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Apartir de mañana se celebra en La Habana el II Encuentro Mundial de Amistad y Solidaridad.
Cuba sigue representando ejemplo de coherencia, resistencia y dignidad frente la política genocida del imperialismo yanqui, y frente a las políticas emanadas desde el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). La llamada globalización y neoliberalismo, derivadas de las directrices del BM y del FMI, sumen a los pueblos de la periferia internacional en la dictadura económico-político-cultural de los «modelos del capitalismo democrático», a través del chantaje mas burdo.
Las consecuencias directas de estos regímenes democráticos, y de los partidos que los sustentan tienen repercusiones bien conocidas. No obstante Cuba se obstina en preservar los logros que trajo consigo la revolución de 1959. Ejemplo de ello son su sistema sanitario, la asistencia social, el sector educativo, la justicia social, el reparto equitativo de la pobreza.
Pero no quiero incidir en este ámbito tan trillado y conocido. Me gustaría centrarme en las prácticas de solidaridad con Cuba, desde el ámbito de Euskal Herria.
La colaboración con Cuba ha pasado por diferentes etapas. Se dispara desde 1989 con la caída del muro y el desmoronamiento de los países del Este europeo. Con la pérdida de las relaciones equitativas y preferentes con la antigua URSS, la desaparición del CAME... aparece el llamado periodo especial en tiempos de paz, que sume a Cuba en una profunda crisis. Se desarrolla hasta 1997, caracterizada por la aparición de nuevos grupos de solidaridad centrados exclusivamente en Cuba. Esto es debido, en numerosas ocasiones, al desconcierto que en sectores de izquierda provoca la desapa- rición de la URSS, la frustración de la revolución nicaragüense, los procesos de negociación en El Salvador y Guatemala, que dirigen los esfuerzos hacia Cuba como revolución consolidada y referente revolucionario en peligro.
Hoy podemos decir que la implicación solidaria con Cuba se ha estabilizado, pero también se aprecian unos déficit en la misma.
Por citar algunas características de la situación en la que nos encontramos los grupos que desarrollamos la solidaridad con Cuba podemos citar la «incondicionalidad» y «voluntarismo» que asiste a grupos y personas en el trabajo de solidaridad. Esta incondicionalidad y voluntarismo dificul- ta el desarrollo de prácticas, análisis y debates de fondo, que podrían plantear un trabajo mas eficaz y autónomo, y por otra parte favorece un activismo que difumina una solidaridad profunda no coyuntural.
Se da también una unidireccionalidad de la cooperación, que se plasma en el desarrollo de una cooperación de tipo económica, que refuerza los lazos de dependencia con los donantes. Se descuida la solidaridad política, de denuncia a las políticas de instituciones y organismos, debido a esta dependencia económica de los grupos respecto a las instituciones.
Otras dificultades que encontramos es la falta de reconocimiento real y tangible de la lucha y especi- ficidad de Euskal Herria como ente autónomo en proceso de emancipación. Existe una dependencia, en las actividades y proyectos que se desarrollan, del «centralismo estatal» y, a la vez, una falta de reconocimiento y apoyo de organismos cubanos en el desarrollo autónomo de activi- dades de solidaridad en Euskal Herria.
El trabajo se centra a través, fundamentalmente, de organizaciones estatales y da protagonismo a aquellos grupos que ofertan actividades a través de los contactos estatales. Esto de por sí no es criticable, a no ser que no se reconozca y favorezca el desarrollo propio de la solidaridad vasca.
Hoy, creo que se puede afirmar que las políticas centralistas estatales, a pesar de estar disfrazadas de progresismo por su trabajo solidario con Cuba, arrastran déficit y concepciones retrógradas con respecto a las luchas de emancipaciónde los diferentes pueblos del Estado.
Por ello es necesario poner en marcha una serie de actuaciones para superar y desarrollar desde el marco autónomo de Euskal Herria una solidaridad propia e identitaria, con un desarrollo autónomo.
Así, no estaría de más crear una coordinadora de los grupos que trabajen en la solidaridad con Cuba en Euskal Herria y reivindiquen los derechos que nos asisten como pueblo. Que potencie el trabajo solidario de forma conjunta, coordinada, con prácticas horizontales, apartada de protagonismos estériles, que sirva para aunar esfuerzos, y desarrollar una solidaridad vasca mas efectiva y específica. Y al mismo tiempo, apoyo y colaboración con aquellos grupos con concepciones autónomas que desarrollan sus luchas en los diferentes pueblos del Estado y Europa.
La mejor ayuda y colaboración con Cuba, es ofrecerle desde un pueblo libre unas relaciones libres, recíprocas, horizontales y solidarias, y para ello hay que implicarse de forma directa y decidida en las luchas que desde diferentes ámbitos y espacios se están desarrollando en Euskal Herria.
Javi Aguillo - Asociación «Uztailak 26», 9 noviembre´00
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