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x Alizia Stürtze - Historiadora
Parece una ecuación imposible pero los datos acumulados hasta
ahora indican que es lamentable e increíblemente correcta. Establezcamos
las premisas.
Admitamos que fue básicamente el temor a la virulenta ofensiva
grannacionalista de PP-PSOE el que condujo a decenas de miles de vascos
a votar a PNV-EA en las pasadas autonómicas. Reconozcamos, por
pura obviedad, que, desde el 13 de mayo, Madrid ha avanzado con paso firme
en su programada recentralización neofranquista del poder de Estado,
ésa que decenas de miles de vascos pretendieron detener votando
a PNV-EA. Sobran datos que lo demuestran: recuperación de los principales
referentes de la «españolidad» (lengua, historia, «cultura»...),
y subsiguiente unificación y politización aún mayores
del sistema educativo, de cara a optimizar su función como arma
clasista estratégica de legitimación histórica y
de consolidación forzosa de ese nacionalismo español intransigente
de siempre del que el ejército (¡cómo no!) es garante,
y que Franco llamaba «unidad de destino en lo universal» y
el PP ha rebautizado como «patriotismo constitucional»; grave
recorte competencial (sistema represivo incluido), unido a una nada casual
ostentación de supremacía del Estado en sus relaciones discrecionales
con una Jaurlaritza empeñada, sin embargo, en hablar de «pacto»,
es decir, de relación entre iguales; reforzamiento de las redes
local y provincial para ir despojando de poder a las autonomías
y recuperar así «el principio de subsidiariedad... y la cohesión
y la mejora del modelo común»; y un largo etcétera.
Ante esta preocupante situación de «reconquista» estatal,
es claro que, a pesar de la habilidad de ciertos dirigentes jeltzales
en esconderla tras triunfales victimismos («el PP no nos perdona
a los vascos el haberles dado la espalda el 13.5») , pestilentes
cortinas de humo (Zumarraga, extrañas listas...) e incontables
amenazas a Madrid que nunca pasan del amago, la coalición PNV-EA
está mostrando tal incapacidad de rentabilizar su triunfo electoral
que ha convertido en correcta mi ecuación inicial según
la cual 604.222 (votos) equivalen a cero (en términos de aprovechamiento).
¿Hasta cuándo va a permitir el tripartito de Gasteiz que
PP-PSOE actúen como si hubieran ganado el 13.5? ¿Hasta dónde
va a ceder ante el PSOE, y a costa de qué y de quién, para
que éste se avenga de nuevo a ser su amigo? ¿Qué
cuenta más para el PNV: Confebask y los negocios o los deseos de
604.222 compatriotas?
Gara
18.02.02.
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