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Sección de Alizia Stürtze

La violencia
Alizia Stürtze, publicado en GARA el 27 de noviembre del 2000

Al no ceder a las imperialistas amenazas de Aznar y negarse a firmar la declaración contra ETA en la Cumbre de Panamá, Cuba ha evidenciado algo que las «terceras vías» se empeñan en olvidar: que el estado capitalista practica o apoya el terrorismo cuando le conviene; que es él quien, en su calidad de brazo ejecutor de la dictadura burguesa, detenta el monopolio de la violencia que, por cierto, no se limita a la represión visible de su ejército y sus policías, sino que se ejerce de modo más o menos camuflado en todos los órdenes de la vida de las clases trabajadoras y los pueblos oprimidos.

Esto es diáfano hoy en el caso del Estado español que ha hecho de la violencia institucional no un medio sino un principio al que llama lucha estratégica por la paz, en nombre del cual se permite tropelías a todos los niveles: la tortura y la práctica habitual de detenciones ilegales; la perversión del lenguaje ­llamar exabrupto a la amenaza de un juez a un preso con «darle un par de hostias»­; la manipulación de los medios y de los mensajes ­Mayor Oreja no ha negado que se reúna con periodistas para «enfocarles» la línea informativa, como se afirma en el vídeo de "Ardi Beltza"­; la utilización de la calumnia y la mentira con una ínfima categoría discursiva ­a del Olmo no se le ocurre insulto más insidioso que el de «pedazo de mierda»­; la amenaza continua, incluidas las listas «negras» en Internet y los mail bombings...; el monopolio del pensamiento y su maniqueísmo ­o conmigo o contra mí­; la tergiversación de la realidad para construir una a su gusto ­atacar al euskara y a las escuelas vascas para imponer la difusión educativa del ultranacionalismo español­; la ocultación más escandalosa ­los españoles desconocen el reciente informe de Amnistía Internacional sobre tortura en el Estado­; la fascista criminalización de cualquier forma de disidencia en base a vinculaciones fabuladas por Garzón práctica política como la de Ekin, escritos sobre la desobediencia civil, criminalización de la juventud, persecución de AEK, pensamiento no coincidente con la línea «oficial»...

De este modo, el equipo de Aznar, utiliza el rechazo xenófobo del peligroso «otro» (el vasco, convertido en el judío del neofranquismo) para deslegitimar toda forma de insumisión contra un sistema obviamente injusto y rearmar a quien le sirve de salvaguarda: el Estado.

En este contexto de ataque frontal del Estado, establecer diferencias entre presos (políticos, de conciencia, pacifistas...), y equiparar violencias es a mi entender erróneo, desideologizador y debilitante, y, como afirmaba Marcuse, supone en última instancia la legitimación de la violencia monopólica del Estado.

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