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Argentina :: 23/09/2022

El atentado contra Cristina cada vez huele más feo

Guillermo Cieza
A medida que se conocen nuevos detalles del atentado, surgen una serie de pistas que conducen a la actividad de Servicios de Inteligencia y fuerzas políticas de derecha

Cuando se produjo el atentado contra Cristina Fernández, y se puso la lupa en quienes lo cometieron, el primer dato que surgió fue que se trataba de un grupo sin experiencia criminal y sin formación para ejecutar la tarea que asumieron. Algunos elementos avalaban esta caracterización: fueron a ejecutar un asesinato con documento personales y teléfonos. Hicieron declaraciones previas a la prensa que permitieron identificarlos rapidamente. El tirador frustrado accionó mal la corredera de la pistola. Se comunicaban por whatsapp y no descartaron sus teléfonos aún después de que el grupo quedó vinculado al hecho. En estos whatsapp se autoincriminan.

Se supo también, desde el principio, que el atentado contra Cristina tenía el sello de la derecha. El grupo actuó en un contexto social fuertemente impactado por discursos de odio contra el gobierno, los que cobran planes sociales y la Vicepresidenta.

En la medida que avanzó la investigación y se conocieron nuevos hechos, se advirtió que la evidencia de que fueran malos sicarios no significaba que fueran un grupo sin conexiones políticas. Se conoció que el grupo compartía un imaginario, determinadas consignas y prácticas de escrache y quizás hasta algún grupo de whatsapp con otras organizaciones muy cercanas como Revolución Federal, Nación de despojados y hasta la vecina ultraderechista de Cristina. También se supo que el líder de Revolución Federal ha recibido fondos de un fideicomiso manejado por empresarios que estuvieron muy ligados al gobierno de Macri.

Si alguna duda quedaba de que el grupo no actuó solo, quedó despejada con la aparición del abogado Gastón Marano, asesor de un senador del PRO [partido de derecha] y que tenía injerencia en la Comisión que investiga la actividad de los Servicios de Inteligencia en el Senado. Marano que supo trabajar como empleado de la Embajada de EEUU, es acompañado por la abogada Brenda Salva, que es asesora de otra legisladora de Juntos Por el Cambio [ídem], de San Luis. También es parte de su equipo el abogado Fernando Sicilia, conocido por defender a dos espías de la Banda Super Mario Bross.

La aparición de Marano provoca dos preguntas. La primera es ¿quién le paga?, siendo un abogado muy caro y muy por encima de las posibilidades de la familia de Carrizo. La segunda pregunta es ¿por qué razón este profesional eligió defender a un supuesto marginal a costa de perder un muy buen remunerado puesto en el Senado y un lugar estratégico para enterarse qué sabe el gobierno sobre la actividad de los Servicios de Inteligencia? En términos futbolísticos, sería algo asi como: ¿por qué Messi (y el PSG ) decidieron que dejara de jugar en la Champion Ligue para hacerlo en el Torneo de las Comunidades Inmigrantes de Francia?

Cuando en un artículo anterior mencioné el caso de Venezuela y las guarimbas (https://lahaine.org/vN9), precisé que allí había una conexión logística y de financiación clara entre los jóvenes neonazis que protagonizaban las protestas callejeras y el Partido Voluntad Popular. Hoy en Argentina se repiten las menciones a Juntos por el Cambio y los servicios de inteligencia cuando aparecen vinculaciones externas de “los copitos”

Una hipótesis sobre Carrizo

En los chats del grupo de “los copitos” que se han hecho públicos, se advierte que Brenda Uliarte manipulaba a Sabag Montiel, pero el que daba las órdenes y planteaba algunas pautas de funcionamiento en ese grupo era Gabriel Carrizo. En algunos chats Carrizo califica a Brenda y a Sabag Montiel como “sus empleados”. Y de hecho, en lo comercial las cosas funcionaban así. ¿Pero cual era el negocio de Carrizo?

Quienes han seguido el tema, tratando de enterarse de lo que efectivamente sucedió, han puesto el foco en el dueño de la máquina de hacer copitos. Les preocupa cuál era su trabajo y sugieren que puede ser el nexo con los ideólogos y financistas del atentado. Traduzco lo que leo entrelínas. ¿Y si Carrizo hubiera sido un informante de los Servicios de Inteligencia? Supongamos que Carrizo era un agente informal, de los que se los conoce como “bolseros”, que disimulaba su accionar con su puesto de venta de copitos que le permitía pararse en distintas esquinas de Buenos Aires para obtener información. Y ocurrió que, vinculándose a grupos de jóvenes que profesaban sus mismas ideas, se encontró con un par que parecían dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de pasar a la historia.

El primer paso fue contenerlos, y lo hizo “ampliando el negocio” de los copitos. Si esto sucedió, la resolución no fue sólo de Carrizo. Sus jefes estaban informados y seguro dispusieron de algún fondo para que se mantuvieran en la calle, aunque no vendieran nada. Se los provee de armas, la que compran y la pistola 22 que le ofrece Carrizo, se le brindan algunos conocimientos básicos sobre manejo de armas y el ataque a corta distancia (regla de Tueller). Después viene lo que es conocido.

Producido el hecho, al que seguro tienen que proteger es a Carrizo, porque conoce un escalón más de la conspiración. Quedan dudas sobre Brenda, pero seguramente Sabag Montiel es el que menos sabe de lo que estaba detrás de la escena. Si esta hipótesis fuera cierta, “los copitos” fue uno de los grupos alentados y financiados por servicios de inteligencia y por fuerzas políticas de la derecha, que llegó a concretar un atentado que muchos promovían realizar.

La derecha política se hace la distraída

La primera reacción de una parte de la dirigencia de la derecha fue plantear que el atentado no existió. Que fue una puesta en escena. Esa respuesta es parte de un libreto que comparte la derecha latinoamericana. Basta revisar qué dijeron las derechas locales y repicaron los monopolios mediáticos cuando fue atacado a tiros Rafael Correa, Presidente de Ecuador, o cuando se produjo el atentado con drones contra Nicolás Maduro. A esa versión se sigue aferrando la diputada Karina Ethel Bachey, sosteniendo que el 70% de la población cree que el atentado no existió. Hoy fue forzada a despedir a su asesora, Brenda Salva, que es abogada de Carrizo.

El ex-presidente Macri, que seguro lee encuestas, reconoce que el hecho existió pero que fue obra de “loquitos sueltos”. De una u otra forma, los dirigentes políticos de Juntos por el Cambio y Avanza Libertad han tratado de deslindarse del atentado, pero basta revisar un poco y se encuentra que todos los grupos de ultraderecha tienen alguna relación con la derecha con representación parlamentaria. Los líderes de Revolucion Federal y Nación de Despojados actuaron como fiscales electorales del macrismo, el centro Nazi de La Plata fue visitado por dirigentes vinculados a Patricia Bullrich, otros líderes tienen fotos con Milei, etc.

Mucho más que un ataque a la vicepresidenta y al peronismo

La noticia del atentado nos pegó en el corazón y las tripas a muchos y muchas habitantes de este país. Para quienes peinamos canas hubo una sensación muy fuerte de que “esta película ya la vimos”. Algunos nos acordamos de Rodolfo Ortega Peña, otros de Carlos Mugica, otros de Silvio Frondizi [militantes assesinados por la ultraderecha en los '70].

La serpiente de la derecha, que tuvo su apogeo en la última dictadura, ha dejado sus huevos y cuando aparecen sus hijos nos resulta fácil reconocerlos. Desde esa pulsión, muchos y muchas se movilizaron a la Plaza de Mayo y llenaron otras plazas en el país.

Cuando el Gobierno y los principales dirigentes del Frente de Todos centraron la cuestión en un ataque a Cristina y al peronismo, rebajaron la dimensión de los hechos. No pude menos que recordar un cántico de la década del 80 que decía que los desaparecidos eran compañeros peronistas. En ese momento el cantito estaba bueno para cantárselo a la burocracia política y sindical del peronismo, pero en plazas plurales sonaba pésimo. Significaba desconocer la historia.

La ofensiva de la derecha viene a por mucho más que el peronismo y la vicepresidenta. Incluso las estructuras políticas del peronismo pueden adaptarse a los nuevos tiempos como hicieron en los años de Menem. El super ministro Massa es un anticipo de esa adaptación. Los que seguro no podrán adaptarse y recibirán el golpe de lleno serán lxs trabajadores, lxs jubiladxs, y los millones de pobres que ni siquiera pueden tener un empleo formal.

La ofensiva de la derecha está dispuesta a llevarse puesta no sólo la legislación laboral y social, sino también la democracia formal y las libertades democráticas más elementales. Por eso no resulta conveniente la iniciativa del oficialismo de tratar de arrinconar sus víctimas en un corralito partidario, para después hablar en su nombre, o promover respuestas castradas de cualquier espontaneidad como la misa de Luján.

Y tampoco resulta conveniente, como han hecho algunos sectores de la izquierda, pensar que lo mejor es no hacer nada, o limitarse a un documento de repudio al atentado, argumentando que esto sólo es una pelea entre capitalistas.

A la historia, sin San Martín

Desde lo judicial no hay mayores garantías de que se llegue hasta el final en la investigación de los hechos ocurridos. La jueza y los fiscales a los que les tocó el caso son parte del penoso paisaje de Comodoro Py [calle donde está la sede del Poder judicial]. El tribunal de alzada que deberá revisar lo actuado está integrado por los jueces que iban a jugar al paddle con Macri a la Quinta de Olivos.

Lo que es seguro es que Brenda Uliarte y Sabag Montiel, que querían entrar en la historia, ya lo hicieron. Pero no con el espíritu de San Martín, sino condenados por un intento de magnicidio que no decidieron ni planificaron, aunque a ellos les parezca lo contrario.

tramas.ar

 

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