Y llegaron los nazis…
El gobierno perdió las elecciones parlamentarias y el control del poder legislativo. La oposición, fue por la cabeza del Presidente. La ofensiva mediática que se desató fue brutal. La embajada de EEUU estaba muy activa. Los grupos económicos mas concentrados escondían mercaderías y llevaban los precios por las nubes. Pero pasaron los meses y la caída del Presidente no se produjo. Y fue entonces, cuando el fervor empezó a tornarse en frustración, que llegaron los nazis.
No estoy hablando de la Argentina, sino de Venezuela en los meses posteriores al triunfo electoral de la derecha en diciembre de 2015, que le permitió controlar la Asamblea Nacional. Fracasadas las intentonas de desalojar del gobierno a Nicolás Maduro en seis meses, como lo habían prometido los líderes de la oposición, la derecha cambió de táctica. Se iniciaron las guarimbas, caracterizadas por acciones callejeras muy violentas de pequeños contingentes organizados, con fuerte presencia de grupos neonazis inspirados en la experiencia de Ucrania.
La referencia viene a cuenta de que Fernando Sabag Montiel, el hombre que intentó asesinar a la Vicepresidenta Cristina Fernández tenía tatuajes de reconocida filiación nazi. El hecho de que existan personas de ideología nazi o fascista en nuestra sociedad no debería sorprendernos, todos conocemos o nos hemos cruzado con alguna.
La cuestión es advertir que hay determinados contextos que favorecen que estas personas y grupos cobren protagonismo. Y que estas conductas y tendencias son promovidas desde espacios mediáticos, judiciales y políticos, por personajes de relevancia pública, política o institucional.
Sol negro, uno de los tatuajes nazis de Fernando Sabag Montiel.
La enorme movilización realizada el viernes en Plaza de Mayo es una buena respuesta, pero no tenemos que hacernos ilusiones de que aquí se acabó esta historia. Volviendo al caso venezolano quiero recordar que no faltaron grandes movilizaciones populares para rechazar al fascismo, pero las guarimbas que se iniciaron a principios de abril de 2017 continuaron hasta el 30 de junio de ese año, fecha en que se concretó la elección de la Asamblea Nacional Constituyente [que significó una aplastante derrota de la derecha].
El pueblo venezolano guarda en su memoria un recuerdo muy doloroso de esos tiempos, cuando los grupos neonazis desplegaron todo su repertorio. Entre ellos: asesinar con francotiradores a taxistas o miembros de fuerzas seguridad que trataban de traspasar una barricada abandonada, atacar con molotovs a colectivos que conducían a trabajadores a su lugar de empleo, quemar vivo a un joven al que se presumia chavista por ser pobre y afrodescendiente, amenazar e impedir ir a votar a comunidades enteras en las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente.
Dos secuencias del momento en que es quemado vivo Orlando Figuera de 22 años por los neonazis venezolanos, por “parecer chavista”.
En el exterior la derecha ganó la la batalla, porque la prensa de guerra consiguió imponer la idea de que en Venezuela había protestas sociales contra el gobierno y que el ex militante de Tradición, Familia y Propiedad, Leopoldo López, era un apóstol de la libertad. Esta victoria comunicacional de la derecha la comprobamos, cuando regresábamos al país, quienes vivimos esa situación en Venezuela. Y nos pasaba incluso con compañeras y compañeros de izquierda a quienes les comentábamos de las acciones de los grupos neonazis y nos miraban con desconfianza.
El pueblo de Venezuela sí le vio la cara a los nazis y no se la olvida. En los peores momentos, soportando todas las estrecheces que impone el bloqueo económico, viviendo situaciones límites por los problemas de abastecimiento y de la caída de servicios básicos, y aún no entendiendo o no compartiendo decisiones del gobierno, ha concluído que lo peor que lo que le puede pasar es que vuelva la derecha y su grupo de choque neonazi.
Hoy en Argentina, la ofensiva de la derecha va a continuar, más allá de este atentado fallido y de que han quedado expuestas las políticas de odio . Esa ofensiva tiene viento de cola porque el Imperio en decadencia, retrocede en forma agresiva y no está dispuesto a perder a un país grande de latinoamérica rico en alimentos y en energía como el nuestro.
Y esa ofensiva se seguirá ejerciendo desde la oposición encarnada por Juntos por el Cambio y los 'libertarios', pero también desde el interior de Frente de Todos. Si desde los años del macrismo, todas las expresiones del peronismo han sidos reacias a la movilización, ahora tendrán una nueva excusa para justificar que “la calle es peligrosa”.
Y esa es una receta suicida, cuando las nazis empiezan a asomar la nariz…
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