Ley de Calidad... de la patronal

x Alizia Stürtze - Historiadora

No nos engañemos. Los ejes fundamentales de la LOU y la Ley de Calidad impulsadas por el PP son en el fondo los mismos que lleva tiempo desarrollando el Gobierno Vasco, en cumplimiento estricto de los planes diseñados a través de la Declaración de Bolonia por la ERT, es decir, el lobby patronal europeo (y vasco, claro) que, en esta nueva fase, necesita convertir la escuela (y también el ocio) en lugar de preparación de «mano de obra competitiva», piezas de usar y tirar para la gran maquinaria imperialista. Con la excusa de luchar contra la masificación, se abandona la batalla por la democratización de la enseñanza de calidad, y la educación y la formación, herramientas liberadoras e identitarias, pasan a convertirse en inversiones estratégicas de las multinacionales, en un «mercado» que hay que liberalizar (privatizar) para que resulte «rentable» y cumpla las funciones que requiere el gran capital; adaptando, como decía el anterior consejero de Educación y actual rector de Mondragon Unibertsitatea, «los conocimientos de los estudiantes a la demanda del mercado y fomentando la participación directa de la empresa en la preparación de sus traba- jadores». Es la salvaje yankización de nuestro sistema educativo.

En la lucha interimperialista actual, el capitalismo europeo (y vasco) está decidido a intervenir en el mundo educativo con dos objetivos básicos e interconectados: dualizar el trabajo forzando a la formación continua y mercantilizar la enseñanza, convirtiéndola en un negocio que vende productos y genera consumidores/trabajadores obligados. Junto a una minoría altamente formada en las nuevas tecnologías tras estudiar en universidades privadas jerarquizadas según su mayor o menor estatus/costo, el capital requiere de una mayoría de trabajadores de baja cualificación, educados en la aceptación de la adaptabilidad, desregulación y precariedad, y en la obligación de reciclarse continuamente a cuenta de su dinero y su tiempo libre, para adaptarse a la evolución de un mercado «flexible» (¿qué, si no, son los módulos?). Esto implica una disminución del dinero invertido en la enseñanza pública ­que se va deteriorando­ y un aumento de la inversión en una formación privada cada vez más elitista. También supone el desarrollo de la «for profit education», que, entre otras cosas, busca beneficiarse de un mercado de productos de formación a distancia (softwares, internet...) que, para ser negocio, necesariamente tienen que ser intercambiables, lo que implica una uniformización total de contenidos y la creación de un gran espacio educativo europeo... al servicio de las multinacionales, que no de los pueblos ni de la clase trabajadora.

(23/12/02)

 
         
   
 

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