McOdon y los arcos dorados

x Alizia Stürtze - Historiadora

McOdon Elorza, aspirante a la alcaldía vitalicia de Donostia, continúa transformando no sólo el aspecto externo de la ciudad, sino desgraciadamente también su corazón, su cerebro, su pulso, su carácter. Ahora que nos acaba de «regalar» un bidegorri en la Concha, quizá para ganarse el voto de los ecologistas de salón, nos reparte un estupendo folleto autolaudatorio en el que se declara defensor de una ciudad «más verde», lo que le obliga, por ejemplo, a imponer sanciones severísimas a quienes hagan pintadas políticas, porque «pintan hasta los árboles». Faltaría más.

Por ello, siendo, como dice ser, tan amante de lo ecológico, lo equilibrado, lo verde y lo diverso, no sólo no se comprende la ligereza con la que se carga hileras de árboles centenarios como los de Duque de Mandas; no sólo resulta desconcertante que cubra de casas y cemento un precioso parque natural como es Ulia o era Miramón; no sólo contradice su publicitada batalla contra el anhídrido carbónico cuando abre accesos a las grandes superficies, que son, con diferencia, las mayores generadoras de tráfico, sino que resulta increíble que haya permitido que los arcos dorados de McDonalds, símbolo de toda una cultura uniformizadora de comida rápida y pensamiento plano, usurpen un lugar como La Bretxa, representativo de lo propio, de lo local y su correspondiente sentimiento de pertenencia. Exportadora de obesidad y de una aplastante estandarización que, como expresa Gould en "Ocho cerditos", «no tolera ni un milímetro de variación en la anchura de una patata frita desde Oakland a Oqunguit», McDonalds, a través de sus puntos de venta clónicos, es un cáncer que fagocita la enriquecedora diversidad y, además, introduce y emblematiza esa forma de negocio que es la franquicia, que se está extendiendo aceleradamente, reemplazando la propiedad individual de las pequeñas empresas y negocios tradicionalmente independientes y, en consecuencia, empobreciendo la ciudad en cuanto que el dinero generado no se reinvierte, y los empleos que se generan son basura-basura (según los contrastados datos del libro "Fast Food Nation", McDonalds es la mayor empleadora de EEUU pero también la que peor paga y más explota).

McOdon está, pues, haciendo justo lo contrario de lo que dice: está vaciando Donostia, la está convirtiendo en un esqueleto colonizado sin resquicio alguno para la originalidad y la autenticidad, y, bajo el dictatorial estandarte de la modernidad, está rompiendo lo que la ecología llama «equilibrio natural» y despojando a la ciudad económica, social y culturalmente.

 
         
   
 

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