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La caridad es reaccionaria
Alizia Stürtze
Es obvio (ahí están los datos objetivos) que la situación de los habitantes del Tercer Mundo, junto al debilitamiento de su potencial revolucionario, ha empeorado claramente durante los últimos 20 años y que la responsabilidad de esta situación la tiene la salvaje reestructuración neoliberal impuesta por el Banco Mundial, en nombre de los grandes patronos del imperialismo capitalista.
Basta con leer la poca información que nos llega para saber quién está detrás de las jornadas de sol a sol de niños y mujeres en las minas, sweatshops o maquiladoras y adquirir conciencia de la cruel explotación de mano de obra que encierran esas Nike tan chulas y tan caras o esa ropa étnica tan progre y liberadora que con orgullo vestimos.
Pero en este mundo de realidad virtual, a la incomodidad de aceptar nuestra parte de responsabilidad y necesidad de compromiso ante esta situación, preferimos a menudo mecernos en el siempre cómodo y engañoso espíritu caritativo que tan bien nos venden desde la tele. Hasta el éticamente impresentable Pepe Navarro pone en marcha desde su indecente programa una humanitaria operación para, con ocasión del Dia Internacional del Niño, apadrinar a 5.000 niños peruanos y permitirnos pagar por nuestros pecadillos de consumistas compulsivos con un autocomplaciente acto de bondad y generosidad.
La cosa es convertirnos en pequeños imitadores de la mítica Madre Teresa y acallar así nuestra mala conciencia, sin cuestionarnos si con nuestra actitud, en lugar de combatir las causas de la explotación y pobreza del Tercer Mundo, no estaremos colaborando en el mantenimiento de un sistema causante de la enfermedad, la explotación y la represión de la mayoría de la población mundial. El poder parece muy interesado en que los explotados pensemos que la desigualdad y la injusticia son manifestaciones de un orden cósmico o divino (según gustos) fuera de nuestro control que no se puede combatir sino sólo "remendar", tapar con chapucillas, es decir, con bondad y amor al prójimo.
No es que sea un crimen "apadrinar" a un pobre niño indio, dar sopa a los pobres o trabajar unas semanas como voluntario cuidando enfermos en centros de acogida como los de las Hermanas de la Caridad de la Madre Teresa. Tampoco lo más grave de esta "maestra de la manipulación mediática", como han calificado algunos a esta "nobelizada" monja, era su catolicismo integrista que le hacía obligar a las madres solteras a dejar a sus hijos en adopción por ser "productos del pecado", a oponerse al aborto y al control de la natalidad, a negar condones a enfermos de SIDA, a ser amiga de personajes como el dictador haitiano Duvalier e incluso a "lavar" enormes cantidades de dinero negro en bancos vaticanos. Lo verdaderamente nauseabundo es que aconsejara a los supervivientes de la tremenda catástrofe capitalista de Union Carbide que mató a miles de personas que "amaran un poco más" en lugar de luchar por exigir indemnizaciones.
Parece que el Nobel se lo dieron por enseñar a los pobres a resignarse porque "lo hermoso es aceptar la propia suerte, compartir el sufrimiento de Cristo y buscar su amor en lugar de la felicidad material en la tierra . . .ya que el sufrimiento de los pobres ayuda mucho al mundo" (al mundo de los ricos, claro). Y es tremendo constatar que glorificara la esencia de la miseria como estupendo modo de lograr la salvación eterna.
Más preocupante es, de todas maneras, que con la incontestable ayuda de los media hayamos santificado un modelo de funcionamiento que, lejos de combatir la pobreza (en la India hay más indigentes que nunca), nos ha retrotraído a los tiempos más oscuros de la salvaje acumulación capitalista del siglo XIX y sus caritativas señoronas burguesas, ocultando (una vez más) que es el estado, como instrumento de las clases dirigentes, quien crea parados, enfermos y parias y que hay que combatir lo que representa en lugar de autocomplacernos en la lágrima fácil y compasiva a que nos van a conducir previsiblemente los "maratones" televisivo-humanitario-caritativos navideños.
Kolectivo
La Haine
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