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x Alicia Sturtze - Historiadora
Los cazabombarderos yankis, sustituyendo al derecho internacional, aterrorizan
y asesinan a la indefensa población afgana al grito de «libertad
duradera», es decir, libertad absoluta del imperialismo yanki para
eliminar por la fuerza cualquier traba que le impida apropiarse de todo
recurso energético, materia prima y territorio geoestratégico
que le venga en gana. A la CIA, Bush le da «licencia para matar».
En respuesta, IU y el PCE llaman a manifestación bajo el lema «no
al terrorismo, no a la guerra». De este modo, elevan lo que no es
sino un geoestratégico genocidio a la categoría de guerra,
es decir, de «continuación de la política por otros
medios», que diría Clausewitz, y sin pestañear califican
de terroristas las acciones contra objetivos de guerra como el Pentágono,
apuntalando así dócilmente el neomacarthismo de Bush II
y su premeditada fabricación a medida de un «terrorismo internacional»
multiuso y de amplísimo espectro, con el que busca dividir el mundo
entre «pro-americanos» y terroristas, demonizar todo tipo
de disidencia, intervenir allí donde le interese, y restringir
peligrosamente todas las libertades básicas.
Aznar y el Ejército español, aprovechando la coyuntura,
barren para casa y proclaman su decisión de impedir «por
todos los medios» cualquier tipo de consulta popular «anticonstitucional»
en Euskal Herria, pero el gran mistificador Arzalluz da una vez más
muestra de la cobardía política de su partido y propone
un referéndum sobre ETA de tipo franquista, es decir, de opción
única. El partido de Madrazo, entretanto, juega a progre en la
Jaurlaritza para que los jeltzales puedan seguir haciendo lo que les dicte
su burguesía y, mientras, y sin sonrojarse, permite la tortura
y aplaude con fervor converso la idea de combatir «al entorno de
ETA», es decir, a toda forma de oposición real. A Patxi Zabaleta,
las actuaciones fascistas de UPN y PSOE contra el euskara y contra todo
movimiento democrático en Nafarroa le parecen peccata minuta: tras
dos décadas de desvertebración intencionada de Euskal Herria
que ni él ni el PNV han sido capaces de evitar, el principal problema,
en su opinión, es ETA.
La política es determinismo puro y, en el tiempo, lo que cuenta
no es lo que un partido o un movimiento proclama que es, sino a quien
aprovecha lo que dice y hace.
Es imprescindible iniciar desde la izquierda y desde las plataformas
anti-globalización y anti-guerra un debate valiente sobre violencia
y terrorismo, paz y guerra, porque, en el contexto actual, utilizar el
mentiroso discurso del poder implica apoyar la preocupante línea
de fascistización planetaria que, de modo muy marcado tras el 11
de setiembre, busca reforzar la hegemonía yanki e impedir la democratización
estructural de la sociedad mundial, mediante la represión y el
terrorismo de Estado.
Gara
29.10.01
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