|
|
|
|
|
El optimismo de la voluntad
x Alizia Stürtze - Historiadora
|
El comunista italiano Gramsci, prisionero del fascismo
hasta las vísperas de su muerte (como muchos vascos de antes
y de ahora), defendía la necesidad de compaginar «el pesimismo
de la inteligencia y el optimismo de la voluntad». Dicho en otras
palabras, tan necesario como el análisis frío, sereno
y a veces desanimante de la realidad es conservar los motivos éticos
que iluminan nuestras vidas, mantener la utopía, tener confianza
en los pueblos y en su intuición, oponerse a la individualización
de los méritos, creer en el futuro y en el presente, no esperar
pasivamente a que maduren las condiciones objetivas sino trabajar diariamente
por cambiarlas, dar a la subjetividad el importante papel que le corresponde
en la transformación histórica, disfrutar con los triunfos
conseguidos, construir la identidad colectiva en la lucha, en los valores
de solidaridad, cooperación y dignidad, en la incorporación
de las tradiciones de nuestra civilización, en la defensa de
los derechos conquistados. Unir pensamiento, actuación y sentimiento,
manteniendo siempre viva la fe en la historia y en los pueblos vivos
como Euskal Herria.
«Perded toda esperanza». En una conferencia en la Universidad
de Santo Domingo, Fidel Castro recordaba esta descorazonadora inscripción
que, según Dante, aparecería escrita a la entrada del
infierno, y que es precisamente la que nos quieren imponer desde el
poder, desde el PP-PSOE-PNV, para que nos resignemos a aceptar
ese cáncer del posibilismo que nos lleva a actuar siempre dentro
de lo estatuido y a no intentar transformarlo, y que nos dice que, para
poder vivir es necesario que reneguemos de nuestros sueños e
ideales. «Perded toda esperanza. La independencia, el socialismo
y el derecho de autodeterminación para Euskal Herria son inalcanzables.
Apuntáos al plan Ibarretxe, es mejor que nada». Es el mensaje
con el que quieren alienar nuestra conciencia y desarticular nuestra
resistencia.
Pero sus planes se vieron una vez más frustrados por la manifestación
del 30 de noviembre, que vergonzantemente prohibió el PNV y cuyos
ecos quiere borrar Ibarretxe convocando otra supuestamente contra ETA
pero, en realidad, contra la izquierda independentista vasca y a favor
de Madrid. Los irrintzis lanzados al final del acto del 30-N rubricaron
lo que con nuestra multitudinaria presencia bajo la lluvia acabábamos
de demostrar: que somos muchos los que tenemos esperanza, pero no una
esperanza loca, sino la que nos da la fusión entre el pesimismo
de la inteligencia y el optimismo de la voluntad de Gramsci. Queremos
ser un pueblo libre y lo vamos a ser, lo estamos siendo ya. Incluso
a pesar de Ibarretxe.
09/12/02
|
|