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Fundamentos para una crítica del Taz de
Hakim Bey
x King Mob
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Mi filosofía: arrancar el hombre
a la apariencia, sea cual fuere el peligro. ¡Y nada de miedo aun
a riesgo de perder la vida misma!.
Nietzsche.
Acercarse a los textos de Hakim Bey reproduce una primera sonrisa de
sarcasmo que se acaba transformando en carcajada; el misticismo de la
poesía política que práctica en las Zonas Temporalmente
Autónomas; y sus constructos ideales, nos remiten a las quimeras
vanguardistas; su obra aparece tanto más lucida cuanto más
enajenada es su lectura; ya que en algunos momentos todos querríamos
poder hacer caso omiso de la inteligencia y darle la razón. El
descubrimiento de la poesía política de vanguardia y la
experimentación idealista colman de sensaciones estéticas
sus textos; los cuales aparecen así como un ejercicio de literatura
¿experimental?, pero muy alejados de cualquier proyección
o potencialidad teórico-crítica. Por ello leer a H. Bey
es un más un acto estético, más o menos, excitante
(en nuestro caso y como lectores inducidos, defraudante) que político.
1. De las Utopías Piratas y otros géneros épicos.
Los secretos revelados como los misteriosos divinos- suelen ser
frecuente fuente de errores políticos consecutivos. Los exegetas
no son tan diferentes de los thélèmitas. La religiosidad
se afana en encontrar constante nuevos actos de fe que provean mártires,
y con ello, nuevos modelos. Igualmente los poetas épicos seculares
han recurrido desde siempre, a la elucubración de paraísos
míticos y primitivos donde instalarse a voluntad. Uno de esos lugares
ha sido el (¿recientemente?) territorio de la filosofía
política; desde donde se han soñado utopías (piratas,
obreras, nacionales, sexuales, raciales) que sirvieron de musa a la lírica.
Se puede recordar el Robinson de Stevenson que inauguró el género
burgués del escapismo, tan lúcidamente comentado por Marx.
O la Alemania de Rilke aquella que se antesoñó imperio
de elfos noldos- que se mecía bajo las miradas románticas.
Desde Stevenson a Sterling el genero apenas a sufrido las mutaciones propias
del espíritu de su tiempo. Las comunas Ciberpunkies de la ciencia-ficción
nos recuerdan sobremanera a aquellas tribus aisladas con sociedades antagónicas
a las nuestras, o a los falansterios de Fourier, Owen... Toda la literatura
de Julio Verne no desmerecía colocarse a la cabeza del pensamiento
de H. Bey, inserto en la abadía de Théleme soñada
por Rabelais, donde Gargantúa ordena: Haz lo que quieras
[Fay ce que vouldras!]
Entonces ¿en qué consisten las peculiaridades del deseo
de utopías de Hakim Bey? Realmente en nada, excepto en el contexto
de derrumbe en que se formulan: las metáforas hakimbeyanas
nos regresan ineludiblemente a los utopistas (franceses y alemanes) más
pasionales de finales del XIX y principios del XX, los cuales nos dejaron
una herencia de infantilismo modernista que, a la vista está, a
sobrevivido hasta el siglo XXI. Nada en Bey es diferenciador de aquellos
fabuladores sociales, excepto claro, los elementos elegidos como tramoya;
una épica posmodernista y una oda, en forma de poesía política
(que ya es un subgénero literario) a la revolución.
Por ello el canto de sirena de Bey transita por el difuso mundo de vida
de la bohemia pequeñoburguesa contemporánea y nuca se deja
tocar por las sucias realidades materiales circundantes. La combinación
de una apropiación ontológica de ciertas teorías
anarquistas y la paráfrasis constante aporta los artificios teóricos
para todo un libelo sobre deseo(s), libertad, juego, insurrecciones...
Conceptos que se entrecruzan en malabares juegos con la magia, la violencia
y las referencias culturales propias de la mal llamada cultura de
club.
Si a esto le añadimos la utilización de los esquemas clásicos
de la cultura protestante (como la dicotomía; perdedores/triunfadores
utilizada repetidamente) obtenemos la serie de imposturas que componen
el panfleto del TAZ.
En un primer acercamiento al pensamiento reformista de este ruidoso y
artificial poeta político, observaremos a modo de ejemplificación
exponencial la primera tríada de interrogantes lanzadas en TAZ:
¿Es que estamos condenado, los que vivimos el presente, a
nunca experimentar la autonomía, a nunca habitar por un momento
una tierra legislada sólo por la libertad? ¿No nos queda
otra opción que la nostalgia del pasado o la nostalgia del futuro?
¿Tendremos que esperar a que la totalidad del mundo sea liberado
del control político antes de que uno sólo de nosotros pueda
exigir conocer la libertad? Deliciosos versos en formato pregunta
grandilocuente. Épicos y llenos de vitalidad, pero políticamente
propios de un adolescente ebrio de deseos y falto de orientaciones metodológicas.
Primero Sería conveniente situar la cuestión de la libertad,
en una relación más amplia. ¿Cómo se puede
suponer una construcción de libertad (si aceptamos tal cosa) habitable
por un momento? Es decir, si se constituye autonomía eso no es
un momento de libertad individual, eso en todo caso es libertad vigilada;
tú eres libre es la afirmación martilleada por
los poderes desde diversas estructuras. El poder actual dirige sus órdenes
a nuestra libertad, a la ética dominante, la ética protestante
de la libertad individual a la cual canta H.Bey. En términos foucaultianos
la fórmula es radical: convoca al presente (Haz) y gobierna el
futuro (lo que quieras). Bajo la apariencia de una libertad
personal alcanzable se funda el capitalismo ¿y es el capitalismo
la libertad que preexiste en la pregunta? Parece pues que el primer ejercicio
de arrogancia es considerar la anarquía como una voluntad personal
que libera al portador de ella; cuando se cuestiona mundialmente el yo.
H. Bey se arriesga a decir que él (se) crea libertad. No pienso
entrar aquí al fondo de las cuestiones del Yo y la libertad que
los diferentes sistemas políticos proyectan en sus fines, pero
desde luego ni la libertad se constituye aisladamente ni es posible vivirla
a voluntad los momentos. Planeados. A no ser que hablemos de la creación
de situaciones o de momentos de ampliación de libertades
formales, como la sexual. En cuyo caso el debate es otro y no se
corresponde con lo que la pregunta dispone: ya que en esos términos
no se habla de libertad sino de acción comunicativa o cooperativa
(Habermas) y sus resultados son ya visibles en las centenares de comunas
cooperativas existentes. El concepto de libertad es mucho más complejo
y al no ser concedido por derecho sino conquistado, sólo es posible
colectivamente en un proceso mucho más amplio que la construcción
de falansterios. (Resulta humillante el grado de reduccionismo del que
se alardea en esas tres preguntas). No es quizá este el lugar más
adecuado para una reyerta para el tema, pero al ser este axioma el fundamento
de todo el texto (lo siguiente es como se dispone y consigue), deberemos
hacer algunas precisiones sobre el recurrente concepto de libertad.
Un borrador sobre libertad(es) y sujeto(s).
Situaremos el debate entorno a la libertad en tres referentes metodológicos:
1/ definición del sistema de coordenadas de cada conjunto teórico;
2/ desarticular y territorializar los problemas de referencia y 3/ especificar
en extenso las premisas teóricas.
Teniendo en cuenta este borrador preliminar, formularemos una serie de
principios para una aproximación a los axiomas que han informado
a los diferentes constructos sobre el fenómeno libertad:
1. Analizando el concepto-fenómeno en la esfera única de
la filosofía política. Es decir, ¿qué sujeto
puede considerarse con capacidad de accionar libremente?
Preguntándonos esto huiremos de los pronunciamientos esencialistas
del TAZ, que intenta infructuosamente acometer acciones desde una definición
acotada como medida. La tradición poético-política
siempre ha puesto el énfasis en el individuo, y desde ahí
han estructurado sus definiciones fenoménicas. Pero el individuo
no es impermeable a las diferentes tesis epocales, y se inscribe de pleno
en un proceso productivo, lugar histórico determinante y clase
o subclase, (¿nación?)... Por lo que el interés del
individuo en referencia al fenómeno de la libertad es contingente/relativo;
ya que toda clase posee conciencia (y autoconciencia) capaz de generar
mundos de vida transformadores de la esencia social del individuo. Así
pues afirmaremos que sólo una cartografía de la comunidad
social (en cuanto al sujeto fenómeno e libertad) revelará
la imbricación de la libertad subjetiva como circunstancia social
general. Es sintomático el desacuerdo existente en este punto entre
las tendencias revolucionarias y las concepciones idealistas, (TAZ) más
o menos reaccionarias.
Por tanto asumiendo la sociedad como objeto de la fenomenología
de la libertad, ¿se puede definir genéricamente el concepto
de libertad? Lógicamente la lógica por definición,
según Deluze, es reduccionista- no. El fenómeno activo,
nomenclado (genéricamente) como libertad, es en esencia complejo
y depende por ello de multitud de ángulos y tangentes para su medición;
el propio carácter de los elementos que lo conjunta (y su relación
entre sí) sólo nos aporta una posible hipótesis de
los modos históricos de representación del concepto. Intentar
una definición hermética supondría caer en posibles
errores de praxis autoritarias ya conocidas, que han carecido (carecen)
de una visión totalizante de los elementos operantes y posibilitan
el confusionismo ejemplificado en casos como el de H. Bey.
Si analizamos, en rigor, el término libertad: debemos huir del
finalismo definitorio que exige Hegel. Sólo construyendo un parque
móvil de posibles definiciones, aproximativas y escalonadas (que
incorporen un sistema de crítica-constante) nos acercaremos a la
naturaleza de la libertad.
Ya que nuestra crítica, en esencia, no está dirigía
a las formaciones del fenómeno, sino a sus prácticas, evitaremos
enumeraciones de situaciones tipo y nos concentraremos en las posibilidades
de materialización, su realización existencial y por ende
su autenticidad esencial. Según lo cual, podríamos
definir apriorísticamente la libertad subjetiva(individual como;
posibilidad de acción en torno a interese propios, deseos y propósitos.
Es decir, realización de la autoconciencia en su materialización.
Por ello, matizaremos, que no se trata aquí de presuntas capacidades
sino de posibilidades de acción: Dado que la capacidad no incluye
en sí un actuar, sino la posibilidad efectiva que junto con las
capacidades subjetivas y las circunstancias objetivas posibilitan un medio
y un fin sobre el que efectuar praxis diversas. Ahora bien, la necesidad
percibida se puede contraponer a los intereses fundamentales del individuo,
a sus potencialidades de acción concreta. Y es en ese territorio
donde el sujeto atisba su falta de libertad por miedo de la autoconciencia
de su potencia, en relación directa con su pertenencia a un determinado
corpus social. En esta potencialidad propia el fundamento principal de
una práctica emancipatoria; propia y genérica. Ya que la
realización efectiva de la libertad (es) corresponde a la posibilidad
de materialización de esta en una autoconciencia de clase que engloba
diferentes subjetividades. Y en la que se establecen unos objetivos a
(superar) cumplir conjuntamente para lograr los deseos individuales, en
la comprensión de la necesidad concebida propia como total y el
desarrollo social consecuente.
Por ello ante la vehemencia, con la que Hakim Bey nos muestra un horizonte
de libertad individual, cabe preguntarse ¿es la libertad individual
un fenómeno innato a la condición humana?
Según la tradición filosófica occidental burguesa,
y los meritorios del derecho natural como H. Bey, sí.
Es tos doctrinarios, fundamentalistas del democratismo, son completamente
demagógicos. Dado que los hombres en esencia no son libres (mas
allá de lo que puede ser cualquier otro animal), suponemos que
el hombre no lucha por mantener una libertad inherente, sino que ha de
luchar por conquistarla.. Ya que si no nacemos en libertad, sino que aspiramos
a ser libres, la lucha ha de ser general. Y no como pretende H. Bey y
los acólitos de la acción individualista, un derecho o territorio
a conquistar o disfrutar en momentos de ensanchamiento formalista de los
márgenes. Es muy diferente luchar por la libertad, la emancipación
totalizadora que, por habitar espacios liberados para el hedonismo
intelectual-físico.
La autovalorizacion de la libertad de clase, ha demostrado que el fenómeno
libertad es producto de la lucha de clases. Y que, por consiguiente, no
es inmanente sino que surge al tiempo que se desarrolla la autoconciencia.
Hoy debemos defender esta tesis (una vez más ) contra la filogénesis
burguesa de la libertad individual. Nuestra afirmación es válida
tanto en su aspecto ontológico; ya que desarrolla las realidades
perfomativas, es decir, el desarrollo de las bases objetivas de la realización
de las necesidades genéricas. Y lo es en el sentido gnoseológico,
en función del desarrollo de la autoconciencia del sujeto, es decir
de su apreciación de la base subjetiva de la libertad, donde se
enmarcan deseos e intenciones. En consecuencia la capacidad de tomar conciencia
de la libertad en cuanto condición y valor de la existencia propia,
del genero humano. No como consumidores de productos exóticos,
sino como miembros de una Revolución Total que destruya el mundo
capitalista y construya ... ¿comunismo?
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