Josu Jon, tortura y Reyes Magos

x Alizia Stürtze - Historiadora

Una vez que descubrimos que los regalos no los traen Olentzero o los Reyes Magos, la cosa no tiene vuelta atrás: hay momentos en que nos gustaría poder recuperar la inocencia, pero es imposible. La realidad se impone. En Euskal Herria, nos ocurre lo mismo con respecto al terrorismo estatal, a la tortura o a los métodos necesarios para conquistar nuestros derechos sociales, culturales y políticos como pueblo: preferiríamos que las cosas fueran de otra manera, pero son como son. Una vez que hemos aprendido que el Estado burgués se asienta en la brutalidad y en un andamiaje represivo multifacético (físico, mediático, educativo...), hacer como que nos creemos esa milonga del Estado pacifista, benévolo, paternal y protector es puro autoengaño y cobardía.

Una vez que hemos comprendido que la legislación antiterrorista existe precisamente para que todos los cuerpos policiales puedan torturar, drogar y agredir sexualmente, con total impunidad, y que, precisamente por ello, cada vez que haya una denuncia por torturas, desde el Ministerio o la Consejería de Interior o cualquier otra portavocía como la del estomagante Josu Jon Imaz nos van a anunciar que se trata de falsas acusaciones, una vez hemos intuido esto, mirar para otro lado es colaborar en tan gravísima infamia. Y apoyar a un partido como el PNV que con su Ertzaintza, mentiras, omisiones, múltiples votaciones y sus compadreos con el PSOE y el PP, está apuntalando la práctica habitual de la tortura, nos convierte en cómplices de tan horrible crimen.

Aquí no hay medias tintas. Una vez que hemos interiorizado, que la vida se pare con dolor y los logros se alcanzan con esfuerzo, sabemos que no existe alternativa institucional viable hacia la consecución de la liberación nacional y social de Euskal Herria. Ibarretxe nos viene ahora con un regalo de primorosa envoltura, su pomposo «plan Ibarretxe», que está «chupado» de conseguir: basta con votar jeltzale. El problema es que se trata de un «regalo-trampa», de un embustero «estofado de agua» como lo calificaba Tasio, que no en vano coincide con la directa participación jeltzale en la ilegalización de Batasuna, y que tiene una perversa finalidad última: justificar su inestimable colaboración en la represión del único movimiento realmente independentista y lo «nazi-democrático» de unas elecciones celebradas en ese contexto, y, para ultimar la faena en favor de Madrid, intentar recuperar la mayoría absoluta y convertirse en la única referencia institucional posible de un nacionalismo vasco, que ya no pasará de conveniente regionalismo. ¿Desde cuándo ser «pragmático» o ideológicamente maduro implica creer en los españolísimos reyes magos?

11/11/02

 
         
   
 

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