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Mamá se va a la guerra
x Alizia Stürtze - Historiadora
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Los brigadistas del Estado español contra
la Guerra han enviado valientes crónicas desde Bagdad, a pesar
de que ¡EEUU!, por ser ciudadanos «extranjeros», les
considera combatientes y, en consecuencia, objetivos militares de su
brutal legión invasora. De los siete internacionalistas, tres,
casi la mitad, son mujeres.
Paradójicamente, en esta ocasión en que, en nombre de
«la libertad», EEUU ha mostrado con mayor rotundidad su
imperialista desprecio por el sagrado derecho a la vida, se ha mostrado
también como portaestandarte de la lucha por la igualdad de sexos,
y hacer alarde de tener más mujeres que nunca y que nadie (un
15% del total) con capacidad de lanzar bombas de racimo, de arrancar
brazos y piernas a niños y niñas con misiles Tomahawk,
de causar muerte desde los F-18 que pilotan esas soldados que, gracias
a las nuevas tecnologías, tienen capacidad de estar en la «línea
del frente» sin que su condición femenina se resienta.
Hasta la revista "Time" le dedica al tema portada bajo el
título de "When mum goes to war" (Cuando mamá
se va a la guerra).
No sé cómo vive esta situación ese sector del
feminismo que defiende una «esencia» femenina que nos concede
a las mujeres una serie de virtudes como la no-agresividad, la flexibilidad
o un genérico rechazo a la violencia que se desprendería
de nuestra capacidad biológica de generar vida. No sé
cómo se pueden sentir las mujeres católicas ante las guerreras
declaraciones de Ana Botella o de Ana Palacio en favor de la carnicería
del pueblo iraquí. Desde una perspectiva de lucha de clases,
no sé qué lectura pueden hacer las mujeres sindicalistas
británicas o yankis del hecho de que sean personas de clase baja
las que se han enganchado en el ejército para mejorar su situación
económica, o para ascender socialmente, gracias, por ejemplo,
a su admisión en los ROTC (Army Reserve Officer's Training Corps)
de la US Army que, además de los gastos de una carrera universitaria,
les instruye militarmente en sus bases y cuarteles y en el propio campus,
pidiéndoles que ejerzan una labor de control y de espionaje ideológico.
No consigo meterme en la mente y el corazón de esas funcionarias
de los institutos de la mujer que ven imprescindible batallar contra
la violencia de género pero no contra el terrorismo que generan
los estados imperialistas y que nos enseña que, para sobrevivir,
es necesario negar la dignidad, la solidaridad, los ideales.
Las terribles imágenes de Irak, ese enfrentamiento simbólico
entre mujeres soldado imperialistas y mujeres brigadistas y médicos
internacionalistas muestran la necesidad de luchar por que el feminismo
no se convierta en «una coartada para darle un barniz a lo que
es únicamente una renuncia a la lucha por cambiar el mundo».
Gara
14/03/03
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