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La autogestión (socialista) es la solución
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x Jabier Lertxundi
Empecemos esta reflexión siendo realistas. Vivimos tiempos de
crisis de valores sociales y euforia del consumismo, por ello la izquierda
no encuentra la manera de conectar con el pueblo mostrándole una
vía ilusionante. Al tiempo se extiende la depresión de la
intelectualidad supuestamente progresista, cuando no la huida hacia el
capital en flagrante traición.
Así se producen bajas consideradas insustituibles, situación
aprovechada por la burguesía para agudizar la represión
avanzando a saltos cualitativos y no encontrando en su camino resistencia
popular suficientemente organizada para de- tenerle. Además de
ello adocenan a buena parte de la clase proletaria vía consumismo,
cuya supuesta combatividad deriva finalmente en la aspiración de
convertirse en un burgués...
En resumen, si miramos seriamente a nuestro alrededor, vemos un oscuro
panorama; y si extendemos la mirada más allá del entorno
que nos rodea, tampoco se vislumbra el final del túnel. En esta
coyuntura triste ¿qué podemos hacer? ¿Cómo
vamos transmitir ilusión revolucionaria a las siguientes generaciones?
Analicemos las causas de este descalabro. Vivimos tiempos de cambios
dentro de un mundo globalizado liderado por la burguesía internacional
y su insaciable afán de enriquecimiento, donde la izquierda oficial
no ha sabido abrir sus propios caminos y se ha embarrancado en la partidocracia,
creando estructuras cerradas y burocráticas que impiden la auténtica
democracia .
En este contexto, la llamada intelectualidad progresista se adapta a
la situación y constituye en su mayor parte una masa
de vividores que el sistema burgués ha sabido integrar; permitiéndoles
además expandir sus mensajes a los cuatro vientos a través
de los media, para así ahuyentar y desmoralizar a los pensadores
honrados, a quienes les niegan la oportunidad de expresarse siquiera.
Consecuentemente a todo ello, ante quienes osan alzarse se emplea la
represión sin contemplaciones, lógica desde el punto de
vista de la burguesía pues supone la metodología adecuada
para el manteni- miento y aumento del poder logrado. Ante esta situación
represiva, las fuerzas populares aun pretendiendo luchar se
encuentran huérfanas, sin capacidad de autoorganización,
confusas y sin referencias claras que les permitan analizar de forma coherente
y positiva la coyuntura, para invertir la tendencia.
Establezcamos soluciones. El sistema de partidos políticos (uni
o pluripartidista) está agotado, no debemos insistir en errores
cometidos anteriormente y, por el contrario, debemos renunciar a este
sistema de organización que parece un atajo y conduce al abismo.
Ello supone desterrar la vanguardia elitista y la dirección política
en base a personas consideradas insustituibles. Se trataría de
dirigir por objetivos no por personas, buscando las sinergias adecuadas
y constituyendo redes anónimas que fueran capaces de lograrlos.
La metodología adecuada es la participación y para ello
la rotación de los cargos en todas las estructuras desde las
bases hasta las cúpulas constituye la herramienta insustituible.
Las masas, los hombres y las mujeres, deben participar y eso es democracia,
no la exigencia de los derechos a los que supuestamente se ha hecho merecedor
el individuo por haber nacido (se supone que en un país imperialista);
y esto es así porque la sociedad tiene deberes con las personas
en función del cumplimiento de los deberes que las personas tienen
con la sociedad, hecho que determina su cualidad de ciudadano.
Siguiendo el hilo de esta reflexión, cabe afirmar que impedir
la participación en aras a una mayor efectividad constituye un
acto antidemocrático, argumentar por ejemplo que a la
mayoría de las personas poco preparadas es lícito impedir
su discriminación positiva para incentivar su participación
política, porque serían «floreros», es cuando
menos una majadería; pero lo peor es que constituye un ataque directo
a la democracia, porque con ello estamos impidiendo la participación
de por lo menos un 90% de la humanidad (suponiendo que un 10%
participe activamente). Además es preferible comenzar siendo floreros
e irse poco a poco llenándose de flores, que no nacer siendo escobilla
de limpiar excrementos y morir siendo orinal de recepcionarlos.
De esta manera, la participación propiciará que se vayan
consiguiendo frutos revolucionarios que el sistema capitalista no podrá
integrar, porque los engaños y los fraudes no les servirán,
y porque ante la represión, esas conquistas logradas serán
defendidas a sangre y fuego.
Con el transcurso del tiempo, y mediante el empleo de la metodología
autogestionaria, los avances revolucionarios se irán desa- rrollando
y se conseguirá asentar una base amplia de militantes de vanguardia.
Utopía convertida en realidad en muchas ocasiones a lo largo de
la historia de la humanidad, desde los soviets a las comunidades de Aragón,
pasando por los consejos de 1934 de Asturias y Mondragón, la autogestión
yugoslava, el actual cooperativismo socialista cubano, las comunidades
indígenas y tantas otras realidades revolucionarias que la historia
oficial ha pretendido y pretende enterrar en el olvido, haciendo como
si no existieran o hubieran existido.
Finalicemos estableciendo dos coordenadas imprescindibles para avanzar.
Una muy importante es el empleo de la lucha ideológica sin compasión
ni reparo alguno, para evitar que en el seno de las filas populares se
instalen corrientes liquidacionistas; impidiendo con ello la instauración
de la confusión y de las referencias incorrectas que conducen al
abismo. Otra tan importante como la anterior supone hacer reflexionar
a quienes se consideran vanguardia y son élite, porque con su accionar
elitista diario y el acaparamiento de las estructuras, impiden la participación
de la inmensa mayoría; optando por enrocarse en sí mismos
y por per- manecer ininterrumpidamente en uno u otro cargo del «buró»,
antes que abrir los cauces participativos rotativos imprescindibles para
al praxis revolucionaria.
Ambas cuestiones constituyen las contradicciones internas fundamentales
que nos están impidiendo avanzar, y para superarlas teoría
y práctica se unen en un binomio ideológico inseparable
que termina en el convencimiento por la vía de los hechos. El camino
no es fácil, pero tampoco complicado, (re)construir Euskal Herria
desde su identidad (pre)histórica y (re)- construir el socialismo
desde las premisas autogestionarias es el premio. Aurrera bolie!
* Ldo. en Ciencias Políticas y doctorante en Economía
GARA
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