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Acerca de la mutilación genital femenina
Alizia Stürtze
Nos encontramos en plena "cruzada antiablacionista". Desde nuestra
superioridad moral y sin ni tan siquiera molestarnos en distinguir por lo menos
que la mutilación genital femenina (MGF) cubre una serie de prácticas
diferentes (que van desde la eliminación de parte del "prepucio"
o capucha del clítoris hasta la supresión y la infibulación),
condenamos con total furor el "salvajismo" que conlleva. En Francia,
país xenófobo donde los haya, organizaron campañas de prohibición
del velo en las escuelas (era intolerable el llevar velo, no la xenofobia, claro).
En EEUU, que con su política de embargos y bloqueos está condenando
a muerte a millones de mujeres y no muestra pena alguna en entregar refugiad@s
políticos a sus países de origen, la causa de la nigeriana Lydia
Oluloro se hizo famosa hace ya un par de años al conseguir anular su
deportación ante el peligro de que sus hijas tuvieran que sufrir la ablación
en Nigeria (todo esto mientras nos exportan la plastificada Pamela Anderson
y las Barbies como símbolos femeninos a imitar).
En los años 30 los misioneros británicos movilizaron al estado
colonial en Africa oriental para acabar con la práctica de la MGF (a
la par que obligaban a los nativos a casarse por la iglesia y a follar sólo
en la conocida "postura del misionero", única tenida por cristiana
y civilizada). Los Kikuyu de Kenya hicieron frente a esta intrusión en
su cultura y de hecho el movimiento nacionalista tuvo sus orígenes en
la resistencia a los intentos misioneros de prohibir la circuncisión
femenina. La cuestión central de la protesta de los nacionalistas kikuyus
hace 60 años sigue siendo válida: ÀQuién tiene el
derecho de determinar qué prácticas culturales son o no aceptables
en las sociedades africanas? El que Occidente, bajo el lenguaje del feminismo
hoy (de la civilización a golpe de Biblia y del ejército de Su
Majestad ayer), se considere con superioridad para decidir sobre este asunto,
no demuestra sino que sigue usando la coacción para imponerse a los pueblos
del Tercer Mundo.
La MGF no puede discutirse en frío, desde nuestro maravilloso progresismo,
sin tener en cuenta los valores de las sociedades en que se practica y su relación
con el significado de la pubertad, la madurez, la limpieza, la salud y la enfermedad
en esos grupos sociales. Es como si, sin conocer la importancia que en nuestra
cultura actual se concede al cuerpo, las mujeres africanas cuestionaran nuestro
derecho a ponernos silicona en el pecho o colágeno en los labios, a taladrarnos
con el body piercing y a transformar nuestro cuerpo con todo tipo de manipulaciones
traumáticas. Tal y como planteó una mujer en una conferencia feminista
en Londres: "Àporqué tienen las occidentales derecho a ponerse
y quitarse todo lo que se les ocurra y a las africanas no se les permite alterar
su cuerpo en el modo que consideren aceptable?"
Pero, junto al aspecto cultural, está, cómo no, el socio-económico.
En Somalia, donde la práctica de la ablación está muy extendida,
las mujeres no entienden que, a petición de las organizaciones feministas
occidentales, se les pueda retirar el estatus de nacion más favorecida
y por tanto la ayuda, hasta tanto no eliminen la ablación. Enfrentadas
a la lucha por la simple supervivencia, a impedir que sus familias se mueran
de hambre, no comprenden porqué hay que dar a la MGF la categoría
de prioridad máxima.
Si de verdad nos preocupa la emancipación de las mujeres del Tercer Mundo,
podríamos empezar por condenar todas las intervenciones de Occidente,
incluída la actual cruzada antiablacionista. Al fin y al cabo con nuestro
enjuiciamiento moral hacia sociedades que no comprendemos y por las que (lo
reconozcamos o no) muchos no sienten sino desprecio, no estamos haciendo sino
condenar a Africa un poco más a la pobreza y a la marginación
y legitimar cualquier intervención occidental, exactamente igual que
lo hacían los misioneros proimperialistas.
Por cierto, cada 15 de enero, ningún@ progresista parece querer recordar
que Rosa Luxemburg (la gran militante comunista que criticó la revolución
socialista de 1917 en el sentido de que había marginado la cuestión
de la mujer y dejado sin resolver la emancipación femenina) fué
sacada de su celda y asesinada por un comando parapolicial tras el que se encontraba
la vendida socialdemocracia alemana que, al igual que el moderno PSOE de la
Reforma, había aceptado con gusto hacerle el trabajo sucio al capital,
destruyendo y descabezando el movimiento revolucionario del que Rosa Luxemburg
era figura destacada.
¿Porqué será que algunos temas se destacan tanto y otros
tan poco?
Kolectivo
La Haine
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