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Aznar, cipayo menor de Bush
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x Alizia Sturtze - Historiadora
No sé cómo opinólogos y tertulianos españoles,
tan amantes de la analogía, no se han dado cuenta todavía,
pero el comportamiento político de Aznar se corresponde al cien
por cien con ese tan publicitado maltratador casero, tirano cruel en el
hogar pero abyecto lameculos cuando de la jerarquía exterior se
trata. En el «frente interior», Aznar impulsa el alienante
servilismo en el trabajo, el robo capitalista y la implantación
de un estado de excepción permanente, a través del fortalecimiento
del estado policial y de la generalización del maltrato y la tortura
que favorece la legislación antiterrorista. Mientras, con «los
de fuera», sobre todo y muy especialmente con el emperador Bush
II, es, no ya encantador, sino el mayor pelota.
En México, su hitleriana sonrisa-mueca ante las preguntas de los
periodistas sobre el informe de AI supone no sólo su aceptación
y apoyo implícitos al uso de la tortura en el Estado español,
sino un querer dejar claro que «en su casa manda él»:
es el perfecto perfil psicológico del maltratador, para quien su
mujer es suya y puede hacer con ella lo que le venga en gana. Sin embargo,
esa cínica chulería se le diluye cuando de política
exterior se refiere. Mientras Jospin y Schröeder negocian con Bush
su participación en la US coalition (como la llaman en el Time),
el Estado español da muestras de su escaso protagonismo y nula
autonomía en la jerarquía internacional, ofreciendo al vaquero
de Texas «su» territorio (Rota...) y cualquier otro servicio
que éste necesite (hacer de correveidile del boss con algún
país musulmán, por ejemplo), a costa de sacrificar su posible
propia política de alianzas y mercados como el marroquí.
El que a la cena sobre la guerra organizada con Jospin y Shroeder por
el delegado de EEUU en Europa, señor, Blair, Aznar tuviera que
suplicar su invitación como invitado de piedra, es otra prueba
del grado de prostitución a que ha llegado el gobierno del PP:
cualquier cosa con tal de conseguir que le echen una manita para mantener
su dictadura interna, es decir, para fascistizar aún más
su lucha obsesiva y absurda contra la disidencia vasca. La reciente decisión
de la Comisión Europea de no incluir a Batasuna en la lista de
organizaciones terroristas no hace sino ahondar más en este sentido:
Madrid, con su servil sumisión a Washington, no tiene peso propio
como para que la UE se enrede en un problema, como el vasco, que, diga
Aznar lo que diga, no constituye en absoluto una amenaza para la seguridad
europea y es perfectamente solucionable, como lo es el caso irlandés.
La inanidad política exterior de Madrid tiene como trasfondo su
desesperado e inútil intento de querer mantener la sacrosanta unidad
de un Estado ficticio. Convendría que recordaran cómo y
porqué perdieron su enorme imperio.
Gara
26.11.01
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