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A pequeñas dosis nos han ido inoculando ese arsénico ideológico de los ejércitos humanitarios y las guerras en favor de la paz con bombas inteligentes que eligen como blanco sólo al malo, y han conseguido envenenarnos hasta el punto de olvidar dos verdades de perogrullo: 1) la guerra es la guerra, cruel, terrible e injusta siempre; 2) la guerra es intrínseca al capitalismo y al imperialismo que hace que se produzca y reproduzca constantemente y no se puede combatir sino es combatiendo al sistema que la engendra.
Con el fin de la Guerra Fría y la desintegración de la URSS, Rusia y los demás ex-estados soviéticos fueron reduciendo su presupuesto militar que en 1999 no es sino una décima parte de lo que era en 1988. A pesar de la desaparición del potente "enemigo rojo", el Gobierno de Clinton, sin embargo, ha votado en enero de 1999 un aumento del presupuesto militar superior a los 100.000 millones de dólares en un quinquenio y prioritado nuevamente la inversión en la "guerra de las galaxias" (en vulneración del tratado de no proliferación), invocando fantasmagóricos riesgos de ataques bacteriológicos, químicos o incluso nucleares a manos de terroristas caseros o de peligrosos países como Irak o Corea del Norte.
Fantasiosas excusas aparte, lo cierto es que EEUU sigue apostando por la carrera armamentística y por una economía de guerra en la que el capital financiero y las grandes estructuras militares están estrechamente interconectados y que le permite mantener la actividad económica, subvencionar a las industrias de alta tecnología, invertir en nuevas tecnologías, seguir siendo con diferencia el primer exportador de armamento (creando además nuevas zonas calientes susceptibles de conflicto como India-Pakistan, el mar de China o Corea) y, SOBRE TODO, mantener la hegemonía e impedir la aparición de una nueva superpotencia como recogía un documento del Pentágono de 1992: "Tenemos que mantener los mecanismos para disuadir a competidores potenciales de ni tan siquiera aspirar a jugar un papel regional o global de peso".
La siguiente frase en relación a la guerra contra Yugoslavia, pronunciada durante la celebración del 50 Aniversario de la OTAN, mientras los grandes fabricantes de armamento como Lockheed Martin, McDonnell Douglas o Boeing se felicitaban efusivamente, no deja lugar a dudas sobre lo "seguros" que estamos dejando nuestro futuro en manos del imperialismo que se monta una guerra cuando y donde geoestratégicamente le conviene: "We´ve been looking for a mission; well the mission found us" (Time, April 26, 1999); lo que, en el críptico lenguaje político significa algo así como: "Necesitábamos una guerra y no hemos parado hasta montarla".
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La Haine
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