional vasco, negando
a nuestra nación toda posibilidad de decidir ella misma su práctica
científica. Para finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, ya
se había agotado la voluntad de independencia técnica y
científica del bloque de clases dominante vasco. Conviene recordar
que entonces se inició la revolución industrial basada en
la previa innovación tecnológica, y que a comienzos del
siglo XIX, el Estado francés desarrolló la primera aplicación
militar-industrial de la química a gran escala creando un poder
tecnocientífico imprescindible para su imperialismo. Desde entonces
ha aumentado la distancia entre la capacidad de la ciencia controlada
por la burguesía, y la capacidad de nuestro pueblo para elaborar
una ciencia emancipadora. Se trata, por tanto, de desarrollar una alternativa
diferente basada en una fuerza popular y clasista mayoritaria que desarrolle
la praxis científico-crítica colectivamente.
Esta praxis no es utópica, sino que viene impulsada por la evolución
de las contradicciones del poder tecnocientífico actual. De hecho,
una obsesión de este poder es detener la tendencia al alza de la
praxis científico-crítica impulsada por las demandas de
movimientos democráticos, populares, ecologistas, sindicales, feministas,
etc., y por la concienciación interna de muchos trabajadores de
las industrias tecnocientíficas. Existe una interna relación
entre el desarrollo del capitalismo y de las clases trabajadoras con la
tendencia al aumento de la praxis científico-crítica, del
mismo modo que, a escala más amplia, también existe otra
interna relación entre el desarrollo de las fuerzas productivas
y de las relaciones sociales de producción con el desarrollo tendencial,
en Occidente, de varios tipos históricos de racionalidad entre
los que destacamos los tres cualitativamente definidores como son la racionalidad
contemplativa esclavista y feudal, la racionalidad técnico-ahistórica
burguesa y la racionalidad histórico-práctica socialista.
La praxis científico-crítica ha surgido de la denuncia de
la racionalidad burguesa y es inseparable de la racionalidad histórico-práctica
socialista.
Hablamos de una tendencia social e histórica, es decir, de un proceso
que puede estancarse, retroceder y hasta extinguirse por factores internos
o ser destrozado por fuerzas externas. Pero también puede ser guiado
e impulsado hacia delante. De hecho, nuestra evolución lingüístico-cultural,
educativa, técnica y científica sólo se comprende
estudiando los efectos negativos impuestos por los poderes español
y francés, y por la estulticia y dejadez de la burguesía
vasca. No es posible separar nuestro presente científico y técnico,
y de su base lingüístico-cultural, educativa, universitaria,
etc., de los determinantes estructurales impuestos por la opresión
nacional y el desarrollo del capitalismo, y tampoco es posible impulsar
una alternativa a la miseria cultural, intelectual y científica
actual que no parta de las contradicciones históricas que nos condicionan
y de las fuerzas populares, sociales y clasistas, el pueblo trabajador
en su conjunto.
Por su contenido popular, dicha alternativa debe abarcar la totalidad
social, debe movilizar todos los recursos disponibles, crear los necesarios
e intervenir en todas las facetas cotidianas porque la capacidad de producción
de pensamiento y de ciencia progresista de un pueblo depende antes que
nada de su vida toda, de su totalidad de actos y formas de vida. Mientras
que en el esclavismo y feudalismo, y en la racionalidad burguesa, sólo
se activan algunos pocos componentes del pensamiento de algunas contadas
personas, la praxis científico-crítica amplía masivamente
la creatividad intelectual de las masas. Aun y todo así, esta multiplicación
de la creatividad será limitada en comparación a la que
existirá en la sociedad comunista mundial. Mientras que nuestro
pueblo avance en su independencia nacional y recuperación lingüístico-cultural,
en la emancipación del trabajo, en la liberación de la mujer,
etc., en ese camino, todavía sus potencialidades de creatividad
de un nuevo pensamiento científico estarán mermadas, aunque
cada vez menos, por los efectos perniciosos de la mercantilización
y reducción de la cualidad humana como valor de uso creativo a
simple cantidad como valor de cambio mercantil.
Por tanto, debemos superar estas limitaciones históricas gracias
a una intervención planificada en la que se desarrollen simultáneamente
diversas líneas de potenciación de la praxis científico-crítica
al amparo de los recursos ofrecidos por las conquistas democráticas,
por el poder popular, por las asambleas de base y por el Estado vasco
en proceso de autoextinción. En esta dinámica es muy importante
que se obtenga la máxima simultaneidad posible en la velocidad
de avance y extensión social de las diversas líneas de potenciación,
porque en el campo específico de la creatividad intelectual y científica
lo decisivo es que la sociedad desarrolle armónicamente sus potencialidades
plurales, polícromas y multifacéticas. De lo contrario,
repetiríamos los errores y vicios de la racionalidad esclavo-feudal
y burguesa. Por tanto, el orden de exposición de los puntos siguientes
sólo indica su importancia en cuanto a que atañen a problemas
incrustados profunda, mediana o superficialmente en las raíces
de la situación que padecemos.
Uno, realizar un exhaustivo censo de las infraestructuras, fábricas
y tecnologías duras, autoritarias, derrochadoras y contaminantes
instaladas e impuestas por el poder tecnocientífico y desarrollista
burgués; de las trabas y limitaciones estructurales legadas por
la dominación española y francesa. Realizar un exhaustivo
estudio crítico del sistema educativo y universitario, en I+D privado
o público, sanitario, medioambiental, laboral, doméstico,
etc., legado por el poder anterior. Investigar las relaciones de las empresas
vascas que intervienen en estas y otras áreas, y sus beneficios,
con las grandes transnacionales tecnocientíficas y los beneficios
que obtienen. Elaborar una programa nacional vasco alternativo a todo
lo anterior.
Dos, programas intensos de discriminación positiva de la mujer
en todos los aspectos y sobre todo en su educación, libertad de
pensamiento y acción y participación en igualdad de condiciones
en todo lo relacionado con la producción de conocimiento y ciencia.
Especial importancia tiene en esta área la superación del
lenguaje machista y la investigación práctica --ontológica,
epistemológica y axiológica-- de una nueva forma de pensar
y hacer ciencia no penocéntrica.
Tres, desmercantilización procesual de la existencia, es decir,
reducción paulatina bajo el control director de la democracia socialista,
de la ley del valor y del valor de cambio con especial insistencia en
la independización progresiva del poder del dinero de los sistemas
educativos, universitarios, centros de I+D y empresas. Se trata de desarrollar
prácticas de pensamiento que no estén internamente condicionadas
por la ideología del enriquecimiento individual sino por la filosofía
del bienestar colectivo y de la calidad de vida. Una tarea fundamental
es este punto es extender la desmercantilización de la naturaleza
en cuanto realidad contextual incompatible con el imperio del dinero,
y sólo compatible con una forma no consumista ni desarrollista
de la existencia humana.
Cuatro, superación procesual de la escisión entre el trabajo
intelectual y el trabajo manual, potenciando la formación global
e integral, polifacética y sistémica, desde la primera educación
hasta las aportaciones sociales de las personas mayores, pasando por el
resto de la existencia colectiva y especialmente en el trabajo, sin olvidar
el mismo diseño de los productos domésticos, de entretenimiento
e industriales, del urbanismo y transportes, etc. Se trata de avanzar
en la reunificación de las potencialidades físicas con las
mentales en todas las circunstancias de la vida impulsando la simplicidad
y el multiuso de las cosas, su duración, su fácil manejo
colectivo e integrado en redes democráticas, acelerando la extinción
paulatina de las especializaciones artificiales e innecesarias y buscando
prioritariamente la reducción drástica de las infinitas
dependencias de las gentes hacia los técnicos, especialistas, científicos,
directores, etc., a la vieja usanza del poder tecnocientífico burgués.
Cinco, desarrollo de un sistema educativo integral que potencie además
de la reunificación de la mano con la mente, también los
valores culturales y humanistas antes que los profesionales y especialistas.
Que enseñe a usar, criticar y enriquecer los métodos de
pensamiento científico, que los recicle y actualice, y que enseñe
las internas conexiones entre política, ciencia, ética y
estética, es decir, la integralidad pluriforme de la especie humana.
Sistema educativo reforzado por unos medios de comunicación social
cultos e independientes, democráticos y no supeditados a los poderes
del dinero, que impulsen la reflexión colectiva sobre los avances
científicos y técnicos y que critiquen pedagógicamente
el irracionalismo obscurantista en todas sus formas.
Seis, apoyo a cuantos colectivos que se formen para incidir en los problemas
científicos y técnicos que les afectan directamente. Especial
importancia tiene la autorganización de las mujeres, de la clase
trabajadora en sus empresas y de las personas mayores en su vida cotidiana.
Uno de los objetivos básicos ha de ser la reducción drástica
de los accidentes domésticos y laborales, la reducción drástica
del esfuerzo superfluo y el aumento del tiempo libre mediante la racionalización
y mejora cualitativa de infraestructuras, casas, transportes, centros
de trabajo, bienes y objetos de uso cotidiano, etc. También tienen
importancia la organización interna de los trabajadores en la tecnociencia
y sus empresas, y su organización externa, sus relaciones con os
grupos de usuarios, con los sindicatos y colectivos de todo signo.
Siete, elaboración de una política oficial de I+D basada
en las tecnologías blandas, horizontales y limpias, y en métodos
científicos que, además de lo visto, apliquen el principio
de precaución ante los efectos a medio y largo de sus investigaciones.
Una política científica de reducción drástica
de toda contaminación y sobrecarga de la naturaleza, y de máximo
ahorro y racionalización del consumo energético investigando
el reciclaje y la retroalimentación. Una política que aplique
el principio ético de prioridad del bien colectivo y medioambiental
sobre el lucro individual y que posponga todo programa I+D al resultado
del debate colectivo garantizado por la equidad de la democracia socialista
y por la formación científico-humanista del pueblo.
Ocho, establecimiento de lazos internacionales de solidaridad práctica
y ayuda y colaboración técnica y científica con los
pueblos y naciones, clases trabajadoras y grupos sociales que lo deseen,
así como una sistemática intervención en foros, congresos,
reuniones y asociaciones internacionales progresistas.
Estas y otras medidas no resuelven automáticamente los problemas
a los que nos enfrentamos, por lo que sigue en pie la necesidad de la
intervención consciente de las masas trabajadoras en este decisivo
asunto, vigilando desde la base los innegables riesgos de alejamiento,
burocratización y privatización burguesa de las capacidades
creativas del pensamiento humano. Pero, con anterioridad a todo ello,
es imprescindible que desde ahora mismo, incluso antes de lograr la vital
independencia vasca, avancemos en conquistas parciales, organizaciones
de base, divulgación de objetivos y métodos, críticas
y denuncias del sistema dominante, propuestas prácticas transitorias
en todos los asuntos relacionados con los ocho puntos y con otros más
que no se citan. Sin estos pasos previos el resto será mucho más
difícil y lento. Lo decisivo es que las clases trabajadoras y el
pueblo en su conjunto comprendan que es posible y necesaria una política
de emancipación científica y tecnológica. Sin esta
conciencia ni siquiera llegaremos a esos pasos previos.
EUSKAL HERRIA, 2001-08-11
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