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Conspiración
Alizia Stürtze
Repetidamente a lo largo de los siglos, la clase en el poder ha necesitado
de la participación del "pueblo" (de la mayoría más
acomodaticia) para justificar la represión e incluso la exterminación
de los grupos inasimilables. Para ello, se ha valido a menudo de la creación
de un estereotipo irreal, encarnación del mal (el negro violador, el
terrorista sanguinario actual, cuyo estigma arrastran también sus familiares
. . .) y de la utilización de la teoría de la conspiración:
la minoría resistente, portadora de todos los vicios, conforma una poderosísima
secta que pretende subvertir todos los valores de la Comunidad, por lo que está
perfectamente justificado que el poder, convertido en "padre protector"
la combata a sangre y fuego. Poco importa que la realidad desmienta este discurso
ideológico: se trata de que el "pueblo" no vea lo obvio, ni
reconozca las mentiras que una y otra vez le cuentan. Así, la represión
de las brujas vascas estuvo justificada porque constituían una peligrosa
secta al mando de Satán, el maccarthysmo por la necesidad de combatir
un complot comunista y el franquismo por la conocida conjura judeomasónica.
La multiplicación de prácticas y de leyes claramente "antidemocráticas",
el aplauso ante la muerte a sangre fría de militantes abertzales, la
persecución de la juventud insumisa (esa hipócrita "protección
del menor" en lo que al sexo o al alcohol se refiere mientras se legalizan
su tortura y encarcelamiento por motivos políticos) y el próximo
juicio a la mesa de HB por pretender ejercer el derecho democrático básico
de libertad de información . . . la represión (firmeza democrática
le llaman) se presenta como "justa y necesaria" ante esa mayoría
supuestamente atemorizada por una inexistente conspiración impulsada
por una temible secta inexistente de nombre "el mundo violento de ETA y
HB".
Este potenciado clima de pogromización es el que posibilita algo tan
absurdo como aprovechar las dos últimas muertes de Bilbo a manos de ese
todopoderoso cuerpo represivo fundamental del aparato franquista y jamás
depurado que es la Guardia Civil, para culpar de ellas a la mesa de HB y justificar
un poco más así su próximo antidemocrático enjuiciamiento
y su aberrante y previsible condena que supone, por cierto, un peligroso salto
cualitativo. Ante su incapacidad de acabar con la organización armada
y su intransigente e irracional negativa a buscar soluciones reales al conflicto,
la derecha en el poder ha decidido confundir métodos con fines y ampliar
el campo de culpabilización del "terrorismo", trasladando indiscriminadamente
los "pecados" del grupo armado a un amplio sector de población
legal cuya única "culpa" real no es otra que seguir defendiendo
democráticamente sus derechos nacionales y sociales. La idea es convertirnos
en chivo expiatorio de una acomodaticia mayoría frustrada y cada vez
más españolizada que prefiera tragar con la idea de la conspiración,
de la peligrosidad de la secta abertzale y aceptar esta políticamente
irracional nueva vía represiva emprendida por el PP, cuya doble pretensión
es romper definitivamente toda forma de disidencia y a la vez dar cohesión
al españolismo más retrógrado y abstruso. A costa desde
luego del arrinconamiento no ya sólo de la izquierda abertzale sino del
nacionalismo vasco en general, como demuestran los carteles que se arrancan
contra el euskara, los enfrentamientos sobre el contenido vasco de los programas
educativos o el retorno agresivo de ese rancio discurso del intelectualismo
español que, disfrazado ahora de ciudadano del mundo, intenta demostrar
que nuestro derecho a vivir como pueblo es algo retrógrado, mientras
considera de buen tono conectar a través de Internet con los zapatistas
mayas de Chiapas.
Curiosamente, sin embargo, esa mayoría supuestamente dispuesta a creérselo todo ha demostrado en recientes encuestas un olfato bastante más fino de lo que parece. Quiere por contundente mayoría que se negocie para dar fin al conflicto y desconfía totalmente de un sistema judicial demostradamente supeditado al poder y a ese largo y poderoso brazo del poder que son los media. Si son capaces de ver ésto, qué les impide dar un pasito más y comprender que el próximo juicio a la mesa de HB, como otros muchísimos juicios contra la izquierda abertzale, no son sino lamentables parodias de sumisión del aparato legal al ejecutivo que es necesario combatir para no convertirse en su cómplice? Si tienen tan claro que la negociación es necesaria, porqué no se ponen en camino de exigirla?
Kolectivo
La Haine
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