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Unidos a España por la Pantoja
x Alizia Stürtze - Historiadora
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«Lo que Dios ha unido que no lo separe el
hombre», prescribe el sacramento del matrimonio. «Lo que
la telebasura ha unido jamás lo separarán Ibarretxe y
su plan», podríamos afirmar tras comprobar cómo
el viernes, mientras la marginada ETB1 cambiaba su programación
para retransmitir esa falsa escenificación parlamentaria de una
Euskal Herria desgarrada entre «nacionalistas» y «constitucionalistas»,
en la privilegiada ETB2 mantenían, ¡faltaría más!,
su diario "Lo que faltaba", ese programa del corazón
cuyos contertulios y «temas» nos unen indisolublemente no
sólo al Estado español (al que repetidamente llaman «la
nación»), sino a lo más abyecto de esa España
sociológicamente casposa y facha, que tanto padecimos (algunos
al menos) durante el franquismo.
Y es que, mientras Ibarretxe intenta hacer luz de gas al independentismo
y ocultar, de paso, su colaboracionismo en el neofascista asesinato
político de la izquierda abertzale, los programadores de la televisión
jeltzale siguen sin hacerle ascos a aumentar su cuota de audiencia a
base de embrutecernos «españolizándonos»,
a base de dedicar importantes partidas de nuestro dinero a clonar espacios
españoles y conseguir así que mantengamos una dependencia
visual, cultural, estética y simbólica con Madrid. Sólo
que, en este caso, utilizando la telebasura como forma de represión-alienación-desnacionalización,
a través de los líos e insultos de folklóricas,
toreros, calientacamas o padres-hijos-ex amantes de todos esos personajillos
de baja estofa, que, curiosamente, tienen una característica
en común: la de ser ultraespañoles, fascistas muchos de
ellos y, desde luego, antivascos.
ETB es muestra patente de la distancia entre la palabra y la obra del
PNV, entre sus fogosos discursos del Alderdi Eguna y su plasmación
real. Es el emblema del nulo deseo jeltzale de romper simbólicamente
con esas degeneradas y reaccionarias señas de identidad de «lo
español» que nos servilizan, nos niegan y contradicen como
vascos, y de desarrollar un nacionalismo radicalmente cultural (que
no «etnicista» ni xenófobo), fundamentado en nuestra
identidad profunda, en cuyas fronteras caben todos los que la reconocen.
Una nación antiquísima pero agonizante, como la nuestra,
sólo se puede crear y recrear en la práctica diaria, en
el amor a la lengua, el apoyo y valoración de nuestras diversas
expresiones culturales, en una educación estética e integral,
en el enriquecimiento permanente de las manifestaciones que nos permiten
expresarnos, sentirnos y hacernos como pueblo, y, desde nuestra singularidad,
conectarnos con la cultura universal.
¿Quosque tandem?, ¿a qué esperan esos «malos
vascos», como los llamaba Oteiza, para romper con la Pantoja y
el Rocío, y afrontar nuestra regeneración como pueblo?
Gara - 29/09/03
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