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x Alizia Stürtze
En el "Atlas of the World's Languages in Danger of Disappearing"
(Unesco, 2001), el euskara aparece en Hego Euskal Herria como «lengua
en peligro de extinción», y en Ipar Euskal Herria como
«lengua en grave peligro de extinción». La matriculación
en los centros de euskaldunización de adultos desciende preocupantemente
y la reversión lingüística se ha detenido. Las nuevas
exigencias del mercado de trabajo capitalista han potenciado un nuevo
flujo inmigratorio que Txepetx, ya en 1993, preveía como inasimilable
desde el euskara, a no ser que se tomaran medidas. Los porcentajes de
funcionarios que, tras años subvencionados, consiguen aprobar
el perfil lingüístico exigido es escandalosamente bajo.
De la medición realizada por Sei en 2002 se desprende que, aunque
ha crecido la utilización del euskara entre los jóvenes,
su función comunicativa está disminuyendo: nuestra lengua
se conoce más que se usa (la relación es de 2 a 1) y va
viendo reducidas las esferas de la vida diaria; es decir, muchos de
los que la han aprendido en la escuela la arrinconan. Ello, según
Txillardegi, significa que, a no ser que haya un cambio cualitativo
en las motivaciones que impulsan al aprendizaje y uso del euskara, dentro
de 6/8 años su utilización tocará techo y el uso
del castellano alcanzará el 85%.
Así, tras 20 años de cooficialidad, no sólo se
mantiene la situación diglósica, sino que se ha vigorizado
la beligerancia del nacionalismo lingüístico español
y francés, que se ve favorecido por la «englishmanía»
y la nueva ola inmigratoria, que se integra en castellano.
Y es que, mientras para Madrid y París la cuestión lingüística
sigue siendo una importante baza política, desde las instituciones
vascas se insiste en la necesidad de «despolitizar» el euskara.
La consecuencia es que los euskaldunes con conciencia nos hemos desactivado,
hemos consentido que se enseñe euskara pero no a ser euskaldunes
integrados en nuestro entorno, hemos permitido que nuestra lengua milenaria
se desvitalice y sólo valga como vehículo colonizado de
reproducción de los currículos español, francés
e incluso inglés, desde el que incorporar a nuestros jóvenes
a un sistema de valores en el que el «éxito» habla
español, francés, y, desde luego, inglés, pero
en ningún caso euskara.
La utilidad y el prestigio social de una lengua y, por tanto, su supervivencia
y desarrollo integral, vienen condicionados por coyunturas económicas,
políticas y culturales, que otorgan a quien la habla determinadas
ventajas objetivas y subjetivas. Luchar por una lengua minorizada implica
pues un cambio cualitativo de las circunstancias en las que ésta
se utiliza. Y aquí entramos de lleno en la lucha política,
táctica y estratégica. Aunque nos quieran hacer creer
lo contrario.
* Historiadora
Gara - 07/07/03
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