x Juan Manual Sánchez Gordillo
Al final del franquismo tuvimos un sueño:
que la tierra fuera de quien la trabaja, dando lugar al pleno empleo.
Aquel sueño fue calificado por los grandes terratenientes y sus
medios de comunicación de lunático y descabellado. A nosotros
no se nos encogió el ánimo ni nos paralizó el pesimismo
y comenzamos a construir la utopía, un reto difícil.
En 1977 fundamos el Sindicato de Obreros del Campo
que dio lugar, en torno al problema del paro, a una práctica
asamblearia que nos permitiría discutir y decidir nuestras movilizaciones.
Así, pusimos en marcha la primera ocupación de fincas
tras la II República y provocamos una huelga de hambre contra
el hambre que duró trece días y contó con setecientas
personas para reivindicar mejoras en el subsidio de desempleo y la repoblación
forestal de la Sierra Sur de Sevilla y de toda Andalucía. Por
supuesto, fuimos expulsados a golpes por la Guardia Civil.
Democracia política. En
1979 conseguimos el Ayuntamiento al obtener la mayoría absoluta,
que conservamos hoy. Nos presentamos por el Colectivo por la Unión
de los Trabajadores, organización política que creamos
porque no nos gustaba ninguno de los otros partidos.
Puesto que "el poder no es neutro" y que "el poder que
sirve para oprimir no puede servir para liberar", nuestro Ayuntamiento
sería de clase, portavoz de los sin voz, herramienta de subversión.
Por eso, ocuparía fincas con los jornaleros o establecería
un sistema de impuestos –los más baratos de Andalucía-
discutidos en asamblea.
Participación. Constituimos
la Asamblea General como el órgano central de las decisiones,
ya fueran sindicales o políticas. En estas asambleas –unas
cien al año- decidimos los impuestos, el presupuesto, el reparto
de viviendas y las movilizaciones u ocupaciones a realizar. Las Asambleas
Generales se han convertido en un parlamento obrero, un Gobierno de
los trabajadores donde se fijan las directrices que nos permitan superar
los retos que se nos presentan. También hacemos asambleas por
barrios.
Venimos celebrando presupuestos participados desde
1984. Los presupuestos se escriben en cartelones que paseamos por las
calles para discutir con cada vecino lo que tiene que gastarse. Terminado
el recorrido se convoca Asamblea General y quien acude tiene derecho
a voz y a voto y a aprobar o rechazar el presupuesto.
También son participación práctica
y solidaria los domingos rojos, reuniones de vecinos que trabajan gratis
en arreglos de calles, limpieza de jardines, ayuda a otros vecinos que
construyen sus casas o colaboración con las recientes cooperativas
agrícolas o industriales.
Todos los concejales son elegibles y revocables
por la Asamblea General y han firmado un documento por el que se comprometen
a "ser los primeros a la hora de la lucha y de los sacrificios
y los últimos a la hora del beneficio". Ningún concejal
ni, por supuesto, el alcalde cobran por ejercer sus funciones.
Democracia económica. Marinaleda
hace siete años era un pueblo de tres mil habitantes, jornalero
y situado en la Andalucía profunda donde tan solo se trabajaba
un mes o dos en la recogida de la aceituna y el resto del tiempo la
gente tenía que vivir de la emigración y del subsidio
de desempleo, una limosna que da el Gobierno por la ridícula
cantidad de 120 euros por persona y mes.
Así, nos dimos cuenta de que la democracia
política no sirve sin democracia económica. Nuestro drama
estructural era el paro. ¿Cómo acabar con este cáncer?
La única manera era conseguir la tierra ¿Quién
era el que tenía la tierra? El Duque del Infantado, cuatro veces
grande de España y amigo de la monarquía borbónica.
¿Qué hacemos? Pues quitarle la tierra. Porque la tierra
no es de nadie. La tierra es un don de la naturaleza como el agua o
el aire, que no puede ser tenida por nadie para su enriquecimiento privado
o como un botín sino que ha de ser propiedad colectiva de quien
la habita y trabaja: nos fuimos a ocupar el cortijo El Humoso cientos
de veces durante más de nueve años. Huelga de hambre.
Manifestaciones. Paralización del AVE (tren de alta velocidad).
Ocupaciones del Banco de España y del Aeropuerto Internacional
de San Pablo... y cuantas acciones se nos vinieran a la imaginación.
Hoy el duque ya se ha marchado a empujones y las
tierras son de los jornaleros en paro de Marinaleda. ¿Qué
ha significado que los jornaleros posean el medio de producción
tierra? Que ya no dependemos de los terratenientes para poder comer,
que hemos acabado con el paro, pasando al pleno empleo, que hemos acabado
con el tren terrible de la emigración, que la riqueza que creamos
los obreros con nuestro trabajo vuelve a las manos colectivas de los
obreros: una liberación de siglos.
Pronto nos dimos cuenta de que tener tierra no
era suficiente y echamos mano a la industria. Hemos creado industria
agroalimentaria de pimiento de piquillo, de alcachofa, habas, aceite
y aceitunas. Esto nos ha permitido quedarnos con el valor añadido,
crear más empleo y otro sueño: "la industria para
quien la trabaja".
Las 1.200 hectáreas que explotamos y sus
correspondientes industrias funcionan colectivista y solidariamente:
no hay reparto individual de beneficios, que se reinvierten en crear
más empleo para la comunidad trabajadora de Marinaleda y la comarca,
porque nuestra apuesta va hacia la comuna.
Democracia social. Pero nos dimos
cuenta de que teníamos otras necesidades: había viviendas
en nuestro pueblo donde vivían dos y hasta tres generaciones.
Había que construir viviendas pero no disponíamos de suelos.
Municipalizamos, expropiamos y compramos suelo. Nos movilizamos y conseguimos
el proyecto urbanístico que queríamos. Hemos hecho 350
viviendas de autoconstrucción en las que el Ayuntamiento cede
gratuitamente el suelo al autoconstructor, le regala los materiales
y le pone los albañiles gratis y el autoconstructor pone su trabajo.
Los autoconstructores codeciden con los arquitectos el modelo de vivienda.
Luego se reúnen en asamblea cada quince días para ir corrigiendo
errores o rectificando aspectos que no les gusten de su vivienda. Son
también los autoconstructores los que, reunidos en asamblea,
se reparten las viviendas y fijan la tasa mínima, que en las
últimas casas ha sido de 15 euros al mes.
También es importante el servicio a domicilio
para nuestros ancianos. Un grupo de diez mujeres visita y atiende, de
manera gratuita, a las personas mayores que viven solas o están
enfermas para hacerles la comida, la limpieza de la casa o darles compañía
porque pensamos que una comunidad si es ética tiene que tener
respeto a los más ancianos o débiles.
También son significativas las fiestas,
a finales de julio. La feria se aborda de manera autogestionaria. Doscientos
camareros y camareras y doscientos cocineros y cocineras trabajan gratuitamente
dos de los cuatro días que duran nuestras fiestas para que la
alegría sea un derecho efectivo también para los que no
tienen dinero. La entrada es gratuita y las actuaciones pueden disfrutarlas
todos sin distinción. Desde esta generosidad colectiva se anuncia
el ser humano nuevo que pretendía el Ché.
En cuanto al ocio, hemos apostado por la ecología
con un amplio parque natural, el deporte con instalaciones para fútbol,
tenis, gimnasio, baloncesto y natación y zonas de esparcimiento
con dos hogares para pensionistas.
Conclusiones. La utopía
no es una quimera. Mediante la movilización popular podemos y
debemos convertirla en realidad. Las reivindicaciones obreras deben
ir por el acceso de los trabajadores a los medios de producción,
ya que la plusvalía en empresas del pueblo es la única
fuerza real para crear puestos de trabajo. La participación activa
y recuperar poder político por parte del pueblo es imprescindible
para enfrentarse al proceso de globalización que nos deja más
indefensos a los expropiados de este planeta. La izquierda ha de ser
optimista y situarse a la izquierda de lo posible para tener la audacia
de anunciar resultados prácticos de experiencias concretas que
visualicen la sociedad que queremos para pasado mañana. Sólo
los pueblos que sueñan verán convertidos sus sueños
en realidades tangibles que hagan posible que los derechos humanos estén
en los bolsillos y almas de los más pobres.
(') Alcalde de Marinaleda
25/08/02
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