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A la extraordinaria pintora comunista y nacionalista mexicana Frida Kahlo,
determinada en su vida y en su arte por su cuerpo herido, torturado y prisionero
de una polio infantil y un terrible accidente que partió su columna y
su pelvis y la obligó a soportar corsés de acero y yeso, dolores
y más de 30 operaciones; a pesar de lo cual supo vivir con goce y pasión...
A esa mujer identificada con sus raíces y comprometida en la recuperación
y revalorización de la cultura autóctona, que utilizaba el atuendo
de las mujeres seguras de sí mismas de Tehuantepec, cuyas tradiciones
matriarcales han llegado hasta hoy... A esa compañera del gran muralista
Diego Rivera, que ayudó a la República en el 36, apoyó
la lucha armada revolucionaria del pueblo mexicano y combatió el capitalismo
yanki, criticando la decadencia y falta de valores de los gringos cuyos rostros
decía no poder pintar porque le parecían descoloridos y los de
las mujeres coliflores...
A esa panteista natural, exploradora de la relación entre todo lo que
existe, que supo reflejar en sus cuadros la violencia del machismo y romper
por primera vez una serie de tabúes sobre el cuerpo y la sexualidad femeninos,
expresando con descarnada sinceridad hechos «exclusivos de mujeres»
como un aborto o una relación lesbiana... A esa enérgica personalidad,
«ácida y tierna, dura como el acero y delicada como las alas de
una mariposa», que buscaba la liberación en la herencia milenaria
mexicana y en el marxismo («El marxismo dará salud a los enfermos»
es el título de uno de sus cuadros)... A esa artista valiente que, en
frontal oposición con la actual vulgarización de lo «bello»
concibió la belleza en lo horrible de su propio cuerpo torturado, a través
del autoconocimiento de sus cualidades internas más hermosas... A esa
sacerdotisa de Coatlicue, diosa como nuestra Mari de la vida y de la muerte,
para quien la muerte, en cuanto que parte del ciclo vital, es también
renacimiento y vida, y que, consciente de su fin, escribió: «alegremente
espero la partida»...
A ella dedico estas letras, en vísperas de ese día gris, vacío y sin sentido en que, olvidando nuestras más profundas tradiciones animistas, hemos convertido el día de los muertos... A ella dedico este artículo, recién enterada de que el canibalismo gringo, genocida de pueblos y culturas y carente de imaginería ética y estética, habla de hacer una película sobre su apasionante vida, dando el papel a alguna protagonista «neumática» y voluptuosa del estilo de la «racial» Jennifer Lopez. Cosa que, a decir verdad, no creo que le sorprendiera mucho a Frida, consciente como era de la falta de sensibilidad y decoro del «gringuerío» y de que la amenaza del imperialismo norteamericano en todas las facetas de la vida es algo que nunca hay que subestimar.
Kolectivo
La Haine
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