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El que el PP y los «intelectuales» y medios del régimen, en su nueva andanada neofranquista contra Euskal Herria, hayan centrado sus «preocupaciones educativas», además de en Erein e Ibaizabal, en una editorial pequeña como Gaiak, viene, por oposición, a demostrarnos a los militantes de la cultura que en ella colaboramos lo correcto de nuestra línea editorial independiente, establecida a partir del convencimiento de que, en la (re)construcción nacional, el desarrollo del euskara y de nuestros elementos identitarios es prioritario, por lo que la cultura y la educación (curriculum vasco) deben ser consi- derados elementos estratégicos. Esto, desde una perspectiva editorial, implica varias cosas.
La primera, dado lo minúsculo de Euskal Herria como mercado y lo minorizado de su cultura, que el reto se debe afrontar al margen de estrategias de rentabilidad comercial que consideren la cultura una mercancía a la que se aplica la ley del mercado y cuya misión última sea generar beneficios. Desde Euskal Herria no se le puede hacer frente al preocupante proceso de concentración editorial de incalculables consecuencias homogeneizadoras, sólo con infraestructuras de tipo industrial (enanas en cualquier caso frente a las multinacionales), sino también con formas editoriales cultas y creativas y con infraestructuras pequeñas y ágiles. El editor euskaldun no puede ser un jefe de marketing: debe ser vocacional y con formación, amar la cultura, la diversidad y tener como objetivo no el crear consumidores, sino el formar una masa de lectores críticos y ricos de pensamiento.
El segundo aspecto sería que estas pequeñas editoriales mantuvieran su independencia con respecto a los megagrupos del sector, para poder dar continuidad a sus líneas editoriales que, en el caso de Gaiak, es elaborar pensamiento moderno, científico, pero desde el euskara y la propia identidad; es decir, ir dando forma editorial a ese curriculum vasco que, hoy en día y diga lo que diga el PP, es imposible desarrollar a través de los libros de texto. No hay más que leer los programas establecidos para la ESO o para Bachillerato en asignaturas como Historia o Geografía, para comprender lo poco aprovechable que nos resulta ese 45% de contenidos educativos que supuestamente controla la comunidad autónoma. Y es que, lo mismo que hacer una Historia feminista no consiste en meter un poquito de mujeres y mezclar; tampoco hacer Historia o Geografía desde Euskal Herria es meter unas gotitas de «lo local» y agitar.
Como editores vascos, ahora que a la agresión neoliberal se le une el ataque ultraespañol, nos corresponde reclamar un curriculum vasco y políticas culturales de fondo para superar ese mal endémico de este sector y de la sociedad vasca que es la falta generalizada de lectura.
Kolectivo
La Haine
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