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Sección de Alizia Stürtze

Osama Bin Laden
Alizia Stürtze - Historiadora

Ya sé que los medios son la voz de su amo, y que el amo pide sangre y venganza, y que viene muy bien mezclar todo, okupas con talibanes, movimientos antisistema con fundamentalistas, oposición con terrorismo.

Pero, en este momento en que se nos quiere embarcar en una aventura militar que puede poner en peligro a la humanidad entera, sería conveniente que dieran prueba de un poco de responsabilidad y repasaran sus apuntes sobre, por ejemplo, quién es Bin Laden. Es facilísimo: son numerosas las revistas y periódicos de hace dos o tres años que hablan del tema.

Así, se encuentra una con todo tipo de información demostrativa de que en la génesis y fortalecimiento del movimiento talibán (y de Bin Laden) está la Administración yanki que, a través de la CIA y del servicio de inteligencia pakistaní, dio durante la guerra de Afganistán sostén logístico y financiero, y sofisticado entrenamiento a estos grupos, para lo cual potenció de paso la producción y tráfico de opio afgano. El motivo era desestabilizar a su enemigo de entonces, la URSS, no sólo a través de Afganistán sino también potenciando la jihad islámica en las repúblicas soviéticas de Asia Central. Desintegrada la URSS, EEUU continuó impulsando el «fundamentalismo» islámico en estas zonas geoestratégicamente importantes (Chechenia y Bosnia incluidas), de gran riqueza petrolífera, por las que pasa una importantísima red de gaseoductos y oleoductos que quieren controlar los conglomerados anglo-americanos, y en las que el narcotráfico genera enormes beneficios que aprovechan la banca y los servicios yankis de inteligencia. Hasta Europa, que EEUU quería arrinconar así del debate geoestratégico, se quejaba en 1999 de la existencia de una «conjura americano islámica destinada a sumergir al continente en una marea integrista».

Como concluye Michel Chossudovsky en su artículo "Who is Ousmane Bin Laden?", se da así la aparente paradoja de que los representantes del «mal», personificados en la figura de Bin Laden, y condenados sin juicio a saciar la sed de venganza del Imperio, siguen siendo un instrumento clave en la estrategia geopolítica que Washington sigue en los Balcanes y en la antigua Unión Soviética, y también en Europa. Los medios deberían informarnos responsablemente sobre todos estos puntos, antes de embarcarnos, por puro y cobarde seguidismo, en una guerra de consecuencias imprevisibles, provocada por un Estado terrorista si le aplicamos ese principio que tanto les gusta de que «todo el que apoya a un terrorista lo es».

Por cierto: Euskal Herria dijo no a la OTAN. ¿Van a defender ahora el PNV y sus acólitos nuestra democrática voluntad?

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